Nota
Pensar en medio del caos: comenzó la Maestría (en) Escena Política
Hoy comenzó la Maestría (en) Escena Política, un ciclo de “encuentros, prácticas y pensamientos, que promueve la producción de saberes vivos y actuantes”, dice su manifiesto. La Maestría se propone cruzar saberes teóricos y prácticas artísticas, en búsqueda de reflexionar sobre política y transformación social. Está organizada por el mismo colectivo de artistas, productores y directores que organizó en 2016 el Congreso Transversal. El taller de inauguración se tituló Crear Espacios Comunes y fue dictado por Florian Malzacher (Berlín-Alemania), un reconocido curador independiente de artes performáticas, dramaturgo y escritor. Mañana es el segundo encuentro, denominado Activismos Artísticos. Estos talleres, como todas las actividades que organiza esta Maestría, son gratuitos.
Los integrantes de Escena Política plantean que la Maestría (en) Escena Política surge de una necesidad propia: pensar en su activismo. Se basa en la intención de buscar siempre estrategias para tener una agenda propia, no guiada por la política mediática. “Y, al mismo tiempo, poder contemplar un horizonte más largo, tener una proyección como colectivo. Es fundar nuestra agenda propia, pero tratando de intervenir y pensar en lo real”.
Esa voz colectiva que zurce Escena Política suma estos conceptos para definir qué es esta Maestría:
- “La Maestría busca albergar distintas posibilidades de prácticas teóricas, políticas y artísticas. Traemos esos conceptos, Congreso o Maestría, para jugar con los sentidos que están albergados en esas palabras o términos. Los traemos a un terreno de batalla por el sentido. Ahora un congreso o una maestría también puede ser esto que creamos nosotros”.
- “Hay una batalla por el significado, pero lo interesante es que la disputa la estamos dando en la práctica, no es sólo del sentido de las cosas. También entender que la práctica política es eso: llevar a cabo algunas cosas que parecen del orden de lo imposible.”
Un tiempo propio
Los integrantes de Escena Política reconocen que desde que realizaron el Congreso Transversal, el año pasado, los modos que encontraron para seguir creando juntos siempre estaban muy relacionados con los encuentros o grupos de estudio. “Entendimos que algo de nuestra especificidad como colectivo es que podemos propiciar esos otros espacios de encuentro para pensar cosas de la sociedad, la política o el arte y articularlo con otras estrategias”.
En este sentido, el colectivo manifiesta: “Propulsamos un elogio a la improductividad en oposición a las lógicas académicas capturadas en el entramado profesionalización-competencias técnicas-necesidades del mercado de trabajo.”
Escena Política se toma tiempo para reflexionar, sin urgencias ni concepciones productivistas del tiempo, sus formas de producción. De qué modos van a crear, dónde van a circular sus producciones, para qué y con respecto a quiénes. “Es un buen espacio para modificar esa sensación de urgencia. Ese cambio de ritmo es político. Hoy la vida está cooptada por la inmediatez. Y algo que propone unos tiempos que son otros, produce otras resonancias”.
La Maestría durará todo el 2018 y tendrán distintas formas de encuentros: talleres participativos, grupos de estudio, asambleas, charlas abiertas prácticas artísticas colaborativas. Los ejes que cruzarán esos encuentros son, entre otros todavía por imaginar: el dinero, la curaduría artística, el espacio público, el cuerpo, la violencia, el goce.
Anuncian que van a crear un diploma para celebrar el fin del recorrido por esta Maestría y, aunque se rien, aclaran que esa alegría no es irónica. “Es ficcional, imaginaria, deseosa, pero no irónica. Es real el diploma: no es chiste. Es un conocimiento que se construye real. No nos reímos de ese conocimiento. No nos reímos de las maestrías de verdad, simplemente hacemos la que queremos hacer nosotros”.
Mañana continúa con un Taller de Activismos Artísticos, de 10 a 14 horas, en el Centro Cultural Paco Urondo. 25 de Mayo 201. Entrada libre.
El taller: las preguntas a trabajar
«Este taller se propone como un espacio de estimulación colectiva de la imaginación política. A partir de compartir las prácticas de distintos colectivos y artistas intentaremos crear un escenario que nos permita imaginar nuevas articulaciones entre el arte y la política.
¿Qué rol juegan lxs artistas en las crisis políticas?
¿Cómo puede el arte ser una herramienta de cambio social?
¿Qué significa, no ya representar políticas, sino crear situaciones políticas?
¿Cuáles son las posibilidades específicas del arte, en tanto medio político y social?
¿Cómo podría el arte revelar su potencial provocador y polémico para así cambiar la sociedad, en lugar de servir simplemente como encubridores de sus disfuncionalidades, fracturas y heridas colectivas?
¿Cómo podría ser —en su forma y contenido— una práctica artística comprometida, socialmente capaz de crear comunidades contemporáneas en las cuales acciones políticas puedan ser desplegadas, y en las cuales nuestras sociedades están representadas, expandidas, puestas a prueba o incluso re-inventadas?
A partir de estas preguntas vamos a crear colectivamente herramientas para abordar estos conceptos, traficando experiencias y saberes, inventando juntos espacios inimaginables».
Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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