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¿Qué quedó después del 19 y 20 de diciembre?

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Diversas organizaciones sociales se reunieron para discutir las formas de organización que sedimentaron después del levantamiento popular de diciembre de 2001. La “facultad del saber” versus la “facultad del pensamiento”, las jerarquías inmanentes en la horizontalidad y la nueva articulación de lo particular y lo universal fueron algunos de los temas de debate.

El sábado 1 de Octubre se realizó en la Facultad de Ciencias Políticas de Rosario la Jornada de Pensamiento Post – 19 y 20, organizada por la Editorial Último Recurso, La Ronda y otros colectivos militantes de esa ciudad.

En la convocatoria, que circuló por Internet, se había propuesto una hipótesis de partida: «Los múltiples espacios de potencia y multiplicidad, los múltiples territorios de experimentación, las nuevas prácticas surgidas, visibilizadas, reactivadas a partir de aquellos días produjeron alteraciones profundas en las prácticas de pensamiento que funcionaban al interior de las experiencias de creación y resistencia». Esa hipótesis fue ampliada por las tres exposiciones con las cuales empezó la jornada.

El historiador Manuel Núñez propuso pensar el 19 y 20 como un punto de ruptura con el pensamiento universitario-académico. A la «facultad de saber» -administración, acumulación y vaciamiento de ideas a cargo de la academia-, habría que oponerle una «facultad de pensamiento». Esto implicaría una elaboración lateral a la universidad, una mirada diagonal que pudiera visibilizar y potenciar las múltiples producciones de pensamiento dispersas en todo el campo social.

En este mismo sentido, Martín Bergel -miembro de Intergaláktica- procuró delimitar una nueva forma de articulación entre lo universal y lo particular en la noción de movimiento de movimientos. Tomó como punto de partida la experiencia de los primeros seis meses post 19 y 20 (hasta el desalojo de Brukman y las elecciones a presidente, aproximadamente) y la existencia de un nosotros que, aunque vago, tendría implicancias prácticas relevantes para las formas concretas de articulación. Ese compuesto de imágenes permitió dar a las diversas luchas un marco común de acción y permitiría pensar en un universal que, en lugar de subsumir cada una de las experiencias a una organización homogeneizadora y totalizante, cuidara y potenciara cada una de las singularidades. Pensado esto mismo pero a nivel planetario, Bergel trazó una trayectoria de las luchas donde el neo zapatismo y el movimiento global podría ser pensado como una síntesis de movimientos anteriores donde primero predominó lo universal sobre lo particular (digamos rápido que del manifiesto comunista hasta mayo del 68) y después, en un segundo momento, donde la preeminencia de lo singular revitalizo los procesos de resistencia pero no pudo evitar caer en particularismos.

Antes de cerrar con la primera parte del encuentro, el rosarino Franco Ingrassia habló de la horizontalidad. Para él, el desafío que plantea este concepto implica quitarle su forma negativa, es decir, cuando es entendido como falta de jerarquía y propuso empezar a diferenciar hacia dentro de las prácticas horizontales formas concretas de funcionamiento. Para esto habría que revisar la experiencia recorrida en estos últimos años y poder pensar en términos de «jerarquías inmanentes» a cada situación. La horizontalidad sería, entonces, la base sobre la cual se arman constantes jerarquizaciones y desjerarquizaciones como respuestas a situaciones concretas.

Después de compartir unos voluminosos sándwiches, con el sugestivo nombre de «alpargatas lacanianas» (de jamón y queso para los omnívoros y de verduras varias para los vegetarianos), se organizaron cuatro talleres para trabajar problemas específicos de las diferentes prácticas. Los temas propuestos fueron: guerrilla de la comunicación, autogestión editorial, investigación militante y economía solidaria.

En el taller de Guerrilla de la Comunicación, que estuvo coordinado por el laboratorio-taller Cateaters, se planteó un recorrido por distintas experiencias comunicacionales que trabajan sobre la idea de rápidas y puntuales intervenciones, tanto en espacios públicos como en los medios de comunicación comerciales, y que buscan desnaturalizar los sentidos de los mensajes establecidos. Se exhibieron diapositivas de distintas experiencias y se las sometió a debates.

El taller de Investigación Militante giró en torno a la discusión de algunas hipótesis propuestas por Franco Ingrassia, debatidas y reelaboradas por los participantes. Mientras que el taller de Economía Solidaria estuvo coordinado por compañeros del Mercado Solidario de Rosario y por miembros de la empresa recuperada Mil Hojas. Se discutieron diversos temas relacionados al intercambio de experiencias en economía social, problemas puntuales de cada proyecto, articulación de distintos emprendimientos, entre otros temas.

Por último, el taller de Autogestión Editorial contó con la presencia de diferentes editoriales autónomas y autogestionadas (Tinta Limón Ediciones, Editorial Cactus, etétera) y estuvo coordinado por miembros de la editorial Ultimo Recurso. Se discutieron diversos temas, que fueron desde las posibilidades concretas de intervención política que plantea un trabajo editorial hasta temas relacionados con los costos de editar, derechos de autor, etcétera.

La jornada se completo con un balance y puesta en común, antes de la opípara comida en el local del Mercado Solidario, con «tocata» y baile de cierre.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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