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Ronda de Pensamiento Autónomo sobre inseguridad y autodefensa

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El dilema fue expuesto con crudeza: ¿Qué deben hacer los movimientos frente a la delincuencia que los amenaza, atemoriza, y roba sus cosas o sus productos? ¿Hay que defenderse? ¿Los ladrones deben ser considerados víctimas del sistema o debe combatírselos? ¿Cómo hacerlo sin caer en la “mano dura” policial tipo Blumberg, ni en la ingenuidad? Viejas teorías contra nuevas prácticas, y las experiencias de dos MTD a la hora de poner límites. La autodefensa, el zapatismo, y la relación con la policía, entre otras experiencias que sorprendieron a muchos.

En Roca Negra había mosquitos grandes como vampiros. Y a juzgar por la sangre que demostraban haber consumido cuando se los aplastaba de un manotazo, eran vampiros.

El predio de Roca Negra (en Camino General Belgrano y Méndez, donde cada mes se realiza la Ronda a la que asisten integrantes de diversos movimientos sociales) ya tiene blanqueadas las paredes de uno de los galpones donde se realizó Enero Autónomo. La vida continúa y, al margen de los buenos recuerdos (ver en esta página), mayo resulta tan autónomo como cualquier otro mes del año.

La Ronda volvió a tratar como asunto central -zumbando en los oídos- al tema de la inseguridad, aunque no fue el excluyente. En los aprontes, mientras se iban organizando los bancos de madera, hubo comentarios sobre la crisis en San Luis donde la oposición es perseguida por Alberto Rodríguez Sáa sin que el gobierno nacional atine a hacer algo a respecto, y sobre Salta, donde la persecución política y judicial ocurre contra organizaciones como la UTD Mosconi y los pueblos aborígenes. Varios asistentes a la Ronda habían viajado al Foro de Mosconi, realizado el 1º de Mayo, como parte de Alerta Salta, la campaña de denuncia internacional por las violaciones a los derechos humanos y el despojo de recursos naturales que allí se verifican.

Martín dijo: «Lo de Salta y San Luis son ejemplos de algo que se está viendo con claridad: el entramado mafioso de esta democracia de mercado. Los nuevos movimientos están expresando territorialmente respuestas a la situación, porque si no nos come la mafia, nos come el terror y nos come la paranoia. No quiero exagerar, pero me da la impresión de que estamos pensando en cómo parar a un nuevo fascismo lumpen».

Julio comentó que percibió que los reclamos de mano dura, pena de muerte y demás, no terminan de cuajar socialmente. «Frente a toda esa cosa fascistoide se ve cierta capacidad de rechazo en el campo popular».

Víctor no estuvo totalmente de acuerdo, aunque rescató: «Sí parece que la sociedad en su conjunto tuvo el sentido común de no avalar la baja de la edad para imputar a los menores. Hay un sentido común de que determinadas cosas no se pueden aceptar».

También analizó a los discursos: «Hubo un trabajo de gente de izquierda de machacar con el tema de la inseguridad con artículos e intervenciones. Hubo notas en todas partes que salieron a enfrentar los argumentos de la derecha que esta vez no tuvo a sus escribas. Ahí noté una reacción».

Recién llegado desde Río Negro, el Vasco, del MTD de Allen amplió la mira de toda la conversación:

«El problema de estos días no es del modelo, es un problema estructural del imperio y del capitalismo en el mundo. Si observamos la guerra en Irak, los atentados en España, la reacción de la gente, la lucha contra la guerra, lo que surge es que hay un problema del capitalismo mostrando su forma más perversa. No se ve una perspectiva de estabilización del capitalismo sin recurrir a la represión más violenta».

Postuló que cuestiones como la inseguridad revelan agujeros en otros campos: «La institucionalidad muestra a dónde se inclina cuando la derecha presiona. Hasta la cultura de derechos humanos ha quedado desconcertada, porque aprecio que también desde esa perspectiva de luchar por los derechos humanos hay un cierto agotamiento del hecho de vivir pegado a lo ocurrido con la represión en los años del terror. Hay cuestiones mucho más fuertes y novedosas». Mencionó que la derecha tiene cada vez más problemas para sostener un modo político que definió como «pseudo representación popular» y acordó con Martín: «Esto va prefigurando nuevos espacios».

Un señor de gorra y anteojos planteó la pregunta del sábado:

» «Me preocupa qué visión tenemos de la seguridad. Me preocupan incluso mis reacciones fascistas. Digamos: ¿cuál es la actitud frente a la agresión concreta que uno puede sufrir por parte de alguien que te roba, por ejemplo? Vos te rompés plantando zapallo, maíz, y cuando está madurito viene un vecino y se lo afana. Uno muchas veces le dijo al tipo: tenés un pedazo de tierra, te doy semilla, plantá tu zapallo si querés. Puedo decir que es un hombre del pueblo. O un obrero desocupado. Pero cuando me viene a afanar, actúa como un burgués. Entonces, ¿sigo pensando que es alguien del pueblo? ¿Qué se hace con el que viene y se apropia del trabajo de otros compañeros que también están buscando cómo zafar?

» «Yo digo: agarro la escopeta y le pego un tiro. Pero entonces me pregunto: ¿la vida de una persona vale un zapallo? No, pero tampoco puede ser que la gente se desmoralice porque la afanan, y nadie hace nada».



Silencio.

Annabel encaró la charla por otro plano: «Es cierto que el problema del capitalismo es estructural, y eso implica una profunda transformación civilizatoria. O nos concentramos en pensar una política con relación a las instituciones, o nos concentramos enpensar una política con relación a la vida. Cuando pensamos en relación a la vida, aparece esto: cómo enfrentar mi propio fascismo, y también mis resistencias a la transformación. El problema de la inseguridad no lo van a resolver las instituciones ni los derechos humanos, pero habría que pensarlo a partir de las propias experiencias de los movimientos».

Alberto, del MTD de Solano, fumaba en silencio. Sólo escuchaba, y mataba a los mosquitos que se le acercaban.

Martín: «Inseguridad es el nombre de la indefensión. Hemos pasado a un modo de existencia absolutamente precario. La pregunta es: ¿de qué modo, con nuestra capacidad y nuestra potencia, podemos construir alternativas a la indefensión?»

El señor de gorra y anteojos anunció con sencillez y profundidad:

– «Yo no me siento indefenso, teniendo escopeta y cartucho. Lo que me preocupa son las reacciones. Cómo actuamos desde una nueva concepción frente a aquel que viene a romper el trabajo que estamos haciendo. ¿No es lícito defender el trabajo de los compañeros para que no se desmoralicen si nos roban? ¿Y hasta dónde esa licitud te permite reprimir?

– «Por más que yo entienda las causas que pudieron llevar al otro a hacer lo que hizo, en ese momento se comporta como un enemigo. ¿Es lícito reprimir al enemigo? ¿Cuál es el grado de represión tolerable para nosotros? Eso es lo que pregunto. No tengo un problema de inseguridad, lo que quiero conversar es sobre cuáles tendrían que ser mis límites».



Alguien dijo: «Hay que poner límites, sin depender de la policía». Al señor de gorra, tradujo esa respuesta: «O sea, podemos reprimir».

Hubo intervenciones levemente perplejas.

– «Si no matás a tu patrón, ¿por qué vas a matar al que te roba zapatillas?» Estaría tan mal la actitud del que roba como la tuya».

– «El error es definir al otro como un enemigo. No es el enemigo».

– «Es muy difícil establecer una comunicación con la gente que afana. En realidad, el tema tiene que ver con un cambio político mucho más amplio, y eso no se soluciona pensando qué hago con el que me roba en una esquina».



Ezequiel, de la asamblea de El Cid Campeador, el mes anterior había planteado esa cuestión si se quiere antipática, pero crucial: si se va a esperar un cambio de sistema (cuyos plazos de verificación, debe reconocerse, son insondables) ¿qué se hace mientras tanto con respecto a esa sensación de indefensión que padece mucha gente, incluso la de la esquina?

Alguien mencionó que la violencia está también en nosotros, que nunca va a haber una solución institucional a la inseguridad, y que el conjunto de un movimiento es el que tiene que resolver cómo actuar: «Hay que construir espacios distintos, no con escopetas. A lo mejor la escopeta la tenés que usar contra el sistema, pero no contra el que te afana tu produccón. Por ahí tenés que agotar todas las instancias».

El tema quedó colgado en tales términos hasta que Alberto, de Solano, pidió la palabra para contar su experiencia que, debe decirse, sorprendió a más de uno:



«El capitalismo necesita consenso. Ya en la dictadura el consenso lo conseguían con el terror. Actualmente, esto de la inseguridad es totalmente funcional a un capitalismo que necesita ordenar semejante cantidad de gente en la miseria, sin trabajo. Estamos hablando de millones de seres humanos».

«No se hace fácil el discernimiento. Uno va a un barrio y dice ¿qué hacemos con la inseguridad? Y te contestan: que vengan los gendarmes, que venga la policía. Han generado eso a través del terror. Además, muchos sectores trabajan para que se note la inseguridad, que se vea, para infundir más miedo».

«Se nos presenta una cosa concreta. No queremos el fascismo ni la represión, pero en nuestros barrios las principales bandas, ya no son de clase, o del pueblo. Trabajan para la policía. Buchonean y te delatan. Para eso están. Yo no los reivindicaría como algo relacionado con el pueblo. Y son funcionales a la corrupción institucional. Porque la principal inseguridad es ese: tener instituciones corrompidas con el narcotráfico, el robo de autos, el juego, la prostitución. Ahí está metida la policía y son los negocios y cajas de los partidos políticos para financiarse y enriquecerse de manera alevosa, como todos estos años.

«Y la justicia: hay jueces que laburan para estas bandas, como hay intendentes, diputados, senadores. Ahí cierra el triángulo. La inseguridad es esta situación del capitalismo donde se han roto todos los códigos.

«Nosotros no reivindicamos a un tipo que trabaja para la policía. El raterismo en los barrios… a nosotros nos pasó con una banda que vino y ns robó todo un techo de chapa que era carísimo. Dijimos ¿qué vamos a hacer? Se averiguó donde estaban las chapas, y las fuimos a recuperar. Se trajeron las chapas. Flor de quilombo. Se guardaron, y un grupo de seguridad se quedó de guardia.

«A la noche cayeron 20 tipos. Se les había tocado la impunidad. Hubo un combate: piedras, palos, algún tiro al aire, pero no llegó a más. La discusión en el movimiento: ¿cómo seguimos? La decisión fue no seguir asumiendo como movimiento ese tipo de prácticas de ir al frente, y quedar focalizados, en la mira. Fue un debate duro. Había compañeros que decían: «No podemos seguir así, con esas ratas. Los de la banda una mañana esperaron a uno de los pibes del movimiento, que iba con la tía, una señora de 50 ó 60 años, a la que le abrieron la cabeza de un culatazo.

«¿Qué pasó ahí? El barrio supo resolverlo. No hicimos nada como movimiento, pero unos compañeros fueron, agarraron al cabecilla de la banda, y le dieron seis tiros. Zafó, no lo mataron. Pero se entendió el mensaje. No fue el movimiento sino la gente del barrio.

«Entonces no se puede reivindicar a tipos que son dañinos, que trabajan para la policía, que no tienen códigos, que si pueden te matan porque están pasados de falopa o lo que sea.

«Es un tema muy complejo, pero lo peor sería quedar atrapado en la lógica de que hay que defender al chorro porque es del pueblo».



Alberto siguió con un paneo más general del territorio.

«Lo de Blumberg caló en los barrios, es la preparación o la antesala a una sociedad donde van a terminar metiendo a las fuerzas armadas para generar el orden. En los 70 era el orden avalado por el terror. Yo creo que ahora quieren madurar la generación de un consenso, para que cuando salgan los militares a la calle la gente tire papelitos. En Fuerte Apache está la gendarmería y la gente dice ‘ahora se puede vivir’ cuando la responsabilidad del Estado era resolver las cosas sin gendarmes. Se viene una etapa difícil».



Daniel dijo que la vieja idea del Estado dejó de existir, y que hoy se trata de corporaciones mafiosas. Julio contó que en Tucumán existe concretamente una mafia institucionalizada, que resuelve reclamos de la población por un 20 por ciento.

Como modelo de la psicosis estatal represiva, se mencionó el fallo de la Cámara de Casación que considera delito cualquier corte o entorpecimiento de tránsito, y la denuncia de un juez por «apología del crimen» contra tres concejos deliberantes bonaerenses (La Plata, Berisso y Ensenada) por apoyar a ex trabajadores de Repsol YPF que cortaron el acceso a una destilería, reclamando la deuda que el Estado y la empresa tienen con ellos tras la privatización.



El Vasco retomó la palabra. «A mí me parece que lo principal de toda esta descomposición es que trastoca las relaciones humanas. El miedo, la inseguridad, tienen que ver con el intento e someternos a las relaciones -entre nosotros- que quiere el imperio. Y es en todo el mundo. Hay una barbarie tecnologizada que necesita imponer relaciones de miedo, de disgregación y atomización muy fuertes. El problema no es simplemente que la inseguridad venga por no tener comida, sino que parte de cómo nos cambia la vida, las relaciones de amistad, los encuentros, lo que hacemos. Ni hablar de las relaciones sociales más amplias.

«¿Por donde pasa la resistencia? Por tratar de luchar para seguir estableciendo nuevas relaciones. Los Mapuches, en Chile, llegan de nuevo a la convicción de luchar contra el ahuincamiento, la conversión de su propia identidad en la del huinca, el blanco. Están en recuperar las viejas relaciones de libertad que tuvieron y que les permitió su crecimiento como pueblo.

«Me parece que ahí está el nudo. El esfuerzo tiene que estar destinado a la subjetividad, al establecimiento de nuevas relaciones, y a irradiarlas».

Mirando a Alberto de reojo, dijo:

«También tenemos nuestra historia. Nos robaron todos los ladrillos para construir un galpón, 50 bolsas de cemento, y el techo completo. Era un esfuerzo impresionante que habíamos puesto para tener eso. Y lo robó un ex compañero del movimiento. Se entongó con alguien de la policía, y nos robó todo.

«¿Qué hace el movimiento? Lo primero, salimos a la calle y vamos para la casa del tipo a sacarle todo. Al salir todo el movimiento, aparece la policía. Igual se trata de recuperar los materiales, protesta contra la policía y todo termina en la comisaría. Lo que fue importante fue cómo los compañeros conformaron una situación de nuevo pensamiento sobre cómo luchar y defender lo que estábamos haciendo.

«Les digo sinceramente: no le hacemos asco a meter la mano en varios lugares cuando es necesario. Yo creo que fue buena la presencia de la policía, porque si no, nos hubiesen hecho el juicio a nosotros y tendríamos otra causa más en contra. Si hay que hacer la denuncia en la policía, se hace. Se trata de preservar lo que estamos haciendo y a partir de ese momento, la movilización tuvo tal trascendencia en el pueblo, que la policía también cuida ahora que nadie nos robe porque saben que va a haber problemas con el movimiento. Problemas para la policía, para la justicia, para el intendente, y para el que nos robe.

«Con la policía no queremos saber absolutamente nada, claro, pero a veces la vida se desenvuelve así. Y las cosas hay que resolverlas en el ámbito de la vida. Levantamos el galpón. Pero ojo, no cosntruimos galpones. Construimos relaciones que nos permitan buscar una vida distinta».

Y cerrando, otra definición fuerte:

«En ese sentido soy admirador de los zapatistas: no creo que haya posibilidades de construcción de espacios y territorios de la autonomía sin una herramienta que los defienda. En algún momento vamos a tener que pensarla. Me parece muy creativo el papel del Ejército Zapatista en cuanto al resguardo que presupone para el movimiento».

Ricardo: «Estamos atravesando un desierto, un vacío existencial, eso es lo que está debajo de toda la violencia. Es una catástrofe material y espiritual. No creo que vayamos hacia épocas de paz.

«¿Cómo resistir? Tal vez el camino sea emboscarse, retirarse, enfeudarse. Digo feudo en el sentido de la libertad, porque el feudo también protegía, no fue algo puramente negativo. Tal vez estemos ante un ocaso de la sociedad, una fragmentación, y ningún parámetro nos cierra. Tampoco la lucha política nos cierra. Hay una especie de guerra civil mundial por el trabajo. Pero tal vez los que no tienen trabajo posean un horizonte de libertad mayor que el de los que sí lo tienen. En realidad, el trabajo también representa una condena».



Alguien retomó lo anterior: «El zapatismo tiene un ejército, que puede o no usar. Lo tiene para mostrar: ‘podemos resistir’. Yo creo que en los barrios el tema no es tener que estar armados, sino tomar conciencia de que la única defensa va a partir de la sociedad misma».

Patricio: «Estoy de acuerdo, atravesamos el desierto, también tiene razón Daniel (quien había hablado de la caída de los organizadores sociales como el Estado, la seguridad en el trabajo, etcétera) pero yo me alegro de que haya muerto la cultura del trabajo. No hablo del trabajo autogestivo, claro, pero celebro que se caiga eso del tipo que tiene segura la casita y la monotonía a cambio del salario.

«Creo que hay crisis de representación. En Cutral Có apedreaban a jueces por no condenar a violadores. Se está cortando la idea de que las instituciones son mediadoras. ¿Eso puede llevar a un fascismo? Sí, es un riesgo, pero también puede llevar a cosas más interesantes».

Martín: «La gran apuesta es transformar las relaciones. Esa esla primera defensa. En el pensamiento, en la producción y en lo afectivo. Eso es de una fuerza impresionante».

Las Rondas terminan de a poco, sin conclusiones terminantes ni definiciones enfáticas. Tal vez se trate -ese también- de un nuevo modo de relación y conversación, permitiendo que el pensamiento quede circulando en cada mente hasta la próxima. Será el primer sábado de junio.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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