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Ronda de Pensamiento Autónomo sobre inseguridad y autodefensa

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El dilema fue expuesto con crudeza: ¿Qué deben hacer los movimientos frente a la delincuencia que los amenaza, atemoriza, y roba sus cosas o sus productos? ¿Hay que defenderse? ¿Los ladrones deben ser considerados víctimas del sistema o debe combatírselos? ¿Cómo hacerlo sin caer en la “mano dura” policial tipo Blumberg, ni en la ingenuidad? Viejas teorías contra nuevas prácticas, y las experiencias de dos MTD a la hora de poner límites. La autodefensa, el zapatismo, y la relación con la policía, entre otras experiencias que sorprendieron a muchos.

En Roca Negra había mosquitos grandes como vampiros. Y a juzgar por la sangre que demostraban haber consumido cuando se los aplastaba de un manotazo, eran vampiros.

El predio de Roca Negra (en Camino General Belgrano y Méndez, donde cada mes se realiza la Ronda a la que asisten integrantes de diversos movimientos sociales) ya tiene blanqueadas las paredes de uno de los galpones donde se realizó Enero Autónomo. La vida continúa y, al margen de los buenos recuerdos (ver en esta página), mayo resulta tan autónomo como cualquier otro mes del año.

La Ronda volvió a tratar como asunto central -zumbando en los oídos- al tema de la inseguridad, aunque no fue el excluyente. En los aprontes, mientras se iban organizando los bancos de madera, hubo comentarios sobre la crisis en San Luis donde la oposición es perseguida por Alberto Rodríguez Sáa sin que el gobierno nacional atine a hacer algo a respecto, y sobre Salta, donde la persecución política y judicial ocurre contra organizaciones como la UTD Mosconi y los pueblos aborígenes. Varios asistentes a la Ronda habían viajado al Foro de Mosconi, realizado el 1º de Mayo, como parte de Alerta Salta, la campaña de denuncia internacional por las violaciones a los derechos humanos y el despojo de recursos naturales que allí se verifican.

Martín dijo: «Lo de Salta y San Luis son ejemplos de algo que se está viendo con claridad: el entramado mafioso de esta democracia de mercado. Los nuevos movimientos están expresando territorialmente respuestas a la situación, porque si no nos come la mafia, nos come el terror y nos come la paranoia. No quiero exagerar, pero me da la impresión de que estamos pensando en cómo parar a un nuevo fascismo lumpen».

Julio comentó que percibió que los reclamos de mano dura, pena de muerte y demás, no terminan de cuajar socialmente. «Frente a toda esa cosa fascistoide se ve cierta capacidad de rechazo en el campo popular».

Víctor no estuvo totalmente de acuerdo, aunque rescató: «Sí parece que la sociedad en su conjunto tuvo el sentido común de no avalar la baja de la edad para imputar a los menores. Hay un sentido común de que determinadas cosas no se pueden aceptar».

También analizó a los discursos: «Hubo un trabajo de gente de izquierda de machacar con el tema de la inseguridad con artículos e intervenciones. Hubo notas en todas partes que salieron a enfrentar los argumentos de la derecha que esta vez no tuvo a sus escribas. Ahí noté una reacción».

Recién llegado desde Río Negro, el Vasco, del MTD de Allen amplió la mira de toda la conversación:

«El problema de estos días no es del modelo, es un problema estructural del imperio y del capitalismo en el mundo. Si observamos la guerra en Irak, los atentados en España, la reacción de la gente, la lucha contra la guerra, lo que surge es que hay un problema del capitalismo mostrando su forma más perversa. No se ve una perspectiva de estabilización del capitalismo sin recurrir a la represión más violenta».

Postuló que cuestiones como la inseguridad revelan agujeros en otros campos: «La institucionalidad muestra a dónde se inclina cuando la derecha presiona. Hasta la cultura de derechos humanos ha quedado desconcertada, porque aprecio que también desde esa perspectiva de luchar por los derechos humanos hay un cierto agotamiento del hecho de vivir pegado a lo ocurrido con la represión en los años del terror. Hay cuestiones mucho más fuertes y novedosas». Mencionó que la derecha tiene cada vez más problemas para sostener un modo político que definió como «pseudo representación popular» y acordó con Martín: «Esto va prefigurando nuevos espacios».

Un señor de gorra y anteojos planteó la pregunta del sábado:

» «Me preocupa qué visión tenemos de la seguridad. Me preocupan incluso mis reacciones fascistas. Digamos: ¿cuál es la actitud frente a la agresión concreta que uno puede sufrir por parte de alguien que te roba, por ejemplo? Vos te rompés plantando zapallo, maíz, y cuando está madurito viene un vecino y se lo afana. Uno muchas veces le dijo al tipo: tenés un pedazo de tierra, te doy semilla, plantá tu zapallo si querés. Puedo decir que es un hombre del pueblo. O un obrero desocupado. Pero cuando me viene a afanar, actúa como un burgués. Entonces, ¿sigo pensando que es alguien del pueblo? ¿Qué se hace con el que viene y se apropia del trabajo de otros compañeros que también están buscando cómo zafar?

» «Yo digo: agarro la escopeta y le pego un tiro. Pero entonces me pregunto: ¿la vida de una persona vale un zapallo? No, pero tampoco puede ser que la gente se desmoralice porque la afanan, y nadie hace nada».



Silencio.

Annabel encaró la charla por otro plano: «Es cierto que el problema del capitalismo es estructural, y eso implica una profunda transformación civilizatoria. O nos concentramos en pensar una política con relación a las instituciones, o nos concentramos enpensar una política con relación a la vida. Cuando pensamos en relación a la vida, aparece esto: cómo enfrentar mi propio fascismo, y también mis resistencias a la transformación. El problema de la inseguridad no lo van a resolver las instituciones ni los derechos humanos, pero habría que pensarlo a partir de las propias experiencias de los movimientos».

Alberto, del MTD de Solano, fumaba en silencio. Sólo escuchaba, y mataba a los mosquitos que se le acercaban.

Martín: «Inseguridad es el nombre de la indefensión. Hemos pasado a un modo de existencia absolutamente precario. La pregunta es: ¿de qué modo, con nuestra capacidad y nuestra potencia, podemos construir alternativas a la indefensión?»

El señor de gorra y anteojos anunció con sencillez y profundidad:

– «Yo no me siento indefenso, teniendo escopeta y cartucho. Lo que me preocupa son las reacciones. Cómo actuamos desde una nueva concepción frente a aquel que viene a romper el trabajo que estamos haciendo. ¿No es lícito defender el trabajo de los compañeros para que no se desmoralicen si nos roban? ¿Y hasta dónde esa licitud te permite reprimir?

– «Por más que yo entienda las causas que pudieron llevar al otro a hacer lo que hizo, en ese momento se comporta como un enemigo. ¿Es lícito reprimir al enemigo? ¿Cuál es el grado de represión tolerable para nosotros? Eso es lo que pregunto. No tengo un problema de inseguridad, lo que quiero conversar es sobre cuáles tendrían que ser mis límites».



Alguien dijo: «Hay que poner límites, sin depender de la policía». Al señor de gorra, tradujo esa respuesta: «O sea, podemos reprimir».

Hubo intervenciones levemente perplejas.

– «Si no matás a tu patrón, ¿por qué vas a matar al que te roba zapatillas?» Estaría tan mal la actitud del que roba como la tuya».

– «El error es definir al otro como un enemigo. No es el enemigo».

– «Es muy difícil establecer una comunicación con la gente que afana. En realidad, el tema tiene que ver con un cambio político mucho más amplio, y eso no se soluciona pensando qué hago con el que me roba en una esquina».



Ezequiel, de la asamblea de El Cid Campeador, el mes anterior había planteado esa cuestión si se quiere antipática, pero crucial: si se va a esperar un cambio de sistema (cuyos plazos de verificación, debe reconocerse, son insondables) ¿qué se hace mientras tanto con respecto a esa sensación de indefensión que padece mucha gente, incluso la de la esquina?

Alguien mencionó que la violencia está también en nosotros, que nunca va a haber una solución institucional a la inseguridad, y que el conjunto de un movimiento es el que tiene que resolver cómo actuar: «Hay que construir espacios distintos, no con escopetas. A lo mejor la escopeta la tenés que usar contra el sistema, pero no contra el que te afana tu produccón. Por ahí tenés que agotar todas las instancias».

El tema quedó colgado en tales términos hasta que Alberto, de Solano, pidió la palabra para contar su experiencia que, debe decirse, sorprendió a más de uno:



«El capitalismo necesita consenso. Ya en la dictadura el consenso lo conseguían con el terror. Actualmente, esto de la inseguridad es totalmente funcional a un capitalismo que necesita ordenar semejante cantidad de gente en la miseria, sin trabajo. Estamos hablando de millones de seres humanos».

«No se hace fácil el discernimiento. Uno va a un barrio y dice ¿qué hacemos con la inseguridad? Y te contestan: que vengan los gendarmes, que venga la policía. Han generado eso a través del terror. Además, muchos sectores trabajan para que se note la inseguridad, que se vea, para infundir más miedo».

«Se nos presenta una cosa concreta. No queremos el fascismo ni la represión, pero en nuestros barrios las principales bandas, ya no son de clase, o del pueblo. Trabajan para la policía. Buchonean y te delatan. Para eso están. Yo no los reivindicaría como algo relacionado con el pueblo. Y son funcionales a la corrupción institucional. Porque la principal inseguridad es ese: tener instituciones corrompidas con el narcotráfico, el robo de autos, el juego, la prostitución. Ahí está metida la policía y son los negocios y cajas de los partidos políticos para financiarse y enriquecerse de manera alevosa, como todos estos años.

«Y la justicia: hay jueces que laburan para estas bandas, como hay intendentes, diputados, senadores. Ahí cierra el triángulo. La inseguridad es esta situación del capitalismo donde se han roto todos los códigos.

«Nosotros no reivindicamos a un tipo que trabaja para la policía. El raterismo en los barrios… a nosotros nos pasó con una banda que vino y ns robó todo un techo de chapa que era carísimo. Dijimos ¿qué vamos a hacer? Se averiguó donde estaban las chapas, y las fuimos a recuperar. Se trajeron las chapas. Flor de quilombo. Se guardaron, y un grupo de seguridad se quedó de guardia.

«A la noche cayeron 20 tipos. Se les había tocado la impunidad. Hubo un combate: piedras, palos, algún tiro al aire, pero no llegó a más. La discusión en el movimiento: ¿cómo seguimos? La decisión fue no seguir asumiendo como movimiento ese tipo de prácticas de ir al frente, y quedar focalizados, en la mira. Fue un debate duro. Había compañeros que decían: «No podemos seguir así, con esas ratas. Los de la banda una mañana esperaron a uno de los pibes del movimiento, que iba con la tía, una señora de 50 ó 60 años, a la que le abrieron la cabeza de un culatazo.

«¿Qué pasó ahí? El barrio supo resolverlo. No hicimos nada como movimiento, pero unos compañeros fueron, agarraron al cabecilla de la banda, y le dieron seis tiros. Zafó, no lo mataron. Pero se entendió el mensaje. No fue el movimiento sino la gente del barrio.

«Entonces no se puede reivindicar a tipos que son dañinos, que trabajan para la policía, que no tienen códigos, que si pueden te matan porque están pasados de falopa o lo que sea.

«Es un tema muy complejo, pero lo peor sería quedar atrapado en la lógica de que hay que defender al chorro porque es del pueblo».



Alberto siguió con un paneo más general del territorio.

«Lo de Blumberg caló en los barrios, es la preparación o la antesala a una sociedad donde van a terminar metiendo a las fuerzas armadas para generar el orden. En los 70 era el orden avalado por el terror. Yo creo que ahora quieren madurar la generación de un consenso, para que cuando salgan los militares a la calle la gente tire papelitos. En Fuerte Apache está la gendarmería y la gente dice ‘ahora se puede vivir’ cuando la responsabilidad del Estado era resolver las cosas sin gendarmes. Se viene una etapa difícil».



Daniel dijo que la vieja idea del Estado dejó de existir, y que hoy se trata de corporaciones mafiosas. Julio contó que en Tucumán existe concretamente una mafia institucionalizada, que resuelve reclamos de la población por un 20 por ciento.

Como modelo de la psicosis estatal represiva, se mencionó el fallo de la Cámara de Casación que considera delito cualquier corte o entorpecimiento de tránsito, y la denuncia de un juez por «apología del crimen» contra tres concejos deliberantes bonaerenses (La Plata, Berisso y Ensenada) por apoyar a ex trabajadores de Repsol YPF que cortaron el acceso a una destilería, reclamando la deuda que el Estado y la empresa tienen con ellos tras la privatización.



El Vasco retomó la palabra. «A mí me parece que lo principal de toda esta descomposición es que trastoca las relaciones humanas. El miedo, la inseguridad, tienen que ver con el intento e someternos a las relaciones -entre nosotros- que quiere el imperio. Y es en todo el mundo. Hay una barbarie tecnologizada que necesita imponer relaciones de miedo, de disgregación y atomización muy fuertes. El problema no es simplemente que la inseguridad venga por no tener comida, sino que parte de cómo nos cambia la vida, las relaciones de amistad, los encuentros, lo que hacemos. Ni hablar de las relaciones sociales más amplias.

«¿Por donde pasa la resistencia? Por tratar de luchar para seguir estableciendo nuevas relaciones. Los Mapuches, en Chile, llegan de nuevo a la convicción de luchar contra el ahuincamiento, la conversión de su propia identidad en la del huinca, el blanco. Están en recuperar las viejas relaciones de libertad que tuvieron y que les permitió su crecimiento como pueblo.

«Me parece que ahí está el nudo. El esfuerzo tiene que estar destinado a la subjetividad, al establecimiento de nuevas relaciones, y a irradiarlas».

Mirando a Alberto de reojo, dijo:

«También tenemos nuestra historia. Nos robaron todos los ladrillos para construir un galpón, 50 bolsas de cemento, y el techo completo. Era un esfuerzo impresionante que habíamos puesto para tener eso. Y lo robó un ex compañero del movimiento. Se entongó con alguien de la policía, y nos robó todo.

«¿Qué hace el movimiento? Lo primero, salimos a la calle y vamos para la casa del tipo a sacarle todo. Al salir todo el movimiento, aparece la policía. Igual se trata de recuperar los materiales, protesta contra la policía y todo termina en la comisaría. Lo que fue importante fue cómo los compañeros conformaron una situación de nuevo pensamiento sobre cómo luchar y defender lo que estábamos haciendo.

«Les digo sinceramente: no le hacemos asco a meter la mano en varios lugares cuando es necesario. Yo creo que fue buena la presencia de la policía, porque si no, nos hubiesen hecho el juicio a nosotros y tendríamos otra causa más en contra. Si hay que hacer la denuncia en la policía, se hace. Se trata de preservar lo que estamos haciendo y a partir de ese momento, la movilización tuvo tal trascendencia en el pueblo, que la policía también cuida ahora que nadie nos robe porque saben que va a haber problemas con el movimiento. Problemas para la policía, para la justicia, para el intendente, y para el que nos robe.

«Con la policía no queremos saber absolutamente nada, claro, pero a veces la vida se desenvuelve así. Y las cosas hay que resolverlas en el ámbito de la vida. Levantamos el galpón. Pero ojo, no cosntruimos galpones. Construimos relaciones que nos permitan buscar una vida distinta».

Y cerrando, otra definición fuerte:

«En ese sentido soy admirador de los zapatistas: no creo que haya posibilidades de construcción de espacios y territorios de la autonomía sin una herramienta que los defienda. En algún momento vamos a tener que pensarla. Me parece muy creativo el papel del Ejército Zapatista en cuanto al resguardo que presupone para el movimiento».

Ricardo: «Estamos atravesando un desierto, un vacío existencial, eso es lo que está debajo de toda la violencia. Es una catástrofe material y espiritual. No creo que vayamos hacia épocas de paz.

«¿Cómo resistir? Tal vez el camino sea emboscarse, retirarse, enfeudarse. Digo feudo en el sentido de la libertad, porque el feudo también protegía, no fue algo puramente negativo. Tal vez estemos ante un ocaso de la sociedad, una fragmentación, y ningún parámetro nos cierra. Tampoco la lucha política nos cierra. Hay una especie de guerra civil mundial por el trabajo. Pero tal vez los que no tienen trabajo posean un horizonte de libertad mayor que el de los que sí lo tienen. En realidad, el trabajo también representa una condena».



Alguien retomó lo anterior: «El zapatismo tiene un ejército, que puede o no usar. Lo tiene para mostrar: ‘podemos resistir’. Yo creo que en los barrios el tema no es tener que estar armados, sino tomar conciencia de que la única defensa va a partir de la sociedad misma».

Patricio: «Estoy de acuerdo, atravesamos el desierto, también tiene razón Daniel (quien había hablado de la caída de los organizadores sociales como el Estado, la seguridad en el trabajo, etcétera) pero yo me alegro de que haya muerto la cultura del trabajo. No hablo del trabajo autogestivo, claro, pero celebro que se caiga eso del tipo que tiene segura la casita y la monotonía a cambio del salario.

«Creo que hay crisis de representación. En Cutral Có apedreaban a jueces por no condenar a violadores. Se está cortando la idea de que las instituciones son mediadoras. ¿Eso puede llevar a un fascismo? Sí, es un riesgo, pero también puede llevar a cosas más interesantes».

Martín: «La gran apuesta es transformar las relaciones. Esa esla primera defensa. En el pensamiento, en la producción y en lo afectivo. Eso es de una fuerza impresionante».

Las Rondas terminan de a poco, sin conclusiones terminantes ni definiciones enfáticas. Tal vez se trate -ese también- de un nuevo modo de relación y conversación, permitiendo que el pensamiento quede circulando en cada mente hasta la próxima. Será el primer sábado de junio.

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Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

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Todo lo que se narra a continuación sucedió mientras, en el Congreso, la policía reprimía a mansalva a jubilados, periodistas –incluido Lucas Pedulla, integrante de lavaca– y personas que se acercan a movilizarse cada miércoles. Fin.

Crónica de Franco Ciancaglini. Fotos de Sebastian Smok.

La historia comienza así: el partido del gobierno La Libertad Avanza organizó un acto de cierre de la campaña del vocero presidencial y candidato a legislador porteño Manuel Adorni, en Plaza Mitre, Recoleta.

El montaje del escenario afirma: “Adorni es Milei”.

Se espera que ambas personalidades estén y hablen hoy.

Pero falta para eso.

Media hora antes de la convocatoria, en distintas esquinas de la avenida Libertador, hay grupos de personas que, muy organizadas, esperan.

En las esquinas la mayoría va vestida de negro pero, en un acto de magia política, luego se las verá llegar a la plaza con la misma remera violeta, puesta arriba de sus verdaderas remeras o incluso de buzos y camperas.

Un notero de TN primero y luego de C5N hablaron con estas personas, que confesaron haber sido convocadas para trabajar en “prevención” bajo la promesa de una paga de 25 mil pesos.
El Whatsapp de la convocatoria, revelado a cámara por uno de ellos, decía: “Ahy (sic) un acto político de 17 a 21. 25 mil pesos. El que quiere se anota”.

Finalmente no era para prevención, sino para “presencia”.

Pero lo peor no es nada de esto, sino que finalmente no les pagaron los 25 mil, sino que quisieron darles 10 mil; ante la presión, algunos recibieron 20 y otros, nada: “Porque no me quiero poner la remera esa sucia no me quieren pagar”, denunció el más sincero ante las cámaras.

Fin.

Lo cierto es que estas columnas de unas 50 personas cada una fueron las que lograron ocupar una plaza Mitre que estaba semivacía.

Temprano, los remera violeta se negaban a hablar con la prensa, aún disciplinados por la promesa de la paga. Luego, ante la deflación de lo prometido descargaron su bronca ante las cámaras dejando en evidencia cómo trabaja el puntero Sebastián Pareja en la provincia de Buenos Aires, de donde provenían estas personas, para el cierre de una campaña porteña.

Alicia es jubilada pero no está marchando alrededor del Congreso, sino que está acá, colándose entre los violetas para saltear unas vallas y pasar más rápido hacia el sector del escenario. Hace un año y medio que se afilió al partido en la Comuna 13 Belgrano, Núñez. Habla de Milei como obnubilada, apurando su paso como ansiosa por la posibilidad de verlo en vivo. Faltan, al menos, dos horas.

Describe a Milei como un “bocho en economía” y se ríe al recordar que en la última elección, hace dos años, votó al actual jefe de gobierno, Jorge Macri. Está claro que no repetirá voto: “Está la ciudad muy abandonada. Mucho linyera, ratas por todos lados. En mis 82 años nunca había visto ratas en la ciudad”. Voto cantado: Adorni, a quien define como “alguien muy correcto”.

Sobre el otro Macri, el Mauricio, dice que “en su momento gobernó bien” pero ahora lo ve fuera de escena. No está al tanto de sus últimas apariciones contra Caputo, Karina y al propio Presidente, o no le interesan.

Alicia prefiere no hablar más y busca un lugar cerca del escenario para ver a su Presidente.

Lucía y Paula, también jubiladas, vinieron de Vicente López y prefieren mirar la escena desde atrás de todo. Es que llevan dos perritos de raza, o de diseño: Coca y Cola. ¿Qué les gusta de Milei? “Te puede gustar o no pero él habla desde el sentimiento. De lo que sentimos muchos”, dice Paula. Lucía suma: “Me gusta porque va a fondo”.

Sobre Mauricio Macri: “Yo lo voté. Ahora, de política no entiendo mucho, pero me da un poco de tristeza porque creo que tienen (con Milei) más coincidencias. Pero tiene que haber una oposición con responsabilidad. Tal vez Macri sea la oposición”.

Marta también es jubilada de 87 años bien llevados. Por qué vino acá (y no al Congreso): “Porque quiero escuchar quiero informarme quiero saber. Son tantos años de lo otro, que esto merece una oportunidad”.

Sigue sola: “El tono no me gusta. Cuando dice malas palabras es un mal ejemplo para la juventud”.

Qué le pedirías al gobierno a nivel Ciudad: “Por favor que saque las villas. La 31 es infernal”. Se pregunta y se responde: “¿Porque avanzaron tanto? Porque les han dado plata”.

¿Marra? “Sí, me gusta. Qué paso ahí, no sé. Me gusta, te soy sincera, pero ahora hay que unir fuerzas”.

¿Está de acuerdo con la medida anti-inmigratoria? “¿Vos te podés hacer ciudadano dinamarqués, o paraguayo? Acá entran todos. Los chorros, los burros. Y si no les gusta que se vuelvan a sus países”.

¿Y la pobreza? Marta cambie el eje: “Basta de decir ‘hagan lío’. Francisco se terminó. Basta de decir la iglesia de los pobres. Pepe Mujica era comunista. Se han hecho ricos con los pobres”.  

Precisamente Mujica pareciera que no. Ella: “No sé. Déjame dudar. Pero basta”.

¿Qué representa para vos Mujica y qué Milei? “Apoyo a Milei y lo nuevo. Y que dios nos ayude”.

¿Y si sale mal? “Creo que ya no voy a estar con vida. Que se arreglen los que quedan”.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Fotos: Sebastian Smok

A su lado hay un joven con una pala gigante. Posa sonriente para decenas de cámaras. Parece haber logrado su objetivo: llamar la atención.

Se llama Santiago y se tomó dos colectivos desde “la zona más fea de la provincia”, Florencio Varela, donde vive. Tiene 21 años, camisa manga larga a cuadros y una enorme mochila roja sobre la que ató un pañuelo celeste.

Cuenta sobre el sentido de la pala: “Hay que trabajar en este país. Nada se puede conseguir gratis. Todo es trabajo en la vida”.

De qué trabaja: “Soy Rappi y Pedidos YA”. ¿Cuánto gana? “Un poco, mi mamá me decía: muy bien Santiago, ese dinero lo sacaste de tus esfuerzos”. No dice números. Y finalmente revela que ahora ya no trabaja.

Al joven de la pala lo interrumpe Franco, otro joven, vestido de traje, que quiere sacarse una foto con el instrumento. Me da la cámara y posa de mil maneras para fotos que luego subirá a su Instagram. Franco Vera, sabré después, es un joven militante que ha irrumpido hace pocos meses en el colegio Nicolás Avellaneda de Palermo –estando él domiciliado en el conurbano- para postularse como Presidente del centro de estudiantes de la institución.

Franco Vera es de estatura pequeña pero en el debate del centro de estudiantes miró a sus contendientes de la lista oficialista, asociada al peronismo, y al ver que eran 8 personas dijo: “Yo estoy solo pero me la aguanto”. Primera gran ovación del público que recién lo conocía en un debate que ganó con comodidad con palabras clave como fútbol, Messi, Dios, diversidad.

Su lista, hasta antes del debate compuesta por él solo, se llama Ruge el cambio.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Vera, candidato a presidente por la lista Ruge el cambio del centro de estudiantes del colegio Nicolás Avellaneda.

Ahora tiene una decena de seguidores, más después de su segunda jugada: hacerle una cámara oculta a la directora. En la cámara, subida a las redes, se ve cómo la mujer lo apercibe por una serie de hechos difíciles de entender desde afuera, supuestas actitudes de Franco desde que llegó al colegio. Es cierto, se lo nota sobre excitado y concentrado en su carrera estudiantil. Y si bien el video no lo muestra, él asegura que el objetivo de la directora es censurar a Ruge el Cambio para que no se presente –y gane- las elecciones del centro.
Así utilizó la cámara oculta para denunciar la censura institucional.

Su historia merece un documental aparte, que no entra en esta nota. Sobre la elección porteña, él no puede votar. Y pese a las preguntas sobre la actualidad él hablará como representante de los jóvenes de LLA en tono candidato y pedirá que sea a través de videos: “Menos Estado es menos peso al sector público. O sea… Si una persona no capacitada no nos sirve, ¿para qué lo vamos a tener como empleado? Necesitamos tener personas capacitadas. Hay que aprender en esta batalla cultural que los que nos gobiernan son personas normales, no son entes superiores, no tienen título de nobleza”.

¿Los Menem no serán parte? A Franco no le entra una bala: “Los jóvenes somos el cambio” responde en casete y mostrando su sonrisa de dientes con aparatos. Corta la charla para seguir sacándose fotos que subirá tanto a su Instagram como al de la agrupación Ruge el cambio, actividad que le sale muy bien: durante la tarde noche logrará cosechar selfies con personajes como el Gordo Dan o el diputado Martín… Menem.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Lila Lemoine apareció vestida de playera de YPF.

Otras celebridades que se llevan las miradas:

El Zorro con la bandera de Argentina.

Mickey Mouse con un cartel que dice “Aguante Adorni”.

Lila Lemoine vestida como playera de YPF.

Una mujer que tiene tatuada en la cara, justo arriba de su ceja, la palabra “Castrate”. Hay que acercarse bien para entender bien de qué va… o no tanto. En su cachete izquierdo amplía las siguientes consignas:

  • Castrá
  • Adoptá callejeritos
  • Educá
  • No compres
  • No + piroctenia

Son tatuajes.

En la cara.

Fin.

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Franco Carcedo es autor de un libro recién salido del horno que se llama Milei: Conexiones filosóficas. Lo escribió junto a su esposa en La Pampa, donde vive, de donde llegó hoy 7AM y a donde vuelve hoy mismo a las 22. Vino, además de para ver a Adorni y Milei con el objetivo concreto de vender su libro. Lleva 5 ejemplares en la mano, y cuenta que ya vendió otros 5. “Es un camión”, anuncia. Y cuenta sobre su contenido: “El libro relaciona distintos acontecimientos que sucedieron durante la vida de Javier Milei, lo que hizo y muchas veces lo que dijo y dice”. ¿Un ejemplo?

Lo que sigue es literal y no está trucado ni escrito maliciosamente: es parte del libro editado por la editorial Dunken, que cualquiera puede comprar. Dice Franco: “Cuando habla de la felicidad él sin saberlo está hablando de algo que dijo Oscar Wilde en 1888”. ¿Cómo? “Cuando Milei dice que la felicidad es no tenerle miedo a la muerte. Oscar Wilde dice algo parecido”.

La pido mejor hojear el contenido; al inicio hay dos citas. Una de Napoleón que dice: “Los hombres excepcionales son parte de un momento excepcional”. Y otra de Javier Milei: “No seré reconocido como economista sino como rockstar”. Ahí nos vamos entendiendo.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Carcedo y su libro.

En el libro, profundiza Franco, “hay referencias a Nietzche, Maquiavelo, hay cosas de Spinoza… y la frutilla del postre”. Atención: “La cita de Wilde de la felicidad es de 1888. Milei en 1998 funda una banda que se llama Everest. ¿Sabés cuantos metros tiene el Everest? 8848.88”. Ante mi mirada atónita, Franco Carceda prosigue: “Pero hay más. El día que nació Milei se jugó un partido amistoso para homenajear a Arsenio Erico (futbolista paraguayo muy querido en Independiente). En ese partido debutan Bianchi, Carrascosa y César Laraignée. Ese día nació Milei”.

¿Y entonces? Franco Carceda repite: “El día que nació Milei ellos debutan con la casaca argentina”.

¿Pero cuál sería la conexión filosófica: “Es algo piola porque Milei es fanático de Boca y Bianchi es casi el máximo ídolo de Boca, con Riquelme y Palermo, ponele”.

Vuelvo a pedirle el libro. Sobre el nacimiento de Milei, se informa también que nació el mismo día que el guardameta ruso «Araña» Yasín (¡dos arqueros!) y que se editó un álbum del conjunto Jackson 5 de donde saltaría a la fama Michael Jackson.

Fin.

Equivalencias y bebidas.

Una señora envía videos a un grupo y le responden “como quisiera estar ahí”, “cuidate” y le ponen emojis de un león.

Una nena con la careta de Milei y una motosierra posa para las fotos mientras la mamá, al lado, tiene una careta de Adorni, un caniche y muchos pañuelos celestes atados a la mochila, como si los hubiera llevado para hacerse unos pesos.

Un remera violeta grita “viva la libertad” y otros remera violeta, alrededor, lo miran y estallan en carcajadas. Él también.

Franco Vera me contará luego, orgulloso y dolorido, que le tocó la mano a Milei pero que eso le costó que, literalmente, que los seguridad lo tiraran al piso y le pisaran la cabeza: “Estoy bendecido”.

Suena en el escenario un tema con acordes punk cuya letra asegura que Milei es “el último punk” y “el último superhéroe de la libertad”; eso significa que están al caer el Presidente y también Adorni, a quien nadie parece esperar demasiado. Menos que nadie, los remera violeta.

Aparece más allá otro contingente de remeras violetas que ahora llevan bengalas violetas y tocan bombos violetas, siguiendo a una bandera sostenida por jóvenes prolijos y sonrientes sin remera violeta.

La inscripción de la bandera en la cabecera dice «Jóvenes LLA» y otra atrás “Lugano”. La entrada es de cancha: se canta “el domingo cueste lo que cueste” y “un minuto de silencio para Macri que está muerto”.

Otro de los hits son “El que no salta es radical” y uno que cambia la palabra “Perón” por “León”.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Un hombre de 40 y pico, vestido de traje, es el que saca las canciones y agita.

Lidera a la barra hasta meterla en el centro mismo del escenario.

Mientras este cronista anota otras cosas, como la presencia de francotiradores en las terrazas de Recoleta y al lado del escenario, se ve que el hombre sale del tumulto, ofuscado.

Le han robado el celular.

Habla con una persona de seguridad, que abre las manos en señal de “no puedo hacer nada”.

El hombre está visiblemente afectado, dice “no lo puedo creer” y pide un celular para “dar de baja las tarjetas”.

Consigue una cómplice, a quien le confesará lo que él cree es la razón del robo:

-Es que está lleno de negros.

Fin.

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Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

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Mario Mainardi (en la foto tomada hoy), uno de los principales sospechosos por el femicidio de Cecilia Basaldúa cometido en Capilla del Monte, Córdoba, hace poco más de 5 años, finalmente fue citado por la fiscalía de Cruz del Eje para realizarle este martes una extracción de sangre. La abogada de la familia Basaldúa, Daniela Pavón, se enteró apenas un día antes de esta citación a Mainardi. El sospechoso (actualmente vive en Santa Fe) había sido encargado de alojar a Cecilia en Capilla, y fue la última persona que la vio con vida, el 5 de abril de 2020. Sobre su presencia hoy en Cruz del Eje, contó la abogada: “Sacó fotos a todo el edificio, selfis con tribunales de fondo y salió custodiado con personal de la policía de Córdoba. Se subió a un móvil y se fue”.

Las irregularidades y desinformación o manipulación en la causa han sido frecuentes en perjuicio de la familia y sus defensores (además de Pavón, el abogado Gerardo Batistón es querellante en nombre de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación). También ha significado un ocultamiento a la prensa. Audiencias para las que los testigos no eran notificados, falsos argumentos policiales para explicar su propia inoperancia, demoras incomprensibles en la causa, todos temas por los que hay iniciada una denuncia de la Dirección Nacional de Protección de Grupos en Situación de Vulnerabilidad de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, en la Dirección de Investigaciones de las Fuerzas de Seguridad. Además se solicitó a la Fiscalía de Cruz del Eje que la policía de Capilla del Monte, ya no sea la que realiza las notificaciones.

Queda pendiente ahora la información que se brinde a la sociedad sobre este trámite, que permitió ver a un sospechoso clave que nunca dio la cara. La causa ha sido siempre un laberinto sacudido en todo caso por numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad. Aquí publicamos la crónica de lo ocurrido hace menos de un mes, al cumplirse 5 años del hallazgo del cuerpo de Cecilia Basaldúa.

Fotos y crónica de María Eugenia Marengo para cdmnoticias.com.ar

25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..

Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.

      – Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.

Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.

–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.

Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.

La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:

Adrián Lúquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género.  Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.

El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.

Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.

Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como  granaderos.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado  notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón  se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso
Susana, Daniel y Daniela Pavón

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar  que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.

 El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.

La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?

Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.

La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el  centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:

 “Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación  y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.

Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.


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