Nota
Sin tierra, ni techo, ni trabajo: con muertos
Una concentración frente al Juzgado de Garantías N°6 de La Matanza aguardó la liberación de las cuatro personas detenidas en la represión de la Policía Bonaerense en la que fue asesinado Rodolfo Orellana, durante una toma de tierras. Una de ellas era Mirian Caliyaza, del merendero Sol y Tierra de Villa Celina, un espacio que alimenta a más de 300 chicos y chicas por día. La mujer está en período de lactancia y sus compañeras tuvieron que movilizar hasta la puerta de la comisaría para que le dejaran alimentar a su bebé, que sufrió un cuadro de deshidratación. Su hermana relata a lavaca los maltratos que sufrieron: “Fue una tortura”. Qué es lo que viene, en medio de un conurbano caliente entre el hambre y la falta de vivienda, los dos temas claves de esta época.
Rosse Mary Calizaya está apoyada sobre un auto frente al Juzgado de Garantías N°6 de La Matanza, en pleno centro de San Justo. A su alrededor hay compañeras del merendero Sol y Tierra, de Villa Celina, de la Organización Libres del Pueblo (OLP-CTEP), y en sus brazos, cubierta con una frazada, abraza a Daria Alejandra, su sobrina. Es que su mamá, Mirian Calizaya, está en la audiencia en la que los jueces decidirán si la liberan, junto a otros tres detenidos, luego de pasar cuatro días presa tras la brutal represión de la Policía Bonaerense a un intento de toma de tierras en la zona de Puente 13, mismo distrito. Allí fue asesinado el militante Rodolfo Orellana de un tiro que le entró por la espalda y le salió por la nariz, según confirmó el propio procurador general de la provincia de Buenos Aires, Julio Conte Grand. Los vecinos denuncian a la policía.
Sobre la calle hay unas cien personas. El 95 por ciento son mujeres. La mayoría son del comedor que, de lunes a lunes, alimenta a 300 chicos y chicas por día del barrio.
Rosse Mary abraza a su sobrina, a quien el sábado tuvo que llevar al Hospital Garraham por un cuadro de deshidratación: el comisario de la dependencia de La Tablada no dejó que Mirian alimentara a su hija recién nacida. Ahora, cuando aún faltan unas horas para que las hermanas puedan abrazarse otra vez, Rosse Mary cuenta lavaca:
-El sábado tuve que llevar a mi sobrina al Garraham porque estaba deshidratada. En la comisaría me decían que tenía que tener una orden de la Fiscalía para que mi hermana la pudiera alimentar. La teníamos el viernes pero recién el domingo, cuando hicimos una movilización de madres a la puerta de la comisaría de La Tablada, nos recibieron. Le supliqué al comisario por mi sobrino, él tenía que comer, no tenía la culpa de nada. Pero el comisario me trató muy mal. Creo que así es el trabajo de ellos, y así tienen que tratar a la gente. Me dijo: ‘Tu hermana tenía que haber pensado bien antes de usurpar. A mí no me importa que se deshidrate’. Encima mi hermana no tenía leche, no estaba bien alimentada y nos pedía por favor, a través de notas porque no nos la dejaban ver, que le compráramos leche nosotros. Nos pedía que hagamos lo posible para intentar otra manera. ´No tengo leche, no tengo nada´, nos decía. Fue una tortura.
Sobre la calle, mientras, surge un canto:
“No queremos más ajuste,
no queremos represión.
Queremos para los barrios
vivienda y educación”.
Represión, balas de plomo y un cooperativista muerto a quemarropa durante una toma de tierras
A Rodolfo Orellana, padre de cinco hijos, referente de una cooperativa textil de la OLP en Villa Celina, lo asesinaron de un balazo durante la brutal represión de la Policía Bonaerense el jueves a un intento de toma de tierras. Los vecinos denuncian que el disparo salió “de una oficial rubia” de la fuerza provincial. Ese mismo día detuvieron a Miriam junto a Hugo Vedia, Wilson Delgado y Alanes Coria. No fue el único ataque a las organizaciones: un día después, y luego de finalizar la Marcha de la Gorra en Córdoba, el Encuentro de Organización (otro colectivo que integra la CTEP) denunció que la policía provincial asesinó a Marcos Jesús Soria, de 32 años, trabajador de una huerta comunitaria que salía con el carro para poder ayudar económicamente a su familia. Una movilización encabezada por los movimientos denunció ambos asesinatos en una marcha a las Casas de las provincias de Buenos Aires y Córdoba.
Frente al juzgado, las mujeres se sientan en los cordones de las veredas. Algunas amamantan a sus hijos, mientras otras sacan de sus mochilas tuppers con comida. Elsa, compañera de Miriam en el merendero, cuenta que abrieron el espacio en enero del año pasado. “Había mucha pobreza. Muchos papás que trabajaban en Capital y dejaban a los chicos sin merienda ni comida. Y el número fue en aumento: hoy estamos a cargo de más de 300 pibes y pibas. De lunes a viernes damos merienda, de 2 a 5 de la tarde. Trabajamos hasta las 7. Y los sábados arrancamos a la mañana, porque empezamos a repartir el almuerzo a las 12 y nos quedamos hasta las 2”.
María Estela, otra de las compañeras, suma que los martes hacen apoyo escolar. “Somos unas 120 mujeres que llevamos al hombro todo: el cuidado de la casa, los chicos, cargarnos el barrio y los merenderos”. Hacen chocolatadas, polenta, tortas fritas y sumaron pan porque consiguieron un horno. “Vienen chicos no sólo del barrio sino también de los aledaños. Prácticamente no había merenderos antes de esto”.
Otro canto surge mientras se abren los portones del juzgado:
“Libertad, libertad, a los presos por luchar”.
Pablo Puebla, referente nacional de la OLP, comunica que en breve liberarán a los detenidos. Dice que todos saldrán en camionetas o celulares de la Bonaerense (curiosidades argentinas: la misma fuerza que los reprimió aquella madrugada) y, luego, serán puestos en libertad en las respectivas comisarías.
La primera en salir es Mirian. Su hermana apoya una mano en la ventana enrejada del móvil, que parte en dirección a la comisaría de La Tablada. Hacia allí también se organizan en camionetas para abrazarla en el momento de su liberación.
El momento llega horas después.
Rosse Mary, con Daria Alejandra aún en brazos, la abraza. Ambas lloran. Mirian agradece. Es abrazada por innumerables compañeras y compañeros. A pesar de todo el dolor, de no poder alimentar a su hija, del asesinato de un compañero, ese abrazo colectivo es un comienzo de sanación colectiva, previa a la lenta vuelta al barrio.
Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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