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Seguridad&Democracia: los medios. Parte II

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¿Cómo formamos nuestras ideas sobre seguridad, crimen, peligro? El Seminario del Acuerdo sobre Seguridad Democrática (ADS) debatió sobre la policía como fuente de desinformación; los medios como arma de criminalidad y “jueces” de la realidad. La precarización y el autoritarismo como ADN del actual periodismo. Críticas al propio documento del Acuerdo y el dilema de la pasividad social.
El seminario que buscó desentrañar de qué modo establecer una “seguridad democrática”, tema en deuda en estos años de democracia, donde avances en temas de derechos humanos no parecen tener correlato en estos laberintos político-policiales, propuso entre sus mesas de expositores la siguiente: “Producción, acceso y uso de la información estadística”. (ver Parte I en esta misma página).
La escalera sin escalones
Seguridad&Democracia: los medios. Parte IIMaría Pita, integrante del equipo de Antropología Política y Jurídica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA e investigadora del Conicet, explica la trascendencia que poseen los datos: “Las cifras hablan mucho más que de delitos, de cantidades o de tipos. Funcionan como indicadores de la efectividad de una gestión pública en el área de la seguridad. Representan una especie de termómetro para la clase política, e indican el éxito o el fracaso de sus planes y gestiones. También funcionan como termómetro para la policía, porque indican la medida de su trabajo, y según la interpretación, puede hablar de niveles de eficiencia, de celo profesional y rigurosidad en el registro. Una cifra bien o mal leída puede contribuir a la caída de una gestión política o puede ser un elemento de presión corporativo utilizado por la policía o el Poder Judicial”.
En lo que concierne a políticas de seguridad, para generar una mejora desde la base, en primera instancia se necesita producir información veraz para, luego sí, determinar los pasos a seguir. Pero el escalón inicial (información confiable) es deficiente o sospechoso, a partir de lo cual el resto de la escalera puede ser una ilusión óptica. “Muchas veces las instituciones no consideran a la información como un producto específico para ser proveído hacia afuera de la misma, sino sólo para insumo de la propia gestión. Esas prácticas reflejan el doble carácter técnico y político de esas instituciones, que conspira contra la posibilidad de conformar informes confiables, comparables, y que registren la mayor cantidad de situaciones y eventos posibles en torno a la criminalidad y a las formas habituales en que las fuerzas de seguridad intervienen en sus acciones, vinculadas a tareas de prevención y reducción de la criminalidad”.
Al hablar de carácter “técnico y político” puede inferirse que lo “político” es lo que hace no confiable la información policial. No es el único problema estadístico, ni una de las Bellas Artes, pero se trata del oficio de dibujar datos.
Que aparezca lo oculto
La expositora presagia una solución al ocultamiento de la información, a través de la creación de un “observatorio” que lea e interprete datos provenientes de diversas fuentes de consulta. Pero hoy en día, el panorama es sombrío: “Los principales problemas de la falta de producción de información se deben a la convivencia de diferentes lógicas agenciales. Además, coexisten en una misma institución diferentes sistemas de gestión y tramitación de datos, con intereses diversos. Su sistema interno no está ni preparado ni disponible para ofrecer información abierta, ni siquiera a otras agencias estatales. La policía tiene una lógica sociológica y otra jurídica para el tratamiento de los números, y entonces lo que produce es parcial. O sea, no le interesa conocer la identidad de las personas, para así realizar una investigación de carácter sociológico, lo utiliza exclusivamente a fines estadísticos”. La falta de publicación de los datos nunca es casual, asegura María Pita: “El dato tiene un alto valor político, muy valioso y temido. Por eso, a su alrededor desarrollan una serie de estrategias institucionales, con la disyuntiva de mostrar o no mostrarlo”.
¿Quién registra la violencia policial?
La incredulidad frente a ciertas estadísticas no es casual, sino causal. Botón de ejemplo: los casos de violencia policial son registrados por policías. María Pita lo grafica: “En el mismísimo manual de instrucción se aclara: ‘Las muertes producidas por miembros de las fuerzas de seguridad en cumplimiento del deber, también deben consignarse como homicidios dolosos aunque no constituyan delito’. Aún hoy, sigue persistiendo la tendencia a resistir el registro de los hechos delictuosos provocados por la policía. Hay una categoría policial que es la de muerte dudosa, cuando el deceso no está enmarcado en un hospital y tampoco hay testigos. O sea, se acude a esa categoría para nombrar a los hechos que resulta conflictivos certificar de otra manera, como los de violencia policial. Como esa categoría no es compilada por el Sistema Nacional de Información Criminal, esos datos sólo quedan dentro de la institución polical, y nunca se publican. Allí, existe una fuga de información”.
En términos más claros, puede hablarse de un engaño y estafa a la población. La incredulidad de las personas es un mecanismo de defensa.
Red social
Otra de las disertantes fue la brasileña Ana Paula Mendes de Miranda, catedrática de la Universidad Federal Fluminense y del Instituto de Estudios Comparados en Administración Institucional de Conflictos, quien aseguró que en su país ocurre algo parecido. Mendes se explayó acerca de su experiencia en Río de Janeiro. Con varios interrogantes: “¿Cómo se explica que la Policía Militar sea la controladora de la Policía Federal? ¿Cómo se entiende que quienes deben estar al servicio de la comunidad, retaceen los pocos datos que acumulan? ¿Cómo es posible que sólo queden registrados algunos?”.
Otra pregunta que uno podía hacerse velozmente es: ¿Y cuál es la sorpresa, si cualquier ciudadano común percibe la estafa desde hace décadas?. Pero allí la catedrática brasileña propuso un paso más: “Para que los datos tengan sentido, la sociedad debe participar de ellos y las redes sociales deben ser un elemento de difusión”.
Para que ese segundo paso se lleve a cabo, primero debe construirse una base sólida que fortalezca la confianza general. Ana Paula mencionó algunos aspectos en los que debería profundizarse el cambio:

  • El Sistema Nacional de Estadísticas no debe estar manejado por la propia Policía Federal.
  • La producción de estadísticas no debe depender únicamente del organismo destinado a la seguridad. De lo contrario, la dependencia económica puede derivar en la dependencia política.
  • Las investigaciones a realizarse no deben encerrarse en una base de datos privadas, sino estar al servicio de la población.
  • Propuso, también, generar un registro de guardias, que esté al acceso público, y que posibilite a la comunidad, mediante un click, hacer una demanda.

Podrido
¿Hay algo más inseguro que una salud no democrática? La escasa y difusa información, conjugadas con la falta de políticas públicas en el sector de la salud, genera estragos en la sociedad: otra enfermedad. Hugo Spinelli, director de la Carrera de Especialización en Gestión en Salud, de la Universidad de Lanús, explicó que el mal se halla en la raíz: “El dato primario, que origina el certificado de defunción y el fondo estadístico de defunción, tiene graves problemas. Los médicos que tienen que llenar los documentos no lo hacen correctamente, colocando “causa violenta” o “causa ignorada”, por diferentes motivos: ignorancia de cómo se llena; temor a ser convocados a juicio; o incluso porque el certificado constituye parte de la propia criminalidad”. (O sea que se trata de un encubrimiento). Siguió Spinelli: “Eso ocurrió, por ejemplo, en 1987, cuando un certificado de defunción decía NN, por estado de putrefacción. Lo increíble fue que el lugar de hallazgo del cuerpo había sido el Moyano, un hospital público”.
¿Qué es modernizar?
En la actualidad suele sobreestimarse la relevancia de la tecnología. En los sistemas de información, sus diversos avances han contribuido al almacenamiento y el procesamiento de los datos, pero no han repercutido en una mejora de fondo. Spinelli lo argumenta: “Los sistemas de información entraron fuertemente en América Latina a partir de los años sesenta. Pero los problemas que se detectaban en ese momento se han perpetuado, porque la tecnología no provoca un cambio en el factor humano, que es el que genera el dato y puede manipularlo de distintas maneras. En el mismo sentido, la realidad demuestra que quienes están al mando de una gestión, en general, muestran reticencia y paranoia cuando de publicar información se trata”.
La modernización no sólo tiene que ver con la utilización de tecnologías más avanzadas sino, y sobre todo, con la implementación de nuevas ideas productivas. Argentina, en ese aspecto, está atrasada. Hoy en día el país procesa la información de los casos de muerte, en el sector salud, dos años después de que sucedan. En 2011, recién se conocerán lo hechos de 2009. Así, se pierde lo esencial de saber qué está ocurriendo hoy, para actuar de inmediato sobre el problema, y no con este sistema bienal.
Manos a la obra
La teoría, muy bien desarrollada a lo largo de todo el Seminario, debe llevarse a la práctica para que las palabras se conviertan en hechos tangibles. María Pita reflexiona sobre qué piezas se deben mover: “Necesitamos hacer trabajo de campo y discutir con los agentes que producen información. El Acuerdo de Seguridad Democrática debe ampliar la difusión en la presentación de la información. Además, tenemos que construir indicadores comparables para avanzar en investigaciones cuali y cuantitativas”. Spinelli, en el final del su exposición, hizo puente hacia el panel siguiente sobre los medios de comunicación, con una autocrítica: “Los investigadores tenemos una dificultad en cómo difundimos y socializamos lo que producimos, porque a veces no le llegamos a la gente. Entonces, además de articular con los diversos medios para que publiquen nuestros informes, debemos realizar las investigaciones menos extensas y aburridas”.
¿Es la extensión y el aburrimiento el problema? ¿Conviene entrar en la lógica simplificada y divertida de los medios? ¿O crear un nuevo estilo de comunicación? Otro panel.
Autoritarismo.com
En la puesta en escena del panel “Medios de comunicación: impacto en la agenda política, percepciones y discursos sobre seguridad”, el periodista mexicano Marco Lara Klarh, coordinador en su país del proyecto “Violencia y Medios de Comunicación”, comentó que el día anterior, ya en Argentina, había encendido la televisión y observado la cobertura discriminatoria del canal América 24, respecto al supuesto robo, nunca esclarecido, a una ambulancia en la Villa 31 de Retiro. “Todas las escenas que aparecían eran estáticas. Eso demuestra la falta de vocación en acercarse a los hechos y a los actores. Sólo existe una lógica de recrear una sucesión vertiginosa de escenas que parece más enfocada a divertirnos, o a impactar a nuestros instintos que a nuestra razón como ciudadanos”, comenzó la exposición.
Con mirar un rato algunos de los medios de comunicación, Lara Klarh desprende este análisis de sus alcances:

  • Es un problema muy grande que el impacto de los medios repercuta en la percepción de la gente, porque un actor que incide en la percepción, es un actor supuestamente “infalible”.
  • La industria de las noticias tiene un papel fundamental en la construcción de espacios sociales inseguros, del mismo modo que muchas políticas.
  • Las sociedades atravesadas por un precario desarrollo democrático, son aquellas en las que el sistema de los medios de comunicación se impone por sobre otros mecanismos de acceso de la ciudadanía a la información.
  • Los periodistas o los medios suelen decir “nosotros sólo mediamos”. Pero la mediación no es inocua, por eso son actores cruciales para la construcción de espacios sociales.
  • Los comunicadores son el principal espacio de legitimación de las políticas autoritarias de seguridad pública. Y son el espacio donde se invisibiliza la ineficiencia constitucional como un problema estructural, lo mismo que el fenómeno que propicia la articulación de agentes del Estado, hechos de corrupción y asociación delictuosa. Esto lleva a una triste realidad en la que se engloba el periodismo: por decir lo que está pasando, deja de decir lo que pasa.
  • El principal problema de la comunicación, como industria, es que incurre en terrenos de ficción.

Las instituciones que serían las encargadas de que el ciudadano estuviera más seguro, son las encargadas de generarle inseguridad, a través del discurso mediático. Esto sucede ya que nuestra materia prima son las fuentes oficiales, institucionales o informales, y de las cuales extraemos el 90% de la información, mientras la vieja noción de “periodismo de investigación” se ha convertido casi en una desaparecida.
Medios = autoritarismo + precarización
Una hipótesis: la industria mediática, empática con formas autoritarias de las políticas de seguridad pública y Justicia Penal, viola de manera sistemática el derecho de los ciudadanos a estar informados, por estar más enfocada en intimidar que en comunicar. Y las violaciones son múltiples, según Lara Klarh: “Dentro de la esfera de los derechos del debido proceso por la presunción de inocencia, se quebrantan por ejemplo el derecho a juicio y a la imparcialidad. También se vulneran derechos de personalidad, como el derecho a la dignidad, a no recibir tratos crueles y degradantes, a la no discriminación, el derecho a la privacidad y a la propia imagen. Además, violan un derecho muy delicado: a la protección de datos personales. Hay un montón de atropellos desde las instituciones, que luego salen a la luz en el espacio mediático”.
Para el mexicano esto no es casual, ya que “si hay una institución autoritaria en Latinoamérica esa es la institución de medios”. Agregó: “Uno de los causantes de su verticalidad es la condición de explotación laboral que los enmarcan. Los medios son una combinación entre periodistas precarizados y una cultura autoritaria”.
Teoría mediática
Otro de los disertantes fue Gabriel Kessler, Licenciado en Sociología e investigador del Conicet, quien también describió la violencia comunicacional: “Algo que se ve en los medios argentinos, salvo excepciones, es una fuerte estigmatización de los lugares. Se cuidan de resaltar a alguien por ser pobre, pero esta satanización sí se escucha con frecuencia respecto a los lugares señalados, por ejemplo, como áreas peligrosas. Y esa estigmatización a los diversos sitios legitima la aplicación de políticas preventivas y formas de control sobre esos territorios”.
Lara Klarh añadió: “Tanto en Argentina como en Brasil, existe la Teoría del Sistema Mediático Penal que plantea que, habitualmente, la industria de los medios noticiosos se vuelve el instrumento de invisibilización de la criminalidad de las elites, sobrevisibilizando la criminalidad y etiquetando cierto tipos de delitos de las clases bajas”.
De esta manera, venden terror, miedo, estigmatizan a la pobreza, y demuestran su falta de interés por generar discursos relativos a la seguridad democrática. De paso, queda expuesta qué sociedad prefieren. El camino que eligen, en definitiva, es el que más poder les va a redituar.
El pasivo humano
En ese terreno adverso, Lara Klarh advierte sobre una responsabilidad que debe asumir la sociedad: “Existen mecanismos ciudadanos que hacen contrapeso a los medios, que nuestra comunidad no está teniendo; el ciudadano como audiencia es pasivo y no es un actor preponderante. Pero es lo de menos es que no contemos para los medios: los ciudadanos no contamos ni para nosotros mismos respecto de los medios. No votamos ni siquiera a los políticos en una lógica de derecho a la información o de libertades de información. En las prioridades tenemos vivienda, seguridad, cultura democrática, pero no tenemos interiorizados los temas de la libertad de expresión y el derecho a la información”.
Crítica al Acuerdo
Además de interpelar a la sociedad por su rol pasivo, lo mismo hizo con el propio Acuerdo de Seguridad Democrática, al subrayar un olvido sustancial en materia de información: “El punto número cuatro del documento que se publicó en la antesala del seminario es el único que hace referencia a la información. Y dice: ‘Para avanzar en el abordaje integral y efectivo en el problema de la seguridad, el diseño e implementación de políticas democráticas debe surgir de diagnósticos basados en información veraz y accesible al público, la producción de esta información es también una responsabilidad indelegable del Estado’. Sin embargo, además de obviar sobre la calidad de información que el Estado está produciendo hacia los ciudadanos, ese informe se debió haber ahondado en el papel social de los medios, para entender de manera circular este fenómeno de visión autoritaria de la seguridad pública”.
Estado, corporaciones y adictos
Las empresas que fabrican información, como el orden de las palabras en este inicio de oración lo indica, primero son empresas, y en segundo plano reside la información. O sea, en primera instancia está el negocio, y después… después vemos qué hacemos para que el negocio sea cada vez más redituable. Precisamente esa es la visión monopólica, segregacionista, que gobierna a los medios masivos de comunicación. El periodista mexicano Lara Klarh ahondó en el tema con algunos conceptos:

  • Mientras nuestros sistemas políticos no sean capaces de diversificar la oferta de medios, esto no va a cambiar. Porque en la medida que no haya competencia, la industria va a seguir privilegiando la rentabilidad sobre su responsabilidad de posibilitar el ejercicio ciudadano del derecho a la información.
  • Los medios industriales tienen una tendencia monopólica, y si el Estado se repliega o favorece a los corporativos multimediáticos, los enfoques y las agendas se alejan de la base social.
  • La política pública de comunicación es un factor esencial para democratizar el sistema de medios.
  • Los medios de comunicación industriales tienen una alta adicción financiera a la generación de información sin costos, provista por las instituciones del Estado.

Así fueron algunas de las intervenciones. Terminó el Seminario. Las palabras están dichas y queda un desafío, o un enigma: ¿ayudarán a cambiar la realidad?
Adictas, las grandes empresas fabricadoras de realidades simplifican en pos de la rentabilidad y su propio poder. El contenido que lleva su envase está en la otra costa del discurso democrático, que plantea una sociedad segura para todos, con una libertad de expresión real, a la que ningún tsunami de intereses la pueda derribar. El Acuerdo de Seguridad Democrática pretende bañarse en esas aguas, y limpiar los prejuicios enquistados. Para eso deberá contribuir a que toda la teoría se ponga en práctica, y así seguir nadando contra la corriente.

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Memoria, verdad, justicia y Norita

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Partidaria de los besos y los abrazos, reivindica la sonrisa como principal bandera de lucha. Cumplió 94 años este 22 de marzo y hace siempre que puede la ronda de Madres de Plaza de Mayo, hoy ya en silla de ruedas. Vida, obra y endorfinas de una mujer que ha acompañado a fábricas recuperadas, pueblos originarios, comunidades afectadas por el extractivismo, jóvenes y mujeres en situaciones de violencia, todo como una continuidad en la defensa de los derechos humanos. El clítoris, el cannabis y las autodefiniciones. Esperando el 24 de marzo, compartimos esta nota y retrato, publicada originalmente en la revista MU 138 (2019, todavía tiempos macristas). El movimiento, la calle, y lo que ella piensa (y hace) frente a la historia y los futuros posibles.

Texto: Sergio Ciancaglini

Nora revisa su cartera en la que lleva el pañuelo blanco, el verde, crema de cannabis medicinal, una lata de sardinas y la agenda en la que anota sus hiperactividades cotidianas, entre otros secretos. Está también su DNI: 0.019.538. Ríe: “Fui de las primeras en la cola para sacarlo. El otro día, por un trámite, los empleados de un banco me dijeron que la máquina no podía interpretar un número tan bajo”.
Estamos en la sede de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora. Envolvemos las masitas que no alcanzamos a engullir y que se incorporan a la cartera de Nora para llevárselas a una amiga. Luego guarda un par de carpetas, limpia la mesa de papelitos y me pide que cierre las persianas y puertas del balcón que da sobre Piedras al 100, Buenos Aires. Ya tiene el llavero en la mano esta señora que no puede ser interpretada por las máquinas. Chequea que esté todo ordenado. Empieza a apagar las luces que iluminan salones, oficinas y paredes atiborradas de recuerdos de las Madres, homenajes, reconocimientos, diplomas y tres imágenes: Azucena De Vincenti, Mary Bianco y Esther Careaga: sus apellidos de casadas pero sobre todo, el de sus hijos e hijas. Fueron las madres secuestradas en diciembre de 1977 en un operativo organizado por la ESMA, que culminó con 12 desapariciones incluyendo a dos religiosas francesas.

Memoria, verdad, justicia y Norita

El saludo de Nora en una de las marchas actuales, con la foto de su hijo, la bandera de los 30.000 detenidos-desaparecidos, y el acompañamiento de una nueva generación.


Nora se pone el ponchito de barracán, agarra la cartera, el bastón, y cumple con el rito según el cual el último –la última- apaga la luz. Y cierra la puerta con llave.
La escena podría parecer un tanto melancólica, pero es al revés.
Al cerrar esa puerta, da media vuelta y abre un mundo.
Nora se transforma en Norita, que en lugar de ser un diminutivo resulta un aumentativo, una clave, un código de acción.
Sale Nora de Madres y entra Norita a la calle, las plazas, las ciudades, los pueblos, las rutas, las fábricas, la naturaleza, los conflictos.
Entra a sus verdaderos lugares de acción: lo público, los espacios donde ocurren las cosas, o donde las cosas se manifiestan escapando de los encierros y del silencio.
Lo mismo sucede cada vez que sale de su casa en Castelar, llena de muñecas, libros, plantas y recuerdos, se toma un micro hasta la estación (evita los taxis y es ajena a las aplicaciones uberísticas), luego el tren Sarmiento, luego el subte A o lo que haya que abordar para ir a donde quiere ir.
Su estrategia consiste en intentar estar donde haya injusticias, violencias, crímenes, abusos, discriminaciones, psicopatías estatales o privadas y otras desventuras nacionales que son del orden de lo clásico: nunca pasan de moda.
Logra materializar ese acompañamiento con una eficiencia casi incomprensible. Ana María Careaga (desaparecida a los 16 años estando embarazada e hija de aquella madre secuestrada en la iglesia) cuenta que una vez le dijeron al sacerdote pasionista Carlos Sarracini que Nora parece Dios, porque está en todas partes. El cura no se mosqueó con la comparación y subió la apuesta: “Sí, pero a Nora se la ve”.
“Cuando dicen esas cosas me estremecen –corcovea Nora–, me da un poco de vergüenza. Siento que son como abrazos para darme fuerza, pero no me generan soberbia ni nada. Lo que digo es sencillo. Si no es para pelear contra la injusticia, los organismos de derechos humanos, ¿para qué estamos?”.

Memoria, verdad, justicia y Norita

Sobre la magia y el clítoris

Plaza de Mayo, jueves, 15.30.
Las Madres están partidas desde 1986, pero allí están. Girando siempre en sentido inverso al de las agujas del reloj, como para recuperar el tiempo perdido por tanta muerte, cada uno de los dos grupos (Asociación y Línea Fundadora) en el extremo opuesto de ese círculo alrededor de la Pirámide de Mayo que culmina con una estatua que representa a la Libertad. La libertad está inmóvil, mientras la memoria, la verdad y la justicia rondan alrededor.
Bajo una placa descansan las cenizas de Azucena Villaflor de De Vincenti, quien junto a las otras dos madres desaparecidas fue arrojada viva por los militares desde un avión al mar. La marea luego devolvió los cuerpos a la costa de Santa Teresita en enero de 1978.
En Línea Fundadora la única madre que ronda hoy -y sin bastón- es Nora, acompañada por unas 80 personas. El grupo crece de golpe porque se agregan como un borbotón unos 40 guardapolvos blancos de chicas y chicos de una primaria de Lugano que la rodean y marchan junto a ella con la bandera en la que se lee “30.000 detenidos desaparecidos. ¡Presentes!”.
Llora y ríe Norita porque al ver a los chicos se le agitaron la emoción y la alegría, lloran también las maestras y varios que disimulan. Los chicos la miran asombrados. Tres vueltas más tarde, ella se acerca a un micrófono con parlante. Este jueves habla de:
La impunidad estatal y judicial alrededor del atentado a la AMIA.
El proyecto de “servicio cívico voluntario” de Gendarmería para niños (editorializa diciendo: “Qué bestias”).
Recuerda junto a Beverly Keene, de Diálogo 2000, que la solitaria Madre de Ledesma (Jujuy) Olga Arédez, denunció en 2001 la creación de una policía infantil (niños uniformados que eran instruidos con armas de juguete). Y que en 2012 el gobierno de Cristina Kirchner ordenó cerrar 74 cuerpos de Gendarmes Infantiles en 17 provincias, que reunían a más de 6.879 niños.
De paso mencionan que Olga –que reclamó toda la vida por las desapariciones ocurridas durante el apagón en Libertador General San Martín- murió en 2005 por la contaminación de bagazo producida por Ingenio Ledesma. “Para abaratar costos no ponían los filtros en las chimeneas, y eso la intoxicó”, explica Nora.

Memoria, verdad, justicia y Norita


Denuncia cómo le prohibieron a su compañera de Madres LF, Vera Jarach, quien además es sobreviviente del Holocausto, dar una charla en el Colegio Nacional de San Isidro (“a lo mejor prefieren que vayan los de Gendarmería a dar clases de derechos humanos”).
Habla sobre una de sus obsesiones, el Hospital Posadas y la situación de sus trabajadores y pacientes (“el Estado achica y achica, es lo único que hace: hay que ir a acompañarlos”).
Informa que trabajadores de la textil Sport Tech, que estuvieron en la ronda y ocuparon durante dos años la fábrica quebrada en defensa de sus puestos de trabajo fueron autorizados como cooperativa, por el juez Horacio Robledo, a hacerse cargo de la empresa.
Presenta a gremialistas de Fabricaciones Militares (“no les tengan miedo, nada que ver con los milicos, son divinos”) movilizados contra los despidos y el achicamiento.
Recibe a Sergio Martínez, uno de los fundadores de El Algarrobo, asamblea de Andalgalá que con su movilización logró frenar la instalación del proyecto megaminero a cielo abierto Agua Rica. Sergio cuenta: “Hace poco cumplimos 500 marchas, cada sábado, reivindicando los derechos humanos, territoriales, a la salud y a la vida”.
Anticipa Norita el lanzamiento de una campaña para denunciar la deuda externa (y eterna) “porque hay gente que se queja en la verdulería, pero no entiende que lo que le pasa es consecuencia de que se están llevando los dólares y las riquezas, y cada dólar se paga con hambre en nuestro país”.

Memoria, verdad, justicia y Norita


Repudia por enésima vez la ilegal detención de Milagro Sala desde enero de 2016 (“no le encuentran nada y la someten a tortura psicológica las 24 horas del día”).
El tono de Nora es tan serio como lo sugieren los temas de los que está hablando; dice que el gobierno es “negacionista, inmoral y ladrón”, y oscila entre esas definiciones y el relato de lo que está sintiendo. “Hoy no hay buenas noticias para dar”, le dice a la gente que la escucha. “La buena noticia fueron esos chiquitos que vinieron de Lugano”.
Agrega: “No nos volvamos locos. Cada día me acuesto pensando ¿qué mal van a hacernos mañana? Es como que con cada acción, con cada decisión, quieren humillar. No lo logran, porque nos tienen que resbalar las cosas que dicen y hacen”.
La mujer y la gente se miran. “Siento que esta Plaza es mágica. Me siento feliz aquí. Me da pudor decirlo, con tantos desastres que pasan, pero es lo que siento viendo que tantas personas vienen, se encuentran, se abrazan, se reconocen”.
En ese momento repite tres veces: “30.000 detenidos desaparecidos y desaparecidas” y todos contestan “¡Presente!”. Y luego: “Ahora y siempre”. Nora, separando bien las sílabas, pronuncia tres veces la siguiente palabra: “Ven-ce-re-mos”.
Caminando hacia su bar favorito sobre Avenida de Mayo, para tomar un café que es parte del ritual de los jueves, quiere decirme algo sobre la magia, pero la detiene un grupo de chicas para saludarla y un joven, uniendo las palmas de las manos, pronuncia: “Gracias por existir”. Dice ella que jamás la cuestionaron ni la increparon por la calle. “Una sola vez, en una marcha por Cromañón, había un tipo muy borracho que me dijo de todo. Pero me había confundido con Estela de Carlotto. Que nos confundiera ya te muestra lo borracho que estaba”.
Otro grupo la reconoce, la saluda y le pide fotos. En los últimos tiempos cuando está en confianza Nora propone sonreír a la cámara diciendo “clítoris” en lugar de “whisky”.
Sigue la caminata y ella no pierde el hilo de lo que quería contar: “La magia no nace porque sí. La tenés que crear con tu espíritu. El espíritu de ver el lado bueno de la vida. Si no hacés magia con lo que te pasa, es imposible sentir que lo que hacés está bien, que te genera alegría. Sentir que no estás entre los mafiosos”.

Memoria, verdad, justicia y Norita

Comerse un pasaje

La primera vez de las Madres en Plaza de Mayo fue el sábado 30 de abril de 1977. El 15 había desaparecido Gustavo Cortiñas, el hijo mayor de Nora, secuestrado en la estación Castelar cuando iba a tomar el tren a las 8.45 rumbo a su trabajo en la Comisión de Valores. Militaba en la Juventud Peronista. Flaco, sonriente, bigote setentista, pelo largo.
En la casa de Nora hay una foto en la que se lo ve mirando a los chicos de la Villa 31, en la que militó con el padre Carlos Mugica. “Tiene un gesto que me parece dolorido y comprometido con lo que está viendo. Pero fijate los chiquitos, son iguales a los que ves hoy en las villas”. Se queda pensando: “Nuestros hijos luchaban por la justicia social. Pero hoy la brecha entre ricos y pobres es todavía mayor que cuando se tomó esta foto”.
Para esa mujer que había tenido que amoldarse al rol de ama de casa y profesora de alta costura, la desaparición del hijo representó el fin de muchas cosas. “Fue dejar la casa y salir a buscarlo. Y fue para todas igual. Mujeres comunes que no éramos de la academia, ni de los grupos de pensamiento. Pero hoy entiendo que ahí ya fuimos feministas. Ahí empezamos a romper”.
Aquel sábado inicial había pocos paseantes en Plaza de Mayo. Y 14 mujeres. Azucena propuso entonces ir los viernes. Nora, mientras tanto, buscaba en comisarías, en juzgados, hasta que empezó a ver a otras mujeres haciendo lo mismo, marcadas por la misma desesperación, que le contaron de las reuniones en la Plaza. Nora se sumó a la tercera. “Una madre muy católica y muy supersticiosa dijo que el viernes era mala suerte, día de brujas. Otra dijo que los lunes era día de lavar y limpiar. Quedó el jueves”. Acordaron las 15.30, salida de los bancos, el mayor tránsito de público en la zona. Las Madres nacieron para no ser parte de otros organismos ni partidos políticos. No tenían oficina: la crearon en la Plaza, sin techo ni puertas ni ventanas, para verse, intercambiar información, y hacerse ver. La policía dijo “circulen”, y jamás dejaron de hacerlo. En octubre de ese 1977 nacerían los pañuelos blancos, como modo de reconocerse entre la multitud durante una marcha a Luján: en realidad eran los pañales de tela (no existían los descartables) que guardaban para sus nietos, convertidos en un símbolo histórico de los derechos humanos.
Relata Nora que los varones y esposos no intervenían porque el horario era de trabajo. “Pasaba otra cosa. Al ver a los milicos algunos padres decían ‘yo le dije a mi hijo que no se metiera’ y cosas así. Entonces eso no servía. Las madres no hacíamos esas cosas”. Confrontaban. El lugar común indica que el dolor enceguece, pero Nora es de las que piensan distinto: “El dolor nos hizo ver. Nos fortaleció, y nos ayudó a ser claras”.
Empezó a entender algunas charlas que había tenido con su hijo: “Una vez me dijo: ‘¿Sabés que te pasa, mamá? Te falta calle’. Aprendí, ahora me pasé de calle” reconoce. “Más que en los libros, la concientización está en la calle. Esto significa moverse siempre. Y no pensar dos veces”.
Recuerda que fue varias veces presa con las Madres. “Una vez, los policías pararon un micro, bajaron a toda la gente y nos llevaron. En la comisaría teníamos dos variantes: pagar 30 centavos, o pasar 5 días de cárcel por escándalo en la vía pública. Había madres que decían “métanme presa, así me llevan con mi hijo”. Pero los tipos querían que pagásemos. Cuando me tocó, le di 60 centavos. ‘No señora, le dije 30’ me dijo, y le contesté: cóbrese lo de la semana que viene”.
Otra de esas detenciones ocurrió un día antes de un viaje que Nora debía hacer a Brasil con la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chicha Mariani. “Esa vez nos llevaban en patrulleros. Abrí la puerta y me quise tirar, pero el policía me agarró. Si no, me mataba; era la desesperación por escaparme. De golpe me di cuenta de que tenía el pasaje a Brasil. Yo creía que era algo clandestino, que si descubrían eso no sé qué iba a pasar y entonces lo agarré, lo fui rompiendo en pedacitos, y me lo comí”. El viaje finalmente se hizo, en plena digestión del pasaje, con Nora y Chicha intentando denunciar lo que se vivía y se moría en el país.
Moverse, salir, romper, confrontar, escandalizar, chocaba con la noción de familia tradicional y hogareña, y con su marido Carlos. “Los viajes, las marchas, las búsquedas. Y él tenía una cosa de celos. Hubo algunas veces que pensamos separarnos. Murió en 1994. Creo que no hubiera soportado todo lo que hago ahora. Pero bueno: la desaparición de Gustavo había sido un cambio total. Me largué a hacer lo que tenía que hacer. Y eso fue no volver atrás nunca más”.

Del Mundial al cannabis

Nora recuerda que usaban la parte del Café Tortoni que da a Rivadavia, durante el Mundial 78, para encontrarse con jugadores (“creo que eran holandeses, no recuerdo los nombres”) y periodistas extranjeros. O lo que vivió su querida Mirta Baravalle: “El marido estaba muy mal con la desaparición de la hija (Ana) y no podía creer que parecía que no pasaba nada mientras en el país había desaparecidos. El día de la final que ganó Argentina, después del partido se puso peor y se murió de un infarto mientras todo el mundo seguía festejando”.
Las Madres son un símbolo de muchas cosas, empezando por la valentía. Resulta casi de ficción imaginarlas plantadas en la Plaza frente a la Casa Rosada tomada por Videla & afines, infiltradas por Astiz y la ESMA, ignoradas y silenciadas, o en el mejor de los casos tratadas como “madres locas” por los diarios que se atrevían a mencionarlas. Nora agregó algo a su currículum disruptivo: en 1978 fue hasta la Mansión Seré, centro clandestino de detención y torturas, simulando ser una interesada en comprar el lugar para instalar un hogar de ancianos.
“No era que buscaba a mi hijo ahí, pero sabía que había gente. Entré al predio y hablaba en voz alta. No sé qué quería: hacer ruido. Que si había alguien supiera que había gente afuera. Un milico dijo ‘despachen a la señora’ pero yo seguía diciendo que me mandaban de la Municipalidad o cualquier cosa, y vi una canilla con manguera al lado de una ventanita que se ve que daba a un sótano, donde estaban los desaparecidos. Cuando se recuperó como Centro de Memoria, contaron que me habían escuchado, sin saber quién era”.
El alegre caos que es cada conversación con Nora, ahora en su casa, cambia de rumbo porque va a preparar café. Desde que cumplió 82 años le divierte decir que es mínima, vital y móvil.
Mínima: nunca escondió la edad, pero se niega a revelar cuánto mide. “Ni a mis nietos se los digo”. En el jardín hay una pequeña piscina de dos metros de largo y uno de profundidad. Nora guiña un ojo: “Me meto con salvavidas”.
Vital: parece inagotable, aunque no lo es. Sufrió hace dos años un ínfimo ACV. “Hablé dos horas después de eso en un acto, y parada. Ni yo lo puedo creer. Pero es un compromiso con nuestros hijos y nuestras hijas. No es un sacrificio para nada. Cada día es estar donde hay una injusticia”.
Móvil: sus idas y vueltas a Castelar en micros, trenes y subtes son una especie de gesta cotidiana en la cual la casi nonagenaria dama va a veces arrastrada por la multitud. “El otro día bajaba del tren. En el medio del gentío un chico que iba a subir me vio, tenía un chocolate, me dijo ‘gracias por todo lo que hacés’, me lo dio y subió. Me quedé en el andén con el chocolate llorando de emoción. Ni sé el nombre. Solo sé que era un chico del oeste”.
Hace dos años un golpe en el empeine le repercutió en un fuerte dolor de rodilla, y los médicos le dijeron algo fantasmal: tenía que dejar de marchar. Problema de meniscos. “Te imaginás, yo lo que tengo son menisquitos”. Por eso fue al debate en el Senado sobre el aborto seguro legal y gratuito en silla de ruedas. La actual vicepresidenta Gabriela Michetti la saludó educadamente al verla, y más tarde ordenó que le prohibieran el ingreso al recinto, por lo que Nora vio el debate por televisión en el despacho de Pino Solanas.
“El año pasado me regalaron la crema de cannabis y me la empecé a poner en la pierna. De a poquito, te diría que en un mes o dos, dejó de dolerme totalmente, y pude volver a caminar con bastón primero, y cada vez mejor”. Del pronóstico de inmovilidad Nora pasó a abandonar la silla de ruedas, el bastón parece cada vez más un adorno, y no deja de estar en todas partes. “Ahora en vez de bombones me regalan cannabis”. En el jardín, además de la santa rita, las azaleas y los potus, crecen dos robustas plantas de marihuana.

Feminismo, grieta y hambre

Tiene docenas de muñecas que le han regalado, varias son Noritas con pañuelo blanco y hay una con pañuelo verde. Muestra una remera con una frase que ha hecho célebre: “Ser feminista es una cosa bárbara”. El lema forma parte del Norita Fútbol Club (Las Noritas) equipo femenino que participa en la Liga Nosotras Jugamos. En la delantera de Las Noritas juega su nieta Lucía. “Y yo pedí que me den la 10”, explica la abuela, que además está asombrada porque ha sido llamada a dar una charla por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
¿Qué es lo peor que vivió, además de la desaparición de Gustavo? “La desaparición de las tres madres. Veías que los militares no se saciaban ni con los miles que se habían llevado”.
¿Lo mejor? “La resistencia de la gente, de los pueblos. Si no fuera por la resistencia pacífica y prudente que tiene este pueblo ya estaríamos con las patas de los norteamericanos acá adentro. Hay espacios que parecen pequeños pero que van frenando, sin saberlo, los avances de la derecha”.
Reconoce que fue un dolor también la separación de Madres, en 1986. “Algunas nunca dejamos de sentir que no tendría que haber ocurrido. Pero había mucha diferencia sobre las metodologías y nosotras, en Línea Fundadora, queríamos ser horizontales e independientes”. No quiere hablar demasiado sobre las diferencias en la propia Línea Fundadora. “Lo que reivindico es esa independencia, la mirada crítica. En el anterior gobierno creían que la crítica era mala leche, y eso no es cierto. Yo reconozco que lo que se hizo con el tema de derechos humanos fue histórico. No pensábamos que íbamos a ver a los genocidas juzgados. Pero eso no quiere decir que una se calle cuando hay cosas como el apoyo al modelo extractivo, o poner a (César) Milani al frente del Ejército”, explica, críticas que hizo extensivas a la Ley Antiterrorista, el pago de deuda externa, la tragedia de Once, el INDEC, el Proyecto X, y toda área atacada por políticas oficiales, el modelo científico con Lino Barañao al frente, el modelo sojero, la minería a cielo abierto, la violencia institucional, la discriminación a los pueblos originarios, entre muchos etcéteras que hicieron que no fuera ella de las participantes en los actos emitidos por cadena nacional. “Nuestra función es otra desde siempre: es ser independientes de los partidos y del Estado”.
Cuenta que su nieto Damián, el hijo de Gustavo, fue siempre partidario de la gestión kirchnerista. “Pero yo decidí que no voy a perder amigos, familiares ni ideales por la política partidista. Entonces hablábamos de cualquier otra cosa. Pero desde que está este gobierno sí que volvimos a hablar de política”, dice riéndose.
Sobre lo electoral: “Estoy mirando. No decidí qué hacer”. Una pista: en una de las últimas elecciones Nora fue con un marcador. Tomó una boleta y escribió: 30.000 detenidos desaparecidos. No al extractivismo. No a la persecución a las comunidades indígenas. No a la deuda externa impagable, inmoral y odiosa. “Lo puse en el sobre y voté. Me lo habrán anulado. No importa, saben que estuve ahí”, cuenta. “Y digo sí a la justicia, a la verdad, a la memoria, a la resistencia, a los juicios hasta que se condene al último genocida y a la recuperación de la identidad de todos los jóvenes que fueron niños apropiados por el terrorismo de Estado”.
En el área de derechos humanos cree que la gran cuenta pendiente es que se conozcan los archivos militares. “Es una burla que no los entreguen. Registraban todo, hay pruebas, y eso permitiría saber qué ocurrió con cada persona desaparecida. Pero es una decisión política que ningún gobierno quiso tomar”.
¿Cuál es su principal preocupación hoy? “El hambre. Estamos cada vez peor. Más hambre, pobreza, desocupación. Es una época de destrucción. Pero no tenemos que dejar que nos llegue el odio. Hay que resistir, pero no tenemos que perder la sonrisa, que nos hace fuertes: es lo mejor que podemos tener”.
Está perpleja Norita porque su biznieta Camila, 9 años, le dijo que los besos y los abrazos contagian gérmenes. “Pero el abrazo y las caricias estimulan las endorfinas que son lo que dan ganas de vivir. Cuando alguien está enfermo, lo acariciás, le das la mano y eso es terapéutico por las endorfinas. Así que en eso sí que tengo partido: soy partidaria de los besos y los abrazos”.

La ley

Las Madres son cada vez menos. “El año pasado murieron cuatro. Las sentimos mucho”. ¿Cómo imaginar las cosas cuando ya no queden Madres? “Yo no me imagino nada. Nunca digo que esto va a ser así o asá Lo que creo es que siempre hubo etapas con determinadas personas que vivieron y luego murieron. Es la ley de la historia, y de la vida. Ojalá nunca más tenga que haber Madres porque hay genocidios y represiones. Pero en nuestro caso, de algún modo estaremos en la Plaza. Y entonces habrá que ver qué es lo que nace” dice sin miedo y sin nostalgia, haciendo bailar esa sonrisa alimentada en la calle con abrazos y resistencia, besos y valentía, magia y endorfinas.

Memoria, verdad, justicia y Norita
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La Ronda, en la mirada de Nora Lezano

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Sexta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Esta cobertura, realizada por Nora Lezano, corresponde al ritual del jueves 14 de marzo.

La Ronda es una iniciativa autogestiva coordinada por la editora Claudia Acuña y la fotógrafa Alejandra López. Todas las semanas, unx fotografx registra la ceremonia de circular alrededor de la Pirámide de Mayo, que se sostiene hace más de 40 años.

Todo el material colaborativo será entregado a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos.

“Nunca había estado en una Ronda.

Le pedí a una amiga que me acompañara. Sentí que se jugaba por un lado algo emotivo inmenso y por el otro el miedo a lo incontrolable. Jamás hago fotos en la calle justamente porque adentro de un estudio puedo controlar todo. Antes de salir para la Plaza dejé en mi casa un llanto espeso. El día estaba nublado. Ese llanto tenía la exigencia de haberme comprometido a resolver algo desde un lugar del que no estoy acostumbrada pero también el nerviosismo de saber que iba a vivir una experiencia de la que iba a salir profundamente atravesada”.

“Y así fue que me hice parte de esa ceremonia, fluyendo en círculos con mi cámara, acompañando esa fuerza indestructible del sostener. Donde nada importaba más que SER esa RONDA”.

Sobre Nora Lezano

Fotógrafa y artista visual.

Comienza a desarrollar su trabajo en la década de los 90. Sus retratos de músicos constituyen una parte representativa de su obra.

De 1992 a 2008 trabajó como fotógrafa institucional del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En los años 2000 y 2001 la Secretaría de Cultura y Comunicación de la Nación le encargó las coberturas de los ciclos “Argentina en vivo 1 y 2”, el “Festival Internacional de Jazz”,  la “1era. Semana Argentina en Madrid”, “La historia en su lugar” y “Música clásica en los caminos del vino”.

Trabajó como fotógrafa, directora, iluminadora y videasta para proyectos performáticos, de artes visuales y cinematográficos.

Publicó en forma independiente el libro Sin sueño se duerme también y Communitas (Planeta) -en coautoría con E. García Wehbi-.

FAN, la retrospectiva de sus años en el rock, se presentó desde el 2015 a la actualidad, en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario, el Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata, el Museo Boggio de Chivilcoy, la Biblioteca del Congreso Nacional, la Casa de la Cultura de Entre Ríos; el Centro Cultural San José, de Olavarría,  el Museo de Bellas Artes de La Plata, el Espacio Contemporáneo de Arte Eliana Molinelli de Mendoza, la Planta Alta de la Estación Belgrano, en Santa Fe y en la Universidad Nacional de Quilmes.

Junto a las fotógrafas Andy Cherniavsky e Hilda Lizarazu, en el Palais de Glace, presentó la muestra LOS ÁNGELES DE CHARLY, una celebración a la obra de Charly García.

INVENTARIO, que incluyó una serie de objetos, fotografías y material fílmico y sonoro del archivo personal de la artista, además de una performance, se presentó en la Bienal de Performance 2019.

Desde 1996 sus fotos ilustran el suplemento RADAR del diario Página/12 y desde el año 2015 realiza las fotos de los calendarios de la Fundación Viva la Vida por el Bienestar Animal.

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Nota

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

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Quinta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, que se propone transmitir el valor de la constancia, de los pies en el espacio público, de la gota a gota que horada la piedra, la no violencia contra la violencia, su valor social, su peso histórico, sus 40 años de coreográfico diseño: media hora, todos los jueves. Esta cobertura fue realizada por la fotógrafa y artista visual Martina Perosa.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

“Desde hace tiempo me interesa la relación entre fotografía y movimiento. Hay un trabajo que me parece muy interesante, que me inspiró en esta búsqueda, que es la serie fotográfica de Muybridge que logra documentar el rápido trote de un caballo en el aire. Mediante esta serie intentaba demostrar, frente a la teoría opuesta de algunos periodistas deportivos, que hay un momento de la carrera en el que los cuatro cascos del equino están en el aire. Esas series en movimiento abrieron una nueva discusión en la historia de la fotografía, que incluso dieron comienzo al cine”.

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

“Siempre me interesaron estos cruces interdisciplinarios entre las diferentes ramas artísticas como el cine, la fotografía y la danza. Pensando la ronda de Plaza de Mayo, me punzaba mucho la idea de coreografía. Una repetición constante todos los jueves, durante cuarenta años, por media hora. Una serialidad. Una duración y tiempo concreta. En un espacio determinado. Unos cuerpos, y una relación entre ellos, con una calidad de movimiento que a lo largo de los años fue mutando según el contexto: explosivo, suave, sutil. Y una música que hilvana el movimiento, los sonidos de la calle y el grito popular”.

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

Sobre Martina Perosa

Artista visual, nacida en la ciudad de Buenos aires. Su formación se centró en distintas disciplinas artísticas, que hoy confluyen en su obra. Estudió cine, indagó en el teatro, la performance y danza contemporánea y luego se especializó en talleres de fotografía y  clínicas de obra. Esta multiplicidad de intereses le permitió construir una mirada interdisciplinaria sobre la fotografía con un principal interés en el movimiento, y en la potencia de la imagen para construir ficción y contar historias. En 2019 editó su primer fotolibro “Shinsekai”, finalista del Premio Publicación Latinoamericano en el FELIFA 2021 y en diciembre 2023 editó su segundo fotolibro Proyecto Dallas.

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