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El mapa del tesoro
Son cifras siderales, en verdad imposibles de imaginar. Y sin embargo son reales: lo escondido a través de paraísos fiscales por los más ricos del mundo –el 0,1 por ciento de la población mundial– podría ser tanto como 7,6 billones (millón de millones) de dólares. Eso es más de un tercio (2,3 partes) de la riqueza sumada de todos los habitantes de Estados Unidos. Por Andrés Alsina, para Brecha.
Hay una flor y nata entre estos millonarios. Los más ricos entre los muy ricos que conforman ese grupo del 0,1 por ciento son las 100 mil familias más acaudaladas del planeta. Para pasar por el ojo de la proverbial aguja e integrar ese tan selecto paraíso se debe tener al menos 30 millones de dólares. Esos elegidos que se sientan a la derecha de Plutón, dios de los infiernos pero también de la riqueza, son propietarios de algo más de un tercio de esa riqueza de 7,6 billones de dólares. Eso es lo que calcula el economista de Berkeley Gabriel Zucman, ayudante de Thomas Picketty, el destacado economista francés autor de Capital en el siglo XXI.
En cuanto al total del dinero que se maneja a través de los paraísos fiscales, en 2010 se estimaba entre 21 y 32 billones de dólares, cifra que desde entonces viene aumentando a razón de 16 por ciento anual y que el año pasado oscilaba entre 24 y 36 billones, según Foreign Affairs del 12 de abril. Es difícil la precisión tratándose de estas sumas siderales, pero el trabajo de Picketty se basa en la convicción de que la verdadera dimensión de la inequidad económica es invisible, pues escapa a cualquier parámetro de riqueza que pueda manejar el gran público. A esa riqueza que se maneja a través de las sociedades offshore se le debe agregar el resguardo offshore de entre 5 y 10 billones de dólares en bienes no financieros: resulta prácticamente imposible imaginar esa montaña de bienes inmuebles, oro y otros metales preciosos, gemas, arte, incunables y otros libros raros, automóviles, íconos religiosos, colecciones variadas, yates, barcos, submarinos, jets privados, establecimientos rurales, minas, bosques y pozos petroleros.
Los 11,5 millones de documentos que se filtraron en el caso de los Panama Papers son una parte imprecisa de los 370 mil negocios offshore que alberga Panamá, y para el lunes 9 de mayo el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (Icij, por sus siglas en inglés) anuncia “la mayor revelación jamás hecha sobre compañías offshore y la gente tras ellas”, lo que incluirá “más de 200 mil compañías, fideicomisos, fundaciones y fondos incorporados a 21 paraísos fiscales, desde Hong Kong a Nevada, en Estados Unidos”.
“Incorporados” es una buena palabra para adentrarse en el mecanismo del que las offshore forman parte. Pues los arquitectos y controladores del tráfico de esta auténtica industria global de manejo de dinero negro son los grandes bancos, los 50 más grandes del mundo, como el Hsbc, Ubs, Credit Suisse, Citigroup, Bank of America, Royal Bank of Scotland, Barclays, Lloyds, Standard Chartered, J P Morgan Chase, Wells Fargo, Santander, Credit Agricole, Internationale Nederlanden Groep (Ing), Deutsche Bank, Bnp Paribas, Morgan Stanley y Goldman Sachs.
Desde la década del 70, cuando la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) logró un significativo aumento del precio del crudo y generó una crisis, estos bancos estuvieron a la vanguardia en asociar a poderosos inversores a su clientela, y los ayudaron a mover sus riquezas a los pagos brumosos del offshore. La arquitectura del sistema debe necesariamente incluir paraísos fiscales dispuestos a arrendar su soberanía fiscal a cambio de que el dinero les llegue. Otorgan anonimidad para el huésped y para su capital corporativo, para su propiedad intelectual y sus bienes no financieros, y un estricto secreto bancario que lo aleja de impuestos, regulaciones y la ley de su país. La gracia del asunto es que el dinero no se queda allí, porque estos súper ricos son tan temerosos como los pequeños burgueses asustados de Bertold Brecht. Los paraísos fiscales no pueden ser, por lógica, laxos en su legislación, cómplices en el secreto bancario y además tener un sistema policial, judicial y político riguroso. Por lo tanto, no son un lugar seguro para guardar plata; sí para lavarla. Una vez seca y planchada, la platita vuelve al circuito financiero a través de los grandes bancos. Así llega a mercados con todas las posibilidades de movimiento a su favor, gerenciamiento del mejor nivel y estabilidad política y financiera.
En esos territorios a los que la plata negra va primero no se puede invertir porque su mercado de capitales es muy pequeño, como lo es el uruguayo. La inversión posible en esos casos es con el capital protegido por una legislación especial (como el régimen de zonas francas) y además favorecido por beneficios extraordinarios (como no pagar peaje por el paso cotidiano de barcazas de celulosa rumbo al puerto de Nueva Palmira), y hecha en nombre del aporte de tecnología y capital productivo para la explotación de recursos naturales, que son en esencia lo que estos territorios tienen como base de su economía. Por eso, por más genuflexa que sea su soberanía impositiva, estos estados son suplantados para ciertos propósitos por jurisdicciones onshore como la ciudad de Londres, Suiza, Delaware, Nevada, Luxemburgo, Dubai, Singapur, Malasia, y Hong Kong. El gran capital tiene todas las opciones a su disposición.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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