Nota
Atlántida: los despedidos por un directorio invisible
El jefe de redacción de Billiken fue echado mientras su bebé está en terapia intensiva. El empleado de archivo, despedido porque no estaba capacitado para el puesto después de 26 años de trabajo. La subdirectora de Gente recibió el telegrama en medio de una licencia médica. Estas son algunas de las situaciones que no pudieron discutirse ayer, cuando el cuerpo de delegados de trabajadores de Editorial Atlántida tuvo su primer audiencia en la Secretaría de Trabajo luego de los 17 despidos anunciados esta semana. No se presentó nadie del directorio de la empresa sino dos abogados que los trabajadores nunca habían visto y que plantearon un procedimiento preventivo de crisis. En la calle, continúan exigiendo las reincorporaciones. Reflexiones sobre la comunicación, la hipocresía y el poli-odio, en otra escena del fin del periodismo.
El 28 de diciembre de 2018, el jefe de redacción de la revista Billiken, Nahuel Machesich, fue papá. Su segunda hija nació prematura: 30 semanas de gestación y sólo 915 gramos de peso. Hace 45 días que está en unidad de cuidados intensivos en el Sanatorio de los Arcos, en el área de neonatología. Por eso, cuando empezó la primera tanda de despidos en Editorial Atlántida, Nahuel -40 años, 12 en la empresa- pensó que tendrían en cuenta su situación. Su resumen lo dice todo: “No les importó nada”.
Hace una semana llegó a trabajar como todos los días. Se encontró con un empleado del personal de intendencia con una lista en la mano que decía quién podía entrar y quién no. “No me voy a olvidar nunca más esa metodología. Fue muy violento. Ni siquiera, después de 12 años, pude entrar a mi lugar de trabajo a retirar mis pertenencias. Y no sabés lo que generaba esa puerta para quienes sí entraban: un miedo disciplinador”.

Foto: Lina Etchesuri
El miedo y la bronca se expandían mientras a cada trabajador y trabajadora le llegaba un telegrama con falsas causas de despido. Nahuel no fue la excepción. “Semanas atrás hicimos un paro interno en la revista, retrasando el cierre por tres días, porque había un conflicto con los colaboradores permanentes: dibujantes, ilustradores, y otros. Les bajaron mucho el sueldo porque empezaron a discontinuar otras publicaciones como La Valijita. El telegrama da risa: aducen que no avisamos que íbamos a tomar esa medida. No solo es mentira, sino que vulneran el derecho de protesta”.
En Billiken echaron a cuatro de los siete profesionales de planta: el jefe de arte, el jefe de redacción y dos redatoras. Una de ellas, Yasmina Dátola, entrevistada en el primer artículo de lavaca sobre los despidos, se enteró mientras estaba de vacaciones, aún en período de lactancia: tiene un bebé que cumplirá un año en abril.
Nahuel recuerda que la nueva gestión de la Editorial asumió a mediados del año pasado con un acto en un hotel en el que comunicaron que no habría despidos.
Hoy se encuentra en un acto frente al centenario edificio, en Azopardo 565, a la espera de que el cuerpo de delegados vuelva de una audiencia en la Secretaría de Trabajo, el mismo lugar en el que la semana pasada estaban los trabajadores gràficos de La Naciòn recamando contra el cierre del taller y los consecuentes despidos.
El diagnóstico de Nahuel se hace general: “No tienen empatía ni sensibilidad con nada”.

Foto: Lina Etchesuri
Gente y Paparazzi sin firmas
Lxs trabajadorxs se declararon en estado de asamblea permanente y con cese de actividades periódicos luego de los despidos, que son una tendencia iniciada varios años antes. El delegado Féliz Vallejos describió a lavaca que habían sido 28 en 2016 y otros 25 en 2017. En ese momento, la patronal aún era la mexicana Televisa. A comienzos de 2018 comenzaron a irse del país. El CEO de la empresa, Luis Castro, quedó como supuesto dueño y a mitad de año vendieron el Grupo a un fondo de inversión anónimo. Nadie puede especificar quiénes son los actuales propietarios o integrantes de ese fondo.
La primera señal de esta nueva tanda de despedidos ocurriò cuando Billiken (que en noviembre cumpliría 100 años de existencia) modificó su frecuencia semanal y empezó a ser mensual. Luego, a comienzos de año, Atlántida dejó de imprimir La Valijita, Para Ti Tejidos, Para Teens y Para Ti Mamá, lo que dejó a muchos colaboradores sin trabajo.

Foto: Lina Etchesuri
¿Qué pasó entonces en la audiencia en la Secretaría de Trabajo?
Vallejos cuenta a lavaca: “Se presentaron dos abogados que no trabajan dentro de la Editorial. Primera vez que los vimos. No fue nadie del directorio. Y lo que hicieron fue presentar un procedimiento preventivo de crisis, con lo cual la situación se agrava porque nosotros fuimos a discutir la reincorporación. Quieren profundizar la crisis, fijar una reducción parcial de los compañeros que se queden trabajando con una consecuente reducción de las indemnizaciones. La situación es preocupante”.
Esta semana, tanto Gente como Paparazzi saldrán sin firmas.
La Secretaría de Trabajo fijó una nueva audiencia para el próximo martes a las 13 horas.

Foto: Lina Etchesuri
Periodistas argentinas
A José Marchece, 52 años, le llegó un telegrama que decía que, después de una supuesta evaluación laboral, la empresa concluyó que no servía para el puesto. “Es un delirio: hace 26 años que trabajo en el archivo general. Entré en el ´93. A mi jefe, por ejemplo, no le preguntaron nada. Y con esa mentira quieren evadir la indemnización y dejarte en la calle con pibes que no tienen para morfar e impuestos que no podés pagar. Desde que asumió esta gestión, no sólo no pusieron un peso sino que se dedicaron a echar”.
En la puerta de Editorial Atlántida, durante el acto, hay profesionales de Tiempo Argentino, Telefé, TV Pública, Página/12, Clarín, Télam (aún en batallas judiciales por los despidos del año pasado) y C5N (la Justicia comercial embargó la cuenta para que el personal perciba sus salarios), nucleados en el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA). Y el apoyo de medios autogestivos, como Cítrica, Barricada TV y lavaca.
También hablaron representantes del colectivo Periodistas Argentinas: “Estamos abrazando a compañeras que están trabajando, que sufren la humillación del método que estamos viendo acá. Tenemos que tejer el Nunca Más pueden abusar de trabajadoras y trabajadores. El caso de Atlántida refleja que hay pauta oficial sin saber quiénes son los dueños. Y acá hay trabajadoras con miedo. Con terror. Eso es abuso. Están siendo violentadas. Y hay que ligar las luchas que estamos dando: esto también es violencia machista. No están solas, compañeras: hay organización gremial y hay abrazo”.

Foto: Lina Etchesuri
Arte en la calle
En ambas esquinas de la Editorial hay presencia policial. “Me recuerda a cuando fuimos echados de Clarín en 2001”, dice a lavaca Laura Teicher, subdirectora de arte de Gente. Es otra de las profesionales despedidas desde mediados de enero, después de 13 años de trabajo.
“Empecé haciendo coleccionables de Para Ti, diagramaba sola”, cuenta, sentada en el cordón de la vereda. “Después seguí en Para Ti Chile, también sola. Es decir: había muestras de mi capacidad de trabajo. Pero me echaron con supuesta causa. Fui una de las primeras. El telegrama llegó el 16 de enero y yo lo fui a buscar el 17. Estaba con certificado médico. Tuve una crisis de nervios por un tema personal, me contuvieron en Recursos Humanos, me dijeron que me tranquilizara y me fuera a mi casa. Pedí hablar con alguien del directorio, dijeron que estaban al tanto, que les parecía bien. Pero tres días más tarde estaban escribiendo el telegrama diciéndome de todo: ineficiente, mala compañera, mala conducta, mal desempeño. Era extenso. Y muy agresivo”.

Foto: Lina Etchesuri
-Un comentario común en la calle hoy es que pocas veces se vieron despidos en prensa con causas inventadas.
-Yo tengo 59 años, 35 de trabajo en periodismo. Soy diseñadora gráfica desde 1983 y trabajo desde entonces. Fui una de los 130 despidos de Clarín del 2001. Quiero decir: no es la primera vez que recibo un telegrama. Clarín, por ejemplo, despidió a todo su plantel de delegados pero los indemnizó peso por peso. Yo era jefa de arte en Viva. Pero lo que pasa acá es muy mentiroso, es la hipocresía a flote. Claro que es inaudito. Pero ojo: no es solo un achique, es una política de país y de medios de comunicación. No es en vano: es buscar medios que después respondan a los intereses del poder. Nuestra ciudad es un caos, la gente come de la basura, se duplicó la cantidad de indigentes… pero las plazas están preciosas.
-¿Cómo se vivió desde adentro?
-Esta es la tercer oleada de despidos. Y la incertidumbre: tenés un directorio que plantea en una gran fiesta inaugural un esquema de 50 metas, pero se olvidaron de mencionar el país en crisis, la falta de consumo, las fábricas que cierran. Yo ya estaba pensando en la última etapa de mi vida, en mis nietos, en mi jubilación. Ahora vuelvo para atrás. Y te lo digo yo, que soy hija de una época donde había revistas en los kioscos para todos los gustos. Ahora están destruyendo los gustos. Porque, ¿qué vale una sociedad sin cultura? El periodismo es cultura. Es poder pensar. Reflexionar. Cuestionar. Siempre dudar de lo que te dicen. Y eso es lo que están matando.

Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
Nota
Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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