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Jornada qom en la 9 de julio: «Queremos vivir»

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Este 23 de febrero se cumplen 3 meses de la represión y muerte contra los Qom en la colonia La Primavera, Formosa. Por eso acampan desde hace dos meses en 9 de Julio y Avenida de Mayo, Buenos Aires, sin escuchar una sóla respuesta a sus reclamos. Cómo es una jornada de quienes no quieren ser invisibles.

(Para conocer los hechos anteriores visitar éste link o consultar el número de la revista MU nº 41, de diciembre 2010). “Cansados de tanta marginación y olvido en nuestra provincia y sin tener respuesta a los graves problemas que aquejan a nuestra gente, de muerte, apriete, persecución, falta de agua y mucho más, por parte del Gobierno de la Provincia, venimos de cara hacia nuestros hermanos argentinos desde la carpa aborigen, a solicitar a la hermana Presidenta de la Nación, que nos reciba para darnos solución principalmente a la restitución y titularización de nuestras tierras que nos pertenece desde nuestros antepasados.” Esto decía el documento que ayer distribuían libremente los miembros y amigos de la comunidad qom.
Jornada qom en la 9 de julio: «Queremos vivir»
En el asunto conviven dos persistencias: una, la de los representantes de la comunidad qom, que atrincherados entre autos que tejen de sol a sol una caravana permanente, entre altos edificios burocráticos y comerciales, esperan una respuesta definitiva que les permita volver a sus casas; la otra, la del gobierno nacional, que insiste en la indiferencia.
Un poco más lejos, en Formosa, la relación se repite, acaso con elementos distintos: el maltrato no se ejerce por ausencia. Los grupos de policía son los encargados de dialogar con la comunidad; el lenguaje que usan es el de la persecución.
La jornada del miércoles 9 de febrero – que en todo momento se aclaró no era de festejo, sino de denuncia- comenzó con una batucada, mientras un fuego crecía en homenaje a los cuatro elementos. Los percusionistas, junto con bailarinas de todas las edades y algunos perros, pasaron lentamente a copar la 9 de Julio. Al tiempo que seguía la danza sobre la calle cortada, se instalaron pancartas, carteles y afiches de denuncia y apoyo para anoticiar a todos los curiosos que pasaban. Otros, menos curiosos, se dedicaban al insulto. Agotados los tamborileros, se hizo cargo del sonido el cantante de las Manos de Fillipi, y solo con su guitarra, se dedicó a los temas de protesta. Después, dio paso a un típico trío de folclore. Cuando Félix Díaz, representante elegido por los qom, se subió al escenario para hablar, ya era de noche. Félix, que no había aparecido en toda la jornada, parecía muy cansado y casi demacrado, con la piel teñida de un color aceitunado que asustaba . Para quien está acostumbrado a tener una vida mucho más agreste, en un terreno menos malicioso –aunque ahora los acosen los venenos agroquímicos-, rodeado de plantas, animales, se entiende que casi tres meses en pleno centro sean causantes de cierta decadencia. Pero Félix asegura que tiene fuerzas y que no va a volver hasta que no les devuelvan lo que reclaman: sus tierras. Con la mirada amargada y perdida, dijo: “No queremos esperar que nos tengan lástima. Nosotros no tenemos nada que negociar; lo que pedimos ya está escrito.”
Lamentándose, aseguró que algunos miembros de la comunidad estaban viajando –exigidos por el gobierno- hacia Buenos Aires solamente para tramitar sus documentos, esos que les fueron arrebatados e incendiados en su tierra natal, Formosa. Félix se preguntaba: “¿Por qué tenemos que acudir una Corte Interamericana, si el nuestro es un país independiente?”. Denunció al Instituto encargado de los asuntos indígenas, pero que nunca “ni se preocupó, ni se acercaron para nada. Viven a costa de nuestros pueblos, tienen altos salarios solo para seguir matándonos.”
“No queremos ser invisibles. No queremos que venden nuestros ojos o que nos manejen con monedas. No queremos sobrevivir. Queremos vivir.” Esas fueron las palabras de Félix. Del otro lado persevera el silencio.

fotos: Imagen Insurrecta

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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