Sigamos en contacto

Nota

Policía sin cuarentena y la brutal golpiza a un joven de 22 años: “Me decían que tenían una bala para mí”

Publicada

el

Un joven de 22 años llamado Enzo relató a lavaca cómo fue golpeado por efectivos de la Policía de la Ciudad el viernes por la tarde. Una médica constató las lesiones y el estado de pánico del muchacho. Otras dos denuncias reflejan cómo la violencia policial no entra en la cuarentena, sino que se exacerbó con las medidas de control: cuatro cuidacoches en situación de calle en Bahía Blanca y un militante del Movimiento Evita que trabaja en un merendero en la Villa 31 también contaron abusos. “Vemos con preocupación que la policía detenga personas por ir a buscar un plato de comida”, reflejaron. La situación de comedores, femicidios y represión: las denuncias con datos concretos que suman territorio desde La Garganta Poderosa.

“Me tiraron al piso, gas pimienta en los ojos, me golpearon dentro del patrullero y me dijeron que tenían una bala para mí. No puede ser así: la policía se está aprovechando mucho”. El relato de Enzojoven de 22 años, monotributista, trabaja instalando equipos de aire acondicionado y repartiendo delivery por las noches-es otro de los testimonios que revelan las crecientes denuncias por violencia policial en los barrios en medio del despliegue de las diversas fuerzas para custodiar el cumplimiento de la cuarentena.

Enzo vive en Flores con su novia. Esa tarde fueron en moto hacia la casa de los padres de ella, en el barrio de Paternal, a buscar materiales de estudio, porque está terminando el secundario. Previo a eso, Enzo pasó a ver a su mamá. “Es pensionada, discapacitada, y cuida a una señora. Fui a ver cómo estaba. De paso, me dio algo de comida”.

Eran las siete de la tarde cuando ya estaban saliendo de la casa de la joven. Cuando sale a la calle, Enzo ve a mitad de cuadra un oficial de la Policía de la Ciudad caminando en su dirección, a los gritos. Lo que sigue es la reconstrucción del joven a lavaca.

“Una bala para cada uno”

“Estaba con mi cuñado y mi novia. Cuando salimos, vemos que el policía se acercaba gritando: ´¿Qué están haciendo ustedes afuera? ¿Se piensan que esto es una joda, pendejos?´. Nos quedamos mirando a ver si era para nosotros, porque ya nos estábamos yendo. Sí, era para nosotros. Se acerca, se acerca, y se me pone al lado. ´¿Qué están haciendo acá, pendejos?´, me dice. Y me empuja. Ahí le digo ´pará, pará´, y lo empujo yo también. Y ahí me pega. Vino directamente a pegar.

Agarra un palo y me empieza a tirar palazos. No me pega ninguno. Entonces saca el arma. Cuando la saca, me levanto la remera diciendo que la guarde que yo estoy desarmado. La guarda. En ese momento aparecieron muchos policías más y me empezaron a pegar. Me tiraron gas pimienta en los ojos. Me pegaron muchísimo: tengo marcas en todos lados. Me tiraron al piso, me seguían pegando. El vecino pedía que no me peguen más, la mamá de mi novia se tiró encima para cortar todo. Hay un video donde se ve que un policía la empuja. Sale el padre de mi novia, y también lo detienen, porque intenta separar: lo tiran arriba del auto y le empiezan a pegar. También a mi cuñado. Nos detienen a los tres. Pero a mí me llevan a un móvil solo.

Acá cerca hay una villa, La Carbonilla le dicen, y me llevan para ahí. Antes, me siguen pegando. Después me tiraron gas pimienta de nuevo. No podía respirar. Me decían:

-¿Así que te gusta pegar a policías? Mirá cómo llorás, maricón. Seguí llorando.

A los 20 minutos me llevan a la Comuna 15, que está en Lacroze y Guzmán. Cuando me bajan y los policías me ven, no me querían recibir porque estaba todo golpeado. Me dejaron un rato ahí. Se me caían los mocos.

-Quedate ahí, pendejo -me decían.

-Pero soltame un poco las esposas, no doy más, por favor -les pedía.

-Callate la boca y quedate ahí -me contestaban.

Me dejaron media hora. Al rato escucho que piden que me lleven a General Paz y no sé cuál otra, y que quede detenido allá. No me querían llevar porque estaba muy golpeado. Cuando me meten al móvil, ya estaban mi suegro y mi cuñado. Cuando llegamos, el policía de la reja dijo que primero vaya al hospital y después volviera, así me podían recibir. Ya no quería saber más nada. Les dije, por favor, que si ellos no me iban a golpear, necesitaba quedarme ahí. Me dijeron que nadie me iba a golpear. Me terminaron dejando ahí.

Me lastimaron mucho. Tengo marcas de la tonfa en la cara, en el brazo, el codo hinchado, raspaduras. No se lo deseo a nadie.

Estoy asustado. Cuando nos estaban pegando, a mi cuñado y a mí nos dijeron que tenían una bala para cada uno. Una locura: habíamos ido a buscar cosas porque mi novia tenía que entregar un trabajo. Pasamos por lo de mi mamá, también: nos dieron comida, lavandina, para que tengamos estos días. Me patearon todo. Y me sacaron la plata que tenía.

Cuando me sueltan, al mediodía del sábado, no tenía ni la SUBE. Me tomé un colectivo y le pedí al chofer si me podía llevar. Me llevó hasta Lacroze. Ahí me fui caminando.

Y llegué a lo de mi mamá”.

Abrir los ojos

La médica Lucía Scrimini volvía a su casa de hacer las compras cuando vio en la puerta a una señora llorando y a un joven muy lastimado. Era Enzo. “Estaba todo lastimado, golpeado y muy angustiado”, dice Scrimini (71 años) a lavaca. “Además, estaba desesperado porque no tenía constancia médica de las lesiones. Como tengo experiencia militante, y viví todas las dictaduras, les orienté con la denuncia. Y constaté los golpes”.

La médica constató:

  • Conjuntivitis (por gas pimienta).
  • Luxación y golpe inflamatorio en articulación de codo.
  • Inflamación de muñecas por esposa y esguinzados.
  • Escoriaciones por golpes en zona izquierda de cabeza y oreja.
  • Escoriaciones en espalda.
  • Escoriaciones en rodillas y hematomas en hombros, piernas y brazos
  • “Estado de pánico con toda la sintomatología: angustia, palpitaciones, llanto. Recibió amenaza de muerte con arma de fuega (aumenta la angustia con el relato)”.

Enzo acudirá este lunes a hacer la denuncia.

Scrimini le dio indicaciones para calmar el dolor. Su lectura de lo que pasó: “Pude verlo porque eso sucede cuando abrimos los ojos. Esta cuarentena lo que hace es darle poder a represores, y así estamos muy lejos de producir cuidados. Porque, ¿a quién beneficia esta cuarentena? A muchas personas de clase media, que tienen donde estar. ¿Qué pasa con quienes no? ¿Con quienes no tienen un techo, o las personas que tienen que ir a comedores o hacer largas colas para algo de comer?”.

Sin techo y sin merendero

Las preguntas de la médica Scrimini resuenan con dos nuevas denuncias que llegan en la mañana del domingo. El Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) denunció que la policía de Bahía Blanca desalojó y detuvo a cuatro cuidacoches en situación de calle que se habían instalado en una vivienda abandonada para pasar la cuarentena. “Allí fue donde las fuerzas de seguridad aprovecharon para realizar un desalojo violento”, denuncia la organización en un comunicado. “Martín, referente del MTE de Bahía Blanca, intervino ante los balazos de goma que constan en el informe policial, y sufrió una detención arbitraria”. Y apunta: “No hace falta mucho sentido común para darse cuenta que es imposible realizar la cuarentena si no tenés un techo”. La causa tramita en el Juzgado Federal N°1, a cargo del juez Walter López Da Silva.

A su vez, la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) denunció que la Policía de la Ciudad detuvo en el barrio Mujica (en la villa 31) a Brian Agustín Regules, militante del Movimiento Evita y trabajador del merendero “El Futuro es Nuestro”, acusado de violar la cuarentena.

Textual del comunicado:

  • “Él mismo (Regules) se encontraba en su casa y salió al enterarse que la policía estaba esposando y queriendo detener a su pareja, que estaba yendo a buscar una ración de comida a uno de los comedores del barrio”.
  • “Sin mediar palabras la policía detuvo a Brian, a pesar de que se acercó de manera tranquila y pacífica y que el inciso 8vo del artículo 6to del DNU 297/2020 que establece la cuarentena obligatoria exime a lxs trabajadorxs de comedores y merenderos de la cuarentena obligatoria al considerarlo un servicio esencial, entendiendo su carácter imprescindible para garantizar el abastecimiento y alimentación de millones de personas que no pueden salir a ganarse la diaria y dependen de la asistencia alimentaria”.
  • “El cumplimiento de la cuarentena es el imperativo y la tarea que todxs nos venimos dando. Para que ésta sea posible es fundamental que la policía, en vez de buscar intimidar, garantice el adecuado cumplimiento de la ley y no obstaculice el funcionamiento de los comedores y los merenderos”.
  • “Vemos con preocupación que la policía detenga personas por ir a buscar plato de comida”.

Denuncias y verdades de La Garganta

Texto publicado por Nacho Levy, referente de la organización barrial La Poderosa, presentado como un informe especial sobre otro grupo de riesgo: las villas.

Durante toda esta larga noche de cuarentena, noche de sol, noche a cualquier hora, noche cayendo sobre los barrios, no hallamos horarios para sentarnos a escribir, ni para sentarnos a discutir, ni para sentarnos. Vomitando corolarios imposibles para conmover a funcionarios inconmovibles, tosiendo campañas de donaciones en las redes y caminando por las paredes, entre los yugos de verdugos que nos ponen de cuclillas y la curva del dengue disparada cada día más arriba, nuestras villas también están entrando a terapia intensiva, sin respiradores para los comedores que siguen salvando abuelas e hijos, sin guantes ni barbijos para sus laburantes. Sin agua, sin platos, sin bidet y sin datos para Internet, ni siquiera para el ANSES, tampoco hubo tiempo de contestarle a la televisión, donde los miedos continúan al acecho y la indignación fluye con total naturalidad, como si todos tuvieran un techo y derecho a la dignidad. A los noticieros, como a los medios compañeros que acercaron su solidaridad, hoy les agradecemos con todas las gargantas de nuestra comunidad y les traemos algunos esbozos de respuestas a esas preguntas pospuestas que no buscan volverse un reproche, pero sí buscan la cura para la hipocresía que contagia la sobreinformación, porque hoy la noche es más oscura. Y se viene el día en tu corazón.

………………………………………………….

– ¿CÓMO SE VIENE LLEVANDO LA CUARENTENA EN LAS CASAS DONDE LA CUARENTENA NO TIENE TAN LINDAS CASAS?

* Como se puede, como se puede porque inevitablemente se complica, tal como lo indica la experiencia en la supervivencia de quienes han debido enfrentar a la malaria, en largas décadas de resistencia comunitaria. Ahí está nuestro capital. Porque sí, el coronavirus distingue clase social y no es lo mismo quedarse en la casa cuando la casa tiene todos los servicios vitales, que cuando la caza se vuelve un cóctel de trampas mortales. Y no tengan dudas: estamos haciendo todo lo humanamente posible para minimizar los riesgos en cada comunidad, pero hoy más que nunca necesitamos la empatía del resto de la sociedad, para esos hombres y mujeres con la suficiente ternura como para seguir lavando verdura, mientras tantos moralistas se resisten a cortar el alambre. Ni cocineros, ni cocineras, son los terapistas del hambre.

* El coronavirus llegó para sumarse a las demás epidemias que venían azotando a las villas con impunidad: el riesgo eléctrico, la precariedad, esos cables asesinos que no por mala suerte fueron causal de muerte, los incendios, la desocupación en la batalla, la desnutrición que trae déficit de talla, la narcopolicía, los pobricidios, la trata del terror, los femicidios con silenciador… Una infinidad de epidemias que no supieron infectar a toda toda toda la sociedad: hay que frenar la pandemia de la desigualdad.

* Según el último relevamiento que realizó nuestro propio Observatorio Villero, hoy están viviendo entre 4 y 10 personas en cada hogar, acomodadas así, “como se puede”; la casa de mi vecina es la casa de 19.

* Sólo este año se registraron 1833 casos de dengue en la Ciudad de la posverdad. Sólo en las comunas del sur, 1091. Sólo en la última semana, sumamos 450. Sólo en la Villa 21, hubo 214. Pero fíjense qué curioso, qué impredecible, qué inimaginable: justito ahí, en la Villa 21, el 70% no tiene agua potable. Y entonces para lavarse las manos, debe juntarla dentro de cacharros que se hacen lugar en el hacinamiento, escondiditos en cualquier rincón: el dengue llega y entra, con tarjeta de invitación.

* El 40% de la población del barrio Los Álamos, en La Matanza, padece enfermedades cardíacas o complicaciones respiratorias debido a las inundaciones, afecciones que dificultan todavía más el encierro en la imposible soledad, soledad en el tumulto, soledad en la humedad. Todas esas condiciones imponen las limitaciones del “QuedateEnCasa” si se pasa por alto la necesidad: cuando el cuerpo rechaza un remedio, quizá esté padeciendo alguna otra enfermedad. Seamos sinceros, hoy los curas villeros y también el propio gobierno están buscando recetas que se puedan ir ajustando, subrayando que por supuesto no significa esto ningún tipo de habilitación para que salgan a boludear los que se aburren en su sillón. Y sí, ahí está la razón del terror que nos enferma, el temor a la eventual circulación interna.

* En innumerables casos y casas del hábitat informal, no existe ni siquiera la infraestructura sanitaria esencial, como bien se puede ver en Entre Ríos, al sur de Paraná, donde muchas familias pasan semanas sin una sola gota de agua, porque no pueden inventarla, ni salir a comprarla. ¿Cómo te relajás? Por más que se indignen, se salgan de sus cabales o se cansen de pontificar en sus editoriales, hay muchísima gente que no se lava las manos cada dos horas, no porque no quiere, ¡porque no puede!

………………………………………………….

– ¿CÓMO SIGUEN FUNCIONANDO LOS COMEDORES DE LOS BARRIOS CUANDO LOS FUNCIONARIOS QUE SIGUEN MORFANDO DEJAN DE FUNCIONAR?

* Siguen funcionando por amor al amor, gracias al motor comunitario que fabricó la villa en 70 años de resistencia, esa conciencia colectiva que le permitió sobrevivir a la deriva, a las topadoras de la dictadura, al neoliberalismo de los 90, al ayuno del 2001 o al cinismo del chocobarismo, porque la villa entendió clarito que acá nadie se salva sólito. Y en esa trayectoria de nuestra cultura comunitaria que recién ahora el mundo pareciera comenzar a valorar, ¡ahí está el pulmotor que nos hace respirar!

* Funcionan mal o funcionan bien, también gracias al entramado de organizaciones sociales, nos caigan bárbaro o no tan bárbaro, porque son esos vagoschoriplanerosceosdelapobrezaquevivendelestado quienes dejan a sus familias de lado para presionar las respuestas a las preguntas que se ahogan en la grieta de la impunidad, cuando la mezquindad puede más que cualquier pandemia, cuando niegan los recursos para los alimentos o cuando tenemos que profundizar determinados pronunciamientos, poniendo en riesgo su estética de tipos buenos, porque su imagen les preocupa más que los estómagos ajenos.

* Funcionan porque la dignidad no tiene frenos, porque si no funcionaran, la curva del Coronavirus hoy estaría infectando al ARSAT. Y entonces ahí están, entregando viandas para que no se produzcan aglomeraciones, haciendo el delivery que no pagan las jubilaciones y abrazando con empatía a los inmunizados del pan de cada día: albañiles, recicladoras, ayudantes, vendedoras ambulantes, trabajadoras y trabajadores de la economía informal que, cuando dejan de laburar, ¡dejan de morfar!

* Funcionan con la energía que provee la rebeldía, barriendo la mugre de la alta sociedad, porque brota la necesidad de darle una respuesta urgente a esos bidones de detergente que no están donde deben estar, porque nadie los puede pagar. No es fácil ni barato conseguir los productos de limpieza que permiten mantener impecables los merenderos de tantos, ni sus cocinas listas, ni sus pisos brillosos, ni sus pulcras piletas, como lo exigen tantos panelistas desde sus maravillosos planetas…

* Funcionan porque la vida importa y porque, cuando se trata de comida, la explicación es corta: a espaldas de todos los reconocimientos, los comedores de Rosario triplicaron la demanda de alimentos. Y en el barrio platense Los Hornos, hoy se va en almuerzo lo que antes también cubría la cena: se duplicó la demanda con la cuarentena.

* Funcionan como sea pero funcionan igual. Y menos mal que funcionan, incluso en la Capital Federal, donde gobierna la prepotencia de una casta aria, con sus “tres vías” para la “””asistencia””” alimentaria: 1) Mediante las escuelas, que siguieron repartiendo los mismos sanguchitos pelados, pero encima concentrados en pocas bocas, induciendo a esas largas colas que después denostan desde la TV, aprovechando que la pauta se pone y no se ve. Recién ahora, por la presión de los gremios y sus docentes fundamentales, anuncian que darán cajas semanales y por supuesto no les creemos. Veremos. 2) Mediante los Centros de Primera Infancia, donde cada uno recibe lo que recibe, como si la demanda fuera la misma que ayer, de acuerdo al poder o la afinidad con el Gobierno de la Ciudad. 3) Los comedores comunitarios, donde las raciones atrasan más que los salarios, porque todo este parate de changas multiplicó la concurrencia e incluso el número de miembros por familia que necesitan asistencia. Y lo peor de toda esta doble vara es que nunca, nunca, nunca ponen la cara, porque así como los directivos de las escuelas aparecen como responsables de las viandas impresentables, las vecinas y los vecinos deben poner el cuerpo que otros prefieren esconder, para decirle a otro ser humano: “Hoy no vas a comer”.

* Y la verdad, amigos periodistas, así como el pico del virus no llegó según los propios sanitaristas, el pico de la demanda alimentaria tampoco, porque poco a poco se van terminando los restitos de suelditos que todavía les permiten a muchos valerse de su propio alimento: donde se termina la comida, se termina el aislamiento.

………………………………………………….

– ¿CÓMO GARANTIZAN LA SALUD, DONDE NO LLEGAN LOS INSUMOS, NI LAS AMBULANCIAS, NI UN ATAÚD?

* Ante todo, hay una realidad que no se dice, ni se piensa, porque buena parte de la prensa se avergüenza: en las villas se hace muy difícil escalar hasta la tercera edad, porque hay un laberinto de dificultad para sobrevivir a la niñez, la juventud y la adultez, rampas y trampas que no siempre se pueden sortear. Hay que tener mucha, pero mucha suerte para ganar. Y si no, lean los números de la realidad: hay 20 años de diferencia entre la longevidad del barrio Zavaleta y la glamorosa Recoleta.

* Hoy las distintas asambleas vienen desplegando sus propias postas de salud, a lo ladran y a lo sancho del territorio nacional, en especial, para el acompañamiento de nuestras viejitas y viejitos, como cajas multiplicadoras de gritos para contener, cuidar, atender e informar.

* En la Villa 1-11-14, por ejemplo, el centro médico que atiende las zonas 19, 20 y 40 exhibe una predisposición fenomenal, pero vive desbordado por la falta de personal y la escasez de insumos para los enfermos de pobreza: faltan guantes, barbijos y productos de limpieza, también ahí, en la salita, sí.

* El pasillo 2 del barrio San Petersburgo, en La Matanza, tiene vacía la panza y una sola sala médica que fue remodelada un año atrás: hoy cuenta nada más que con una médica generalista. Y para conseguir un turno hay que anotarse en una lista, haciendo fila desde la madrugada, pero sin que te vea la prensa, ¡porque está muy enojada!

* Con el fin de replicar ese desmadre por allá, el hospital público en la bajada de Paraná sólo entrega turnos telefónicos, para revisar abuelos o embarazadas: eso sí, “todas las líneas están colapsadas”.

* Apenas casos aislados, que se replican en todos lados porque así trabajan los heroicos médicos de la Patria Baja, administrando gotitas de medicina en cada barriada de América Latina. Y en muchísimos pasillos libres de ambulancias, también en la Ciudad. Por cuestiones de accesibilidad. Y por la falta de voluntad.

………………………………………………….

– ¿CÓMO SE AMESETA LA CURVA DE LOS FEMICIDIOS, CUANDO EL CORONAVIRUS GANA EL MONOPOLIO DE LOS HOMICIDIOS?

* Todas las Casas de las Mujeres y las Disidencias que componen el Frente de Géneros, están desdoblando sus brazos cotidianamente en cada órbita local, mientras acompañan 327 casos a nivel nacional.

* Todos nuestros barrios tienen ahora compañeras asignadas a monitorear las denuncias y las amenazas que sólo circulan en ámbitos de confianza, porque la única esperanza es la comunidad al servicio de la sororidad, con guardias en casos particulares y con muchísimas vecinas trabajando desde sus hogares, para salvaguardar la vida de otras compañeras, vidas villeras que ojalá valgan tanto como la de cualquier tipo, ahora que “todos jugamos en el mismo equipo”.

* Todas esas vecinas que ya venían luchando por su propia integridad, están siendo acompañadas en la cotidianeidad por otras mujeres que sostienen talleres, cooperativas o asambleas, porque además de gritos, tenemos ideas que tampoco se pueden silenciar; cuando todo parece jodido, ¡es cuando hay que gritar!

………………………………………………….

– ¿CÓMO SE CUIDA LA GENTE DE LA VILLA DE LOS QUE VAN A CUIDAR A LA GENTE DE LA VILLA?

* Sobre calles casi vacías, ahora llenas de policías, los apremios están al desorden del día, porque aun cuando primara nuestra propia voluntad de refundar a las Fuerzas de Seguridad, “arrancando sus malas yerbas”, hoy son viveros de malas yerbas, que no se pueden arrancar, ni enderezar en lo que dura una cuarentena. Y hete aquí el problema: en el Bajo Flores, dos pibes verdugueados, videos de abusos por todos lados, una cacería por acá, unos escarmientos por buscar comida allá, una violación de domicilio en Tucumán y van… ¿Cuántas van? Los violentos que no quedan registrados, ni son viralizados por el conjunto de la sociedad, nunca terminan pasados a disponibilidad y entonces nos queda nuestra propia capacidad de organizarnos, para cuidarnos de los que vienen a “salvarnos”.

* Cada dispositivo de control popular al accionar policial funciona en base a un mapa de seguimiento barrial, en el cual se identifican los puestos de las fuerzas inmersas en cada territorio y los puntos rojos de inseguridad que genera la Seguridad, como así también las instituciones de apoyo permanecen abiertas y una lista de vecinos alertas en cada sector del barrio, que mantienen entre sí las comunicaciones permanentes para monitorear el trabajo de los agentes.

* Desde ahí, se asiste a vecinas y vecinos detenidos arbitrariamente por el artículo 205, para que la versión vecinal llegue con ahínco hasta el Poder Judicial.

* Al detectar situaciones de violencia policial, un responsable designado se pone a disposición de la víctima inmediatamente, por si requiere algún tipo de atención urgente y dispara nuestro protocolo de acompañamiento, en ese mismo momento.

* Ahí nomás, integrantes del equipo en aislamiento toman los casos para impulsar los pasos que sea necesario dar: oficializar la denuncia, completar el registro, recopilar imágenes, conectar testigos y contactar a las entidades médicas que custodian el bienestar de cada víctima en cuestión, así como también la articulación con todas esas instituciones que componen la cadena de cuidados: defensorías, secretarías, juzgados.

* En el barrio Bosco II de Santiago del Estero, detuvieron a un compañero cuando asistía a una señora mayor que vive justo al lado de su casa, pero si no pasa en la tele, no pasa. Y entonces terminó cagado a palos, justo por “los pocos policías malos” en la comisaría 5°, hasta que fue liberado, golpeado, ahorcado y amenazado.

* El 23 de marzo, la Policía de Tucumán ingresó a la casa de José Luis Ríos, para detener a Juan José Ríos, otra persona que vive en otra casa y, en medio del allanamiento, entre insultos, patadas y caños, le apuntaron a su hija, que tiene 6 años.

* El 24 de marzo, sí, el 24 de marzo, Raquel Rodríguez fue detenida por la Policía de la Ciudad en su barrio, la Villa 31, por un delito aterrador: salió a buscar comida a un comedor.

* El 25 de marzo, Nahuel Orrego fue detenido y apaleado en la Villa 21, por la Prefectura Naval, por haber ido al kiosco en una actitud criminal.

* El 26 de marzo, Mirta Echavarría y su hija, una compañera trans, fueron retenidas en el mismo barrio, por la misma Prefectura, en otro indebido proceso: “Callate, maricón, te vamos a meter preso”.

* El 27 de marzo, en el mismo barrio, frente a la misma Prefectura, Jesús Reales vio interrumpido su recorrido hacia el bono del salario social complementario: le labraron un acta, por no ser millonario.

* El 28 de marzo, la Policía de Santa Fe detuvo a Alejandro Gómez, pero además consideró prudente desnudarlo y golpearlo en las costillas, para masturbarse con su propio poder. Y para que las marcas no se pudieran ver.

* Y sí, es toda una novedad que los pasen a disponibilidad con semejante celeridad, pero no basta que algunos aprendan la lección. Necesitamos garantizar la prevención frente a todos estos atropellos: si no los controlamos nosotros, nos controlan ellos.

………………………………………………….

– ¿CÓMO SE HAN AMPLIADO, ADAPTADO O TENIDO QUE REINVENTAR NUESTRAS REDES DE ORGANIZACIÓN POPULAR?

* Cada una de las asambleas poderosas en Argentina, en articulación con otras de América Latina, tienen coordinadores de todas las áreas que atraviesan nuestra agenda barrial, por encima de cualquier diversidad cultural: referentes de tierra, de salud, de educación, de géneros, de deportes, de economía, de comunicación, de control a la represión, de cultura y de varias ramas más, pero el coronavirus nos obligó a establecer además 4 nuevas referencias para contener las emergencias: alimentarias, sanitarias, de violencia institucional y de violencia intrafamiliar; para que se puedan centralizar las notificaciones y para que no debamos convocar a grandes reuniones.

* Desde que comenzó el aislamiento, todo ese acompañamiento se come nuestro tiempo y también nuestro financiamiento comunitario, que va desde las recaudaciones de cada barrio y cada cooperativa, hasta la última estrategia efectiva de autogestión, tragándose incluso el pequeño colchón de reservas que las asambleas suelen guardar para que los peques puedan conocer el mar, cuando llegan las vacaciones, incluyendo las más desesperadas campañas de donaciones…

* Seguramente, no terminaría nunca este informe necesario, si detalláramos cada gesto solidario o cada iniciativa con impronta cooperativa, pero valgan tres como síntesis ilustrativa: 1) En Rodrigo Bueno, la fotocopiadora Paulo Freire decidió seguir trabajando a puertas cerradas, no para ventas tercerizadas, sino para garantizar las tareas de educación popular y para que todos los niños que deban estar en su hogar cuenten con dibujos para colorear. 2) La cooperativa textil Juana Azurduy empezó a producir barbijos para generar algún ingreso y también para invertir todo eso en los productos que nos hacen falta para limpiar mejor cada comedor. 3) La cope Sub-Limada de Santa Fe, en el medio de toda esta oscurísima noche, no sólo está encendiendo una nueva luna, ¡está laburando gratis para la Casa Cuna!

………………………………………………….

– ¿Y ENTONCES CÓMO CARAJO SALIMOS ADELANTE?

* No sabemos, pero vamos a invertir mucho corazón y cabeza, ¡para vencer! Y para distribuir la riqueza, porque no existe otra forma de combatir la pobreza y porque nadie se puede aislar en ayuno: hay que repartir la guita, ¡empezando por la de uno! Quienes puedan donar frescos, ¡pueden donar frescos! Quienes puedan comprar los packs que vamos a lanzar para colaborar, ¡pueden comprar esos packs! Y quienes puedan donar millones de pesos, ¡deben donar millones de pesos! Todas y todos juntos debemos acompañar y traccionar al Estado, para que nadie nunca más deje de mirar a su lado. Porque si algo realmente vino a contagiarnos para transformarnos como personas, como colectivos, como humanidad, esta realidad tiene que cambiar hoy mismo, ¡la guerra no es contra un virus, es contra el egoísmo! Y sí, justificar abusos, humillaciones o violaciones a derechos esenciales, sólo pensando en tus garantías individuales, ¡es otra versión del “sálvese quien pueda”! Otra miseria vestida de seda como ésta que dejó al mundo tan en off side, sin gol y sin abrazo, cuando la mierda tiró este pelotazo. Quienes defienden todavía su propio poder o su propia jerarquía, aún no han podido entender que, si no valoramos a todos, nunca tendrá valor nadie. ¡Pero nadie! Ya no se puede pedir mano dura en cualquiera de sus formas, para todos menos para quienes la ejecutan violando todas las normas. Y realmente sí, será muy difícil hacerles entender a los pibes de cualquier esquina el valor que tiene tu vida, tan indiscutiblemente sagrada, mientras les hagamos creer que la suya no vale nada. Vamos, ¡tenemos mucho trabajo! Y esta vez también, es por abajo.

Policía sin cuarentena y la brutal golpiza a un joven de 22 años: “Me decían que tenían una bala para mí”

Nota

La Ronda en la mirada de Alejandra López

Publicada

el

Octava entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa Alejandra López.

Toda la producción de La Ronda será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Por Alejandra López

Cuando Claudia Acuña me propuso que fotografiáramos la Ronda de las Madres con un grupo de colegas, acepté sin dudar con gran alegría por varias razones. Por una lado, la urgencia del registro ahora que se nos van poniendo viejitas, y por otro, la necesidad de emprender un proyecto colectivo.

La Ronda en la mirada de Alejandra López

He ido muchas veces a la Ronda. Una de mis primeras veces, yo fotógrafa debutante, lloré durante toda la cobertura y una de las Madres (no sé quién fue) me retó con ternura: “Sin llorar”, me dijo, y repitió: “Sin llorar”. 

La Ronda en la mirada de Alejandra López

Siempre hay algo de esa primera vez: la emoción, la admiración sin límites, y,  sobre todo, el asombro ante esa capacidad increíble de sostener el ritual de lucha durante 47 años.

La Ronda en la mirada de Alejandra López

Hice mis fotos el jueves 21 de marzo, en la Ronda número 2397.

Hoy más que nunca #memoriaverdadyjusticia.

Mi humilde homenaje a estas mujeres que, junto con Abuelas, son nuestro faro.

La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López

Sobre Alejandra López

Retratista.

Empezó a trabajar profesionalmente en 1990 haciendo fotografía teatral y en la revista El Porteño.

Durante 14 años fue fotógrafa de staff de la revista Viva del diario Clarín, donde fotografió a innumerables personajes del espectáculo y ha publicado en revistas como Elle, La Nación Revista, Brando, Harper’s Bazaar, Le Figaro Magazine, Bacanal.

Actualmente se dedica a la fotografía para gráficas de teatro y cine, colabora con la revista L’Officiel y es reconocida además por sus retratos de escritor, algunos ya icónicos, para editoriales de libros como Penguin Random House y Planeta.

Ha realizado numerosas muestras: Retratos (2001), La máscara (en el Festival Internacional de Teatro), Retratos de la Memoria, (imágenes de sobrevivientes del Holocausto) en el Museo Judío de Frankfurt, Calendario FOE 2009 y en junio del 2011, la exposición Algunos escritores, en la Fotogalería del Teatro San Martín. En 2021, realizó Ese día, una serie de retratos de víctimas sobrevivientes del atentado a la Amia. En 2023, Belleza Marrón, en el Centro Cultural Borges, (ensayo en colaboración con la agrupación Identidad Marrón).

Para ver más: en Instagram @alejandralopezfotografa

Seguir leyendo

Nota

La historia de las Madres de Plaza de Mayo: Érase una vez 14 mujeres…

Publicada

el

Se cumplen hoy 47 años de la primera aparición de las Madres en la Plaza de Mayo. La fecha llega en un momento en el que lavaca ha puesto en marcha un registro fotográfico colaborativo sobre las actuales rondas de Madres: una forma de homenaje, sabiendo que la memoria no es hablar del pasado, sino comprenderlo para actuar en el presente y el futuro.

Esta es una recorrida entonces, con un resumen del antes, el durante y el después de la instauración del terrorismo de Estado. Cuenta el nacimiento de la organización de estas mujeres que salieron a reclamar por la vida y, frente al horror y la desaparición de sus hijos e hijas, y lograron lo que parecía inconcebible: transformar el dolor en acción. ¿Cómo lo hicieron? Un recorrido por las últimas décadas, y algunas cuestiones prácticas sobre los tejidos, los territorios, las brujas y los alumbramientos. El video que muestra parte de la historia.

Por Sergio Ciancaglini

La historia de las Madres de Plaza de Mayo: Érase una vez 14 mujeres…
La historia de las Madres de Plaza de Mayo.

Había una vez un país con nombre de mujer, donde la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Y en ese país de nombre plateado, los sueños y la vida tuvieron que aprender cómo enfrentar a los verdugos.

La historia suele ser infinita, ¿cómo contarla?

Habría que hablar de un siglo XX Cambalache, que empezó con el país granero del mundo, con trabajo para pocos, democracia para pocos, dinero para menos, alguna ilusión de tiempos mejores, seguida de décadas infames. Surgió luego un gobierno que generó una expectativa de más justicia, y más democracia. La política empezaba a estar en las calles, en las plazas, en la cabeza y en el corazón de cada persona.

Ese gobierno fue tumbado en 1955 por los poderes económicos, políticos y militares de siempre. Poco antes los golpistas habían bombardeado con la aviación militar a transeúntes inocentes en plaza de Mayo. Más de 300 muertos. Que hubiera más igualdad de oportunidades, o mejor distribución de la riqueza, era una maldición que había que mutilar. Tierra extraña; aquí siempre hubo una envidia al revés. Los ricos envidiaron a los pobres, odiaron que los pobres pudiesen mejorar.

En 1956 aquella dictadura fue pionera: secuestró ilegalmente a decenas de personas acusándolas de planear una rebelión. Los militares ordenaron los fusilamientos en los basurales de José León Suárez. Fue la Operación Masacre, como la llamó Rodolfo Walsh en un libro inolvidable. Lo que nadie sabía, ni siquiera Walsh, es que la Operación Masacre apenas empezaba.

Poco después, en una pequeña isla del Caribe frente a las narices de los Estados Unidos, hubo una revolución que se proclamó socialista. Los militares argentinos temieron que esa revolución fuese contagiosa, y gatillaron sus armas junto a los de todo el continente.

Siguieron los tiempos de proscripción política, censura, gobiernos civiles derrocados, gobiernos militares que se iban tumbando entre ellos, mientras las fuerzas armadas actuaban como tropas de ocupación en su propio país, como trincheras contra la democracia, en nombre de la lucha contra el socialismo.

Frente a eso, crecía la resistencia de quienes que no se resignaban al silencio, la censura, ni al olvido. Resistían los mayores, con una especie de nostalgia por el pasado. Y resistían también los jóvenes, como añorando el futuro, pero un futuro que querían construir con sus propias manos.

El surgimiento de las Madres de Plaza de Mayo

Un argentino que había puesto la mente y el corazón para aquella revolución en la isla del Caribe, fue capturado y fusilado cuando quiso hacer algo parecido en Bolivia. Le decían Che. Los que lo mataron no sabían que lo estaban inmortalizando. El mundo se ponía violento. En todo el planeta oleadas de jóvenes salían a reclamar justicia, igualdad, rechazo a la guerra y la muerte, un mundo distinto.

En la Argentina las dictaduras seguían tropezando con las resistencias. Hubo un Cordobazo, un Rosariazo, la juventud se movilizaba pintando paredes y pintando proyectos. La democracia seguía presa. La violencia militar seguía libre. Nacieron las organizaciones guerrilleras, que quisieron agregarle armas a toda esa resistencia.

Tal vez esta historia haya que comenzarla, entonces, en 1972. El 22 de agosto en Trelew hubo una nueva versión de la Operación Masacre. Allí habían detenido a miembros de varias agrupaciones guerrilleras. Fueron acribillados a balazos, indefensos, con el falso pretexto de un intento fuga. Mataron a 16. Hubo tres que sobrevivieron por milagro, y contaron lo que había pasado. Tal vez en aquel momento, cuando el crimen fue evidente, los estrategas militares empezaron a diseñar la represión del futuro: matar sin evidencias.

Las movilizaciones protagonizadas fundamentalmente por la juventud, empezaban a ser gigantescas. La trinchera militar no soportó la correntada de tantos sueños, y en 1973 la vida pareció cambiar. Una multitud obligó a liberar a los presos políticos. La ilusión no duró demasiado.

Fue una danza alucinada.

Cámpora ganó las elecciones. Volvió Perón. En Ezeiza las patotas de la derecha peronista acribillaron a las columnas juveniles. Perón apoyó a esos grupos, contra la juventud. Cayó Cámpora. Asumió Lastiri que era el yerno de José López Rega. López Rega era ex policía, nazi militante, secretario privado de Perón, ministro de Bienestar Social, y astrólogo esotérico. Como si su brujería funcionara, concentró cada vez más poder. Lastiri llamó a nuevas elecciones que ganó Perón. Ocho meses después, murió Perón y asumió su esposa Isabel. La sociedad miraba aturdida, mientras el sistema de la muerte se instalaba alrededor de López Rega, que organizó a los matones policiales, militares y a las patotas de la derecha, para crear un monstruo al que llamaron Triple A. Alianza Anticomunista Argentina.

La Triple A era un escuadrón de la muerte, un grupo paramilitar con vía libre para salir a matar. Estudiantes, intelectuales, sacerdotes, artistas, sindicalistas, obreros: la sucesión de fusilamientos se hizo cotidiana, el terror empezó a ser la genética de cada día.
La lista es macabra. Cientos de víctimas. Por recordar algunos: Rodolfo Ortega Peña, diputado nacional y abogado de presos políticos. Carlos Mujica, sacerdote del Tercer Mundo, Silvio Frondizi, uno de los principales intelectuales que dio la izquierda argentina, Julio Troxler, que había sobrevivido a los fusilamientos de 1956. Atilio López, uno de los dirigentes del Cordobazo, que durante la breve etapa camporista fue vicegobernador de Córdoba.

Los bombardeos en Plaza de Mayo y la matanza en los basurales habían sido premoniciones.
Los fusilamientos de Trelew fueron una secuela.

La Triple A fue el perfeccionamiento del crimen mafioso.

El terrorismo de Estado y la desaparición forzada

Pero ahora imaginemos.

Imaginemos por un momento que hubiera miles de masacres como las de los basurales de José León Suárez. Imaginemos que hubiera de pronto miles de fusilamientos como los Trelew. Y miles de Triple A matando por las calles con absoluta impunidad.

Eso fue la dictadura militar, cuando los militares dieron el golpe de Estado para imponer la máquina de matar corregida y aumentada al infinito. Fue hace exactamente 30 años. Le pusieron un nombre que sería cómico, si no fuera tan patético. Proceso de Reorganización Nacional. El comunicado número uno que emitieron decía:

Se comunica a la población que, a partir de la fecha, el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta de Comandantes Generales de las FF.AA. Se recomienda a todos los habitantes el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas que emanen de autoridad militar, de seguridad o policial, así como extremar el cuidado en evitar acciones y actitudes individuales o de grupo que puedan exigir la intervención drástica del personal en operaciones.

Más que nunca, la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Pero esta vez, además, inventaron una especie de acto de magia superior a los de López Rega. La magia más perversa que alguien pueda imaginar.

No más bombardeos, ni basurales, ni fusilamientos en cárceles, ni homicidios mafiosos a la luz del día.

Los perseguidos, las víctimas, iban a desaparecer.

No iban a estar más: secuestrados y esfumados de la noche a la mañana.

Los militares creían que al no haber cuerpos, al no haber pruebas ni quedar en evidencia, nadie podría acusarlos de crimen alguno.

Eso es el terrorismo de Estado. Las Fuerzas Armadas se dedicaron a la muerte clandestina, mientras en público sus jefes iban a misa a ser bendecidos, a comulgar, y a la salida sonreían. En sus discursos hablaban de la ley, el orden, la paz y el progreso.

Empezó la cacería. Zonas liberadas, gritos en la noche, secuestros de gente indefensa, la absoluta desaparición de la justicia.

Hay bibliotecas enteras que podrían leerse para entender lo que pasó. Pero hay también una carta. Apenas un año después del golpe Rodolfo Walsh –otra vez- escribió en la clandestinidad su Carta abierta a la Junta Militar, donde explicó lo que nadie se atrevía a decir.

Hablaba de un lago cordobés convertido en cementerio lacustre. De personas arrojadas desde aviones militares al Río de la Plata, cuyos cadáveres afloraban en las costas uruguayas. Denunciaba un sistema de tortura absoluta, intemporal y metafísica, aplicada tanto con métodos medievales como el potro o el torno, como con la tecnología de la picana eléctrica, para machacar la sustancia humana. Hablaba de las guarniciones y comisarías convertidas en campos de concentración. De las mentes perturbadas de los militares que torturaban. Decía, apenas un año después del golpe y en medio de la censura y el terror: “Quince mil desaparecidos y desaparecidas, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror”.

Pero hay otro párrafo, que cada día se entiende mejor. Le decía a los militares:”Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.

Ahí estaba la clave para entender el crimen: la miseria planificada.

Walsh fechó esa carta el 24 de marzo de 1977, distribuyó varias copias, y un día después fue secuestrado por los militares.

Nunca más se supo de él.

Es otro desaparecido.

Érase una vez 14 mujeres: La historia de las Madres de Plaza de Mayo

En esa noche, hubo un parto.

En medio de la oscuridad, un alumbramiento.

Nació una historia.

Muchas madres y padres salieron a buscar a sus hijos. Salieron de sus casas, salieron del útero de su rutina habitual a enfrentar al aparato represivo más imponente de la historia del país. Llevaban impresas en la piel la desesperación y el amor, y de allí les nació el coraje. Recorrieron hospitales, caminaron juzgados, se atrevieron a ir a comisarías y cuarteles. Buscaron a las morgues. Nadie sabía nada. La ley del silencio. Cada día era la esperanza de una noticia. Cada noche era la frustración del silencio.

Los padres varones, de a poco, volvieron a sus trabajos.

La mayoría de las madres eran amas de casa: tenían intacto el tiempo y la sensación de que no había otra cosa que hacer que dedicar cada hora, cada minuto y cada segundo de vida a la búsqueda.

Estaban solas, moviéndose, preguntando inútilmente, aturdidas por tanto silencio. De a poco, empezaron a cruzarse por los mismos laberintos, a reconocerse y a descubrir que había otras que compartían esa especie de señal que cada una llevaba como un código secreto en la mirada: la desesperación y la incertidumbre.

Ese fue un primer triunfo contra el aislamiento. Comenzaron a encontrarse, reunirse, acompañarse. Estar juntas fue el modo de escaparle al terror de estar solas. Pero fue mucho más que eso.

Un día, esas mujeres se descubrieron a sí mismas en una iglesia militar, donde un cura psicópata les recomendaba santa paciencia y las confundía con rumores, insinuaciones y desinformaciones. Intuición femenina: les estaban mintiendo sistemáticamente, nadie hacía nada por salvar a sus hijos.

Una de esas mujeres dijo: Basta.

Y dijo: tenemos que ir a la Plaza de Mayo, tenemos que hacer ver y oír lo que nos pasa. Era una mujer con nombre de flor.

Y ese grupo de mujeres decidió que Azucena Villaflor tenía razón: su lugar sería la Plaza de Mayo.

La plaza sería el territorio de estas madres.

No tenían oficina, pero habían encontrado un lugar espacioso, aireado, iluminado y muy céntrico.

No tenían sillones mullidos, pero había bancos de plaza.

No había escritorios, pero tenían las faldas para apoyar allí las carpetas, expedientes, cuadernos o que hiciera falta.

No tenían alfombras, sólo baldosas y unas palomas revoloteando.

No tenían recepción, pero podían verse de lejos mientras iban llegando. No tenían teléfonos, pero se pasaban papelitos con mensajes, informes, o futuros puntos de encuentro.
Ocultaban esos mensajes en ovillos de lana, por si la policía o los militares se les cruzaban en el camino.

No querían que las descubrieran. Ya que tenían los ovillos, llevaban agujas y tejían en la plaza, mientras iban pasándose información, inventando qué hacer, cómo buscar, cómo evitar la impotencia de no hacer nada. Penélope tejía esperando el regreso de su marido. Ellas tejían juntas las acciones para buscar a sus hijos y denunciar lo que estaba pasando.

La primera vez fue el sábado 30 de abril de 1977. Eran sólo 14 en la Plaza de Mayo. Como no había casi nadie, decidieron volver el viernes siguiente. Después, una de las madres avisó, como atajándose de los malos augurios: “Viernes es día de brujas”. A la semana siguiente empezaron a encontrarse los jueves, el día que nunca más abandonarían, para escaparle a las brujas.

La policía empezó a desconfiar. Por el Estado de Sitio, se impedía cualquier reunión de tres personas o más, por ser potencialmente subversiva.

Para decir la verdad, en este caso tenían razón: buscar la vida era subversivo. Como pájaros de uniforme, los policías empezaron a revolotear alrededor esas mujeres que hablaban y tejían de los asientos de la plaza. Ordenaron: “Caminen, circulen, no se pueden quedar acá”. Ellas se pusieron a caminar y a circular alrededor del monumento a Belgrano, en sentido contrario a las agujas del reloj: como rebelándose contra cada minuto sin sus hijos.

Marchaban, cada jueves, en las narices del gobierno dictatorial más temible. La plaza ya era el territorio de las Madres.

Algunos periodistas extranjeros descubrieron esas raras vueltas y vueltas. Consultaron a los militares. Les contestaron que eran unas mujeres trastornadas, unas Madres Locas que andaban buscando a gente que no estaba en ningún lado. Gran parte de la sociedad prefería no darse por enterada. La censura bloqueaba orejas, cerebros y corazones. Las madres locas eran las únicas que parecían cuerdas, tejiendo y circulando al revés que las agujas del reloj.

En octubre de 1977 se sumaron a la peregrinación a Luján, que congregaba a un millón de jóvenes. El problema era cómo encontrarse y reconocerse en la multitud. Alguien propuso que todas se pusieran un pañuelo del mismo color. Lo del color era un problema, pero entonces una de las madres tuvo una ocurrencia: ¿Por qué no nos ponemos un pañal de nuestros hijos? No existían los pañales descartables y la mayoría de las madres todavía guardaba los de tela, tal vez pensando en los nietos.

Frente a la Basílica, reclamaron y rezaron por los desaparecidos y desaparecidas. Todos los que estuvieron pudieron verlas, identificadas con los pañales blancos en sus cabezas. Poco después hubo una marcha de los organismos de derechos humanos, que terminó con 300 personas detenidas, incluidos –por error- varios periodistas extranjeros. Gracias a tanta eficiencia, el mundo empezaba a enterarse de lo que ocurría. En la comisaría las Madres rezaban Padrenuestros y Avemarías. Los policías no se atrevían a incomodar a mujeres tan devotas. Entre rezo y rezo, haciendo cruces, miraban a los uniformados, les decían “asesinos”, y seguían rezando. Amén.

El hecho de reunirse, romper el aislamiento, buscar a sus hijos, se convirtió en sí mismo en un delito. Diciembre de 1977, un oficial de la marina que se hacía pasar por hermano de un desaparecido organizó el secuestro y desaparición de tres de las madres, dos monjas francesas y otros familiares y amigos. Así era el coraje militar.

Las madres estaban organizando la colecta para publicar una solicitada el 10 de diciembre, denunciando las desapariciones.

El 8 de diciembre secuestraron a Esther Careaga y a Mary Ponce de Bianco en la Iglesia de Santa Cruz, junto a ocho personas más, incluida la monja francesa Alice Domon. Esther era paraguaya. Ya había encontrado a su hija adolescente, a la que los militares habían liberado. Las otras madres le habían pedido que volviera a su casa, que ya no se arriesgara más. Esther no les hizo caso, decidió seguir junto a ellas hasta que encontraran a cada uno de sus hijos.

Dos días después, desapareció la mujer con nombre de flor. El terror de aquellos tiempos superó todo lo imaginable. Desaparecían quienes buscaban a los desaparecidos y desaparecidas. Pero los militares habían sido selectivos: secuestraron a quienes todas siempre consideraron “las tres mejores madres”. Sin Azucena, había que elegir: seguir, esconderse, o volverse a casa. Para las madres no hubo demasiadas dudas: ahora no solo debían buscar a sus hijos e hijas, sino también a sus amigas y compañeras. Lograron sobreponerse a la parálisis y al terror, para seguir su marcha.

Azucena había parido la idea de que las madres se organizaran para nunca más estar solas en su lucha. Y había dicho algo: “Todos los desaparecidos son nuestros hijos”. Así estaba socializó la maternidad, potenció a cada madre y le dio grandeza a cada minuto de resistencia.

Llegó el Mundial 1978. El fútbol tapando de gritos y sonrisas la realidad, mientras a pocas cuadras de la cancha de River seguían torturando gente en la ESMA. El mundial fue oxígeno para los militares: para seguir matando y seguir castigando cada vez a más gente con la miseria planificada. Las madres cambiaron sus lugares y horarios de reunión. No todos los jueves iban a la Plaza, para evitar que las detectaran. Cuando iban, la policía les largaba los perros. Cada una llevaba un diario enroscado para sacarse a los perros de encima, una de las pocas cosas útiles para las que servían los diarios de esa época.

Muchas veces detenían o demoraban a alguna de ellas en las comisarías. Se les ocurrió una idea: cuando una iba presa, se presentaban todas y pedían ir presas ellas también. Los policías veían llegar a decenas y decenas de mujeres que exigían ser encarceladas junto a su compañera. Una vez fueron tantas las que exigieron ser detenidas, que tuvieron que llevarlas en un colectivo de la línea 60.

Madres locas, dirían los policías, que no sabían bien qué hacer: muchas veces las soltaban para sacárselas de encima.

Cuando en la Plaza le pedían documentos a una, todas las demás se acercaban a la policía a entregar también los suyos. Cientos de documentos, cédulas y libretas cívicas, que la policía tenía que verificar. De paso, las madres se quedaban más tiempo en la plaza.

En 1979 llegó al país la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. También el fútbol jugó en contra. El mundial juvenil tenía a todos pendientes de Maradona, y los militares aprovecharon para que relatores de fútbol y periodistas radiales llamaran a la gente a Plaza de Mayo, y que de paso repudiaran a quienes hacían cola para declarar ante la Comisión. Querían mostrar lo que llamaban “la verdadera imagen del país”. Decían: “los desaparecidos algo habrán hecho”, o “por algo será que se los llevaron”. Los hinchas, sin embargo, no molestaron a los que estaban esperando para hacer sus denuncias.

Ya era la época de la plata dulce, la fiesta de las multinacionales, el dólar barato, miles de argentinos gastando en el exterior lo que nunca habían sabido ganarse, gracias a la miseria planificada de millones.

Los diarios y las revistas no sólo censuraban la información para defender su negocio, sino que hacían campañas por los militares: “Los argentinos somos derechos y humanos”. Confirmado: nunca hay que subestimar la estupidez humana, la capacidad de negación, el tamaño de la crueldad.

En ese 1979 hubo otro parto, otro alumbramiento: las Madres decidieron crear la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Si todas estaban en peligro, esa era una forma de mantener la lucha viva. La casualidad, o el destino, determinaron que la asociación fuese creada en una fecha imposible de olvidar: 22 de agosto. Habían pasado siete años de la masacre de Trelew, aunque parecían siete siglos.

Los militares asesinos argentinos inventaron un conflicto contra los militares asesinos de Chile, que a todos les servía para ganar tiempo en el poder. En esos días fue muy próspero el negociado de la fabricación de ataúdes, hasta que el Papa intervino. Secuestros clandestinos y desapariciones en la noche, permitían mirar para otro lado. Guerra abierta entre gobiernos tan vecinos y tan beatos era demasiado. Hasta para el Vaticano. Amén.

Seguían encontrándose en plazas y bares. Para que no las descubrieran cambiaban el nombre. Si iban a ir a Las Violetas, decían Las Rosas. Ellas mismas llevaban en sus carteras las carpetas, las denuncias, los expedientes.

Recién en 1980, gracias a los apoyos internacionales, las Madres pudieron tener una oficina. Pero también ese año decidieron volver a su territorio, la Plaza de Mayo, para nunca más abandonarla.

Fueron un jueves, al jueves siguiente las estaba esperando un escuadrón entero, con las armas gatilladas. Ellas cambiaban el horario, circulaban por donde no las veían. Poco a poco envolvieron a la Pirámide de Mayo con sus marchas que nadie podía detener. Llevaban diarios enroscados. Pronto aprendieron de sus hijos, y llevaban también botellitas de agua y bicarbonato por si las esperaban con gases lacrimógenos. No necesitaban gases para llorar. Pero habían decidido transformar el llanto en acciones.

Los militares eran la rigidez y la violencia. Las madres eran la fluidez y la energía. Los militares y la policía eran la muerte. Los verdugos. Las madres eran la vida.

Se editó el primer boletín de Madres, se iba ganando apoyo afuera y adentro. Los militares llamaron a los viejos políticos a dialogar, como abriendo el paraguas frente a la crisis económica y a su propio desgaste. Pero las Madres estaban simbolizando dónde estaba la verdadera política, y quiénes eran sus nuevos protagonistas. En 1981 lo demostraron retomando la Plaza y haciendo la primera Marcha de la Resistencia. Solas, pocas, pero juntas, resistiendo 24 horas seguidas.

Vinieron épocas de ayunos, de tomas de iglesias y catedrales. Los jóvenes, sobre todo, se conmovían. Nació la consigna “aparición con vida”.

El 30 de abril de 1982, hubo manifestaciones de protesta en Buenos Aires contra la situación económica, la miseria planificada, con la policía reprimiendo a todos. Dos días después, se llenó la Plaza de Mayo para aplaudir a los militares que habían invadido Malvinas, creyendo que así se iban a reciclar en el poder en una especie de brindis perpetuo.

Las Madres dijeron que la guerra era otra mentira. Los militares que secuestraban cobardemente, torturaban clandestinamente y asesinaban tirando cuerpos al río, no podían convertirse de un día para otro en patriotas impecables y valerosos guerreros. Por decir eso, acusaron a las Madres de antinacionales. Ellas inventaron un cartel: “Las Malvinas son argentinas. Los desaparecidos también”. Muchos que acompañaban a las Madres las criticaron: había que estar del lado de la guerra, del lado de los militares. El tiempo mostró quién tenía razón sobre los guerreros, entre ellos el mismo que había delatado a Azucena, Esther y Mary.

La derrota de los militares resucitó la posibilidad de la democracia. Se abrió la multipartidaria, formada por cantidad de partidos y políticos muchos de los cuales, durante los tiempos más duros de la represión, habían sido expertos en el arte de callar.

En 1983 hubo elecciones, Alfonsín llegó a la presidencia, y las madres hicieron la marcha de las siluetas para que nadie olvidara a los ausentes. En los afiches decían que esos hijos e desaparecidas habían luchado por la justicia, la libertad y la dignidad.

El gobierno formó la CONADEP, la comisión nacional para la desaparición de personas. Las madres desconfiaron, no quisieron integrarla. Siempre prefirieron la calle, y no las comisiones. Crearon un periódico, la Asociación iba creciendo y seguía reclamando aparición con vida y castigo a los culpables.

En 1985 Alfonsín las citó, pero luego no las atendió porque tenía que ir al Colón, según la explicación oficial. Las Madres tomaron la Casa Rosada, y se quedaron ahí instaladas como forma de resistencia pacífica. Esas acciones mostraban la grieta entre los discursos sobre los derechos humanos que hacía el gobierno, y la realidad. Y mostraban cómo el protagonismo político se desplazaba de los políticos de museo, a los movimientos generados en la sociedad para enfrentar los problemas tomando las riendas de sus propias decisiones.

Se hizo el juicio a las Juntas, pero sólo hubo dos condenas a prisión perpetua. Las de Videla y Massera. Los otros jefes militares recibieron penas bajas, o fueron absueltos. Las Madres opinaron del siguiente modo: se levantaron y se fueron de la sala de audiencias.

Seguían las acciones, marchas, escraches a los militares en sus casas, viajes y campañas en todo el mundo, la lucha contra las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, La lucha contra las rebeliones de Semana Santa y de los carapintadas, La marcha de las manos, La marcha de los Pañuelos, cuando taparon la casa de gobierno de pañuelos blancos, los premios internacionales.

El apoyo a los conflictos, a las huelgas, a los reprimidos y a los perseguidos.

Empezaban a hacer propia una idea: el otro soy yo.

Las Madres, además de denunciar lo que había ocurrido con sus hijos, hicieron otra cosa: comenzaron a levantar las mismas ideas y sueños por las que esos jóvenes habían luchado.
Por eso sintieron que aún sin estar, sus hijos las estaban pariendo.
Aquellas amas de casa desgarradas por la desesperación, habían logrado transformar el dolor en acción y en pensamiento.

Todas estas luchas se multiplicaron al infinito cuando Menem llegó a la presidencia para perfeccionar, en democracia, la miseria planificada: privatizó el país, regaló el Estado, masificó el desempleo, protegió a toda clase de mafiosos, asesinos y corruptos, y además los puso a gobernar con él. De paso indultó a todos los militares que habían sido condenados.

Hubo más de lo mismo cuando subió De la Rúa, y las madres estuvieron allí, nuevamente en la plaza, el 19 y 20 diciembre, cuando ese gobierno intentó imponer el Estado de Sitio y se dedicó a reprimir a miles y miles de personas hartas de tanta decadencia y de tanta mentira. Nuevamente las plazas se llenaron de balas, y de jóvenes muertos.

La historia reciente es más conocida, las Madres y su universidad llena de jóvenes, de movimiento, de conferencias, de proyectos. Las Madres y su flamante radio, para que se escuche cada cosa que hay que decir. La intervención en cada lucha contra las mafias, contra la miseria, contra la muerte.

Y cada jueves, como siempre, las madres circulando, tejiendo solidaridad, construyendo este territorio de la Plaza para que sea el espacio de todos.

Había una vez un país con nombre de mujer, donde la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Y en ese país de nombre plateado, los sueños y la vida tuvieron que aprender cómo enfrentar a los verdugos. Las madres están dejando esa herencia.

Cómo convertir al dolor, en acción.

La parálisis y el miedo, en lucha.

La desesperación, en coraje.

Las lágrimas, en acciones.

Para acorralar a la muerte, como el primer día:

tejiendo luchas,
haciendo circular los sueños,
y alumbrando la vida.

Seguir leyendo

Nota

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Publicada

el

La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte volvió a viajar de Buenos Aires a Córdoba para reclamar que se asigne urgentemente un fiscal en la causa y que se investigue su femicidio. Hace 4 años el cuerpo de Cecilia fue encontrado luego de estar 20 días desaparecido; su familia denuncia una trama local que involucra a la última persona que la vio con vida, el ex boxeador Mario Mainardi, jamás investigado, y la complicidad de la justicia de Cruz del Eje, representada por Paula Kelm, que buscó inculpar a un perejil. Gracias a la lucha familiar se logró anular esa línea de investigación, que culminó en un juicio nulo, pero desde entonces no se retomó la instrucción; y pese a que en diciembre se anunció que un nuevo fiscal tomaría la causa, eso no sucedió, y las dilaciones siguen. Crónica de una nueva reunión con promesas y sin hechos, cuando la impunidad se hace cada vez más grande y el reclamo, también: “Verdad y justicia para Cecilia Basaldúa”.

Por Bernardina Rosini

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa ya perdieron la cuenta de las veces que han viajado desde la ciudad de Buenos Aires a Córdoba con el único objetivo de lograr justicia por su hija. Han perdido esa cuenta pero no la cantidad de días que contabiliza la impunidad: 1460, es decir, cuatro años. 

En efecto, hace cuatro años (el 25 de abril de 2020) encontraron el cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa en un codo del Río Calabalumba en Capilla del Monte, luego de veinte días de estar desaparecida. Cuando Daniel y Susana llegaron ayer a los Tribunales en Córdoba Capital, se los ve invadidos por la bronca y el hartazgo. Son cuatro años sin Cecilia y a la par sostienen que las líneas de investigación han sido deliberadamente manipuladas y el material probatorio  de contundencia, ignorado

La última vez que estuvieron parados sobre esa vereda fue el pasado 7 de diciembre, tras reunirse con el Fiscal General Juan Manuel Delgado. Celebraban la noticia: “Tenemos fiscal, vinimos con 3.000 firmas de apoyo pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”. Cinco meses después, otra vez viajan 700 kilómetros para golpear la puerta del Palacio de Justicia pues tal designación no sucedió y la causa acumula once meses sin fiscal a cargo de la instrucción.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas
Daniel Basaldúa y Susana Reyes, papá y mamá de Cecilia: viajaron desde Buenos Aires para mantener una reunión y reclamar justicia por su hija.

El baile del fiscal

Mientras los Basaldúa llegaban el 25 de abril nuevamente a Córdoba para pararse frente a Tribunales y exigir justicia, fueron notificados que la Fiscal General Adjunta Bettina Croppi los convocaría a una reunión. 

Antes de ingresar al edificio Daniel comparte la situación actual de la causa “Nos vienen diciendo que no designan fiscal porque falta una firma: me cuesta creerlo. No puedo hacer nada más que venir y reclamar. Hasta ahora la única justicia que logramos fue que no metan preso a un inocente”. 

Hoy le cuesta hablar; tiene un nudo en la garganta y el rostro de su hija estampado sobre el pecho. “Sólo espero que esta investigación vaya tras los verdaderos sospechosos, tras Mario Mainardi, última persona que vio a Cecilia con vida, quien tenía pertenencias de ella y las regaló; la policía y la fiscal Paula Kelm contaban con ésta y más información y nunca lo investigaron. No podemos creer que Mainardi, que dijo trabajar en Uber porque no podía acreditar ingresos, tenga más poder que Diego Concha, quien fue durante décadas Director de Defensa Civil de la provincia y sin embargo hoy está preso”. 

Daniel pasa lista de todos los uniformados que participaron del caso y que hoy se encuentran desplazados, procesados o presos por distintas causas: el común denominador es la violencia de género. 

Mientras las abogadas ingresan junto a los padres de Cecilia a la reunión, afuera les esperan periodistas, agrupaciones feministas, trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos y familiares víctimas de violencia institucional. Repiten el colgado de banderas, los carteles con rostros de otras víctimas, y los cantos que se recitan como mantras: “¡¡Queremos fiscal, queremos fiscal, queremos fiscal!!” y “¡¡Justicia, justicia, justicia!!”.

Al salir, Giselle Videla -una de las abogadas de la familia- comparte lo conversado en la reunión: “Para iniciar nos han pedido disculpas puesto que en noviembre nos dieron la seguridad que tendríamos fiscal apenas finalizada la feria judicial. Como hoy no hay fiscal, y están subrogando fiscales de otros territorios que toman la causa por un plazo corto de tiempo, el avance es mínimo. Nos informaron en relación a esta situación que la designación de Nelson Lingua espera la firma del gobernador, Martín Llaryora. Ahora bien, nos enteramos que será designado como Fiscal reemplazante, y no como Fiscal titular puesto que Lingua no ha rendido el concurso que lo habilita para ese cargo; debe rendirlo ahora y recién en julio- agosto podremos saber si será finalmente el fiscal titular de la causa”. 

Para que se entienda: desde que el tribunal absolviera a Lucas Bustos en julio del 2022 reconociendo su inocencia y su no vinculación al crimen, y ordenara una nueva instrucción para dar con los responsables del femicidio, la causa demoró meses en ser asignada a un fiscal. Luego recaería en el Dr Raymundo Barrera de Cruz del Eje, fiscal que, hábil con el calendario, entre feria judicial y licencias llegó a junio del 2023, mes en el que se jubiló. 

Por la presión de la familia Basaldúa, en diciembre el mismísimo Fiscal General anunció la designación del Lingua el 3 de febrero; eso no sucedió y no hay certeza de que Lingua resulte el fiscal que definitivamente dirigirá la instrucción, puesto que no cumple con los requisitos.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Preguntas sin respuesta

Es mediodía y el cielo se refleja en las ventanas del edificio neoclásico de la calle Caseros; da la impresión que adentro estuviera vacío, que sólo es una fachada. “Hoy, 25 de abril se cumplen cuatro años de la aparición del cuerpo sin vida de Cecilia Gisela Basaldúa” lee Susana de la pantalla de su celular; ella también lleva una remera con el rostro sonriente de su hija. Sigue:

Cuatro años de impunidad y de violencia sistemática por parte del Poder Judicial a quienes pedimos y exigimos justicia por ella. La causa volvió a foja cero en el 2022 luego de pasar por un juicio vergonzoso.

El tiempo pasa y los asesinos de Cecilia siguen libres e impunes. No tenemos fiscal ni respuestas” y continúa “¿Cómo vamos a llegar a la verdad? ¿Qué fue lo que pasó con Cecilia? ¿Por qué tardó tanto en aparecer? ¿Dónde está Mario Mainardi? ¿Por qué la fiscal Paula Kelm ordenó tan rápidamente detener a un joven sin tener pruebas? Todas estas preguntas nos conducen una y otra vez a un círculo cerrado de impunidad entre funcionarios judiciales que se jactan en demostrar un abuso de poder constante”. 

La carta leída en la vereda, casi sobre la calle, concentra todas las preguntas que la investigación del femicidio debiera responder. 

Y la carta también cierra como se espera que cierre la investigación: “Verdad y Justicia para Cecilia Basaldúa”.

Seguir leyendo

LA NUEVA MU. Generación Nietes

La nueva Mu
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Lo más leido