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Más clarito, imposible

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El personaje creado por los porteños Carlos Trillo y Eduardo Maicas y dibujado por el español Jordi Bernet desnuda el universo de prostitutas y prostituyentes sin pudor y sin piedad. ¿Cuál fue el personaje más conflictivo para los editores?

«Q uiero una historieta de puta madre”, exigió el dibujante Gin –por entonces editor del semanario español El Jueves– a su coterráneo y colega Jordi Bernet, y a los guionistas argentinos Carlos Trillo y Eduardo Maicas. Los artistas se tomaron el pedido al pie de la letra y a la vez, levantaron la apuesta. Así nació Clara de Noche, la saga de una prostituta de tinta y papel que lleva a su hijo a cuestas por la vida.
Desde 1992, Clara Fernández brilla en la noche. Siempre haciendo equilibrio sobre esos tacos aguja y exhibiendo una silueta que ni el mejor cirujano plástico podría igualar. Inspirada en las curvas de la mítica playmate Bettie Page, la protagonista sabe cómo hacer para aumentar la temperatura corporal de clientes y lectores. De manera explícita, en sus viñetas abundan erecciones, fellatios, orgías, cunnilingus, poluciones nocturnas y coitos en todas las posiciones habidas en el Kamasutra, siempre acompañados con largas y expresivas onomatopeyas. Hasta los tradicionales globos de historieta se deforman ante tanto deseo.
Sin embargo, el desenfado corporal de Clara apenas puede ocultar su cara inmensamente tierna y su dolor de madre soltera y sola. Más de una vez le cuesta sostener su autoestima en alto frente a las vecinas que cuchichean y a los hombres que la llenan de groserías.
“Clara de noche exhibe su semipornografía de blanco y negro –opinó alguna vez el historietista Miguel Rep– y nos cuenta de una puta hermosa recibiendo tipos y dinero, más tipos y más dinero, aguantando las atropelladas por dinero, metáfora perfecta de nuestras relaciones urbanas.”
Trillo, uno de sus autores, la define así: “Clara es una buena mina, pero con un laburo de mierda. No es feliz”. El encargado de dejarlo en claro es el personaje de su hijo Pablito. Por ejemplo, cuando pregunta:
–“Mami… ¿yo cuánto le costé a papá?”
El nene tiene una relación ambigua con la actividad que le dan sustento a su madre: a veces se muestra molesto, pero otras lo asume con naturalidad. Por momentos lo sufre y en otros, le saca provecho para beneficio propio. Por un lado es el inconfundible chico de historieta que reflexiona con la altura propia de un adulto, pero por el otro es el típico pibe de carne y hueso, esa especie de pequeño dictador que sabe manejar a su madre hasta llenarla de culpa.
Una vez, Clara llevó unos clientes a su casa y Pablito se despertó a fuerza de jadeos y se acercó en pijama, con su osito a cuestas:
–¿Este sí es papá, mamita? –preguntó.
–No, éste tampoco es. Vení… Dormí. Cuando sea él, te lo voy a decir –le contestó la protagonista entre lágrimas.
 
Pablito se tornó, por supuesto, el personaje más conflictivo para los editores italianos. “Aquí tenemos demasiado cerca a El Vaticano”, argumentó el editor de la revista de comics Skorpio cuando comenzó a eliminar de la saga las entregas en las que aparecía el chico, alegando que temía ser acusado de alentar la pedofilia y otros pecados. En Argentina, también hubo algún intento de frenar la publicación cuando una ofendida lectora cordobesa se presentó ante la justicia, pero el reclamo no tuvo acogida.
Clara es, sin lugar a dudas, un personaje universal: lleva quince años publicándose en Barcelona, en Roma y en Buenos Aires, donde aparece en la contratapa del suplemento No del diario Página/12. También se tradujo al inglés –bajo el título de Betty for our– al alemán y al griego. Hace poco también la editó –en forma de álbum– el sello francés Fluide Glamour.
El secreto de tanto éxito global tal vez tenga que ver con que su realización resume, de alguna manera, una insólita multiculturalidad: los guionistas escriben en un café de Buenos Aires –”allí hay muchos personajes inspiradores”, resalta Maicas, uno de los guionistas–, pero se ilustra en Barcelona. Durante muchos años, incluso, Maicas y Bernet ni siquiera se conocían. El trabajo en equipo, pero a distancia, aportó más de una anécdota risueña, como cuando los guionistas redactaron que Clara iba con una pequeña pollera y Bernet no lograba entender qué tenía que dibujar: asociaba el término con polla, la forma coloquial española de llamar al órgano sexual masculino y entonces se imaginaba algún tipo de juguete erótico novedoso, que desconocía. Su desilusión fue total cuando descubrió que se trataba de una simple falda.
 
«Cuando hacía El Loco Chávez –confiesa Trillo– nos acusaban de machistas. Pensé que con Clara nos iban a matar”. Sin embargo, ocurrió todo lo contrario. El personaje se ha encumbrado para muchas fans, sobre todo europeas, como una mujer tan liberal como independiente y atractiva. El personaje se convirtió en bandera para un congreso feminista en Italia y en emblema de las mujeres en estado de prostitución de España. Apareció, incluso, en los estandartes que se llevaron en una de las más multitudinarias marchas que se haya organizado contra la guerra de Irak. La portaba un grupo de mujeres en estado de prostitución junto a la leyenda “No somos las madres de Aznar”, en referencia al entonces jefe de gobierno español, que se había asociado a George Bush para invadir Bagdag. Aunque, por supuesto, ha sido asimilada por el mercado sexual: en Madrid, además, es habitual encontrarla en los avisos clasificados junto a textos del tipo: “Sandra, la fogosa”. Y en Italia ya fabricaron su propia muñeca.
Otro secreto de su lectura multinacional tal vez sea que la historia no está ambientada en ningún tiempo y espacio preciso, más allá de alguna pequeña aparición de El Corte Inglés en los cuadritos. “Es la típica puta del farol de la esquina y tiene con qué”, describe Trillo. Clara no tiene patrón y no trabaja en saunas. Es autónoma. Y eso le facilita un poco las cosas, pero también le trae algunos problemas. Una vez, visitó a un contador para que le pusiera al día sus cuestiones impositivas. El profesional le pidió su libreta sanitaria, la certificación de ingresos y el registro de conducir para poder hacer su labor en regla dentro de los autos, y también facturas y cuit.
–Clarita, esto es lo último que te faltaba –le comenta el atildado profesional con un gesto de resignación.
–¿Q-q-q-que? – responde, temerosa.
–Que te rompa el culo el Estado.
–Ay, eso sí que debe doler –remata ella.
 
El personaje permite que desfilen por la historieta toda la variedad de especímenes masculinos: solteros, casados, adolescentes, mafiosos, pervertidos, pusilánimes, altaneros y hasta curas tentados por el pecado en plena confesión. No faltan el adolescente debutante, el eyaculador precoz ni el fornido marinero que la mayoría de las veces queda ridiculizado. Todos los arquetipos del prostituyente están allí. Su cuerpo tal vez sea una de las pocas cosas –junto al fútbol–, que son atravesadas por todas las clases sociales.
Clara de noche no pretende ser una historieta testimonial, pero con mucho humor deja traslucir la vida de una mujer que para mantener a su hijo vende su cuerpo al contado. El temor al sida, por ejemplo, aparece en más de una oportunidad y la protagonista siempre tiene sexo con preservativos. Las viñetas también se impregnan con otros personajes que desnudan la discriminación de una sociedad impiadosa, como cuando Virtudes Pérez, la entrañable amiga de Clara, se convierte en la comidilla del barrio porque tiene un hijo negro, después de haberse relacionado con un africano.
Los autores se preocupan por dejar registro de que hay otros tipos de prostituciones, tal vez más invisibles pero no menos humillantes, como en aquella historia donde aparece una secretaria ejecutiva sometiéndose a su jefe para poder conservar su puesto: “Por lo menos Clara sabe exactamente cuánto cobra por su trabajo”, dice resignada la blonda asistente.
Como contraparte, los valores de la amistad y la solidaridad también tiñen las viñetas: las prostitutas de papel, por citar un ejemplo, organizan desfiles a beneficio de sus antecesoras, que en sillas de ruedas, ya no pueden ejercer. O acompañan a sus colegas a la hora de parir, ante la ausencia de padres, tutores o encargados.
El trazo excitante de Bernet transmite algo de la esencia de Betty Boope, aquel personaje de largas pestañas y curvas sensuales que crearon Grim Natwick y los hermanos Fleisher. Pablito, incluso, tiene colgada su imagen en su cuarto. Pero Clara también es heredera de Male Call, la historieta de Milton Caniff que nació por encargo para sostener la moral de los combatientes de la Segunda Guerra Mundial. Es cierto que Clara derrocha cierto erotismo de marketing explícito en sus viñetas, pero también deja espacio para derribar algunos mitos: es capaz de excitar clientes –teléfono inalámbrico mediante– mientras limpia los pisos de su casa y pasa el plumero por los muebles.
También de diálogos como éstos:
–Estos billetes son falsos– le protestó una vez a un prostituyente.
–Como tus orgasmos, nena.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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