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La miga del modelo: trigo transgénico

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Como en ningún país del mundo, ya existen 25 mil hectáreas sembradas de trigo transgénico en Argentina, promocionado por empresarios locales del agronegocio y avalado por el gobierno. Un experimento a cielo abierto que implica, además, el uso de un peligroso agrotóxico: glufosinato de amonio. Empresarios de Brasil, el principal potencial comprador, ya pusieron reparos al asunto. Europa lo rechaza. El perjuicio económico para quienes producen, y la ignorancia sobre los efectos ambientales y en la salud humana. Propuestas hacia un paradigma que no enferme. Por Lucas Pedulla.

La miga del modelo: trigo transgénico

A mediados de agosto, una decena de organizaciones y movimientos socioambientales se nuclearon en la llamada Platafoma Socioambiental y promovieron una acción llamada Panazo, en Plaza de Mayo, Baradero, Tandil, Rosario y ciudad de Santa Fe, donde regalaron panes, facturas, tortas fritas y trigo agroecológico en rechazo a la autorización del trigo transgénico que el gobierno aprobó en octubre de 2020 . “Ya hay sembradas alrededor de 25.000 hectáreas del trigo HB4 de Bioceres en 7 provincias”, denuncian en uno de sus comunicados públicos. “Este es el primer trigo transgénico que tiene posibilidades de comercializarse en el mundo y así estar presente en nuestro pan y muchos de nuestros alimentos básicos junto con los agrotóxicos con los que será fumigado”. 

Entre fiebres pandémicas e internas electorales, el ingeniero agrónomo Fernando Frank publicó en  Acción por la Biodiversidad una serie de datos para dimensionar qué significa hablar del trigo transgénico:

  • En el último año la superficie cultivada de trigo tradicional en Argentina fue de 6,73 millones de hectáreas.
  • Según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, el 40% de la exportación es a Brasil. 
  • Todas las fichas especulativas están puestas a ese negocio: Brasil. Sin embargo, en agosto, la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad brasileña (CNTBio) postergó la aprobación del transgénico. También expresó su rechazo la Asociación Brasilera de la Industria del Trigo (Abitrigo).
  • En Argentina, el consumo del trigo supera los 85 kilos anuales por persona, una media muy por encima de la mayoría de los países.
  • El agrónomo Frank recuerda además una noticia de 2016 publicada por la agencia Reuters, que rezaba que Corea del Sur había rechazado un cargamento de trigo argentino por ser transgénico. “A esa fecha no existía ningún trigo transgénico aprobado en ningún país del mundo, por lo que no cabía ninguna duda: el trigo del cargamento era ilegal”. 

¿Qué significa que el trigo sea transgénico? Se crea una variedad genéticamente modificada para que resista al herbicida glufosinato de amonio, que de ese modo puede matar toda vida del suelo, y no al trigo. Los efectos en los humanos del consumo de esa modificación genética recién se están estudiando, aunque se sospechan. Y ese producto va a tener además  incorporado el glufosinato, un veneno más peligroso que los que se vienen usando. La incorporación en pequeñas dosis cotidianas de todo este cóctel se va acumulando en el cuerpo, facilitando la aparición de enfermedades como el cáncer, entre otras que ha denunciado un reciente informe  de la Sociedad Argentina de Pediatría.  

Como publicó MU en su edición 135, el trigo transgénico no está impulsado por Monsanto-Bayer, ni Syngenta-ChemChina, ni Corteva (fusión de Dow y Dupont). La impulsora es Bioceres, un emporio presentado como “nacional” conformado por medio centenar de empresarios del agro, entre ellos los millonarios Hugo Sigman (presidente del Grupo Insud, con presencia en cuarenta países, desde laboratorios farmacéuticos hasta medios de comunicación), Gustavo Grobocopatel (el llamado “rey de la soja”) y Víctor Trucco (presidente honorario de Aapresid, cámara que reúne a empresarios referentes del agronegocio e impulsores de los transgénicos en Argentina). Bioceres está radicada en Rosario, cotiza en la Bolsa de Nueva York, y publicita que cuenta con “alianzas estratégicas con líderes mundiales, tales como las semilleras Syngenta, Valent Biosciences, Dow AgroSciences, Don Mario y TMG”. 

Por su parte, más de 1.400 científicxs argentinxs publicaron una Carta Abierta al Gobierno Nacional alertando sobre los peligros que trae aparejado este nuevo transgénico: el glufosinato de amonio que, según la FAO, es 15 veces más tóxico que el glifosato, en un país donde ya se usan más de 525 millones de kg/litros de agrotóxicos por año (alrededor de 12 litros por habitante, la tasa más alta del mundo). 

Carlos Vicente, de la organización Grain, relata a MU su propia experiencia: “En el sitio web de Bioceres había un apartado donde hablaban del trigo HB4 como agricultura regenerativa, como sustentabilidad, y te ofrecían sembrar 20 hectáreas. Yo llené el listado a ver qué decían: puse 20 hectáreas en Marcos Paz. Y cuando seguías completando datos te decía que necesitabas equis cantidad de semillas y, luego, equis cantidad de litros de glufosinato de amonio. Cuando empezamos con la campaña, el glufosinato desapareció de la oferta de la web, y ahora hablaban de insumos biológicos. Una mentira descarada”. 

Otro detalle no menor: la producción sojera concentra la contaminación masiva durante el verano. El trigo extendería las fumigaciones de venenos a todo el año. 

Mientras el rechazo crecía, la nueva variedad transgénica iba permeando en Santa Fe, de la mano de Raquel Chan, docente de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral y el Conicet, quien tomó notoriedad pública cuando desarrolló una soja resistente a la sequía. La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el entonces ministro de Ciencia, Lino Barañao (luego mutado a ministro macrista), la mencionaban como ejemplo de la “ciencia productiva” para el país. Hoy también es una de las principales impulsoras del trigo transgénico.

Rosario y Santa Fe fueron dos de las ciudades donde se realizó el Panazo. Carlos Manessi es integrante del Centro de Protección a la Naturaleza (Cepronat) y la multisectorial Paren de Fumigarnos, y se sorprendió por la cantidad de medios presentes en la cobertura: “Estamos acostumbrados a que cuando hacemos cosas nos dan muy poca bolilla”. 

Manessi piensa que la cobertura se debe a que la discusión está atravesando varias instancias en la provincia, corazón del modelo sojero: “Es una continuidad del modelo de transgénesis, porque con el trigo venían intentando hace años, pero nunca habían conseguido técnicamente transformarlo: en Santa Fe lo hicieron. Esto pega mucho más que las otras cosas: con la soja hay una discusión por el glifosato, pero con el trigo la discusión pasa por nuestra comida”. 

Y cuenta una escena de la cobertura rosarina: “La entrevistadora de Canal 3 cerró la nota con una cara de horror y miedo, preguntando: ‘¿Todavía no comemos trigo transgénico, no?’”.

Teniendo en cuenta la agilidad del lobby corporativo que logró que Argentina sea el único país del mundo con ese trigo, y que ya están sembrándolo, la duda de la presentadora es más que razonable. 

Hippies, el ministro y la papa

La Unión de Trabajadoras y Trabajadores de la Tierra (UTT) es otra de las organizaciones que participó del Panazo. Uno de sus referentes nacionales, Lucas Tedesco, remarca que el actual es un gobierno al menos contradictorio: reconocer avances como la creación de una Dirección de Agroecologia en el Ministerio de Agricultura, pero señalan que el modelo agroindustrial se sigue profundizando. “Es muy triste que durante el transcurso de un gobierno que comenzó hablando de soberanía alimentaria y agroecología en lo que respecta al modelo productivo, veamos que ahora se quieran imponer estas cuestiones. Hoy estamos hablando de megagranjas porcinas, de trigo transgénico, modelos que no generan trabajo, que concentran la tierra en pocas manos, que van a provocar enfermedades y contaminar el agua”.

Tedesco subraya que hay discusiones ya saldadas: “El glufosinato de amonio es 15 veces más letal que el glifosato. ¿Hace falta que estemos explicando cada vez que hablamos, que los pueblos están con un índice de cáncer y enfermedades tremendo? Toda la comunidad europea le dijo que no al trigo transgénico: no es que hay hippies y ambientalistas rechazándolos, sino que las consecuencias de ese modelo están claras”.

Surge una pregunta que se hace Tedesco: “¿En qué momento el gobierno va a plantarse a decir que vayamos construyendo una línea pensada en la agroecología? Porque además, está comprobado que el trigo, sin esta metodología agroindustrial, es más rentable. Pero con el lobby de las grandes multinacionales hay interés en imponer en Argentina los agrotóxicos que no están pudiendo vender en el mundo, porque se les empiezan a cerrar puertas. No podemos ser el laboratorio de estas multinacionales hasta el último día”.

A principios de agosto el ministro de Medio Ambiente, Juan Cabandié, planteó un sincericidio en una entrevista televisiva: “Conseguir dólares para el vencimiento de la deuda no podemos hacerlo sin contaminar”. Tedesco: “Que un ministro diga eso nos preocupa mucho. Es poco serio. Para hablar de soberanía decimos que es necesario descalzar la producción del dólar, y la agroecología es una alternativa que el gobierno debería abrazar porque es la única que propone que todo lo que producimos salga de nuestro país.  Entendemos que no podemos de la noche a la mañana dejar de producir soja, pero la reaidad es que ya sería hora de ir empezando a hacer otra cosa”. 

Menemismo reciclado

Hay otro tipo de producción que se viene sembrando hace años y que en el Panazo se expresó a través del trigo agroecológico. “Estamos nacionalizando nuestros almacenes con productos cooperativos y agroecológicos –explica Tedesco–. Este es el ejemplo que hay que fomentar, pero el Estado mira para otro lado. En Cañuelas hay trigo agroecológico y es rentable: no lo decimos nosotros solamente, lo dice también el INTA. Nuestro modelo refuerza las economías regionales. ¿El trigo HB4 de Bioceres y estas empresas es para haya pan más barato en los barrios? No. ¿Es para que haya más harinas? No. Es para la exportación”.

Uno de los principales impulsores es el canciller Felipe Solá, también responsable de la turbia aprobación de la soja transgénica en 1996, cuando era secretario de Agricultura del menemismo. Lo que sobrevino fue el boom del modelo extractivo: “Si hay algo claro sobre lo que creció desde los 90 para acá, es el hambre. Es un modelo que siempre nos viene con este verso, como si no tuviéramos memoria y como si no supiéramos lo que genera la contaminación”. 

La UTT es un gremio de campesinos y agricultores instalado en 18 provincias. “Venimos haciendo un trabajo de muchísimos años para que las familias productoras abandonen el modelo atado a las químicas. De a poco estamos logrando producir nuestras propias semillas. Es un camino largo, pero cuando hacés los números no lo pueden creer: pierden más del 40 por ciento de su rentabilidad en químicos. ¿Cómo puede ser que nos hayan engañado así? Es la muestra del experimento final de las grandes empresas: tratar de que seamos totalmente dependientes de ese modelo”.

Desde el Foro Ecologista de Paraná y la Coordinadora Basta es Basta, saben que la nueva variedad de trigo implicaría sumar un nuevo evento transgénico a la dieta diaria. Daniela Verzeñassi: “Por eso cobra aún más fuerza la idea de declarar la emergencia en la provincia. Entre Ríos es una de las 7 provincias donde ya se está sembrando. No sabemos dónde, ni siquiera si la superficie es más de lo que dicen: ¿cómo aseguramos que la contaminación genética no llegó al pan que ya estamos hoy consumiendo?”. La pregunta sigue flotando, en un país en el que las corporaciones parecen tener piedra libre mientras los funcionarios muchas veces justifican, o se desentienden del tema. 

¿La pandemia no iba a traer un mundo mejor, más volcado al cuidado de las personas y del medio ambiente? Daniela: “En realidad ha habido una avanzada corporativa en este año y medio que estuvimos paralizados en el espacio público. Pero algo es nuevo: el impacto de este modelo de producción lo solemos sentir de cerca en nuestras regiones. Para el resto del país es algo que ocurre en otro lado, un problema ajeno, aunque estemos hablando de comunidades atacadas y enfermas. En cambio con el trigo, quizá no lo tengas sembrado en la puerta de tu casa, pero va a llegar hasta tu mesa. El tema es cómo hacer para que conozcan esto millones de personas que serán afectadas”. 

Y cierra: “No hablamos de la soja que va para el alimento de los cerdos en China: es el trigo con el que hacen tu harina, pan, tu factura, tu pizza. Acá no se juega solamente el futuro de un territorio en algún lugar del país, sino la salud de todos sus habitantes”.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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