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Alerta Salta: encadenados por trabajo en 9 de julio

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En Salta no hay nada. “Y cuando digo nada es nada. Literalmente”, dice Segundo Oscar en medio de la 9 de Julio, adonde llegó desde el lugar que indica la bandera que sostiene el compañero que coquea a su lado: “Tartagal – Salta”. El reclamo es por falta de trabajo, pero la bandera que cruza la calle sintetiza qué hacen aquí estos cincuenta hombres fornidos que fueron trabajadores de la construcción de obras que desde diciembre están paradas: “Queremos que se sepa lo que pasa en nuestra provincia”.
Qué pasa: “No hay trabajo”, dice y no parece que haga falta agregar más nada. Otra bandera, más allá, habla de la “Cooperativa Laguna del cielo”, una de las tantas que quedó inerte ante el parate en la obra pública, en general, y en particular, de la construcción del gaseoducto del NEA. “Acá vinimos 50, pero en Salta somos alrededor de mil los que nos quedamos sin trabajo”, sigue Segundo sobre su cooperativa. “No sólo eso: el gobierno de Urtubey cerró los comedores y no hay ninguna política de contención”, denuncia.

Alerta Salta: encadenados por trabajo en 9 de julio

Fotos: Nacho Yuchark


Desde el martes están en Capital Federal donde se quedarán hasta “conseguir puestos de trabajo o hasta que nos hagan cagar”. Desde entonces se dedicaron cada día a cortar un carril la 9 de julio, pacíficamente, aunque la policía los rodeó todos los días superándolos en número. Hoy estuvieron desde las 9 de la mañana hasta pasadas las 4, acompañados además por Infantería y una negociación policial en forma de amenaza: “Si no se van o liberan algún carril, van a venir más policías”, dijo el comisario canoso a Segundo que, calmo, retrucó: “No nos vamos”. La policía no es algo que amedrente a estos salteños: “Esto es un pelotero para nosotros”, se reían otros dos señalando la presencia policial, y poniendo las cosas en su lugar: “Lo que nos asusta es la falta de trabajo”.
Para simbolizar la desesperación, los salteños radicalizaron hoy su protesta: dos de ellos se encandenaron a un poste justo en la esquina de 9 de julio, y Segundo advirtió al comisario que tenían bidones de nafta. “¿Para qué?” “Si hace falta, nos vamos a prender fuego”.
Alerta Salta: encadenados por trabajo en 9 de julio
Para apaciguar estas posturas la policía apuró ofrecimientos. El primero llegó desde el área de Promoción de Desarrollo Social de la Nación, que prometió 1.500 kilos de mercadería. “No nos sirve: queremos trabajo”, respondieron los salteños. Luego, cerca de las 14, el comisario se acercó para revelar un mensaje caído de arriba: “La jefatura de gabinete está hablando con el Ministerio de Trabajo para que los reciban”, aseguró. Sólo entonces Segundo y los suyos aceptaron: se liberaron dos carriles. “Y si no nos reciben, volvemos a cortar”.
Mientras ocurría este ida y vuelta, apareció el hombre que hace pocos días fue bajado del tren por llevar por cartel en contra del gobierno. Juan Carlos – así se llama- llevaba, hoy, la misma pancarta de cartón: se la mostraba en la cara a los policías “para que cuando nos peguen sepan a quién están defendiendo”, dijo a lavaca.
Alerta Salta: encadenados por trabajo en 9 de julio
Juan Carlos pasaba por el centro y, como siempre desde que “me enteré que Macri iba a ir a ballotage”, es decir hace 8 meses, llevaba el cartel que pintó a mano contando las promesas de campaña del gobierno y una frase sintetizadora: “Mentiroso».
Según Juan Carlos, parado en medio de los tartalagenses desocupados, “al leer el cartel la gente me cuenta que fue despedida o que conoce a alguien sin trabajo”.
Ahora que es un poco famoso, este hombre que se convirtió en un medio de comunicación asegura representar “el sentimiento de millones”.
Un salteño, a su lado, se ríe: “No sé si de tantos. Pero el mío sí”.

¿Qué grita el corte de trabajadores de Tartagal? Lo contamos en la nueva MU.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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