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Lucio Salas Oroño, asambleista: «Lo que está haciendo Kirchner es fruto del 19 y 20»

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Esta conversación con Lucio Salas Oroño, 50 años, escritor, miembro de la Asamblea de Núñez, uno de los inspiradores e integrantes de la Cooperativa La Asamblearia y un activo participante de toda esa gran movida social ocurrida en el último año y medio, refleja una mirada personal sobre los cambios en la situación política, la lucha por el poder, la horizontalidad, los intelectuales lacerados y algunos otros enigmas. Se trata de ideas nuevas sobre prácticas aún más novedosas. Y de los desafíos que se inauguran con esta etapa: «En cierto sentido -dice Lucio- ahora se pone en juego la consistencia de la autonomía. La autonomía frente a un estado mafioso, que no da espacio o que reprime, podría ser casi un deber. Con un Estado más seductor, el debate sobre la autonomía cobra otro valor».

¿Cómo deben plantarse los movimientos sociales frente a la nueva situación política?

¿Estamos ante un cambio, o ante un maquillaje?

Semejantes preguntas no tienen una sola respuesta y resultan un disparador para debatir sobre el paisaje político argentino.

Esta conversación con Lucio Salas Oroño, 50 años, escritor, miembro de la Asamblea de Núñez, uno de los inspiradores e integrantes de la Cooperativa La Asamblearia y un activo participante de toda esa gran movida social ocurrida en el último año y medio, refleja una mirada personal sobre los cambios en la situación política, la lucha por el poder, la horizontalidad, los intelectuales lacerados y algunos otros enigmas. Se trata de ideas nuevas sobre prácticas aún más novedosas. Y de los desafíos que se inauguran con esta etapa: «En cierto sentido -dice Lucio- ahora se pone en juego la consistencia de la autonomía. La autonomía frente a un estado mafioso, que no da espacio o que reprime, podría ser casi un deber. Con un Estado más seductor, el debate sobre la autonomía cobra otro valor».

Lucio fue militante de la izquierda revolucionaria en los 70, se exilió en Suecia. De vuelta en la Argentina, sufrió particularmente la etapa menemista como un momento angustiante, y sintió que la participación en el movimiento asambleario era una forma de resignificar su vida.

En las últimas elecciones fue uno de los que votó «Que se vayan todos», pero ahora está en el grupo de los favorablemente sorprendidos por las primeras semanas del nuevo gobierno.

«Me produce optimismo el estado de expectativa de la gente. Sin cierta confianza, en un estado de melancolización colectiva, es muy difícil hacer cosas. Los actos simbólicos de este gobierno han resultado tan inesperados que producen un cambio de ánimo y para los que estamos con una actitud propositiva, eso es todo un patrimonio».

Salas considera que si se está en una política de pura confrontación, da lo mismo cualquier forma o persona que adopte el Estado.

-Pero si estás comprometido con ciertos proyectos que querés realizar ahora, la actitud del Estado no es nada aleatoria. A veces conseguir una indiferencia del Estado ya es bastante positivo.

-No tenerlo de enemigo. Que no vengan a pegar.

-Por eso creo que estaban equivocados los que decían que era lo mismo Menem, cuyo programa era molerte a palos, o el «pingüino» (referencia al señor Kirchner) que al menos no prometía eso. Y lo digo habiendo votado Que se vayan todos. Pero no sé si las asambleas no tendríamos que haber sido más flexibles con el estado de ánimo de la gente. Recuerdo aquella consigna que decía «Votá lo que puedas, construí lo que quieras». Me parece que algo así hubiera sido mejor que el boicot. Pero ya está, ya pasó. Y la nueva situación deja mucho margen para aprovechar.

-¿Por ejemplo?

-Si el gobierno deja caer la privatización del Correo, o de Aguas Argentinas, cosas tan viciadas, cambia el debate. Supongamos que el gobierno diga «hay que licitar de nuevo». Nosotros podríamos promover una forma de gestión social de ese patrimonio colectivo. Queremos que ese servicio sea universal y que se implemente bajo control de los usuarios y los trabajadores de esas empresas. Pero que mientras tanto el gobierno deje caer los contratos, es un gran avance en esa dirección.

-¿Pero es en esa dirección, o en la que quiere el gobierno?

-Yo creo que es un avance porque te pone en situación de interlocutor político, con una condición: que tengas algo para decir. Ahora, si estás encerrado en una pura confrontación contra todo, esto te complica, y pasás a ser inoperante. Tu negocio, en ese caso, es «cuanto peor, mejor». Los que tenemos unos años, sabemos que eso no es nada cierto. Yo creo que hay una recuperación del sentido común y de espacios para un pensamiento crítico.

Sentido común y pensamiento crítico: lo que Salas señala es que se ha ido rompiendo el contexto del pensamiento único y se abrieron muchas posibilidades prácticas de ideas y acciones.

-Son pocas semanas, pero los actos del gobierno contribuyeron a la ruptura del pensamiento único y a cierta restitución de la dignidad. Pero toda esta situación política novedosa, lo que hace Kirchner, en el fondo es fruto del 19 y 20, y todo el nuevo reclamo de transformación de las relaciones sociales. Sin eso, este gobierno no hubiera empezado de este modo.

-Según esa visión, el nuevo gobierno estaría respondiendo a aquellos reclamos.

-Creo que sí, y es lo que provoca el cambio de expectativas. ¿Hasta dónde va a llegar? No se sabe. La situación es inestable. Pero me parecería un poco tonto desde el punto de vista del movimiento social acosar a Kirchner. No veo a nadie en esa posición, ni a los partidos de izquierda. Pero todavía no estamos aprovechando suficientemente las posibilidades de juego que hay.

-Con tanto entusiasmo, más de uno podría sentarse a esperar que el señor Kirchner o su señora arreglen todo.

-Deponer el protagonismo sería lamentable. Pero eso lo podés combatir: hay que aclarar que el Estado no va a solucionar los problemas de la sociedad. Puede crear condiciones, pero lo que no hagas por vos mismo, con tu auto organización y tu autonomía, no lo va a hacer nadie. En cierto sentido, ahora se pone en juego la consistencia de la autonomía. La autonomía frente a un estado mafioso, que no da espacio o que reprime, podría ser casi un deber. Con un Estado más seductor, el debate sobre la autonomía empieza a cobrar otro valor.

-Mucha gente aparece desconfiada ante el gobierno, ante tanto brote de optimismo, y parece preferir cierta distancia con la nueva situación.

-Tenemos todos los motivos, ¿no? A mi me parece muy prudente. Yo no me voy a hacer kirchneriano. La crisis de representación es mundial, tiene otros orígenes, uno tiene que seguir cuestionando el espectáculo político, y en el fondo el Que se vayan todos sigue siendo una consigna completamente válida. Pero hay que registrar los actos simbólicos que nos ponen en un nuevo escenario.

-Pero en el actual contexto de expectativas, ¿cuál puede ser el sentido del Que se vayan todos?

-Es un cuestionamiento a un sistema de representación política que no permite la vida democrática de las sociedades, es un programa político a largo plazo. Se puso muy en evidencia en Europa con la guerra en Irak. Lo que pasa es que esto requiere un poquito de sutileza. Es bastante fácil resolver todo en términos de consignas. La vida es compleja. Hoy te pone frente a una situación en la que no hay más remedio que pensar lo político en su dimensión con el Estado, cosa de la que estábamos exceptuados cuando el Estado se manifestaba como un enemigo completo.

-He escuchado a asambleístas preguntarse cómo actuar frente a un poder que se relegitimó, mientras sospechan que lo actual es puro maquillaje.

-Es una preocupación comprensible. Pero hay que ir un poquito para atrás, y pensar que Kirchner tal vez no tenía más remedio. Cuando le dijeron «usted va a ser presidente por el 22% de los votos», él dijo «en realidad tengo el 12, el resto es de Duhalde». Con lo cual tuvo que salir a legitimarse frente a la sociedad. Esto no había pasado. Yo no recuerdo de ningún presidente en la situación de querer legitimarse habiendo ganado.

-Hasta ahora hemos tenido a los que prometen, pero después hacen todo lo contrario. Esta vez lo raro fue que se pusieron a hacer más de lo que habían prometido.

-Sobre todo son actos simbólicos, pero en el imaginario colectivo pesan. No hay que subestimarlos. Lo que uno ha ido aprendiendo es que la construcción de los mitos y el valor de lo imaginario tienen tanto o más peso que ciertas estadísticas. La realidad finalmente tiene que ver con cómo uno la reconstruye en sí mismo. Las cosas no se viven objetivamente, las viven los sujetos. Y si esos sujetos tienen expectativas, cosas que son estadísticamente iguales, cambian.

-El riesgo es quedarse mirando el espectáculo de los actos simbólicos.

-Pero eso puede pasar si no tenés tus propias propuestas para salir a disputar frente a un pueblo que manifiesta haber recuperado su sentido común. Yo sé que lo que digo puede ser discutible, pero uno tiene que decir lo que piensa. Equivocarse es un derecho. Pero sinceramente, no creo que mañana Kirchner saque a los militares para molernos a palos. Puso a Eduardo Duhalde en Derechos Humanos, Duhalde fue a ver a la gente de Brukman. La gente de Brukman vino a contarnos que ahora harán la cooperativa y la fábrica puede recuperarse. Parece que se puede ir caminando un poco.

Otro debate en danza es sobre las propias asambleas barriales. ¿Siguen teniendo entidad, o fueron apenas un virus de verborrea? ¿Tienen vigencia, o están en crisis terminal? Dice Lucio: «Es cierto que muchos asambleístas nos hemos sentido bastante dolidos por tantos certificados de defunción que nos han ido extendiendo los intelectuales. Intelectuales que no participan en el movimiento asambleario. En muchos casos son los mismos que sin participar, o participando de ojito, en otro momento le asignaron a las asambleas una importancia mucho mayor a su verdadera inserción.»

Lucio cree que debe haber habido muy pocas experiencias de democracia y horizontalismo tan extenuantes como la de las asambleas porteñas. «Lo de la horizontalidad es un invento argentino. Con sólo salir a Uruguay, hablás de horizontalidad y no entienden si te referís a alguna cama».

Una curiosidad: esa forma horizontal de organización incluye a asambleas, a ciertos movimientos piqueteros, a algunos de derechos humanos. «Capaz que nos hemos ido copiando» dice Lucio. Lo real, es que constituye un modo novedoso de hacer política, una especie de seguro contra autoritarismo que Salas reconoce haber sufrido en carne propia: «Yo tengo un natural bastante autoritario, me encanta tomar decisiones. Pero en la Asamblea me han puesto tantas veces en mi lugar… al final uno se termina haciendo a esa práctica».

-De esa misma anécdota, ¿no se desprende que el mecanismo traba la capacidad de decisión, y que la asamblea puede convertirse en una burbuja que no va a ningún lado?

-La asamblea pretende una forma de autoorganización. Además, cuando aparecen iniciativas como la de La Asamblearia, o las comisiones dedicadas a economía solidaria, o la de privatizaciones, ya se pasa al plano de lo económico, de la vida material. Se va a la estructura misma -como se diría en lenguaje marxista- de las relaciones sociales, de las relaciones económicas. Pero a la inversa, los que pensaron que las asambleas tenían que tomar el poder, estaban un poco equivocados.

Lucio cree las asambleas han sido una experiencia ardua para muchos intelectuales, a quienes en ese ámbito no se les ha reverenciado debidamente el prestigio ni los oropeles. «No te dan pelota», informa Salas. La horizontalidad puede haber resultado lacerante para ciertas deformidades de la autoestima:

-La cuestión, de todos modos, era aguantarse para ver qué salía de todo esto. De la democracia y del pluralismo. Pensándolo bien, así debía ser la polis: una cosa difícil.

-Tal vez había griegos poco considerados que contradecían a los filósofos profesionales.

-Sí, del ágora nos quedan retratos muy floridos, pero debía ser bastante espantoso. Pero hay cosas que conviene mirar bien. Por ejemplo, una asamblea puede tener un promedio de 30 ó 40 personas, pero si se abren bien los ojos, empieza a verse la cantidad de organizaciones sociales como bibliotecas populares, sociedades de fomento, clubes, aparecen ante uno otros actores sociales con los que construir en red. La potencia de una asamblea no está dada por el número de sus miembros activos, sino por este tipo de relaciones que va desarrollando en el barrio, en el territorio. El foro de Economía Solidaria en Núñez, lo hizo la Asamblea con otras 19 organizaciones barriales. No es poco.

Esas organizaciones para Salas tienen un valor que no se suele apreciar, o que se desmerece por su supuesta pequeñez.

-Por ejemplo, una biblioteca popular, tal vez no colme mis expectativas de lectura, pero sí la de muchos vecinos o la de 50 niños que asisten cada día. Es una forma de organización popular importante, a la que uno ha permanecido un poco ciego durante años, aún teniendo una actitud activista o militante, porque uno se ha concentrado en hechos más espectaculares de la política.

-¿Espectaculares?

-Claro, el gran debate político, las intervenciones en la vida social con efectos mediáticos. En cambio este otro tipo de construcciones tal vez no sea el más espectacular, pero es el que garantiza una forma de transformación posiblemente lenta, pero consecuente. Lo espectacular lo hemos tenido en la historia argentina de nuestra generación. Tomar un cuartel militar, por ejemplo. Un episodio de la máxima espectacularidad. Y al final, ¿para qué servía eso? ¿Realmente representaba una disputa por el poder? ¿El poder estaba en el cuartel?

Hay un montón de preguntas que tienen que ver con nuestra generación, la de los que tenemos unos 50 años, cuando éramos jóvenes, y creo que en la mayoría de los casos se responde negativamente. Por eso me parece que hay una revisión de nuestra forma de participar de la vida social, y de procurar la transformación.

-Sin embargo hay intelectuales, como el estadounidense James Petras, que dicen que las asambleas con sus discusiones ad infinitum y su rechazo a los liderazgos, terminan siendo una especie de anarquía estéril y nada transformadora.

-Yo me decepcioné mucho con Petras. Por ejemplo, su interpretación de del Foro Social de Porto Alegre, que para mi fue tan importante y que él subestimaba totalmente diciendo que en lugar de «otro mundo es posible» sólo se iba a terminar diciendo «otro foro es posible». Yo creo que sus planteos han fracasado, los veo muy cuadrados. Keynes decía que eran tan pocos los hombres que después de los 25 se atreven a incorporar una idea nueva… Es bravo. Uno a veces tendría que aprobar con melancolía que a lo mejor no tuvo razón.

-Dejemos a Petras, vamos al argumento.

-Él habla de anarquismo. Yo no soy anarquista. En las asambleas hay algunos anarquistas, están en todo su derecho, y son muy buenos compañeros. Pero la horizontalidad no se hizo por anarquismo, sino que -como lo ha dicho Naomi Klein- es una apuesta bastante radical a evitar las jerarquizaciones y organizaciones verticales que tan malos resultados han dado. Es interesante ver que esto surge entre gente que ya hizo la experiencia de la organización vertical. Yo mismo fui integrante de una organización centralizada, revolucionaria y de izquierda, y por eso conozco cómo se piensa el asunto.

-Pregunta: ¿cómo se piensa el asunto en esas organizaciones de izquierda?

-Se piensa en los frentes de masas. Las asambleas serían un ejemplo. Vos vas al frente de masas con tu línea y tenés que imponerla. No es que seas malvado. Estás convencido de que tu línea es la justa, bajás al frente de masas y operás, y lo podés hacer con absoluta transparencia y honestidad, pero para conseguir que ese frente de masas actúe de acuerdo a tu estrategia.

-Si uno les cuestiona eso, contestan: ¿qué tiene de malo? Es la naturaleza de su propia actividad militante.

-Claro, y es difícil romper con esa idea del frente de masas, y que consideren la autonomía como un valor. La autonomía de cada organización social en sí, sobre todo cuando no existe nada parecido a un proyecto conjunto, se tiene que ir elaborando en función de las experiencias prácticas concretas. Tratar de meterles el corsé de un programa elaborado desde afuera, es central en la estrategia leninista de la política. El aparato se termina imponiendo de una forma bastante brutal sobre el frente de masas. No ha dado resultados muy notables

-Pero como respuesta a esos resultados poco notables, ¿no se corre el riesgo de abandonar cualquier estrategia que plantee el problema del poder?

-Es que me parece que la autonomía o la horizontalidad no implican desconocer la existencia del Estado, por ejemplo, que fue el motivo de mayor esterilización del movimiento anarquista, tan importante hace cien años: el ideologismo, hacer un gigantesco tabú del Estado. Es distinta una posición autonomista de una anarquista. Esta última me parece un poco sin salida, termina siendo testimonial y poco operativa para el cambio social, que es lo que a uno le interesa, y no sólo hacer el testimonio de la pureza de mis ideas.

-Ni quedarse sólo en la protesta.

-Claro, creo que se trata de que en las asambleas se hable más de política, en el sentido más tradicional. Digamos, yo vengo de una generación donde aplicábamos la palabra política a todo. Estaba bien eso de plantear que eran «políticas» -en el sentido más profundo de la palabra- todas las intervenciones culturales o sociales.

Pero también hay que empezar a pensar la política en el sentido más usual, la relación con el Estado. La gente está en contra de los políticos por la forma en la que utilizan el poder del Estado. Pero no de la actividad política.

-Así planteada, la autonomía no se opone a pensar una relación con el Estado o el poder.

-Te aclaro que son mis ideas personales, y no consensuadas en una asamblea.

Yo veo que lo que realmente hace al núcleo de la construcción del movimiento social y de la autonomía no es la negación del Estado, sino que el Estado no es el centro de la estrategia de poder. Esto también tiene que ver con la actitud de confrontación. No creo que sea útil confrontar con el Estado. Se confronta cuando es inevitable. Pero la búsqueda de confrontación en nuestro pasado ha demostrado ser más bien estéril. Uno lleva todas las de perder. Hay que observar que las estrategias de la toma del poder, cuanto más serias han sido, siempre se han planteado que en la naturaleza del poder está el ejercicio de la violencia organizada.

-En esa línea, lo único razonable es acumular fuerza, hasta tener más fuerza que el poder establecido.

-Pero en ese caso hay que plantear el aspecto militar de la cosa. Es un poco desagradable de decir, pero si realmente uno pone el centro de su estrategia en el control del poder del Estado, antes o después debe considerarse que el Estado tiene aparatos de coerción y de monopolio de la violencia, que hay que quitarle. O doblegar, o no sé qué.

En cambio, una estrategia que no se centra en la lucha por el poder del Estado sino en el desarrollo de la organización social, en el seno de la sociedad civil, no tiene por qué atarse a las estrategias de confrontación, salvo que sea inevitable, porque -como te decía- en las confrontaciones se tiene todas las de perder.

Entonces por un lado, existe una perspectiva -que muchos hemos compartido- de una construcción de una sociedad distinta a partir de una toma del poder del Estado. Pero la idea de que cuando conquistes el poder vas a resolver desde arriba los problemas de la sociedad te inhibe, en algún grado, de intentar transformaciones para la vida que vamos viviendo.

La otra variante es concentrarte en la construcción que te interesa, sin esperar a controlar el poder del Estado para hacer la transformación.

Hay otras formas de transformación. Se me ocurre pensar en experiencias históricas. La burguesía europea, ¿cómo ascendió? Cuando ascendió al poder político llevaba siglos de haber ido impregnando de su forma de relaciones sociales a la Europa feudal. Cuando maduró ese dominio de la sociedad por las formas de propiedad burguesas, por la consolidación de una clase, la conquista del poder político fue como una derivación natural.

Yo no sé si esto es enteramente asimilable pero las transformaciones sociales se han dado en el tiempo, primero dentro de la sociedad y después en las instituciones políticas, que tampoco son eternas, sino que son formas históricamente determinadas.

-¿Qué ejemplo hay de esa manera de pensar la política desde los movimientos sociales, con relación al Estado?

-En la cooperativa La Asamblearia, entramos en contacto con gente de Inti que está colaborando con diversas cuestiones, desde la formulación de una página web, hasta apoyo técnico para emprendedores y posibilidades crediticias. Esos recursos del Estado estaban ahí, nos topamos con funcionarios con buena leche, y eso nos permite dar un salto manteniendo siempre nuestra autonomía. Las asambleas podrían hacer suyas propuestas como las del EDI, Economistas de Izquierda, un nucleamiento de docentes universitarios que hicieron un estudio del presupuesto de la Capital que muestra cómo recaudar 1.000 millones más por año corrigiendo los impuestos. Con esos planteos podríamos tener una verdadera intervención política, para plantarnos frente a los candidatos, y que no te corran con el argumento de que «no hay plata». Se puede lograr una injerencia en cómo se distribuye, en plantear de dónde obtener el dinero, en no quedarte sólo en el reclamo sino explicar cómo hacer que hospitales y escuelas estén mejor, y que haya plata para la economía solidaria.

-Es cierto, pero esta posibilidad no existe actualmente, es una expresión de deseos.

-Pero sí existe una experiencia como la de la Comisión de las asambleas autónomas dedicadas a las privatizadas. Ellos son los que han tenido más instinto para articular situaciones bien concretas como la de los servicios públicos, la amenaza de tarifazos, y vincularon rápidamente eso con la protesta, la denuncia, la movilización y la acción de muchos actores sociales y del propio Estado. Además, se manejaron también con presentaciones legales, las defensorías del pueblo, los estudios económicos. Hicieron una combinación para tener una concreta intervención política, con muchas alianzas y de hecho es una de las comisiones históricas de las asambleas, que ha funcionado desde los primeros momentos.

-Volvamos a otro de los cuestionamientos contra la horizontalidad, el de la ineficiencia.

-Venimos de una crítica muy fuerte a los mecanismos de representación, que tampoco han sido un modelo de eficiencia. Tal vez sea una reacción extrema, pero es donde estamos situados. Me parece que hay cuestionamientos injustos. Las asambleas lograron muchas cosas como prácticas concretas en los barrios. Las fábricas recuperadas también son experiencias de horizontalismo. Creo que es un antídoto contra las jerarquías permanentes.

Esto está muy asociado a la cuestión del consenso. En las asambleas a veces se busca no votar y discutir hasta que se convenzan todos, o una gran mayoría. Son cosas que uno podría resolver en menos tiempo votando de una forma clásica. ¿Sirve eso? El que no entendió el sentido se queda como resentido. Entonces el vínculo afectivo esencial se puede deteriorar. Porque estas son construcciones en las que media también el afecto. Estamos tanto tiempo juntos, que por supuesto hay tensiones, peleas, pero si eso no se puede resolver, las asambleas de debilitarían, se entra en una dinámica expulsiva.

Es lo que pasa en los partidos. Se llega a un momento en el que se discute, se toma una decisión, y al que no le gusta se va. Aquí en cambio se lima, se lima, hasta llegar a un consenso muy amplio, inclusivo.

-Pero puede ser a costa de una pérdida de tiempo y energía descomunal.

-En la medida que las cosas salgan, es otro tipo de eficiencia. El movimiento social tiene que aceptar sus propios tiempos, y sus propias reglas de juego. No es negocio alterarlas para jugar al ritmo de los demás.

-¿Cómo fue tu pasaje de la experiencia en una agrupación centralizada y jerárquica a una búsqueda por el lado de los movimientos más abiertos, autónomos y horizontales?

-Yo tuve que exiliarme. Estuve en Suecia. Ahí conocí al movimiento contra la energía atómica. Yo estaba a favor de la energía atómica, porque era muy partidario del progreso. La energía atómica era progresista de por sí. Decíamos que el problema era el capitalismo, que no podía controlar ese sector. Después entendí que la cosa era más complicada. Pero ahí conocí eso de que podía haber un movimiento social con su organización y objetivos, que no era parte de un proyecto político partidario. Eso me marcó bastante. Y más tarde, haber ido al Foro de Porto Alegre. Fuimos con mi mujer (Cristina Feijóo) como escritores… y es muy alentador encontrarte con 40.000 personas que comparten una perspectiva a la que vos habías ido llegando.

-En algún momento planteaste que tu actividad en la asambleas resignificó tu vida.

-Es exactamente así. El poder recuperar la dimensión social de la existencia de uno, más allá de ir a diez marchas por año, o que a través de la computadora estuvieras en relación y colaboraras con una cosa o con otra, el saber que todos los días hay una cosa concreta que hacer, es una sensación muy linda, te sentís más pleno. No quiero incurrir en alguna expresión un poco ridícula, pero lo siento así. Yo suelo decir que esto es un milagro. Un milagro laico, para que nadie me atribuya lo que no soy.

Lo que pasa es que los años del menemismo fueron muy angustiosos. Mi mujer tiene una novela, Memorias del río inmóvil (ganadora del premio Clarín) que describe ese clima cultural que se vivía, con el apogeo de un individualismo tan exacerbado. Era bastante pesado de sobrellevar.

-Hubo gente que parece haberla pasado muy bien.

-Depende de cómo vivís esas cosas. Aún no estando mal de plata y haciendo algo creativo como escribir, vivimos con mucha angustia aquel tiempo. Y ahora que estamos mucho más jodidos económicamente, lo que pasó a tener más importancia fue esta otra posibilidad de recuperar un espacio social.

Y es cierto: resignificar la vida de uno.

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

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Todo lo que se narra a continuación sucedió mientras, en el Congreso, la policía reprimía a mansalva a jubilados, periodistas –incluido Lucas Pedulla, integrante de lavaca– y personas que se acercan a movilizarse cada miércoles. Fin.

Crónica de Franco Ciancaglini. Fotos de Sebastian Smok.

La historia comienza así: el partido del gobierno La Libertad Avanza organizó un acto de cierre de la campaña del vocero presidencial y candidato a legislador porteño Manuel Adorni, en Plaza Mitre, Recoleta.

El montaje del escenario afirma: “Adorni es Milei”.

Se espera que ambas personalidades estén y hablen hoy.

Pero falta para eso.

Media hora antes de la convocatoria, en distintas esquinas de la avenida Libertador, hay grupos de personas que, muy organizadas, esperan.

En las esquinas la mayoría va vestida de negro pero, en un acto de magia política, luego se las verá llegar a la plaza con la misma remera violeta, puesta arriba de sus verdaderas remeras o incluso de buzos y camperas.

Un notero de TN primero y luego de C5N hablaron con estas personas, que confesaron haber sido convocadas para trabajar en “prevención” bajo la promesa de una paga de 25 mil pesos.
El Whatsapp de la convocatoria, revelado a cámara por uno de ellos, decía: “Ahy (sic) un acto político de 17 a 21. 25 mil pesos. El que quiere se anota”.

Finalmente no era para prevención, sino para “presencia”.

Pero lo peor no es nada de esto, sino que finalmente no les pagaron los 25 mil, sino que quisieron darles 10 mil; ante la presión, algunos recibieron 20 y otros, nada: “Porque no me quiero poner la remera esa sucia no me quieren pagar”, denunció el más sincero ante las cámaras.

Fin.

Lo cierto es que estas columnas de unas 50 personas cada una fueron las que lograron ocupar una plaza Mitre que estaba semivacía.

Temprano, los remera violeta se negaban a hablar con la prensa, aún disciplinados por la promesa de la paga. Luego, ante la deflación de lo prometido descargaron su bronca ante las cámaras dejando en evidencia cómo trabaja el puntero Sebastián Pareja en la provincia de Buenos Aires, de donde provenían estas personas, para el cierre de una campaña porteña.

Alicia es jubilada pero no está marchando alrededor del Congreso, sino que está acá, colándose entre los violetas para saltear unas vallas y pasar más rápido hacia el sector del escenario. Hace un año y medio que se afilió al partido en la Comuna 13 Belgrano, Núñez. Habla de Milei como obnubilada, apurando su paso como ansiosa por la posibilidad de verlo en vivo. Faltan, al menos, dos horas.

Describe a Milei como un “bocho en economía” y se ríe al recordar que en la última elección, hace dos años, votó al actual jefe de gobierno, Jorge Macri. Está claro que no repetirá voto: “Está la ciudad muy abandonada. Mucho linyera, ratas por todos lados. En mis 82 años nunca había visto ratas en la ciudad”. Voto cantado: Adorni, a quien define como “alguien muy correcto”.

Sobre el otro Macri, el Mauricio, dice que “en su momento gobernó bien” pero ahora lo ve fuera de escena. No está al tanto de sus últimas apariciones contra Caputo, Karina y al propio Presidente, o no le interesan.

Alicia prefiere no hablar más y busca un lugar cerca del escenario para ver a su Presidente.

Lucía y Paula, también jubiladas, vinieron de Vicente López y prefieren mirar la escena desde atrás de todo. Es que llevan dos perritos de raza, o de diseño: Coca y Cola. ¿Qué les gusta de Milei? “Te puede gustar o no pero él habla desde el sentimiento. De lo que sentimos muchos”, dice Paula. Lucía suma: “Me gusta porque va a fondo”.

Sobre Mauricio Macri: “Yo lo voté. Ahora, de política no entiendo mucho, pero me da un poco de tristeza porque creo que tienen (con Milei) más coincidencias. Pero tiene que haber una oposición con responsabilidad. Tal vez Macri sea la oposición”.

Marta también es jubilada de 87 años bien llevados. Por qué vino acá (y no al Congreso): “Porque quiero escuchar quiero informarme quiero saber. Son tantos años de lo otro, que esto merece una oportunidad”.

Sigue sola: “El tono no me gusta. Cuando dice malas palabras es un mal ejemplo para la juventud”.

Qué le pedirías al gobierno a nivel Ciudad: “Por favor que saque las villas. La 31 es infernal”. Se pregunta y se responde: “¿Porque avanzaron tanto? Porque les han dado plata”.

¿Marra? “Sí, me gusta. Qué paso ahí, no sé. Me gusta, te soy sincera, pero ahora hay que unir fuerzas”.

¿Está de acuerdo con la medida anti-inmigratoria? “¿Vos te podés hacer ciudadano dinamarqués, o paraguayo? Acá entran todos. Los chorros, los burros. Y si no les gusta que se vuelvan a sus países”.

¿Y la pobreza? Marta cambie el eje: “Basta de decir ‘hagan lío’. Francisco se terminó. Basta de decir la iglesia de los pobres. Pepe Mujica era comunista. Se han hecho ricos con los pobres”.  

Precisamente Mujica pareciera que no. Ella: “No sé. Déjame dudar. Pero basta”.

¿Qué representa para vos Mujica y qué Milei? “Apoyo a Milei y lo nuevo. Y que dios nos ayude”.

¿Y si sale mal? “Creo que ya no voy a estar con vida. Que se arreglen los que quedan”.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Fotos: Sebastian Smok

A su lado hay un joven con una pala gigante. Posa sonriente para decenas de cámaras. Parece haber logrado su objetivo: llamar la atención.

Se llama Santiago y se tomó dos colectivos desde “la zona más fea de la provincia”, Florencio Varela, donde vive. Tiene 21 años, camisa manga larga a cuadros y una enorme mochila roja sobre la que ató un pañuelo celeste.

Cuenta sobre el sentido de la pala: “Hay que trabajar en este país. Nada se puede conseguir gratis. Todo es trabajo en la vida”.

De qué trabaja: “Soy Rappi y Pedidos YA”. ¿Cuánto gana? “Un poco, mi mamá me decía: muy bien Santiago, ese dinero lo sacaste de tus esfuerzos”. No dice números. Y finalmente revela que ahora ya no trabaja.

Al joven de la pala lo interrumpe Franco, otro joven, vestido de traje, que quiere sacarse una foto con el instrumento. Me da la cámara y posa de mil maneras para fotos que luego subirá a su Instagram. Franco Vera, sabré después, es un joven militante que ha irrumpido hace pocos meses en el colegio Nicolás Avellaneda de Palermo –estando él domiciliado en el conurbano- para postularse como Presidente del centro de estudiantes de la institución.

Franco Vera es de estatura pequeña pero en el debate del centro de estudiantes miró a sus contendientes de la lista oficialista, asociada al peronismo, y al ver que eran 8 personas dijo: “Yo estoy solo pero me la aguanto”. Primera gran ovación del público que recién lo conocía en un debate que ganó con comodidad con palabras clave como fútbol, Messi, Dios, diversidad.

Su lista, hasta antes del debate compuesta por él solo, se llama Ruge el cambio.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Vera, candidato a presidente por la lista Ruge el cambio del centro de estudiantes del colegio Nicolás Avellaneda.

Ahora tiene una decena de seguidores, más después de su segunda jugada: hacerle una cámara oculta a la directora. En la cámara, subida a las redes, se ve cómo la mujer lo apercibe por una serie de hechos difíciles de entender desde afuera, supuestas actitudes de Franco desde que llegó al colegio. Es cierto, se lo nota sobre excitado y concentrado en su carrera estudiantil. Y si bien el video no lo muestra, él asegura que el objetivo de la directora es censurar a Ruge el Cambio para que no se presente –y gane- las elecciones del centro.
Así utilizó la cámara oculta para denunciar la censura institucional.

Su historia merece un documental aparte, que no entra en esta nota. Sobre la elección porteña, él no puede votar. Y pese a las preguntas sobre la actualidad él hablará como representante de los jóvenes de LLA en tono candidato y pedirá que sea a través de videos: “Menos Estado es menos peso al sector público. O sea… Si una persona no capacitada no nos sirve, ¿para qué lo vamos a tener como empleado? Necesitamos tener personas capacitadas. Hay que aprender en esta batalla cultural que los que nos gobiernan son personas normales, no son entes superiores, no tienen título de nobleza”.

¿Los Menem no serán parte? A Franco no le entra una bala: “Los jóvenes somos el cambio” responde en casete y mostrando su sonrisa de dientes con aparatos. Corta la charla para seguir sacándose fotos que subirá tanto a su Instagram como al de la agrupación Ruge el cambio, actividad que le sale muy bien: durante la tarde noche logrará cosechar selfies con personajes como el Gordo Dan o el diputado Martín… Menem.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Lila Lemoine apareció vestida de playera de YPF.

Otras celebridades que se llevan las miradas:

El Zorro con la bandera de Argentina.

Mickey Mouse con un cartel que dice “Aguante Adorni”.

Lila Lemoine vestida como playera de YPF.

Una mujer que tiene tatuada en la cara, justo arriba de su ceja, la palabra “Castrate”. Hay que acercarse bien para entender bien de qué va… o no tanto. En su cachete izquierdo amplía las siguientes consignas:

  • Castrá
  • Adoptá callejeritos
  • Educá
  • No compres
  • No + piroctenia

Son tatuajes.

En la cara.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Franco Carcedo es autor de un libro recién salido del horno que se llama Milei: Conexiones filosóficas. Lo escribió junto a su esposa en La Pampa, donde vive, de donde llegó hoy 7AM y a donde vuelve hoy mismo a las 22. Vino, además de para ver a Adorni y Milei con el objetivo concreto de vender su libro. Lleva 5 ejemplares en la mano, y cuenta que ya vendió otros 5. “Es un camión”, anuncia. Y cuenta sobre su contenido: “El libro relaciona distintos acontecimientos que sucedieron durante la vida de Javier Milei, lo que hizo y muchas veces lo que dijo y dice”. ¿Un ejemplo?

Lo que sigue es literal y no está trucado ni escrito maliciosamente: es parte del libro editado por la editorial Dunken, que cualquiera puede comprar. Dice Franco: “Cuando habla de la felicidad él sin saberlo está hablando de algo que dijo Oscar Wilde en 1888”. ¿Cómo? “Cuando Milei dice que la felicidad es no tenerle miedo a la muerte. Oscar Wilde dice algo parecido”.

La pido mejor hojear el contenido; al inicio hay dos citas. Una de Napoleón que dice: “Los hombres excepcionales son parte de un momento excepcional”. Y otra de Javier Milei: “No seré reconocido como economista sino como rockstar”. Ahí nos vamos entendiendo.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Carcedo y su libro.

En el libro, profundiza Franco, “hay referencias a Nietzche, Maquiavelo, hay cosas de Spinoza… y la frutilla del postre”. Atención: “La cita de Wilde de la felicidad es de 1888. Milei en 1998 funda una banda que se llama Everest. ¿Sabés cuantos metros tiene el Everest? 8848.88”. Ante mi mirada atónita, Franco Carceda prosigue: “Pero hay más. El día que nació Milei se jugó un partido amistoso para homenajear a Arsenio Erico (futbolista paraguayo muy querido en Independiente). En ese partido debutan Bianchi, Carrascosa y César Laraignée. Ese día nació Milei”.

¿Y entonces? Franco Carceda repite: “El día que nació Milei ellos debutan con la casaca argentina”.

¿Pero cuál sería la conexión filosófica: “Es algo piola porque Milei es fanático de Boca y Bianchi es casi el máximo ídolo de Boca, con Riquelme y Palermo, ponele”.

Vuelvo a pedirle el libro. Sobre el nacimiento de Milei, se informa también que nació el mismo día que el guardameta ruso «Araña» Yasín (¡dos arqueros!) y que se editó un álbum del conjunto Jackson 5 de donde saltaría a la fama Michael Jackson.

Fin.

Equivalencias y bebidas.

Una señora envía videos a un grupo y le responden “como quisiera estar ahí”, “cuidate” y le ponen emojis de un león.

Una nena con la careta de Milei y una motosierra posa para las fotos mientras la mamá, al lado, tiene una careta de Adorni, un caniche y muchos pañuelos celestes atados a la mochila, como si los hubiera llevado para hacerse unos pesos.

Un remera violeta grita “viva la libertad” y otros remera violeta, alrededor, lo miran y estallan en carcajadas. Él también.

Franco Vera me contará luego, orgulloso y dolorido, que le tocó la mano a Milei pero que eso le costó que, literalmente, que los seguridad lo tiraran al piso y le pisaran la cabeza: “Estoy bendecido”.

Suena en el escenario un tema con acordes punk cuya letra asegura que Milei es “el último punk” y “el último superhéroe de la libertad”; eso significa que están al caer el Presidente y también Adorni, a quien nadie parece esperar demasiado. Menos que nadie, los remera violeta.

Aparece más allá otro contingente de remeras violetas que ahora llevan bengalas violetas y tocan bombos violetas, siguiendo a una bandera sostenida por jóvenes prolijos y sonrientes sin remera violeta.

La inscripción de la bandera en la cabecera dice «Jóvenes LLA» y otra atrás “Lugano”. La entrada es de cancha: se canta “el domingo cueste lo que cueste” y “un minuto de silencio para Macri que está muerto”.

Otro de los hits son “El que no salta es radical” y uno que cambia la palabra “Perón” por “León”.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Un hombre de 40 y pico, vestido de traje, es el que saca las canciones y agita.

Lidera a la barra hasta meterla en el centro mismo del escenario.

Mientras este cronista anota otras cosas, como la presencia de francotiradores en las terrazas de Recoleta y al lado del escenario, se ve que el hombre sale del tumulto, ofuscado.

Le han robado el celular.

Habla con una persona de seguridad, que abre las manos en señal de “no puedo hacer nada”.

El hombre está visiblemente afectado, dice “no lo puedo creer” y pide un celular para “dar de baja las tarjetas”.

Consigue una cómplice, a quien le confesará lo que él cree es la razón del robo:

-Es que está lleno de negros.

Fin.

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Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

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Mario Mainardi (en la foto tomada hoy), uno de los principales sospechosos por el femicidio de Cecilia Basaldúa cometido en Capilla del Monte, Córdoba, hace poco más de 5 años, finalmente fue citado por la fiscalía de Cruz del Eje para realizarle este martes una extracción de sangre. La abogada de la familia Basaldúa, Daniela Pavón, se enteró apenas un día antes de esta citación a Mainardi. El sospechoso (actualmente vive en Santa Fe) había sido encargado de alojar a Cecilia en Capilla, y fue la última persona que la vio con vida, el 5 de abril de 2020. Sobre su presencia hoy en Cruz del Eje, contó la abogada: “Sacó fotos a todo el edificio, selfis con tribunales de fondo y salió custodiado con personal de la policía de Córdoba. Se subió a un móvil y se fue”.

Las irregularidades y desinformación o manipulación en la causa han sido frecuentes en perjuicio de la familia y sus defensores (además de Pavón, el abogado Gerardo Batistón es querellante en nombre de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación). También ha significado un ocultamiento a la prensa. Audiencias para las que los testigos no eran notificados, falsos argumentos policiales para explicar su propia inoperancia, demoras incomprensibles en la causa, todos temas por los que hay iniciada una denuncia de la Dirección Nacional de Protección de Grupos en Situación de Vulnerabilidad de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, en la Dirección de Investigaciones de las Fuerzas de Seguridad. Además se solicitó a la Fiscalía de Cruz del Eje que la policía de Capilla del Monte, ya no sea la que realiza las notificaciones.

Queda pendiente ahora la información que se brinde a la sociedad sobre este trámite, que permitió ver a un sospechoso clave que nunca dio la cara. La causa ha sido siempre un laberinto sacudido en todo caso por numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad. Aquí publicamos la crónica de lo ocurrido hace menos de un mes, al cumplirse 5 años del hallazgo del cuerpo de Cecilia Basaldúa.

Fotos y crónica de María Eugenia Marengo para cdmnoticias.com.ar

25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..

Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.

      – Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.

Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.

–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.

Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.

La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:

Adrián Lúquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género.  Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.

El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.

Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.

Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como  granaderos.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado  notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón  se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso
Susana, Daniel y Daniela Pavón

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar  que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.

 El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.

La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?

Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.

La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el  centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:

 “Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación  y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.

Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.


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