Nota
Buscarle la quinta pata al chancho
La Cooperativa Los Chanchitos gestiona hace 2 años un bodegón porteño que se llena mediodía y noche. De sus anteriores dueños, que fueron a quiebra, sólo quedan los muebles que la justicia quiere enviar a remate público.
La Cooperativa Los Chanchitos gestiona hace 2 años un bodegón porteño que se llena mediodía y noche. De sus anteriores dueños, que fueron a quiebra, sólo quedan los muebles que la justicia quiere enviar a remate público. En el medio, otro capricho judicial los intima a cobrarles un alquiler retroactivo. Pero los trabajadores tienen una receta especial.
A las 2 de la tarde de cualquier día hábil el restorán Los Chanchitos está lleno. Repleto. 92 cubiertos al mediodía, que a la noche llegan a dar 3 vueltas. “Ese señor que ves allá – señala José Martín, mozo y presidente de la cooperativa- cuando cumplimos 2 años nos regaló una torta así de grande que decía Felicitaciones Cooperativa Los Chanchitos” . El hombre, ensimismado en su plato, es uno de los tantos fieles clientes de este restorán que ya es un clásico porteño.
La mesa en la que apoya el hombre los codos, que sostiene a su vez el plato, los cubiertos, la botella de agua, y la silla en la que está sentado ese hombre, deberían estar en este momento en remate. Es decir que en lugar del hombre comiendo en un salón lleno, hoy debería haber un martillero público, un oficial de justicia y los interesados en comprar el inmueble de Los Chanchitos.
Pero no: los trabajadores se plantaron de la mejor forma que conocen, trabajando, y piden renegociar las condiciones del remate y que se les validen los créditos laborales adeudados por la antigua gerencia.
Mirá las comisiones
Los Chanchitos es parte de la primera camada de restoranes recuperados en 2013, junto a Alé Alé, La Soleada, Don Battaglia y La Mangiata, todos pertenecientes a los mismos dueños y a la misma receta: vaciamiento, quiebra y toma del lugar por parte de los trabajadores.
Ocuparon el restaurante el 25 de abril del 2013, y ya en mayo estaban conformados como cooperativa y funcionando. Este año cumplieron dos años y ahora les toca dar la última batalla legal respecto a la quiebra de la firma anterior, Pizzanesa S.A., comandada por Jorge Andino y Sergio Lipovich.
Según José Martín, la firma quebrada desapareció del mapa pero ahora se enfrentan a la propia justicia, figurada en la síndico Ana Graciela Ventura, representante de la quiebra en el Juzgado Comercial n° 13. “Ella quedó adueñándose de la indagación y ahora quiere negociar. Es sabido que con la quiebra, al no haber activos de la empresa, los profesionales no cobran. Entonces quiere cobrar sus honorarios a costa de la cooperativa”.
La maniobra de la sindicatura, avalada en todos los casos por el juez Fernando Perillo, consta de tres actos:
- Por pedido de la síndico y disposición del juez fueron sujetos a remate todos los bienes de la empresa recuperada por sus trabajadores: sillas, mesas, muebles, heladeras, cocinas, aires acondicionados y hasta una camioneta y dos motos.
- El Juzgado Comercial n° 13 fijó que, en caso de ser la cooperativa la ganadora del remate, que la misma abone “en el momento y al contado” un 20% en concepto de “comisiones”.
- También, la síndico pidió y el juzgado aprobó que los trabajadores paguen un canon locativo de 125 mil pesos por el uso de los bienes de forma retroactiva, es decir, por estos dos años pasados que estuvieron funcionando.
Los trabajadores la hacen corta: “No vamos a pagar ningún canon y vamos a renegociar las condiciones del remate. Nos cansamos. Estamos hartos de las trabas que nos impone la justicia. Si no le ponemos freno, el día de mañana nos van a venir con otra cosa”.
Lo que cuestan las cosas
La forma en que van a hacer efectiva esta decisión es no permitiendo el remate y yendo a discutir jurídicamente las condiciones del litigio: “Es una persecución judicial para un beneficio propio de ellos aduciendo que perjudicaría el funcionamiento del juzgado, que quedaría sin fondos para respaldar los actos legales… Sentimos una actitud maliciosa hacia la cooperativa. Dice que no tiene que tener beneficios especiales, porque nosotros nos estamos amparando en un respaldo político-social que no concuerda con lo legal. Pero no es así. Que seamos cooperativa no quiere decir que nos tengan lástima: somos un restorán que está funcionando gracias al esfuerzo nuestro”.
Los trabajadores tienen un arma concreta: el 15 de abril compensaron sus créditos laborales, es decir todas las deudas que tenía la empresa Pizzanesa S.A. con ellos al momento de la quiebra: cargas sociales, sueldos atrasados, etc. El monto total de esos créditos, determinó la justicia, es de 345 mil pesos que los asociados donaron a la cooperativa.
Cuenta el presidente: “Días después la sindicatura presentó una notificación al juez pidiéndole el rechazo de los créditos laborales presentados por la cooperativa”. Los trabajadores insisten en que se validen esos créditos para el remate, ya que la cuenta les cierra a favor: los bienes fueron valuados en 297 mil pesos, 46 mil menos que el monto a favor de Los Chanchitos.
A su vez, los trabajadores discuten el propio monto en que fue valuado el mobiliario: “Hay que tener en cuenta todo lo que nosotros invertimos en reparar ese equipamiento. Heredamos un negocio abandonado con las cosas en desuso: heladoras, cocinas y fritadoras que no funcionaban. Eso lo pusimos en condiciones nosotros. Una camioneta que hoy la tenemos trabajando estaba tirada en un taller; fuimos, pagamos el arreglo y la pusimos a trabajar. Inclusive hay otra camioneta que está secuestrada por la justicia, que está en una cochera que pagamos nosotros; eso debería estar en un estacionamiento judicial. Hay dos motos en la terraza, que nunca las usamos. También les están poniendo precio dentro de la subasta: no tiene sentido. Hay un montón de cosas que no sirven, están inutilizadas y no tienen valor de reventa. Es para discutir y negociar”.
Los trabajadores cuentan que repusieron 8 motores de las diez heladeras, dos de los tres motores de los extractores, repararon la mecánica de la camioneta y compraron tres aires acondicionados.
Recalculando: “No tenemos problema con la subasta. Vamos a la subasta pero a renegociar el valor de los bienes y para que validen los créditos laborales”.
Por último, la batalla más insólita que les apareció ahora es el pago de un alquiler de esos bienes retroactivamente por los dos años que los usaron: 120 mil pesos a pagar en 20 días. “No lo aceptamos, es una decisión unánime de todos los compañeros. Como tampoco aceptamos cuando quisieron meternos un interventor”.
La historia del interventor demuestra que la discriminación judicial a la cooperativa estuvo desde el inicio y fue sostenida: “A los dos meses que arrancamos acá nos quisieron meter un interventor. ¡A nosotros! Estábamos laburando sin un peso. Yo, sentado en frente del interventor, le dije: usted tendría que haberle intervenido la empresa a Pizzanesa, que son los que crearon todo este fraude, esta deuda que la están sufriendo no solo los trabajadores, sino los proveedores, la AFIP, el Gobierno de la Ciudad… Ahí se ve el trato discriminatorio”.
Recetas sin patrón
Hoy Los Chanchitos es uno de los mejores lugares donde comer en Buenos Aires: platos abundantes, originales y precios muy accesibles. “Estamos haciendo las cosas como corresponde. Aprendimos durante muchos años de los errores de la patronal, siendo empleados. Por eso anda tan bien. Hoy somos 35 asociados, empezamos 28, o sea que hemos creado fuentes de trabajo cuando todos los demás restoranes están achicando. Quiere decir que esto funciona”.
¿Por qué en estos dos años cerraron tantos restoranes? “Es muy difícil este rubro. Nosotros necesitamos de muchos insumos, hay que comprar prácticamente todos los días mucha mercadería perecedera. El tema es que nosotros como cooperativa somos 35 asociados interesados, de los cuales al menos 10 nos preocupamos por pensar esas compras. Vamos en la camioneta dos veces por semana al mercado central. Ahí conseguimos todo lo que es fruta verdura; negociamos mucho los proveedores de bodega, vamos a Mataderos, donde sea. Entonces achicamos el costo por ahí, y lo que es carne no se toca: lo pagamos caro pero es la mercadería que queremos laburar y la gente prefiere. De esa manera mantenemos la calidad y bajamos el costo por otro lado. Eso un empresario no lo puede hacer. Un empresario está solo. No puede más que agarrar el teléfono y hablar con el proveedor. Y si aumenta la carne, él aumenta el precio, y si aumenta el vino, lo sube en la carta, y así”.
Los Chanchitos se enorgullece de que el último aumento que hicieron fue en noviembre de 2014 -hace seis meses- y fue de 10%.
José: “Entonces el empresario lo que hace es recortar los salarios de los compañeros, a los proveedores, a generar un poquito de deuda, y cuando te querés acordar ya no te rinde. Si a mí hace dos años me decían: vamos a cerrar porque no viene gente, Los Chanchitos no trabaja, fenómeno, me voy a mi casa. Pero si es por una maniobra fraudulenta, ni loco”.
Los detalles del fraude pueden conocerse en la MU 65.
La receta de Los Chanchitos quizá sea una enseñanza para muchos en tiempos de inestabilidad económica: “Salir a buscar costos te ayuda un montón, y esa es la razón por la que mantenemos la clientela. Encontramos la medida. Un restorán normal no tiene el tiempo que tenemos nosotros”.
Bingo: lo más valioso en la autoegestión es el tiempo, y no el dinero.
Más recetas autogestivas: “Hoy en día una cooperativa de trabajadores no se llena de plata. Nosotros creamos un mercado interno para manejarlo acá, conservamos nuestras fuentes de trabajo, conservamos el local en estado. Es una economía chica para nosotros lo esencial es tener un retiro que nos permita vivir y que lo podamos cobrar en tiempo y forma, cosa que acá no sucedía”. Aclaración: los socios de una cooperativa de trabajo no reciben sueldos ni salarios, sino que realizan retiros o retornos. No hay relación de dependencia, sino una red de trabajadores haciendo las cosas juntos. Sin patrón, de modo autogestionado.
“También el hecho de recuperar nuestra jubilación, la obra social, un montón de cosas que se habían perdido, para nosotros es una ganancia enorme, porque te crea estabilidad en la familia, que era lo que se iba deteriorando. Nosotros lo vivimos, nos damos cuenta de esas diferencias, y no pretendemos llenarnos de plata. Si entra plata de más intentamos crear una fuente de trabajo”.
La familia y el futuro: “Los asociados nuevos son todos pibes jóvenes, la mayoría familiares de los compañeros. Estamos tratando de que el día de mañana nuestros hijos y sobrinos puedan seguir con esto. Tenemos el gran trabajo de cuidarlo ahora. Nos mentalizamos para defenderlo como sea”.
El round de esta semana: “Te quieren debilitar, te quieren hacer bajar los brazos. Pero no se dan cuenta que atrás de todo esto hay mucho apoyo, un montón de gente.
Este miércoles, desde temprano, invitan a agruparse dentro del local para recibir al martillero público con un “no” contundente. El resto, lo discutirán en la justicia y, si es necesario, en la calle. También las cooperativas de trabajo pueden plantearse: Ni una menos.
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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