CABA
Cartas entre Suecia y Argentina: realidades y estrategias ante un mismo virus
Suecia es el país que mantiene una estrategia diferente frente a la pandemia de coronavirus. ¿Es mejor o peor que la que tomó Argentina? ¿En base a qué compararlas? Ante una situación que muta cada día y obliga a gobiernos a redefinir políticas sanitarias, la fundadora de lavaca, Claudia Acuña, le escribió una carta a la dramatruga América Vera Zabala, hija de exiliados -padre chilenos, madre peruana, nacida en Rumania y ciudadana sueca desde pequeña-, quien además en los últimos años vivió sus dos licencias por maternidad en Argentina , país que conoció por primera vez en 2001 junto a Naomi Klein y Avi Lewis. Le propuso así mantener una correspondencia periódica para comparar resultados de ambas políticas sanitarias y sus consecuencias. Este es el primer intercambio sobre cómo se vive la pandemia en dos países muy diferentes.
Buenos Aires, Argentina 21 de marzo
Querida América:
Mientras escribo estoy escuchando la voz metálica que emite el parlante del patrullero policial, que le ordena a una pareja “ingresar inmediatamente a su domicilio”. Hace una hora dos policías me interceptaron a mí, cuando iba con el changuito de compras hacia la farmacia. Me preguntaron dónde vivía y anotaron en una planilla mi nombre, dirección y número de documento. En la siguiente esquina, había otros dos policías que recibían a través de un handy los datos de quienes habíamos sido interceptados en la otra cuadra: se los dictaba una voz masculina, en voz alta.
La calle está desierta, pero hay un sol espléndido.
Miro hacia el cielo celeste, despejado, brillante, para tranquilizarme: quizá la salud de ese cielo sea suficiente motivo para padecer los traumas de quienes en este país sobrevivimos a una dictadura.
Quizá.
¿Cómo saberlo?
El tercer día de encierro obligatorio tiene estas companías: angustias, remordimientos, viejos traumas y nuevos miedos.
Estar encerrada no es el problema para quien siempre está acompañada por el ejercicio de la escritura. Lo que es un gran, enorme problema, es encerrarse con este contexto de película de ciencia ficción, que produce una inquietud permanente, que no descansa.
¿Esto es real?
Es decir:¿esto es lo que tenemos que hacer para salvarnos?
¿Cómo saberlo?
El periodismo me dio herramientas para buscar información, pero soy vieja y las que me enseñaron, practiqué y enseñé hoy son tan imposibles de usar, como una grabadora a casette o una Remington.
Como editora, oficio que ejercí durante largos años en diversos medios y que, con recursos o sin ellos, me obligó a chequear la información antes de publicarse, he tenido que enfrentar muchas veces momentos opacos, operaciones de prensa, filtraciones, delaciones, denuncias, off the records y todos esos virus que infectan los medios. Estoy entrenada para eso.
Tres fuentes. Esa es la regla.
¿Cuál serían entonces las tres fuentes de esta información que nos ordena al “aislamiento social”, so pena de morir o infectar a otres?
Una, claramente, es la gubernamental.
La voz del Presidente en cadena nacional y la de los ministros del área responsable de responder a una pandemia ordenaron quedarse en casa. Son ellos entonces los responsables de haber tomado las medidas más drásticas de los países que, según la información que recojo en diferentes medios, han tenido que enfrentar el virus. Más que China, incluso, que solo aisló a las ciudades foco de la infección. Las autoridades argentinas, en cambio, han decidido aislar al país, con sus 44 millones de habitantes.
Hasta ahora las cifras le dan las razones para justificar estas medidas sanitarias extremas: a este día y hora, hay 158 infectados y cuatro muertos.
En Chile, país en el que apareció el mismo día que en Argentina el caso número 1, los infectados son 536. Hoy tuvo su primera muerta, una mujer de 83 años.
Las medidas que tomaron en Chile: desde el 18 de marzo cerró todas las fronteras y se declaró el Estado de Excepción, que le permite al gobierno restringir libertades constitucionales, en un contexto de permanente movilización social de protesta.
Toda América Latina suma 1.600 infectados y 14 fallecidos. Estamos hablando de países con situaciones de gobernabilidad muy distintas y que tomaron diferentes medidas restrictivas, pero ninguna tan extrema con la Argentina.
En todos los casos, son datos, cifras y caracterizaciones que provienen de una misma fuente: la gubernamental.
La segunda fuente proviene de instituciones y profesionales expertos en salud, epidemias y pandemias. Estamos hablando, por ejemplo, de la Organización Mundial de la Salud, la misma que negó hasta hace unos pocos años que el glifosato sea cancerígeno. Y lo hizo por presión de las corporaciones farmacéuticas. No extiendo automáticamente este dato a lo que está informando hoy, pero es un antecedente que en Argentina significó una larga lucha por parte de científicos que sufrieron agravios y discriminaciones por discutir en su momento este posicionamiento de, nada menos, la máxima autoridad sanitaria global. Es decir: Argentina fue pionera en revelar qué representaban los agrotóxicos para la salud de la población y por eso mismo, aprendimos –como periodistas, como editores- cómo la corporación farmacéutica global infecta a la información.
Es por eso mismo que reclamamos que los llamados expertos identifiquen públicamente qué relación mantienen con esas corporaciones, para saber así qué tipo de fuente está hablando: ¿es una voz de las corporaciones o de la salud pública? Imposible distinguirlas hoy.
Más allá de que esta opacidad siembre o no sospechas, estamos hablando en cualquier caso de una segunda categoría de fuentes: las institucionales/profesionales.
¿Cúal sería entonces la tercera fuente?
Vos.
Mi tercera fuente sos vos.
Vivís en Suecia, un país que frente al mismo panorama tomó otras medidas, y conocés muy bien Argentina.
Si establecemos un diálogo cotidiano, para ver a dónde nos conduce cada camino, quizá podamos comprender mejor qué estamos haciendo y hasta, quizá, por qué.
Sé que la situación de la que parte Suecia es muy diferente: un sistema de salud pública capaz de atender una demanda mucho mayor que a la que puede responder nuestra Argentina, tras cuatro años de un gobierno que despreció ese sistema y lo condenó al desfinanciamiento, el deterioro y el vaciamiento.
Este gobierno no tuvo ni tiempo para comenzar a recomponerlo, y ese no es un dato menor: ubica a esta pandemia en uno de los peores momentos del sistema. Pero como ya sabrás, la larga tradición de excelencia y dedicación de los profesionales de salud argentina hacen también una diferencia. Dependemos entonces de ese tesoro: el humano.
Así las cosas, así estamos.
Con bares, cines, teatros, librerías, kioscos, peluquerías y comercios cerrados; calles desiertas, y colas en la calle, un metro de distancia entre una y otra persona, en las puertas de hipermecados y cadenas farmaceúticas. No deja de ser una ironía que la mayor de esas cadenas pertenezca a un funcionario del anterior gobierno.

Estocolmo, Suecia, 22 de marzo de 2020
Querida Claudia:
Recuerdo que cuando estuve en Buenos Aires fui hacerme la manicura en un local de Palermo Hollywood, muy cerca de donde vivía. La chica, muy joven, cuando le dije que era de Suecia me respondió:
-Ah! Ahí hay socialismo.
Noté un tono de sueño en su voz. Suecia nunca fue un país socialista. Pero, ponle que entre los años 50 y 91 sí tenía un sistema diferente, especialmente durante el gobierno de Olof Palme, que le otorgó a este país una voz particular que lo diferenció de los otros países europeos y occidentales. Hubo, sí, en esa larga época, una sociedad de bienestar muy desarrollada.
Marcó el fin de esa etapa ensoñada en el año 1991 porque esa es la única crisis que pasé en este país durante toda mi vida. Es ese tiempo tenía 15 años y era muy chica para ver el macro. Solamente vi el micro: mi madre perdió su trabajo, cosa que generó en nuestra familia muchas cosas malas. 1991 fue el año que el neoliberalismo hizo su entrada en Suecia y el país pasó así de ser una sociedad de pleno empleo a soportar los peores momentos de desempleo, que rondaron entre el 10 y el 12%. En 1991 Suecia dejó de ser el país diferente. Lo interesante es que ahora vuelve a serlo. El coronavirus nos distingue. En este país tenemos algo que se llama Folkhälsomyndigheten, la autoridad de salud pública me dice googletranslate que se llama. Ellos han decidido no hacer como los otros países. No hemos cerrado escuelas ni hemos prohibido la gente salir de sus casas, aunque en estos días un decreto real recomienda tomar medidas de “aislamiento social”. El mensaje es: “Lávate las manos, quédate en casa si tienes síntomas, aunque sean mínimos, y evita las visitas a hospitales y residencias de anciano”. Guarderías, escuelas y universidades permanecen abiertas, los negocios también, y lo único que se ha prohibido por decreto son los actos con más de 500 personas. El epidemiólogo jefe de la Agencia de Salud Pública, Anders Tegnell, la principal voz científica al mando , ha puesto en duda reiteradamente las medidas drásticas que están tomando la mayoría de países europeos, argumentando que no son sostenibles en el tiempo. “Esta situación se alargará meses; no podemos simplemente decir que todo estará cerrado durante varios meses. No funcionará”. Tegnell argumenta que la propagación del virus en Suecia está aún en una etapa temprana y es posible retrasarla si todo el mundo sigue los consejos de protección. “El equilibrio entre política y ciencia en nuestro caso es un poco diferente que en otros países”, ha dicho a la prensa.
En sus mensajes públicos, el primer ministro, Stefan Löfven, apela a la “solidaridad” y a la “responsabilidad individual”.
Hay países como China, hay expertos y gente que juega a ser experta que están muy enojados con Suecia por ser diferente, y eso me pone orgullosa, sin saber nada ni de virus ni de pandemia, pero me hace recordar porqué hay gente que piensa que este país es socialista. No es por nuestros gobiernos, sino por nosotras, las personas responsables que habitamos esta parte del mundo.
¿Si?
Eso es lo que nos están diciendo hoy nuestros gobernantes.
Conocí Argentina en 2001, cuando viajé con Naomi Klein y Avi Lewis, y vi en las calles cómo desafiaban un Estado de Sitio. No debe ser fácil en un país así que desde el Estado se convoque a la “responsabilidad individual” , pero tampoco debe ser nada fácil acatar una orden de aislamiento social en un contexto de desigualdades sociales. Ojo: no lo digo como crítica, sino para que lo pensemos juntas.
Los efectos del coronavirus comenzaron a llegar a mi vida el martes 11 de marzo. Lo recuerdo perfectamente porque a una de mis mejores amigas le han detectado cáncer de mama y tenía ese día su primer chequeo. Quedamos en vernos después e ir juntas al Museo de Arte Moderno para ver la exposición del artista libanés Walid Raad, quien no solamente es un genio, sino un creador fantástico, que narra historias de las guerras que azotaron su país a través de un colectivo de ficción que creó con el nombre Grupo Atlas. Su manera de contar esas historias me hizo recordar mucho a Borges.
Aquel día estábamos casi solas en el museo, pero nuestra crisis era el cáncer y el coronavirus ni estaba en nuestros pensamientos.
Al día siguiente se cancelaron las visitas guiadas.
Al tercero, cerró el museo.
Al día de hoy hay 16 muertos y 1.439 infectados por el virus.
Las cifras nos dicen que son las más bajas de Europa, actual foco de la pandemia.
Hoy creo que mi síntoma de infección de coronavirus es sentirme intelectualmente mutilada.
No estoy encerrada, pero leer el decreto de recomendación de “distancia social” me alerta: ¿cambió algo importante?
No saberlo me da miedo.

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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