Nota
Caso Solano: huelga de hambre contra la explotación, la trata, la impunidad, y el papelón judicial
La familia del joven desaparecido Daniel Solano y el abogado Sergio Heredia comenzaron el domingo pasado en Rio Negro una huelga de hambre para repudiar el traslado de los siete policías detenidos a la comisaría de Lamarque, entre otras irregularidades en la causa judicial. El traslado fue dispuesto por la jueza Natalia Constanzo hasta que se produzca el juicio oral y público que tiene al personal policial involucrado en la desaparición de Daniel, que ya ha sido caratulada judicialmente como homicidio. El joven era obrero golondrina llegado a la Patagonia desde Tartagal, Salta, para la cosecha de frutas. Su cuerpo permanece desaparecido desde el 5 de noviembre de 2011.
“Se colmó nuestra paciencia con el traslado de los policías a la propia comisaría donde se planificó el crimen”, dijo Sergio Heredia a lavaca, describiendo esta decisión judicial como parte de un cúmulo de situaciones que marcan, a escala local, según Heredia, “la corrupción empresarial, la connivencia policial y la impunidad judicial”.
Cuerpos aparecidos
No es la primera huelga de hambre que hace Gualberto Solano, padre de Daniel, que ya lleva más de 17 meses acampando frente a la fiscalía de Choele Choel en reclamo de justicia. La investigación del abogado de la causa, Sergio Heredia, logró involucrar en el homicidio del joven integrante de la comunidad guaraní a siete policías, hoy detenidos. Develó además la mafia de la trata de trabajadores de la cosecha en Valle Medio y la connivencia judicial (Constanzo es la tercera jueza que lleva la causa).
La empresa contratista involucrada, Agrocosecha S.A., debió cerrar cuando las pruebas pusieron en jaque a sus dueños: Adrián y Gustavo Lapenta. Durante la investigación se hallaron dos cuerpos que nadie había reclamado ni ninguna causa investigaba, y que forman parte de otras desapariciones consumadas en el Valle que tuvieron peor suerte que la de Solano, pero la misma lógica.
Autores ideológicos
Todos los elementos probatorios fueron aportados por la querella, no sólo los que involucran a los siete policías detenidos sino también los que avanzan sobre los autores ideológicos del crimen. “En enero de 2012 presentamos la denuncia contra los civiles que son encubridores y cómplices del crimen”, relata Heredia. “Y en mayo denunciamos concretamente a los autores ideológicos, que son los dueños de Agrocosecha. Además aportamos las pruebas para imputar al otro policía que falta identificar, Tomás Vega, que no está detenido. Está toda la denuncia de la estafa laboral que les hacían a los trabajadores. Queremos que se junte todo porque las condiciones están dadas para tener a todos presos”.
Cómo estafar trabajadores
La lectura de Heredia explica que los siete policías son “los perejiles” de un sistema mucho más grande y que tiene, incluso, a Daniel Solano como anécdota. La estafa laboral que levantó la protesta de Daniel (que castigaron con su secuestro) era perpetrada año tras año y a lo largo y ancho del Valle rionegrino por parte de la empresa Agrocosecha y otras que explotaban a los trabajadores en condiciones inhumanas y con sueldos inimaginablemente bajos. Los jóvenes obreros, que provenían en su mayoría de provincias del norte como Salta, Jujuy y Tucumán, estaban allí durante una temporada de seis meses. El grupo antimotines de la polcía, BORA (Brigada de Operaciones de Rescate y Antitumulto) era el encargado de vigilar las gamelas donde dormían los trabajadores, de seguirlos y de amedrentar cualquier tipo de revuelta.
El crimen imperfecto
Daniel intentó organizarse para reclamar por su injusto sueldo de octubre, y el 5 de noviembre fue emboscado a la salida de un boliche y desaparecido por el grupo de policías detenidos en un caso caratulado ya como homicidio aunque el cuerpo todavía no apareció.
El planeamiento de este crimen habría sido perpetrado por los hermanos Lapenta, dueños de Agrocosecha, y los punteros que tenían llegada directa a los trabajadores: Daniel era un mal ejemplo. Consumada su desaparición, al llegar la familia de Daniel a Choele Choel, estos empresarios intentaron confundir la investigación por la desaparición alegando que Daniel había viajado a Neuquén.
Justicia en YouTube
La in-justicia siguió esta hipótesis hasta que el abogado Sergio Heredia la volvió insostenible. Heredia grabó con su cámara uno por uno a todos los testigos que respaldaban la idea del viaje, y los desmintió. Obligó a corregir los testimonios que figuraban en la causa. Logró presentar a sus propios testigos que develaron la secuencia en la puerta del boliche donde mataron a Daniel. E inculpó a los policías. Subió los videos a YouTube como forma de transparentar la investigación y desnudar las trampas y contradicciones policiales y judiciales.
Estafa + trata de personas
Luego Heredia avanzó sobre los autores ideológicos y radicó una denuncia por estafa laboral y trata de personas. “Hoy fui informado que los obreros de Tartagal están declarando en Orán a pedido del juzgado de General Roca por esa causa”, cuenta.
“Están todos los elementos para que se avance sobre los autores ideológicos, venimos pidiendo eso hace rato. Pero ahora se colmó la paciencia con el traslado de los policías a la propia comisaría donde se planificó el crimen”, explica Heredia sobre la huelga de hambre que decidió hacer junto a Gualberto Solano, dos familiares del joven y Julieta Vinaya, mamá del joven asesinado Atahualpa Martínez cuyo caso sigue impune.
Operación de contra-inteligencia
El traslado del Penal 1 de Viedma (a 300km de Choele) a la comisaría de Lamarque donde esos mismos policías ejercían funciones se concretó el viernes último, tras un pedido de los policías de estar cerca de sus familias a la espera del juicio. “Lo hacen porque desde acá van a poder operar, amenazar testigos, van a hacer la contra-inteligencia para el momento del juicio”, interpreta el abogado Heredia.
Otro detalle del beneficio otorgado por la jueza Constanzo es que los policías fueron trasladados en una camioneta Traffic (y no en un celular penitenciario) y acompañados de sus parientes y esposas; a pocos kilómetros del pueblo, gozaron de una caravana que festejaba su regreso. Heredia: “Es algo nunca visto, una demostración de impunidad siendo que tenemos todos los fallos a favor”.
La red
Por eso Heredia no vacila en denunciar estos hechos como parte de una “red”: “Esto es una mafia. Si yo me voy a Tartagal me van a agarrar allá. O termino esto o me terminan a mí”.
Como instancia límite Heredia y la familia Solano han empezado una huelga el domingo desde las 12 de la noche. “Hoy martes lloró todo Choele Choel. Yo vine a buscar el cuerpo para llevárselo a una comunidad. Somos gente decidida. Solano es gente decidida. Esto es a matar o morir, porque no hay retorno. No podemos levantar. Estamos yendo hasta lo último”.
Por qué no avanza la causa:
-A escala personal: “La actual jueza puso el freno porque está involucrada su prima hermana, que fue una de las abogadas de la empresa Agrocosecha”.
-A escala política: “Si esto tuviera un poquito de apoyo político…”.
-A escala simbólica: “Es un mensaje: si esto queda en la nada, hacemos lo que queremos”.
El documental
Uno de los recursos que llevó adelante la defensa fue el registro fílmico de cada una de las instancias de la investigación: testimonios, rastrillajes, allanamientos, marchas, etc. Con ese material, los abogados Sergio Heredia y Leandro Aparicio produjeron un documental que desnuda las irregularidades en la causa y narra la historia de estos 19 meses de investigación.
El documental se estrenará este viernes 5 de julio a las 22 horas en un canal de Tartagal, Salta, de donde Heredia y los Solano son oriundos, y podrá seguirse en las siguientes direcciones:
www.videotarnoticias.com
www.tartagaltv.com
El día sábado 6 se repetirá el documental a la misma hora.
Trailer: https://www.youtube.com/watch?v=h4UwRkG9EYU
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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