Nota
Generación Messi

Es la generación del siglo 21.
La que aprendió a vivir en crisis.
A ilusionarse con otras políticas. A desilusionarse.
La que vio cómo puede hacerse justicia. Pero aprendió también a ver hasta dónde puede haber descomposición e incertidumbre. No solo en el fútbol, precisamente.
Una generación que tuvo que aprender a cargar con fantasmas pasados, y sobre todo con fantasmas presentes. La que sintió un estigma: que los comentadores de la nada la llamaran “fracasada”. La que en defensa propia tiene que aprender cada día a unir el talento con el compañerismo, con el trabajo, con los proyectos.
La que puede decir que ahora nos volvimos a ilusionar.

La generación en la que las mujeres dejan de ser el objeto de las miserias machistas y copan las calles, las ideas, la cultura, el futuro.
La que empieza a entender y desembarazarse de otras miserias: las del racismo, el fascismo, el individualismo, la indiferencia, que tantas veces reinan en la tribuna. La que aprendió que en la diversidad está la fuerza. Y que la importancia de lo que se hace está en intentarlo.
La generación que entendió que es lícito ejercer la sensibilidad, y que eso no quita plantarse frente a las burlas y las agresiones del destino. Que no subestima a los bobos, se les planta.
Es la generación que no podía festejar, como si le tocara el rol de ser espectadora de historias anteriores, y acaso ajenas.
La que logró reconstruir y recuperar la imagen de un genio zurdo del siglo pasado uniéndola con un genio zurdo del siglo presente, mientras los viejos de mausoleo se empeñaban en contraponerlos. La generación que le puso música, juego, poesía y baile al sistema de la robotización de la existencia, y de la falsa felicidad mercantilizada.
La que dice que hay que aprender a disfrutar con el esfuerzo de lo que se hace cada día.
Y al decirlo, se conmueve hasta las lágrimas como descubriendo en esas lágrimas la potencia del propio valor, más allá de los resultados y los estigmas. O mejor: entendiendo que el esfuerzo es un resultado y un valor en sí mismo, que el camino se hace al andar, al crear, al soñar.

La que entendió que lo que puede salvarnos es la colaboración y la cooperación para los partidos más difíciles, y que salió de las internas y las competiciones de egos que arruinaron tantos trayectos deportivos y de los otros.
Es la generación que logró entender el significado de la alegría. No como chistes en redes, ni como psicopatías mediáticas, ni como imbecilidades publicitarias.

La alegría como una potencia de las personas y los grupos humanos para trabajar juntas, ser mejores y relacionarse de modos cada vez menos enfermos.
Es la generación que, frente a las descomposiciones y podredumbres, frente a la destrucción de la vida, frente a la clausura de los horizontes, parece estar tratando de compostar broncas, incertidumbres y tristezas, para fertilizar nuevas formas de hacer las cosas.
Y nuevas formas de ser.
Argentina, 2022.
Bienvenida siempre. Y gracias por esta fiesta, generación Messi.






Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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