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La crisis según Beatriz Sarlo: el arte de ningunear

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En enero del 2002 el sitie Bazar Americano, dirigido por Beatriz Sarlo, ofrecía esta mirada sobre el proceso asambleario. Para que quede registro lo reproducimos a continuación, hoy, cuando todavía no está definido el resultado de esto proceso y como forma de que quede registro de cómo cierto sector intelectual argentino se incomoda con las revueltas sociales. 

«El problema es que tratar de entender mejor la protesta social de estos días y no opinar despectivamente sobre las clases medias que la protagonizan no implica sostener que estamos asistiendo, vía movilización y cacerolazo, al parto de un nuevo país. No hay que ser demasiado sagaz para notar cuánto del país que se muere hay en esto que, por ahora, parece mucho más su síntoma que su remedio. Cabría recortar, de todos modos, el sentido del primer cacerolazo, producto de la indignación contra el discurso de De la Rúa y, en especial, contra su invocación al estado de sitio (no olvidemos: promulgado contra los saqueos); la sociedad ejerció allí su soberanía cuestionando la potestad de ese presidente de enfrentar con medidas autoritarias una crisis que él mismo había hecho llegar a ese extremo. La sociedad demostró que podía recuperar la dignidad para decir basta. Pero en los días siguientes los basta se multiplicaron al infinito, mostrando qué ocurre con una sociedad cuyo entramado se ha tensado al límite: la más completa atomización en reclamos sin brújula. Y no se trata de pedirle a los manifestantes movilizados «un programa»; se trata de pensar si a partir de allí es posible que se produzca una nueva instancia de producción política de la demanda social.

Es interesante notar que desde las primeras manifestaciones hasta el estado de virtual asamblea general que se ha desarrollado en estas semanas en los barrios de Buenos Aires, el repudio por la política de estos grupos los ha hecho identificarse sólo como «vecinos»: podríamos decir, la reducción de la idea de ciudadanía a su mínima expresión, la sociedad de fomento o, mejor, el consorcio. Un consorcio que cuando piensa la crisis lo hace con una visión autoindulgente de su rol en ella, y que cuando piensa la democracia, piensa en la expresión sin mediaciones de la suma simple de sus demandas. Lamentablemente, esto está lejos de ser una peculiaridad genética de la clase media; más bien habla de características que la sociedad argentina fue consolidando ante la destrucción de todo marco político institucional colectivo y que hoy aparecen de uno u otro modo en cada hecho social que se produce en el país. Quizás la gran diferencia en este caso es que el protagonismo lo tienen sectores no excluidos de la sociedad, pero ante la amenaza de disolución de cualquier cosa que entendamos por sociedad moderna, quedan igualados en la falta de horizontes de estructuración política de la conflictividad que portan. La desesperación puede ser un móvil, pero no es la mejor puerta para una transformación progresista. Sólo la política podrá reorganizar ese universo social desquiciado, reconstituyendo las formas de representación en que las demandas se articulen y los bloques sociales se expresen. Está por verse si el activismo en la calle, en estas condiciones de divorcio de toda idea de política organizada, funciona como un dinamizador de la necesaria transformación que tiene que operar sobre sí misma la sociedad argentina para comenzar a imaginar la reforma de las tramas sociales e institucionales, la completa reconstrucción que debe emprenderse del Estado-Nación. No parece que vaya a ser algo sencillo».

Bazar Americano

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Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

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En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).

Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.

Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. 

Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.

Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.

Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.

Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.

El video de 3,50 minutos

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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