Nota
La ESI no es ideología: es política pública
Mientras la Ley de Educación Sexual Integral da pasos significativos dentro del Congreso y es reclamada por lxs jovenés en particular desde el debate por el aborto, grupos conservadores realizan una campaña para que no se aplique. La caracterizan como parte de una «ideología de género» y alertan sobre la destrucción de la familia, la «hipersexualización» y el binarismo sexual. Qué está en juego y cuál es el verdadero espíritu de una Ley que se sancionó hace 12 años pero todavía no se aplica de manera efectiva.
Por Florencia Paz Landeira y Marcela Bilinkis
“Con mis hijos no”. “No te metas con mis hijos”. “Los hijos son de los padres, no del Estado”. “No a la ideología de género en la escuela”.
Los debates parlamentarios sobre la legalización del aborto, en los que había un aparente consenso sobre la necesidad de educación sexual en las escuelas, parecen haber quedado lejos. Buena parte de los argumentos en contra de la legalización del aborto se sostuvo con llamados a la “prevención” y a la “educación”. Ya entonces resultaba poco creíble: se trataba de los mismos diputados, senadores y sectores – grupos de poder vinculados a las iglesias católicas y evangélicas, entre otras – que habían batallado en contra de la propia Ley de Educación Sexual Integral previo a su sanción en 2006 y que durante todos estos años articularon diversas estrategias para que no se implementara en sus escuelas y provincias. Hicieron falta apenas semanas para que quede claro que la educación sexual, a pesar de que es Ley hace 12 años, también será un campo de batalla.
12 años, poca implementación
La Educación Sexual Integral rige en Argentina desde el 2006, cuando se sancionó la ley 26.150. En su artículo 1 establece: “Todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal. A los efectos de esta ley, entiéndase como educación sexual integral la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”.
Dicha ley también creó un programa nacional a cargo de elaborar los lineamientos, los materiales curriculares y recursos didácticos, de planificar y dictar las capacitaciones y de realizar un seguimiento de su implementación. La ESI fue durante estos años una política de Estado que, desde su sanción, no cesó de actualizarse para estar en sintonía con los debates sociales que se cristalizaron en leyes como la de Matrimonio Igualitario, de Identidad de Género y el proceso de democratización del derecho de familia que se plasmó en el nuevo Código Civil y Comercial.
Entre estos avances se inscribe la resolución del Consejo Federal de Educación 340/18 que firmaron los ministros de educación el pasado 22 de mayo, mediante la cual se estableció que la ESI esté presente en la formación y evaluación docente y planteó la realización de las jornadas “Educar en Igualdad” para la prevención y erradicación de la violencia de género. En Capital esa jornada fue eliminada en 2017 por el gobierno porteño para recuperar días de paro docente.
El debate también tuvo lugar en el Congreso. Empujado por la centralidad que tuvo la educación sexual en los debates por aborto y con el impulso del Frente de Educación Sexual Integral y el Frente de Docentes por el Derechos a Decidir, el 4 de septiembre, el Día Mundial de la Salud Sexual, se alcanzó un dictamen de mayoría en reunión plenaria de comisiones de Educación y de Mujer, Niñez y Familia de la Cámara de Diputados. Las modificaciones apuntan a incluir explícitamente el respeto por la diversidad sexual y de género, el carácter científico y laico de la ESI, y a establecer que esta ley es de orden público y, por lo tanto, de aplicación obligatoria en todo el territorio nacional, en instituciones de gestión estatal o privada, más allá del “ideario institucional y de las convicciones de sus miembros”. En el marco del plenario que terminó con dictamen de mayoría, Silvia Lospennato (Pro), una de las diputadas que se posicionó por la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, recordó que los diputados que votaron en contra “se comprometieron” a trabajar por la educación sexual. “Queremos saber si van a cumplir con su palabra”, agregó.
Sin embargo, la realidad nacional muestra que la ESI continúa siendo en gran medida una deuda. En las pruebas Aprender del año 2016, más del 75% de estudiantes requirieron la enseñanza de educación sexual y en género. Otro estudio, del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana, reveló que en la CABA, 1 de cada 3 estudiantes no recibió ESI en sus escuelas, y de los que sí sólo tuvieron dos horas al año.
¿Por qué ahora?
Las manifestaciones en distintas ciudades del país en contra de la educación sexual en las escuelas, los audios escandalosos que se viralizan en los grupos de whatsapp de las familias alertando que les van a pedir a sus hijos que se desnuden y manoseen en el aula, los afiches que se están viendo en Rosario y Córdoba, las charlas y conferencias sobre cómo combatir la “ideología de género”: últimamente hubo reacciones frente a los intentos de avanzar con la implementación de la ESI en todo el país, como muestran las fotos que ilustran esta nota.

Uno de los volantes que se repartieron cerca del Congreso.
El sábado 15 de septiembre de 2018, la Alianza Cristiana Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera) realizó una convocatoria en la Ciudad de Buenos Aires, que se promocionaba con el siguiente mensaje: “Durante el desarrollo del encuentro ‘La Problemática de Género y Educación Sexual’ se brindarán herramientas para contrarrestar el avance de dicha ideología. El propósito es que los padres sepan cómo actuar ante semejante avasallamiento contra sus hijos, que los líderes y pastores sean instruidos para concientizar a las congregaciones para los tiempos que se avecinan y cómo los docentes deben hacer frente a este flagelo que atenta contra nuestras familias”. El mismo día, Mar del Plata ocurrió el encuentro “Alerta Padres”, en una casa del Opus Dei, con una agenda similar. Abrazos a los ministerios de educación provinciales y nuevas asociaciones de padres surgen en torno a la consigna “No a la ideología de género”.
El propio Bergoglio, en sus vestiduras de Papa Francisco, ha hecho declaraciones en sintonía: “En Europa, América, América Latina, África, en algunos países de Asia, hay verdaderas colonizaciones ideológicas. Y una de estas –lo digo claramente con nombre y apellido– ¡es la ideología de género! (…) Hoy a los niños –¡a los niños!–, en la escuela se les enseña esto: que el sexo cada uno lo puede elegir”.
Estas estrategias, pergeñadas en las cúpulas eclesiásticas y de amplia circulación en todo el continente, también tienen su edición local. En 2016, Agustín Laje y Nicolás Márquez publicaron un libro con un título sin desperdicio: El libro negro de la nueva izquierda: ideología de género o subversión cultural. En el libro el movimiento feminista, las prácticas sexuales no-reproductivas y la diversidad sexual aparecen asociadas con patologías, la caída de la Nación y sus valores, a la derecha del doctor Albino. Esta argumentación se suele teñir de nacionalismos y acusa a la presunta “ideología de género” de ser, paradójicamente, «un discurso colonialista». Se trata en general de una cruzada reaccionaria en defensa de un orden que se presenta como natural, que estaría siendo corrompido por los derechos sexuales, los movimientos de mujeres y LGTBI.
Esta estrategia de postular al género como ideología pretende inscribirlo en el terreno de las creencias, donde probablemente los sectores católicos y evangélicos se sientan más cómodos. Esta noción de “ideología de género” es solidaria a pensar la educación y las prácticas escolares como disciplinamiento y dogmatismo, a través de las cuales se buscaría prescribir un comportamiento adecuado para las niñas y los niños. Por el contrario, la ESI es una oportunidad para pensar la educación no desde un lugar prescriptivo, sino como terreno para poner a disposición los debates que nos atraviesan socialmente. No es una “bajada de línea”, sino la apertura al diálogo sobre las tensiones y dilemas que tenemos entre manos. Esa es tanto su potencia como su desafío.
¿Alguien quiere pensar en los niños?
La campaña #ConMisHijosNoTeMetas pone a niños y niñas en el centro del debate. Es en su nombre que se sostiene la mayoría de los argumentos en contra de una educación plural, crítica de toda forma de fundamentalismo. La fórmula denota claramente una idea de propiedad, apelando a una patria potestad irrestricta sobre los hijos. No sólo tal figura ya no existe en el ordenamiento jurídico, sino que desde principios de siglo XX el Estado legisló sobre los límites de esta patria potestad, reconociendo que la situación y los derechos de los niños también eran responsabilidad estatal. En 2005 se sancionó en Argentina la ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, en donde se los reconoce como sujetos de derecho y se establece al interés superior del niño como principio rector. El espíritu de esta ley impactó también en el nuevo Código Civil y Comercial, que rige desde 2015, y que establece la corresponsabilidad entre distintos actores para velar por los derechos de los NNyA. Es también en esta normativa que se avanzó en sancionar los malos tratos físicos y cualquier forma de vulneración de la integridad física de los niños. La ESI, justamente, es central para trabajar cuestiones relativas al respeto por el propio cuerpo, el consentimiento y para identificar situaciones de abuso.
La reemergencia de esta discusión debe ser situada en la historia de los debates por la ESI. La cuestión de las demarcaciones de límites entre la responsabilidad de las instituciones educativas y de las familias es una marca de origen de la educación sexual como política pública. Pero es que es justamente esta visión de los niños como propiedad, subordinados y asociados a una supuesta pureza e inocencia original sobre la que se montan las ideas de que deben ser disciplinados y normalizados.
Estas reacciones encarnan, a su vez, las disputas por restablecer límites tajantes entre lo “público” y lo “privado”. Se trataría de recuperar ese terreno de lo “privado”, “familiar” e “íntimo”, sobre el que las familias – o los patriarcas, diríamos – podrían ejercer un poder sin límites. Eso que llaman “ideología de género” nos ha permitido problematizar la distinción público/privado como centralmente política y como una forma histórica y cultural de justificar diversas formas de dominación y jerarquización social.
Lo que está en conflicto entonces y ahora es qué educación sexual queremos y no la imposición de una ideología. La verdadera discusión es si se trata de una educación sexual inscripta en el enfoque de derechos y el reconocimiento de la diversidad sexual y de género, en correspondencia con el marco normativo vigente en nuestro país, o, al igual que priorizan las creencias y el status quo.
Las escuelas siempre fueron espacios en donde se reguló el género y la sexualidad de los niños, niñas y adolescentes. Aunque no estuviera incorporado a los contenidos curriculares, a través de aquello que se llama “currículum oculto” se asignaron roles de género a varones y mujeres, modos de vestir, de comportarse, gestualidades y hasta la educación sentimental de cómo expresar socialmente emociones. El silencio sobre la sexualidad también fue y sigue siendo una forma de educar. Sin dudas, la peor.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

Nota
Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
- Revista MuHace 3 días
Mu 204: Creer o reventar
- Derechos HumanosHace 3 semanas
Memoria, verdad, justicia y Norita
- MúsicasHace 2 semanas
Susy Shock y Liliana Herrero: un escudo contra la crueldad
- #NiUnaMásHace 4 semanas
Caso Lucía Pérez: matar al femicidio
- Mu202Hace 4 semanas
Comunicación, manipulación & poder: política del caos