Nota
Las semillas de Villa Corina
Algunas noticias:
- Se produjo un intercambio rapero entre chicos de la escuela Creciendo Juntos de Moreno (letras) y los de la Escuela Primaria 58 de Villa Corina (bases musicales). Es apenas el primer encuentro, y ya hay pensadas obras conjuntas.
- Hubo presentación en Avellaneda del elenco de la Escuela Media 8 de Virreyes, San Fernando, donde los chicos escribieron, dirigieron y actuán su propia obra teatral sobre la realidad violenta en esa frontera siempre borrosa entre delincuencia y policía.
- El trabajo de expresión de las chicas y chicos de 4ª grado de la escuela de Villa Corina, vecina a los monoblocks del barrio, van a implicar una futura instalación que terminará presentándose en movimientos sociales, escuelas y, de pasada, en el Centro Cultural Borges.
La muestra Ningún pibe nace para chorro comenzó su itinerario llegando a la Escuela 58 de Villa Corina durante cinco días que permitieron visitas de otras escuelas, debates y reuniones sobre cuestiones como la droga (con la charla Ningún pibe nace para adicto), o sobre derechos humanos, pintadas de murales, documentales, todo lo cual empieza a potenciar a la propia muestra que sigue su camino: hasta el 24 de septiembre estará en la Escuela de Virreyes, desde el 4 de octubre en el teatro Leopoldo Marechal de Moreno, y desde el 13 de octubre en el Centro Cultural Borges, por nombrar apenas algunas escalas próximas.
En Villa Corina la presentación fue el 13 de septiembre. Néstor Saracho, profesor del Taller de Computación y uno de los motores de la muestra: “Esta es una muestra que sale de toda lógica que pudo haber en el barrio. Los vecinos se asombran de que esto no tenga nada que ver con un partido político ni nada de eso. La obra de teatro, los talleres de producción musical, son cosas que no es por decir que somos unos fenómenos, pero nunca hubo aquí algo por el estilo. Aquí se abren espacios. Por ejemplo, discutir el problema de la droga no con el Estado, sino con ARDA (Asociación de Reducción de Daños de la Argentina) es el puntapié para todo un cambio de mentalidades”. La charla fue la mencionada Ningún pibe nace para adicto.
ARDA tiene una visión muy diferente a los discursos oficiales (ver Mu 36). Algunos de sus integrantes, como el psiquiatra Mario Kameniecki y el piscólogo Gustavo Zbuczynski, sugieren que con el tema de la droga termina siendo un chivo expiatorio de otros problemas, que no todo consumidor es un adicto, y que los lugares comunes de la propaganda oficial terminan reforzando el fenómeno, sin mencionar los misterios de la acción estatal (policial en especial) que facilitan los negocios, para decirlo con elegancia.
ARDA estuvo conversando de estos temas en Villa Corina.
Saracho relata que estuvo también Pablo Pimentel, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza (una de las organizaciones que se sumó de modo más directo a las denuncias por la desaparición de Luciano Arruga, 16 años, a manos de la policía, caso que continúa impune). “Fue importante que viniera, acá hace 3 meses un comisario le pidió plata a un comerciante o le armaba una causa por droga. Aquí nunca se había organizado algo desde los vecinos por la corrupción y la violencia policial. Ahora se empieza a pensar en el tema”. Así se sumó el taller de derechos humanos a la muestra organizada en el barrio por la agrupación Vecinos de Villa Corina por un Futuro Mejor.
Los chicos de las diversas escuelas se fueron conociendo. “Los de Virreyes son grandes” cuenta Saracho, “pero acá eran los actores de la obra de teatro y compartieron todo con los chicos de la primaria. Lo que pasa es que con la obra los chicos se identificaron, porque habla de lo que pasa en la calle, en tu casa, en la escuela. Ahora viene la parte de charlar sobre qué les dejó toda esta experiencia. Hablar, y además ir a los otros lugares donde se haga la muestra. Vos pensá que de Villa Corina sólo se habla en las páginas de policiales. Ahora estamos queriendo empezar una historia nueva”.
Los chicos de 4ª grado realizaron un taller jugando con las palabras, que se convertirá en una instalación con guardapolvos intervenidos por ellos mismos, que se verá en las próximas muestras. También hubo un mural con figuras y palabras que enchastraron debidamente a los chicos, junto a la artista Veroka Velázquez, mientras documentalistas colombianos, patagónicos y del Canal Darío y Maxi de Avellaneda, trabajaban con sus cámaras filmando cada acción.
Nëstor y Javier, 13 y 11 años, plantearon algunas ideas sobre la presentación de la escuela de Virreyes y la obra Ningún pibe nace para chorro. “Para mi la obra dice que hay que estudiar, no matar, no robar”.
¿Qué quiere decir que ningún pibe nace para chorro? “Que a ningún pibe porque nace en una villa le tienen que decir chorro”. “Claro, lo discriminan por la ropa que usa. Y nadie piensa en lo que le puede pasar al pibe”.
“Y por eso hablamos con los chicos de Virreyes sobre la violencia en el fútbol, en la calle, y cómo no le prestan atención a los pibes pobres. Además todos sabemos que de golpe viene la policía y te puede matar, ¿y quién te defiende?”
Me llevan a ver el rap que escribieron, instalado en una de las paredes de la muestra. “Inventamos la letra hace poco, mirala”. En realidad, la leen ellos mismos. Tienen 13 y 11 años, y ya escribieron una crónica de la época:
“Miedo a la droga y al rumor vecinal
A la versión del medio comercial.
Tiros a cualquier hora escuchamos pasar
Discusiones, borrachos, quilombo armarán.
Jugando podemos encontrar
Cartuchos de escopeta policial.
La plata del plan nunca alcanza
para matar el hambre en la panza”.
En Villa Corina, dice Saracho “se plantaron muchas semillitas. Ahora hay que acompañarlas, para ver cómo crecen”. Tal vez la principal pueda observarse cuando en el próximo rap, la primera palabra de la letra deje de ser “miedo”.
Nota
Mía: Cuando el arte abraza

Mía es una obra de teatro que podríamos encuadrar dentro del biodrama o autoficción. Y es mucho más: es grito, es abrazo y, también es un espejo. La actriz y médica psquiatra Mercedes Bertuzzi expone en escena su propia historia: una situación de violencia machista que sufrió por parte de una ex pareja. Este sábado 18 de marzo y en el marco del 8M, esta obra testimonial se presenta en MU Trinchera Boutique a las 21 hs, entradas a la gorra.
“Los primeros años, luego de salir, fueron de mucha confusión, angustia y mucha bronca. Escribir me permitía depositar esas emociones en el texto. El primer objetivo fue descargar. Siempre estuvo el deseo de poder denunciar a través de ese texto que iba escribiendo, pero no estaba segura de si iba a encontrarle la forma. En el proceso empecé a entrenar con Marina Otero, ella hace autoficción, y ahí algo se destrabó, la vi, vi la obra”, cuenta Mercedes. Al terminar de escribir el texto, tomó conciencia de que no era exclusivamente autorreferencial sino que involucraba la historia de muchas otras. Así tomó coraje para llevarla a la escena. “En cada función se me acercan decenas de mujeres emocionadas a abrazarme diciéndome ‘somos muchas’. Todas pasaron por una situación de violencia o acompañaron a otra mujer que la pasó. Siempre termino la función con ganas de gritar cada vez más fuerte el texto de esta obra. Siento que estoy entregando mi historia al colectivo y eso hace que ya no me pese, ya no lucho contra ella. Cada mujer que se identifica con la historia se la apropia un poquito y le va dando más cuerpo al personaje de Mía”.
Con sus herramientas artísticas, Mercedes logró una obra poética, sin golpes bajos, con ironía y momentos muy divertidos.
En una escena, dos niñas juegan a ser actrices, prueban vestuario y declaman en nombre del amor. Las palabras son extraídas de las típicas canciones románticas de cantantes famosos, las que hemos aprendido y cantado a lo largo de los años. “Para quienes fueron víctimas, no es fácil hablar. La violencia nos deja mudas, vacías, solas, no hay palabras que alcancen para explicar. El arte nos habilita un lenguaje a través del cual poder decir lo indecible, nos devuelve la voz, en la forma que cada una elija expresarse. Y para quienes son público, adentrarse a la temática desde una propuesta artística creo que les permite hacerlo sin tantas resistencias. Te permite escuchar con otra disponibilidad. El relato atravesado por la dramaturgia, la música, los cuerpos. Mantiene su fuerza y su crudeza, pero es amortiguado de ternura, poesía, risa. Y eso permite que hablemos de violencia con personas que quizás no se acercarían de otras formas”.

Cada vez que Mía fue presentada en distintos teatros —Mercedes quiere que la obra circule y abra a la reflexión— los comentarios de personas del publico se multiplican: “Presencié ese mismo diálogo”, “sentí exactamente eso”, “estuve en pareja con un tipo igual”. No solo es reparador para ella sino para muchas. “Romper el silencio es imprescindible. Me sigue sorprendiendo la cantidad de mujeres que se acercan después de la función a abrazarme emocionadas por haber ‘contado su historia’, estuvieron ahí mismo o acompañaron a otra. De todas las edades, todas las clases sociales. Es escalofriante, es triste. Pero es también esperanzador encontrarnos. Ya no nos estamos quedando calladas, estamos denunciando y estamos convencidas de cambiar esa realidad. El haber sido víctima de violencia ya no queda solo como una herida que duele y mejor callar y olvidar. Hoy somos víctimas enojadas, creativas y sobre todo, en red. Compartir Mía me abrió los ojos a eso… Es mi historia, es la de muchas otras y, por suerte, es parte de la historia que estamos modificando”.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143
Sábado 18 de marzo a las 21 hs
Actúan: Mercedes Bertuzzi, Juliana Gotta, Gonzalo Pungitore, María Tibi
Entradas “a la olla”.
Podés reservar en este link:
Nota
Punitivismo y feminismo en el caso de Lucía Pérez: una mirada sobre esa falsa dicotomía

La abogada trans Cristina Montserrat Hendrickse analiza por qué es falsa la dicotomía que pretenden instalar sectores que siempre trabajan para categorizar las divisiones del movimiento feminista. Así crean grietas sociales que les permiten alentar congresos, investigaciones y polémicas de las cuales viven.
Por Cristina Montserrat Hendrickse
Una corriente muy minoritaria de los feminismos entiende que reclamar la sanción penal del femicidio es una actitud punitivista.
Llegan a tal conclusión partiendo del concepto de que el castigo refuerza la violencia.
Evidentemente la idea de la que se parte es correcta, pero el error de la conclusión reside en asociar pena a castigo. En no distinguir la finalidad de la pena que impone nuestro Derecho de la triste realidad de castigo que significa la ejecución efectiva de las penas privativas de libertad.
Los feminismos en nuestro país se encuentran justificados jurídicamente en la Convención Contra Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) incorporada a nuestra Constitución en 1994; la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra La Mujer (Convención de Belem do Pará) que es un tratado internacional de jerarquía superior a las leyes; y las leyes nacionales y provinciales que reglamentan a estos tratados.
Nótese que la convención de Belem do Pará obliga a los Estados a “sancionar” la violencia de género, además de prevenirla y erradicarla. El marco jurídico “sancionatorio” por excelencia es el Derecho Penal.
De allí que en nuestro sistema de derecho pretender eludir o abolir la punición de la violencia de género resulta jurídicamente anticonvencional, y por tanto anticonstitucional.
No por ello se deja de valorar el aporte del antipunitivismo feminista en cuanto sostiene que el castigo refuerza la violencia. Pero el problema del antipunitivismo reside en cuestionar al sistema (de origen convencional interamericano) de sanción de la violencia de género, y no al sistema de castigo que en los hechos (y apartándose del Derecho) sucede con la aplicación de la pena.
En efecto, la finalidad esencial de las penas privativas de la libertad es la reforma y la readaptación social de los condenados (art. 5.6. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, también incorporada a nuestra Constitución en 1994), sin olvidar el mandato de que “…Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas…” (artículo 18 de la Constitución Nacional). De ambas reglas de jerarquía superior surge que la finalidad jurídica de las penas no es el castigo, como erradamente lo entiende cierta expresión del feminismo antipunitivista, sino la resocialización.
De allí que se impone una diferenciación entre “antipunitivismo” y “abolicionismo” que permita distinguir: si se pretende que la pena no se constituya en castigo sino como resocialización (antipunitivismo); o si se pretende abolir todo tipo de pena (abolicionismo penal).
La primera debería hacer foco en una reforma penitenciaria feminista, que lejos de reforzar el patriarcado lo deconstruya, no aboliendo las penas, sino modificando su ejecución a la finalidad que el impone el Derecho.
La segunda implicaría la abolición de todas las prisiones; y además, el desafío de construir respuestas ante los crímenes o lo que cada sociedad considera crímenes.
Evidentemente el castigo refuerza la violencia. Por lo que el mismo debe ser eliminado del sistema de ejecución penal, pero no el sistema de sanción; salvo que se sostenga el abolicionismo, teoría también respetable, pero que resulta anticonstitucional en nuestro sistema de Derecho, al menos en materia de violencia de género ya que la República Argentina se obligó ante la comunidad interamericana a sancionarla.
Toda decisión que se aparte de ese compromiso violentaría el sistema jurídico argentino y comprometería a nuestra Nación frente a la Comunidad Interamericana exponiéndonos a ser destinatarios de reclamos, cuando no de sentencias condenatorias, ante el sistema interamericano de Derechos Humanos.
En resumen: debatamos sobre las cárceles, no sobre las penas.
Cristina Montserrat Hendrickse
Nota
Pergamino: sentencia contra los agrotóxicos y triunfo de la comunidad frente a un intendente

La Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la distancia de 1.095 metros dentro de las cuales están prohibidas las fumigaciones terrestres con agrotóxicos, y de 3.000 metros para las aéreas. De ese modo denegó el recurso de amparo presentado por el intendente pro agronegocio de Pergamino, Javier Martínez. La denuncia original había sido presentada por Sabrina Ortiz (en la foto principal), vecina de Pergamino, que en su reclamo contra el envenenamiento cotidiano que sufrían ella, su familia y sus vecinos, y sin encontrar quien la defendiera legalmente, terminó recibiéndose de abogada para encarar sus propias causas. La sentencia de primera instancia había sido dictada por el juez del juzgado penal 2 de San Nicolás Carlos Villafuerte Ruzo.
Frente a la ratificación de la Corte dijo a Sabrina Ortiz a lavaca, entre otras cosas:
- “Se me vinieron a la mente un montón de recuerdos de personas que la pasaron muy mal, personas que ya no están incluso, que fueron víctimas de este modelo y que perdieron la vida por esta causa”.
- “Celebro por duplicado porque cada batalla que damos tenemos oponentes muy fuertes, corporaciones, intereses políticos, corrupción, sectores del agronegocio. Entonces, en parte estoy feliz porque aunque sabemos que la solución sería que sea agrotóxicos cero para todo el mundo, no sólo para esta región, podemos decir que es un pasito más que estamos dando hacia el buen vivir”.
Publicamos además la nota completa realizada en la revista MU.
Por Francisco Pandolfi

Un fallo de la Corte Suprema de Justicia ratificó la distancia de 1.095 metros de prohibición de fumigaciones terrestres y de 3.000 metros para las fumigaciones aéreas, denegando el recurso de amparo que había presentado nada menos que el intendente de Pergamino, Javier Martínez, pretendiendo fumigar en todas partes, pese a las denuncias sobre los efectos de los agrotóxicos en la comunidad, el suelo, el aire y el agua.
El fallo en primera instancia, apelado por Martínez, había sido del Juez Carlos Villafuerte Ruzo, titular del Juzgado Penal Número 2 de San Nicolás, en septiembre de 2019, como medida protectoria paliativa urgente frente a las masivas fumigaciones.

Quien realizó la denuncia original ante la justicia federal fue la activista ambiental y abogada Sabrina Ortiz, también víctima de los agrotóxicos. Ante este fallo de la Corte Suprema de la Nación, explica a lavaca: “Esperábamos la resolución desde hace bastante tiempo, con muchas expectativas, pese que los últimos fallos que ha tenido la Corte en materia ambiental no han sido para nada alentadores. Sin embargo, para nosotros era casi seguro que iba a fallar a favor. Se me vinieron un montón de situaciones a la cabeza, sobre todo por cómo comenzó esta causa, por la salud de mis hijos, por las afectaciones que tuvieron, con las afectaciones que tuve en mi cuerpo; se me vinieron a la mente un montón de recuerdos de personas que la pasaron muy mal, personas que ya no están incluso, que fueron víctimas de este modelo y que perdieron la vida por esta causa. Fueron recuerdos muy tristes, muy angustiantes, dolorosos, del vivir cotidiano, de hecho todavía están en controles mis hijos y hay un montón de gente que la sigue sufriendo”.

Relata también con asombro: “Me da mucho dolor, que sea el propio municipio el que intenta ir en contra de la salud de las personas. Me da mucha impotencia que el intendente Javier Martínez sea quien quiere que nos fumiguen en la cabeza. Al mismo tiempo, celebro por duplicado porque cada batalla que damos tenemos oponentes muy fuertes, corporaciones, intereses políticos, corrupción, sectores del agronegocio. Entonces, en parte estoy feliz porque aunque sabemos que la solución sería que sea agrotóxicos cero para todo el mundo, no sólo para esta región, podemos decir que es un pasito más que estamos dando hacia el buen vivir”.
Aquí, el viaje, la investigación y la nota completa sobre la situación en Pergamino publicada en la revista MU: La capital del veneno.
https://lavaca.org/mu163/mu-en-pergamino-la-capital-del-veneno/

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