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Liberaron a los cinco gremialistas en Tierra del Fuego, pero los mantienen imputados
Denuncian que la policía encapuchada allanó viviendas sin orden judicial, violencia con abuelos y niños, restricción de no poder salir de sus casas y persecución sindical.
Dos de los cinco gremialistas apresados en Tierra de Fuego hablaron con lavaca.org luego de ser liberados. El horror en horas de madrugada, la policía encapuchada allanando viviendas sin orden judicial, la violencia con abuelos y niños, la restricción de no poder salir de sus casas y la persecución sindical son algunos de los ingredientes de esta provincia paralizada hace más de dos meses en contra del duro plan de ajuste dispuesto por el gobierno provincial.

Foto: eldiariodelfindelmundo.com
“Lo único que atiné hacer fue despedirme de mi viejo porque no sabía a dónde me estaban llevando”, describe José Gómez , secretario general de la Asociación Fueguina de Empleados Públicos (AFEP), uno de los cinco dirigentes gremiales detenidos durante la madrugada del martes por policía antimotines, liberados tras las protestas sociales que hace más de dos meses paralizan Tierra del Fuego contra el paquete de leyes propuesto por la gobernadora Rosana Bertone (FpV) que recorta los salarios y eleva la edad jubilatoria. Las medidas produjeron que una veintena de sindicatos confluyeran en la Unión de Gremios para evitar el ajuste reconocido por las propias autoridades políticas, que argumenta que no hay recursos.
Las detenciones se produjeron luego de que los trabajadores abordaran el lunes al vicegobernador Juan Carlos Arcando después de un homenaje a las víctimas del hundimiento del crucero General Belgrano. Los trabajadores exigían que el Gobierno los escuchara, pero denuncian que los custodios empezaron a agredirlos y la policía les arrojó gas pimienta. Allí empezaron los forcejeos que algunos medios cubrieron como agresión de los gremios. Fue al revés: “Nosotros reclamamos diálogo”, esgrimen.
Horas después, de madrugada, ocurrieron las detenciones. Gómez argumenta su temor: “Pensá que eran policías antimotines, encapuchados”.
José Gómez lo pone en imágenes.
Revoleando ancianos
“Hacía 64 días que estaba viviendo en una carpa frente a Casa de Gobierno”, explica Gómez. “Ese día fui a pegarme un baño a la casa de mi papá y le pedí un ratito para dormir. A la media hora escucho ruidos. Eran tipo 3 o 4 de la mañana. Eran policías que decían que tenían orden de allanamiento que nunca mostraron. Estaban todos enmascarados. Mi mamá busca el celular para filmar, le dicen que no puede, se le abalanzan y a mí me tiran al piso de forma violenta. Mi papá estaba subiendo la escalera y lo agarraron y lo revolearon al suelo. Estaba semi desnudo, una persona grande, con diabetes: no tuvieron ningún pudor en ponerle la rodilla encima. A mí me torcían los brazos”.
Gómez frena un instante.
“¿Viste cuando percibís que la otra persona está disfrutando hacerte daño? Esa era la sensación que tenía”, dice. “Lo único que pensaba era que no le hagan mal a mi papá del corazón”. El gremialista cuenta que en ese momento los policías se enteraron de que había otro departamento en la propiedad. “Era de mi excuñada, que estaba con los tres hijos”.
¿Qué pasó? “Los empujaron, los destaparon, estaban en ropa interior. Una situación de porquería. Tienen 16, 11 y 7 años y les apuntaban con armas”.
Gómez cuenta que le leyeron algo que no llegó a comprender. “Me llevaron a una comisaria. En las peores condiciones: sin calefacción, con materia fecal, un colchón meado. Los golpes que nos dieron se curan, pero la situación social que estamos viviendo es muy grave”. El gremialistas cuenta que, lo peor, era las maquinaciones mentales: “Rogábamos que no hubiera ningún muerto, porque sabíamos que también iban a desalojar el acampe”.
Los otros gremialistas detenidos:
- Horacio Gallegos, secretario general de Sindicato de Obreros y Empleados Municipales.
- Roberto Camacho, secretario general adjunto de la CTA Autónoma.
- Alejandro Gómez, secretario de Organización de SUTEF (Sindicato Unificado de los Trabajadores de la Educación).
- Juan Manuel Estefoni, dirigente municipal de ASEOM (Asociación Sindical de Empleados y Obreros Municipales).
La liberación de los gremialistas se enmarcó en un “régimen especial” por el que no pueden salir de sus casas entre las 22 y las 6 de la mañana. Tampoco pueden acercarse a ningún edificio público ni ante la gobernadora Bertone o el vicegobernador Juan Carlos Arcando. “Es insólito, estamos en una ciudad chica: ¿cómo llevo a mis hijos a la escuela o al hospital?”.
Los cinco, además, siguen imputados.
Te reviento
A Horacio Gallegos, del Sindicato de Obreros y Empleados Municipales, también le golpearon la puerta violentamente cerca de las 3 de la mañana del martes. Su perro ladraba. “Me acerco, miro por la ventana y me dicen que tengo tres segundos para abrir la puerta”, rememora. “Les digo que esperen para que me fuera a cambiar. Me dicen: ´Si no la abrís, te reviento la puerta´. No tuve otra que quedarme para tratar de que no me rompan la casa. Es de madera”.
Gallegos estaba en bata. “No pude terminar de atarla. Ni bien entraron me tiraron al piso. No había discusión posible. Eran más o menos 15 policías del grupo antimotines. Les digo que hay una familia, que vivo con mi mujer y hay una nena de 12 años. Cuando estoy cabeza al piso les pregunto dónde están los testigos, para que las cosas sean transparentes. Me contestan balbuceando: no existían. Nunca me mostraron la orden de allanamiento”.
Lo mismo pasó con José Gómez.
A Gallegos le trajeron la ropa y lo llevaron hasta la Comisaría 4º de Rio Pipo, Ushuaia. “A partir de ahí me dicen que estoy en carácter de incomunicado. Así durante 48 horas, sin poder hablar con mi familia o mi abogado. Yo la saqué barata dentro de todo. Pero estamos bien, independientemente de las limitaciones que nos pusieron en cuando a nuestra movilidad y libertad, aunque sabemos que es parte de una política de acortar nuestros derechos. Sabemos que iban a intentar hacer una maniobra para que dejemos de manifestarnos”.
Patotas y policías
¿Cómo interpretan lo que ocurrió? Piensa Gómez: “Siempre que uno va incrementando la medida de fuerza lo hace como parte de una estrategia para que el otro sepa que hay un fin, que queremos llegar a una instancia de diálogo, pero no sé hasta qué punto nosotros no hemos podido interpretar los mensajes que dio el Gobierno. Cuando ellos sacan la ley, pedimos diálogo. Vamos y habían rodeado la Legislatura: había patotas y policías. Hicimos cortes y éramos flexibles con los ingresos, pero el Gobierno organizó un grupo de choque. Después cortamos Planta Orión, que es donde la provincia se abastece de combustible. Y ahí armaron una patota de camioneros, que estaban con los camiones y la policía atrás. De fondo, escondidos, los antimotines. Venían con armas de fuego y armas blancas. Estaban sacados, y sin mediar palabra arrojaron piedras y avanzaron sobre las mujeres. Ese fue un acto totalmente de terrorismo. Después nos empezaron a llover las causas. En cambio, ellos, no tienen ninguna No hay un indagado. Y nosotros, en menos de 10 horas, estábamos encarcelados e incomunicados en las peores condiciones humanas”.
Piensa Gallegos: “El gobierno jugó a que el conflicto iba a decaer y que íbamos a desistir de nuestro reclamo. Nunca pasó. Si bien tiene altas y bajas, las demandas siguen latentes. Ellos intervinieron y allanaron nuestras casas con la excusa de que había desaparecido un par de handies de la policía y la billetera de una periodista. Y por eso nos consideraban suficientemente peligrosos como para no dejarnos acercar a la policía ni a nadie. La idea, en realidad, era sacarnos del medio políticamente y desactivarnos como gremialistas”.
Gómez: “Es terrorífico. Estamos presos de nosotros mismos. Y sabemos que, cualquier acción que hagamos, en el corto plazo nos vuelven a meter. Seguimos imputados. ¿Sabés qué pasa en realidad? Esto está hecho a propósito. Está hecho para mostrarle al resto de los trabajadores que el que activa sus derechos va a terminar en estas condiciones”, dice sobre esta historia que, como tantas, continuará.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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