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Esta crónica colectiva es resultado de la Clínica Periodística dictada en MU Trinchera Boutique durante noviembre y diciembre de este año. La última clase coincidió con la marcha de movimientos sociales al Congreso el miércoles 13 de diciembre, la previa y el empujón a las movilizaciones y cacerolazos en rechazo a la reforma previsional. La consigna, así, estaba clara: escribir con los pies en la calle.

Autorxs: Ester Pisano, Leopold Sanzenstein, Patricio Torres Díaz y Damián Vega

Desde temprano un grupo de jubilados suma firmas para evitar que se apruebe la reforma previsional. A pesar del apuro con el que la gente circula, frente al Congreso de la Nación, sobre la avenida Rivadavia, la mayoría apoya el pedido. Avanza el tiempo y las calles comienzan a colmarse de organizaciones sociales que vienen caminado por Avenida de Mayo, acercándose a la Plaza de los Dos Congresos, identificados con sus banderas. Mientras, personas “sueltas” se acercan. Mientras, armas, chalecos, botas, el reflejo de las luces azules de las motos y de los autos policiales, camiones con gendarmes y una caravana de carros hidrantes en medio del sonido de sirenas.
Temor y alivio por el límite que viene marchando a la Plaza a pesar de la furia policial.

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Foto: Nacho Yuchark para lavaca


De espaldas al Congreso el policía mira, hace un mohín y se encoge de hombros.
-Si vino la Gendarmería es porque lo ordenó la ministra -dice-. Se están desplegando porque no se sabe si los que están en la 9 de Julio vienen para acá o se van para Constitución.
Ruido de plástico de armadura, de escudos y de botas: los gendarmes avanzan para ocupar Rivadavia e Hipólito Yrigoyen, ambos lados de la Plaza. Tienen gases, escopetas y palos. No tienen chapas ni se leen sus nombres en los chalecos antibalas.
Olor a lluvia y el viento que se vuelve cada vez más frío y trae el estruendo de los bombos y las consignas de la marcha desde Avenida de Mayo; de las sirenas de los celulares que se acercan por Entre Ríos; de las motos que trepan por Virrey Ceballos.
Autos y motos retoman en contramano al mismo tiempo que se bajan frenéticamente una detrás de la otra las persianas metálicas de los kioskos.
Se cierran con llave los restaurantes.
Se escuchan algunas gotas sobre la chapa de los motores de aire acondicionado.
Cientos de gendarmes, diecisiete camiones, ocho motos, dos carros hidrantes, dos ovejeros alemanes asidos por el cuello, ladrando y mordiendo aire. Tres turistas que golpean la puerta y aprietan el timbre del hostel mirando por sobre el hombro la zona de exclusión en la que quedaron atrapados.
Llueve.
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Fotos: Nacho Yuchark para lavaca


Botas y rasgos rígidos caminan a paso rápido hacia posiciones de enfrentamiento. Media plaza congreso está prácticamente vacía un miércoles a las 6 de la tarde. Transeúntes miran atentos los movimientos de camiones verdes enrejados, cuadrillas de cascos y escudos transparentes, sirenas de ambulancia. Enseguida se forman filas que bloquean a lo ancho media plaza delante del  Congreso. Del otro lado del monumento central también se posicionan con escudos. Llegan grandes banderas rojas, celestes, blancas, miles de almas cantando bajo la lluvia. Los militantes de Barrios de Pie, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista Combativa (CCC) y Patria Grande alzan esas banderas marchando a brazo encadenado hacia la muralla verde oliva que ya no permite el tránsito.
No hay medios comerciales. La movilización de las organizaciones populares contra la reforma previsional, que también afectará a los beneficiarios de asignaciones sociales, no logra llegar al Congreso, pero planta una forma de lucha que se repetirá el día siguiente y el lunes 18 de diciembre, a la que seguirán los cacerolazos.
-Ya están listos para pegar -dice alguien que viene marchando.
Otro implora al teléfono:
-No vengas para acá, Juan, andá para casa.
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Fotos: Nacho Yuchark para lavaca


Mientras doblan la esquina sobre Rivadavia, los pasajeros del colectivo 93 tienen la sorpresa de enfrentarse, al mismo tiempo que con el Congreso de la Nación, con un despliegue de la Gendarmería. A un lado del vehículo, cientos de manifestantes. Al otro, un cordón policial. Entre ellos, la tensión se palpa.
Húmeda, pesada.
Los pasajeros del colectivo 93 salieron de sus viajes cotidianos para entrar en un mundo de confrontación y de ruido, y encontraron otra realidad: la represión policial. Los choques de los escudos, el Pfisss de la columna de agua golpeando a manifestantes, los cantos de la multitud en contra de una élite desconectada.
Mientras miran a través de la ventana del colectivo, los pasajeros pueden observar una escena diferente a las que se ven banalizadas en muchas pantallas de televisión: docenas de fuerzas armadas, con escudos, escopetas y perros, confrontando a gente como ellos y ellas. Personas que, después de juntarse con otros miles en la avenida 9 de Julio, hacen oír sus voces frente al Congreso.
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Fotos: Nacho Yuchark para lavaca


Los pasajeros del 37 que quedan atorados sobre Rodríguez Peña miran por las ventanillas. También los del 93, sobre Rivadavia, y sus únicos dos pasajeros se revuelven en sus asientos.
-Una bala a cada uno y se soluciona todo -dice una chica a la que le impiden el paso.
-Les pagan para reprimir -grita un flaco que logra pasar por un costado.
Cuando están separados apenas por centímetros, a un gendarme lo retiran como si estuviera herido, en un logrado homenaje al gendarme carancho. Pegan entre los escudos los bastones y un gendarme suelta deliberadamente al perro que va a morder las costillas del diputado Leonardo Grosso mientras otro patea el tobillo de la diputada Victoria Donda y mientras un tipo muy grande revuelve un contenedor de basura pidiendo fuego, gritando algo que queda detrás del grito de una mujer separada del grupo de cara a los uniformados. Todo sucede al mismo tiempo
Luego, chorros de agua desde uno de los hidrantes, bombas de estruendo, botellas de plástico con agua congelada y algunas piedras que encuentran los cascos. Cronistas empapados relatando por sus celulares, fotógrafos cuidando sus cámaras reptando entre los que siguen avanzando en formación asegurando el perímetro del edificio donde mañana se iba a votar las reformas tributaria y previsional.
Un orador improvisado de barricada anuncia que la CGT llamó a la movilización el jueves y a parar el viernes. Consignas, saltos y cánticos antes de volver por Rivadavia mientras se forman otros dos cordones de seguridad para blindar la plaza.
Un repliegue de las organizaciones que saben que es mejor esperar al día siguiente.
Y deciden bien.
En la Plaza de los Dos Congresos sólo queda el silencio, cuando los únicos que quedan son los que impidieron por la fuerza que los otros se quedaran.
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Foto: Nacho Yuchark para lavaca

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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