Nota
Paraguay: astillas del mismo palo
Los dos sectores sociales que catapultaron a Fernando Lugo a la presidencia de Paraguay, religiosos y campesinos sin tierra, han formulado duras críticas a los seis primeros meses de su gestión, que incluyen groseras violaciones de los derechos humanos. Aquí Raúl Zibechi, desde Asunción, describe los detalles de una situación -militarización incluida- sorprendente.
«SIEMPRE ESPERAMOS QUE las promesas electorales se realicen lo más pronto posible, especialmente para favorecer a los sectores más carenciados de la población», dijo el lunes 2 el obispo Adalberto Martínez, portavoz de la Conferencia Episcopal de Paraguay, al culminar la primera reunión anual del organismo. Los prelados se muestran preocupados también por la falta de una reforma agraria con participación de los actores sociales, la inseguridad, el desempleo y la migración, así como por otra promesa de campaña ya incumplida: una reforma de la justicia.
En efecto, Lugo parece haber archivado de momento cualquier modificación en la integración del máximo organismo de justicia. Pero una de las inquietudes mayores consiste en la falta de empleo, tanto para los jóvenes como para los miles de migrantes que están retornando a Paraguay como consecuencia de crisis en Europa, agravando así la desocupación estructural que sufre el país.
La sorprendente militarización
Sin embargo, lo que más llama la atención es la militarización de dos departamentos donde el movimiento campesino ha jugado un papel decisivo en la historia reciente de Paraguay: San Pedro, donde Lugo fue obispo y acompañó a los campesinos, y Concepción, ambos en la zona norte del país. En ambos, la expansión de la soja ha generado duros conflictos. Allí, además de sojeros y campesinos organizados compiten las mafias que cultivan y trafican marihuana, cuestión que le otorga a los conflictos sociales una buena dosis de complejidad y dramatismo.
El 31 de diciembre fue incendiado un pequeño puesto militar en tierras de hacendados en San Pedro. Inmediatamente, los medios y las jerarquías militares aseguraron que se trataba de un grupo guerrillero que operaría en la zona. El gobierno de Lugo decidió enviar tropas y policías a los dos departamentos, la Fuerza de Tarea Conjunta, encargada de la vigilancia, control de carreteras y acciones contra narcotraficantes y presuntos guerrilleros. El mismo Lugo aseguró que se prevé construir un cuartel militar en la zona y que la militarización es por tiempo indefinido.
En los días sucesivos llovieron declaraciones contra el operativo y denuncias de malos tratos, algo que no puede sorprender en vista de la trayectroria de las fuerzas armadas paraguayas. Incluso un dirigente campesinos aliados del gobierno, como Belarmino Balbuena del Movimiento Campesino Paraguayo (MCP) declaró que no existen guerrilleros en el país y que se trata de una excusa para reprimir. Mientras el obispo de Concepción, monseñor Zacarías Ortiz denunció que los militares torturaron campesinos (ABC, 15 de enero), el comandante de las fuerzas armadas, Cibar Benítez, reconoció que el objetivo del operativo es «una causa nacional por la necesidad que se tiene de instalar el Estado» (ABC, 14 de enero). Sus declaraciones dejaron en claro que la existencia del presunto Ejército del Pueblo Paraguayo es más que hipotética y que las verdaderas intenciones son combatir a las mafias que controlan buena parte del país.

Las mafias, Stroessner y el progresismo
Lo cierto es que los detenidos tenían antecedentes como delincuentes, abigeos o narcos, y que ya se produjeron tres muertes de dirigentes campesinos, al parecer asesinados por las mafias «aprovechando» el operativo militar-policial, ya que los movimientos campesinos son un obstáculo para los negocios ilícitos, por más que los conservadores medios de Asunción están empeñados en adosarles inexistentes alianzas con los narcos.
Una delegación de la Coordinadora de Derechos Humanos de Paraguay (CODEHUPY) y del Serpaj realizó una vista a la zona militarizada donde recogió testimonios de víctimas y de organizaciones sociales. «Hace más de siete años que trabajamos en estos lugares y no nos consta la presencia de grupos armados», dijo el abogado Juan Maertens. Al mismo tiempo, el abogado denunció que «desde el día que se instalaron (los militares) están cometiendo abusos y atemorizando a la población». Afirma que el operativo está fuera de control del gobierno y que «es muy difícil» que con las mismas autoridades militares y judiciales de siempre, «se llegue a descubrir la verdad». Con nombres y apellidos de jerarcas, denunció que «hace más de cuatro años que están en la zona y nunca descubrieron las redes de la mafia que existen en San Pedro y Concepción».
Parece evidente que si se trata de llevar Estado a las zonas que nunca lo tuvieron, hacerlo de la mano de los uniformados que sirvieron al Partido Colorado durante 61 años y al dictador Alfredo Stroessner, no luce como el camino más aconsejable para un presidente que se proclama progresista.
Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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