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Periodismo transgénico

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Por Darío Aranda
Es uno de los mayores aparatos mediáticos del país. Cuenta con suplementos de diarios, sitios web, programas de radio y televisión, y hasta un canal que transmite 24 horas al día. Son cientos de periodistas que difunden las bondades del modelo agropecuario en base a transgénicos y agroquímicos. Pero las empresas van por más: lanzaron una campaña mediática titulada “el campo hace bien” y buscan mejorar su imagen en las ciudades. La última: Monsanto inauguró programa en la TV Pública.
El conflicto por la resolución 125 (2008), las denuncias y pruebas sobre los efectos nocivos del herbicida glifosato, y los cuestionamientos a los transgénicos, entre otros factores, incrementaron las críticas al agronegocios. Las empresas del sector tomaron nota, y además de mantener (y aumentar) la pauta publicitaria para el conglomerado de medios, iniciaron campañas inter-institucionales.
El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) es el organismo que debe controlar los agroquímicos (organizaciones de pueblos fumigados, médicos que trabajan con poblaciones afectadas e investigadores de universidades públicas cuestionan al Senasa por su complicidad con las empresas). En mayo pasado realizó una charla para periodistas titulada “Jornada sobre glifosato”. Abordó los “mitos” que hay sobre el herbicida, hizo eje en la “baja toxicidad” y en lo inofensivo que sería si se lo manipulase según lo sugerido por las compañías.
La charla fue organizada junto a Casafe (Cámara de Sanidad y Fertilizantes), conformada por Monsanto, Bayer, Syngenta, Basf, Dupont y una decena de empresas productoras de químicos.
Ni siquiera cuidaron las formas: el taller con periodistas se hizo en la misma sede de las empresa de agroquímicos (Reconquista 611).
“Buenas prácticas agrícolas (BPA)”, es el término utilizado por las empresas para justificar que con determinados cuidados pueden fumigar con agroquímicos hasta diez metros de las viviendas y no afectar la salud de la población. Esa argumentación es muy cuestionada por las organizaciones de pueblos fumigados, especialistas en derecho ambiental y por los propios ingenieros agrónomos, que sindican como irreal a las BPA.
Las grandes empresas del sector conformaron la “Red BPA”. Sobresalen Aapresid y Aacrea (empresarios-productores del agronegocios, hoy dentro del Gobierno y con gran capacidad de lobby), Bolsa de Cereales, CRA, Coninagro, Sociedad Rural, Ministerio de Agroindustria de Nación, Uatre, INTA. Las grandes empresas aparecen camufladas en “cámaras” u ONG: Casafe (Cámara de Sanidad y Fertilizantes) reúne a todas las grandes empresas empresas de agroquímicos: desde Bayer/Monsanto y Syngenta/ChemChina, para abajo. Idéntica situación es la de ASA (Asociación de Semilleras Argentinas), donde dominan las mismas empresas de agroquímicos, y se suman la “nacionales” Don Mario y Bioceres, entre otras. En las ONG sobresale Barbechando (espacio de lobby del agronegocios en el Congreso Nacional) y Fertilizar (impulsan la venta de insumos químicos para el campo).
“El campo hace bien”, fue la campaña mediática que lanzaron. Intentan “acercar el campo a la ciudad”; mejorar su imagen. El domingo 4 de diciembre realizaron su primer maratón, en Palermo, bajo la consiga: “El campo hace bien. Hace bien correr”. Impecables remeras blancas, con las tres letras clave (“BPA”) en color celeste y del lado derecho del pecho; y vivos celestes, verde/amarillos (como pequeñas ramas verticales) del lado izquierdo.
Amplia difusión mediática y dudosa concurrencia (ninguna foto panorámica de los corredores).
El ministro de Agroindustria de Buenos Aires y ex gerente de Monsanto, Leonardo Sarquís, participó del maratón y subió a Twitter una foto, elongando junto a la ex presidenta de Aapresid (y actual funcionaria de Agroindustria de Nación), Beatriz “Pilu” Giraudo. El hashtag fue: “#ElCampoHaceBien”

Suple miento

Clarín publica los sábados el suplemento “Rural”. La Nación sale a la calle con “Campo”. Algunos titulares: “El área de soja certificada crecerá 30 por ciento esta campaña (entrevista a gerente de empresa Syngenta)”. “Se aprobó un nuevo evento biotecnológico en maíz”. “El agro cordobés reclama más obras e infraestructura”. “La soja juega su futuro entre América de Sur y Estados Unidos”. “Premio INTA: los mejores en calidad alimentaria”. “La semilla será protagonista en 2017”.
Una antigua frase define al negocio: “Periodismo es aquello que se publica en los espacios libres que deja la publicidad”.
En los suplementos campestres es muy notorio: publicidades de Dow AgroSciences, YPF, Rizobacter, Syngenta, Expoagro (feria que organizan ambos diarios en sociedad), Don Mario Semillas, Nissan, Bayer, Amarok, entre otros.
No hace falta ser periodista para confirmar la vinculación entre publicidades y notas. Son parte de un mismo modelo agropecuario. No se lee una crítica a las consecuencias: fumigaciones con agroquímicos, desmontes, afecciones en la salud y, mucho menos, a la irregular manera de aprobación de semillas transgénicas ni la carterización del mercado (tres empresas dominan casi el 90 por ciento del mercado: Bayer-Monsanto, Syngenta-ChemChina y Dow-DuPont).
Simple ejercicio mental: una multinacional tabacalera anuncia el lanzamiento al mercado de un cigarrillo que no afecta la salud. Los periodistas replican la noticia sin siquiera dudar del nuevo producto milagroso.
Monsanto, Syngenta o Dow lanzan una nueva semilla de soja (o maíz). Se utilizará junto a un cóctel de químicos (glifosato, glufosinato de amonio, 2-4D). La publicidad afirma que es más productiva que otras semillas, que no afecta la salud ni el ambiente. Decenas de periodistas reproducen la noticia sin siquiera dudar, mucho menos se preguntan cómo se aprobó esa semillas y, jamás, solicitan los estudios que dan cuenta de la veracidad del discurso empresario.
Por contraposición, cuando aparece algún estudio científico que cuestiona los agroquímicos se les despierta el gen de la mirada crítica y minimizan (o defenestran) al académico en cuestión. En Argentina hay más de cien estudios de universidades públicas (UBA, La Plata, Río Cuarto, Litoral, Rosario) que dan cuenta de las consecuencias de los químicos. Nunca fueron tapa de los suplementos campestres.
El caso más grotesco es Héctor Huergo, jefe del suplemento rural de Clarín. Se autodefine en twitter como “relator militante de la segunda revolución de las pampas” y, como muchos “periodistas agropecuarios”, tiene conflicto de intereses entre los temas que escribe y los auspicios personales. Su programa de televisión (jueves a las 22 en Canal Rural) y su sitio web personal (laindustriaverde.com.ar) tiene pauta publicitaria de Pioneer-DuPont, Casafe (Cámara de Sanidad y Fertilizantes, donde están todas las empresas de químicos) y Agrofy (mega-empresa agropecuaria Cresud, del millonario Grupo Irsa).
También es accionista de Bioceres, empresa en la que es socio con referentes de Aapresid (empresario de siembra directa y espacio de lobby político) y con Gustavo Grobocopatel (titular de uno de los mayores pooles del siembra del continente).
Una decena de diarios provinciales tienen suplementos campestres similares y repiten la misma lógica (difusores del discurso empresario) medio centenar de sitio web.

Ciencia go home

Argenbio es la organización de lobby científico-político fundado por las empresas Syngenta, Monsanto, Bayer, Basf, Bioceres, Dow, Nidera y Pioneer, todas productoras de transgénicos y agroquímicos. Lanzó la campaña “Transgénicos 20 años” (https://www.transgenicos20.argenbio.org). Es un sitio de publicidad transgénicos, aunque con un intento de discurso científico y técnico. Argenbio, junto a la Embajada de Estados Unidos, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Ministerio de Agroindustria organizaron el seminario “El desafío de comunicar lo que hacemos”, con el objetivo de fortalecer “el potencial de la agrobiotecnología para el desarrollo sustentable y equitativo de la región”.
Según la gacetilla de prensa, “destacados especialistas compartieron su experiencia y brindaron herramientas para optimizar la diseminación de la agrobiotecnología, mejorar la percepción en la opinión pública y contribuir al diálogo fluido entre los distintos actores de la cadena en la región”.
La apertura estuvo a cargo del Secretario de Agregado de Valor del Ministerio de Agroindustria, Néstor Roulet, quien planteó que la biotecnología aplicada al agro permitirá “aumentar la productividad cuidando el medioambiente”. Pidió “mejorar la comunicación entre sus eslabones y la sociedad”.
   David Mergen, consejero agrícola de Estados Unidos en la Argentina, Paraguay y Uruguay, remarcó que persiste el desafío de “explicar al público los beneficios de la agrobiotecnología para alimentar a una población en crecimiento”.
Participaron los directores de la cámara empresaria Maizar, Martín Fraguío; de la Asociación Semilleros Argentinos (ASA), Martín Rapella; la coordinadora de proyectos especiales del Instituto Nacional de Semillas (Inase), Mónica Pequeño Araujo; funcionarios de la Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria (Conabia –organismo clave en la aprobación de transgénicos) y los equipos de comunicación de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) y de la Bolsa de Cereales.

   Locos x la TV

“Locos por el campo”, es el nombre del programa que Monsanto, Toyota y Aacrea estrenaron en la TV Pública (en 2015 estaba en América 24). Va los domingos a las 14. Lo conduce Fernando Entín, que se autodefine como “galerista de arte, palermitano”. Y propone “visitar diversos establecimientos para conocer cómo se producen la soja, el trigo, la leche, la carne y el vino, entre otras cosas; conocer los desafíos cotidianos”.
Monsanto (adquirida este año por la alemana Bayer) es la mayor empresa de semillas transgénicos del mundo y creadora del cuestionado glifosato.
“Una empresa con intereses específicos en un sector estratégico no puede construir imaginarios sobre el campo en un medio público porque estarán dirigidos a sostener esos intereses (individuales y comerciales), y eso lejos está de los intereses ciudadanos. Esto nos llama a reflexionar acerca del rol de los medios públicos y en particular tratar de entender cuál es la época que se está viviendo en esta materia en la Argentina”, cuestionó Francisco Godínez Galay, del Centro de Producción Radiofónico (CPR), organización dedicada a la producción y a la investigación en comunicación.
Idéntica crítica le cabe a Aacrea, empresarios del agronegocios que, con un discurso “técnico” e intereses particulares (de ganancia y rentabilidad), establecen desde la televisión qué modelo de campo es el deseable para el país.

En primera persona

Matías Longoni ingresó a Clarín Rural en 1998 (proveniente de Telam). Duró un año y medio bajo las órdenes de Héctor Huergo (mandamás del suplemento Rural y con línea directa al cuarto piso, donde están los gerentes y directores). Pasó al “cuerpo del diario”, sus notas sobre temas rurales se publican en la sección política. Es un referente en el periodismo del agronegocios (aunque a él no le gusta ese término para llamar al sector).
Es un caso poco común en el periodismo de diarios porteños. Es una “firma conocida” y al mismo tiempo tiene vida gremial, de asambleas, discusiones paritarias y marchas en la calle junto a trabajadores. En 2012 fue uno de los seis trabajadores del diario que fue elegido delegado gremial. Desde el año 2000, cuando Clarín echó a más de cien trabajadores (incluidos los delegados), la empresa no permitía la organización sindical. Los postulados fueron trabajadores de carrera y con espalda para soportar presiones de la empresa. Longoni denunció públicamente las situaciones laborales en Clarín. Hace pocas semanas aceptó un retiró voluntario de Clarín, luego de 18 años en el diario.
“Yo no veo al periodismo agropecuario como vos”, comienza la entrevista que durará 45 minutos.
“Nunca sentí que hubiera temas prohibidos para escribir. Lo que falta es involucrarse con el tema, laburarlo, aunque también es cierto que muchas veces no hay estímulos por parte de jefes para ciertos temas”, señala. Y afirma que “entre el 70 y 80 por ciento” de la información agropecuaria la generan “las corporaciones”. Y ahí incluye empresas, Estado y universidades. “Los periodistas somos cada vez menos. A muchos les es más fácil copiar y pegar”, y replicar la información de esas corporaciones.
Sobre las fumigaciones con agroquímicos, se excusa. Dice no escribir porque él no cubre “ambiente”, pero señala que si alguien en la redacción tomara el tema: publicaría, con mayor o menor libertad, pero publicaría.
Afirma que en el suplemento Rural de Clarín sí hay temas vedados. Donde señala que se responde mucho a la pauta publicitaria. “Es totalmente sesgado el suplemento. Además Huergo no es periodista, es un empresario. Tiene negocios en todos lados, muchos son públicos, con los feedlot, con las semilleras”.
Reconoce que muchos medios del agro son más “un folletín de las empresas que periodismo”, y lo compara con el periodismo automotriz: “Está financiado por publicidad de las empresas, que son las que venden tecnología e insumos. ¿Es criticable? Sí y no. Muchos son medios autogestivos que viven de eso, como los que venden corbatas…”. Al instante aclara que sabe que no es lo mismo, pero sostiene el ejemplo: “Son medios que para sobrevivir tienen que subordinarse a la pauta”. Destaca que un contrapeso podría ser el estado, pero de inmediato se contesta: “Para que el kirchnerismo te diera pauta debías entregarle el culo”.
   -Uatre (sindicato de trabajadores rurales) pauta en muchos medios. ¿Compra silencio?
“Algunos compran silencios. Otros establecen solidaridades. Saben que tenés un medio y ayudan, como cualquier anunciante que ve que le puede servir para difundir lo suyo”, grafica y aclara: “Ningún periodista está obligado al silencio”.
Reconoce que el periodista agropecuario se siente parte de un sector, por eso tira para ese lado (siempre dentro del agronegocios). Y explica por qué: “El peor de los productores, el más garca, es más rescatable que el mejor de los políticos”.
Defiende al periodismo agropecuario, pero también lo cuestiona. Y lo pone en contexto: “Somos mejores que el periodismo político y económico, donde hay cada uno… Pero en líneas generales sufrimos lo mismo que otros periodistas, la pauta pública y privada que marca agenda, y las malas condiciones de trabajo”. Refiere a la precarización, bajos salarios, multitrabajo. Y resume: “El problema no es el periodismo agropecuario, el problema es el periodismo”.
Longoni sigue en el sector. Conduce (desde hace nueve años), Bichos de Campo (Canal Metro), junto a otros siete periodistas. Se emite los viernes a las 21.30. Entre sus anunciantes están Monsanto, Nitrap (agroquímicos) y Uatre.

Sorpresas desde adentro

Dante Rofi ingresó a La Nación Campo en 1997 y se mantiene en el suplemento. Era el típico periodista agropecuario hasta 2004, cuando estaba en el festival de Cosquín y vio que el folklorista Raly Barrionuevo subía al escenario a doña Ramona Bustamente, abuela campesina que resistía el avance de topadoras de empresarios sojeros. Esa misma noche, León Gieco le dedicó su recital a los campesinos del norte cordobés.
“¿Cómo podía ser que cubría campo y nunca había escuchado de esos campesinos?”, se preguntó. Volvió de vacaciones y comenzó a preguntar por esos campesinos. No tardó en dar con Apenoc (Asociación de Productores del Norte de Córdoba), una de las patas de lo que luego sería el Movimiento Campesino de Córdoba (MCC). Comenzó a conocer de otro campo, agricultura familiar, indígenas y también de las consecuencias del modelo de agronegocios: desmontes, desalojos, fumigaciones con agroquímicos.
Ya nada fue igual.
“La mayoría de los periodistas agropecuarios se olvida que son periodistas y pasan a ser representantes de las empresas”, resume sobre el sector.
Sobre por qué actúan así, Rofi descarta que sea por ingenuidad.  “Están validando un discurso. Creer que lo hacen por ingenuidad es subestimarlos. Saben muy bien lo que hacen”.
Resalta que en La Nación es clara esa línea que se baja, con editoriales sobre las bondades del modelo y apoyo al glifosato. “Si sos empleado, la lógica es ir por esa línea, no plantear otras posturas, no pensar mucho. Repetís el verso de que el mundo tiene hambre, los transgénicos producen alimentos y cierra por todos lados. Te surgen programas de radio, auspiciantes para el programa de TV, en el diario te quieren. Así la vida es hermosa”, sentencia.
Rofi es cotidiano usuario de redes sociales. En Twitter dejó siempre claras sus posturas de apoyo al kirchnerismo, su fanatismo por Racing y la crítica a algunos editorialistas del diario en el que trabaja. Discutió mil veces con sus pares y jefes. Cuando eran diez en el suplemento (años 2007) y ahora que son sólo cuatro (tres editores y él). “Se enojan cuando decís algo de los agroquímicos. Te saltan con el discurso de las empresas, que no hay pruebas científicas, pero la verdad es que no quieren ver las pruebas”, explica.
Está convencido que muchos periodistas del sector prefieren no conocer. Cita nombres de colegas pero para evitar problemas se pone en primero persona: “Cuando conocés lo que pasa, lo que provoco este modelo de agro, ya no podés volver a ser el mismo. Te cambia la vida”.
Rescata la convivencia con su jefe del suplemento. Saben que piensan distinto, se respetan, conviven. Va a cumplir veinte años en La Nación Campo y sumó trabajo (ad-honorem), dos veces por semana tiene una columna radial en la FM Tierra Campesina, de la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra (UST) de Mendoza. Allí dice todo lo que piensa, del agro y de la política nacional.

La hora de la verdad

Sábado. 6 de la mañana. “La hora del campo”. Conducido por Alejandro Cánepa, se extiende durante tres horas. Comienza con la clásica “Zamba de mi esperanza” y antes del minuto es interrumpida por el auspicio del programa: “Dow AgroSciences”.
Cánepa arranca con buenas noticias: “En su gran mayoría, el campo está arrancando”. Precisa datos del Indec de mayor venta de maquinaria agrícola. Agrega: “Hay pueblos donde la industria metalmecánica toma 30 o 40 personas y es muy importante”.
Picado de noticias breves. Gobierno de Entre Ríos “asistirá” a productores de arroz, Chaco pidió devolución de fondos de tabaco a Nación, Buenos Aires aprobó ley de “feedlots” (engorde de corral –muy cuestionados por el impacto en el ambiente, alimentarlos con transgénicos y abuso de antibióticos–).
“La gente en el mostrador quiere cada vez más alimentos de feedlots”, afirma Cánepa en base a ninguna prueba. Paso siguiente, anuncia que hoy hablarán con el presidente de la cámara de empresas de feedlot.
La producción del programa es Gastón Ibañez, columnista Marcelo Pinto y César Tapia (conduce también en Canal Rural el programa de Coninagro, una de las entidades de la Mesa de Enlace).
Cánepa insiste en la mayor venta de maquinaria agrícola. Recuerda que viajó con el presidente de esa cámara de empresas a Estados Unidos, invitado por Aapresid.
Las publicidades a lo largo del programa son de Banco Galicia, Chevrolet, Cooperativa de Seguros La Dulce, Dow AgroSciences, Biogénesis Bagó y una decena de agroquímicos que intercalan frases como “la soja no se mancha” o “estimulante para el campo”, “sabemos cómo proteger tu soja”, y siempre finaliza con un locutor que lee a toda velocidad (como si fuera la letra chica de un contrato) “cuidado, puede afectar la salud y el ambiente”.
El próximo 9 de febrero cumplirá quince años al aire. Cánepa agradece especialmente a Dow AgroSciences y Biogénesis Bago porque lo “acompañan desde el inicio”. Y señala que Biogénesis fue parte de la creación misma del programa.
Mensajes grabados de oyentes. Productor de Chaco pide que se le baje impuestos a las empresas del agro que dan trabajo. Cánepa lo secunda: “Es buena la idea”.
Otro mensaje, sobre la buena producción de trigo y la apertura de mercados internacionales. El conductor comenta: “Macri cumplió con el campo (por baja de retenciones). El campo cumplió con Macri”. Pinto cuestiona que Macri haya calificado su primer año de gestión con un 8. Cánepa replica: “Fue lamentable lo de los últimos diez años. Ahora hay diálogo”. Pinto retruca: el ministro Alfonso Prat-Gay había anunciado 25 por ciento de inflación anual y fueron 40.
Cambio de tema. Agradecen a la empresa de ropa Cardón, que envió tres mates de regalo y viste a Cánepa desde 1990. Informan la apertura de cuatro locales en Paraguay. Pie justo para, con la excusa del día nacional del mate, entrevistar a “la primera sommelier de mate”. Más de 25 minutos sobre los “secretos” del mate y la yerba (tipo de mate, temperatura de agua ideal). Ni una mención a la explotación histórica del primer eslabón de la cadena, los tareferos (cosechadores de yerba). Es una regla en los programas agropecuarios invisibilizar la situación de los trabajadores del agro y mucho menos se cuestiona al sindicato Uatre (Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores), donde Gerónimo “Momo” Venegas se maneja como patrón de estancia. Causalidad, o no, la Uatre coloca mucha pauta publicitaria es los programas del sector.
Música de Abel Pintos, Dúo Coplanacu, José Larralde, Horacio Guaraní. Canciones que hablan de aspectos sociales y que podrían sonar en cualquier peña con público de izquierda.
Cánepa relata que estuvo con las cuatro cadenas de granos (las empresas de soja, maíz, girasol y trigo se reúnen por sector) y el denominador común fue el pedido de una nueva ley de semillas, que saldría en abril/mayo de 2017. No explica que es impulsada por grandes empresas (nucleadas en la Asociación de Semilleros de Argentina, entre ellas Monsanto).
Entrevistan a Dardo Chiesa, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), que quiere una nueva ley, pero “no la lay talibán que quieren ASA y Monsanto” (los productores quieren pagar una sola vez, cuando compran la semilla. Las empresas quieren que sigan pagando por varias cosechas luego de la compra).
Explica que, como “gesto de buena voluntad”, las cuatro entidades (Sociedad Rural, CRA, Coninagro y Federación Agraria) viajarán con Aapresid y Aacrea a la sede de la empresa Pioneer en Estados Unidos. Que seguramente se hablará del tema. Celebra que Macri le haya “devuelto la normalidad al sector”.
Cánepa, que también tiene programa en Canal Metro, avisa que son “plurales” y llamarán a ASA y a Monsanto.
La hora del campo tiene competencia. En radio La Red (AM 910, “La Red Rural”), en Rivadavia (AM 630, “Bichos de Campo”), en Mitre (AM 790, “Mitre y el Campo”), entre otros.
También hay tiempo para un médico veterinario que recomienda doble vacunación y antibióticos para los rodeos. Promete que (drogas mediante) no se enfermarán y darán buena producción. El veterinario es de Biogénesis Bagó.
El programa se acerca al fin. Aún hay espacio para dar cuenta de los premios “a la excelencia agropecuaria”, que otorgan el diario La Nación y Banco Galicia. Uno de los premiados, la empresa Red Surcos (de Santa Fe). Entrevista con su presidente, Carlos Calvo. Explica que ganó en la categoría “innovación y desarrollo” porque lograron que el herbicida 2-4D tenga “menor impacto, se volatilice menos y sea más sustentable”.
Cánepa complementa: “¡Qué bueno, hace que no se vuele, cae en el lugar y queda ahí. Qué buena invención. Bien merecido el premio!”.
El directivo de Red Surcos se despide y señala que es un honor ser auspiciante del programa de Cánepa.
Dos minutos para las 9 y el fin del programa. Alejandro Cánepa termina con una oración: “Nuestra señera, virgen de Luján, ayúdanos en nuestras tareas diarios y proyecciones, ahora y en la hora de nuestra muerte. Virgen de Luján, en vos confiamos”. Silencio y las últimas tres palabras: “Auspició, Dow Agrosciences”.

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La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

Un abrazo contra la motosierra

Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

Un abrazo contra la motosierra

La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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Nota

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo: -No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

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Una muela, zapatos blancos y un charco. Un edificio llamado Máquina de escribir. Flores amarillas frente al mar, un dibujo de puño y letra. Lo narco las drogas. Su paso por Buenos Aires y la señora que venía de la verdulería. La memoria, lo real, las mujeres, el ambiente, el fin de la humanidad. El Nobel, los diluvios, las pestes, las guerras eternas. Las respuestas de la vida frente a los sordos poderes de la muerte. La cordialidad, la generosidad, el humor. Hace diez años murió Gabriel García Márquez, dicen. Lavaca publicó esta nota -estos recuerdos- aquel día, cuando se conoció la última noticia sobre ese escritor que nunca dejó de sentirse cronista, y decía que el periodismo es el mejor oficio del mundo.

Texto: Sergio Ciancaglini, lavaca.org
El señor Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo:
-No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

Yo sabía que García Márquez había rechazado contactos con un enviado de Times, con periodistas de la televisión japonesa, y con suecos indescifrables. Un humilde cronista argentino quedaba naturalmente fuera de juego. Le respondí que lo compadecía, y que frente a un dolor de muelas no había argumento, clemencia, ni ruego que esgrimir de mi parte. Cuando me estaba despidiendo desolado, me detuvo:
-Pero a las 3 de la tarde puede ser. Voy antes al dentista, a ver si lo soluciona.
Esa historia revolotea en mi cabeza desde hoy, cuando estaba con Osvaldo Bayer grabando el programa de radio Decí Mu, y nos interrumpió el teléfono. Osvaldo atendió, dio media vuelta, anunció: “Murió García Márquez”, y me dejó alborotados los ojos, las neuronas y el corazón.
Revolotea la historia porque aquella tarde me encontré con un escritor que cambió la historia de la literatura, que había ganado el Nobel, pero que fue capaz de decirme: “Todo eso está muy bien, pero yo me siento periodista”. Quisiera contar lo que aún no he olvidado de aquel encuentro para mí inolvidable.
García Márquez volvió efectivamente a las 3 de la tarde, bajó de su Mercedes, y miró preocupado el charco oceánico que un aguacero de Cartagena de Indias, Colombia, le había instalado en la playa de estacionamiento. Llevaba zapatos blancos, pantalones blancos y guayabera blanca, como cantante de sábado televisivo. Cruzó el charco apoyándose en los tacos. Al llegar a la otra orilla nos dijo “pasen por favor” a mí y al fotógrafo, enviados por una de las autodenominadas “revistas de actualidad” a cubrir las noticias sobre un asunto entonces llamativo, letal para los colombianos e incomprensible para nosotros: el narcotráfico.
No existían los celulares ni Internet, o sea que todo esto se ubica en la prehistoria de 1984, con la carambola de estar en el charco correcto, y de que un dentista providencial había rescatado del dolor a su paciente. García Márquez nos hizo subir. El edificio tenía balcones escalonados hacia la playa: lo llamaban Máquina de escribir. El departamento tenía dos ambientes, con vista al mar, una verdadera máquina de escribir (¿Olivetti, Remington, dónde estará la revista donde publiqué la nota?). El escritorio miraba al mar. Y había flores amarillas que siempre conviene tener a mano, explicó, para ahuyentar a la mala suerte.
Me planteó que no aceptaba hablar si lo grababa o si tomaba notas. Me dijo algo más o menos así: “No me gustan los grabadores, prefiero que conversemos con libertad, y que todo dependa de tu atención. Luego tú escribirás lo que te parezca, y eso es un beneficio para mí: los periodistas me mejoran. La memoria mejora a la realidad”.

Gabo en Argentina
La publicación original de Cien años de soledad ocurrió en Argentina gracias a una editorial llamada Sudamericana, que ya no existe. Fue en mayo de 1967, plena dictadura de Juan Carlos Onganía, y el lanzamiento fue acompañado por una entrevista realizada por Ernesto Schóo, editada por Tomás Eloy Martínez y publicada en tapa por la revista Primera Plana que dirigía Jacobo Timerman.
García Márquez me contó que el éxito del libro fue inmediato. “Ahí, en Buenos Aires, empezó todo”, me dijo. Sudamericana había dispuesto editar 5.000 ejemplares, lo que para Gabo era un despropósito y el augurio de un fracaso para el libro de un desconocido escritor colombiano. Pero esa primera edición se vendió en 15 días, y la segunda fue de 10.000 ejemplares. En junio Gabo llegó a Buenos Aires. Me contó que viajó con Mercedes Barcha, su esposa: “Estábamos en un café y vimos pasar a una mujer que llevaba la bolsa de sus compras, con lechugas y tomates y Cien años de soledad”. La pareja fue al Instituto Di Tella a ver una obra de Griselda Gambaro, y el público los ovacionó de pie. Mientras él me lo contaba, todavía asombrado, yo recordaba que eran tiempos de The Beatles, revolución cubana, hippies, peronismo clandestino, rebeliones nacientes y todos los embriones de cambio, desventuras y utopías que se desplegarían en los años siguientes.
Cien años de soledad fue el libro de la época, y de varias generaciones. Tengo las dos ediciones que mis padres compraron para poder leerlo en simultáneo. Macondo era una patria. Entre la feria y la intelectualidad, miles de libros seguían vendiéndose y además se exportaban. El éxito se contagió en Europa, esto avivó el interés por otros autores (Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa) y estalló el llamado boom de la literatura latinoamericana. “Buenos Aires fue generosa conmigo. Nunca volví. No sé por qué. Tal vez por una superstición: a un lugar donde todo fue tan perfecto, quizás convenga no volver” me dijo, o creo que me dijo, mirando el Caribe.

Periodismo, droga y entusiasmo
Aquel día de 1984 García Márquez me contó una novela que estaba intentando escribir. No tenía título. Al año siguiente la reconocí ya publicada: me había anticipado El amor en los tiempos del cólera. Pero me dijo que pese a todo se seguía sintiendo fundamentalmente un periodista. “Escribo literatura como periodismo, con método. Todos los días intento tener dos páginas listas” me dijo sobre algo que hoy habría que traducir a unos 5.000 caracteres. “Tienen que estar impecables, sin tachaduras. Y tengo un truco: siempre dejo escrito el comienzo de lo que pienso escribir al día siguiente, para que me resulte más fácil comenzar”. Pero varias veces explicó esa idea de no diferenciar ambos oficios. “La crónica es como un cuento o una novela sobre algo real”. Algo más: “Tanto en la literatura como en el periodismo hay que ganarse al lector, capturarle el interés para que se quede leyendo”.
Planteó una teoría sobre las redacciones de periódicos y revistas: para él están puestas de cabeza, invertidas. El staff de las publicaciones ubica en el rol principal a directores y jefes que engordan junto a un escritorio y editorialistas que monologan desde su propia jaula.
“Pero ese esquema debería ser exactamente a la inversa. Los cronistas son quienes cumplen la labor principal porque son los que están afuera, donde las cosas ocurren”. En vista del contexto colombiano le pregunté si alguna vez se había drogado para escribir y me contestó: “No me hace falta. Yo nací drogado”.
Un detalle: fue la única vez en mi vida que pedí un autógrafo. En Cartagena sólo conseguí un ejemplar de El coronel no tiene quien le escriba. Le expliqué que no era para mí sino para mi novia. “¿Se llama la señorita?” Se lo dije. Dibujó un tallo, cinco pétalos, y escribió: “Para Claudia, con una flor. Gabo 84”.

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Aquel día, además, me regaló los seis tomos de su obra periodística, publicados por la editorial Oveja Negra. Y organizó todo para que, una vez en Bogotá, un auto con su chofer fuera a buscarnos al hotel para llevarnos al aeropuerto. “Así van más tranquilos” dijo, y nunca supe si se le había cruzado alguna sombra para disponer ese viaje. Nunca pude evitar recordarlo como una persona amable, entusiasta, alegre, generosa.
Con el tiempo entendí que esa cordialidad, ese entusiasmo, ese interés por el otro, era un modo ético y hasta político de pararse frente a la vida.

Ideas
En sus obras periodísticas pude leer las primeras crónicas que publicó en El Universal, de mayo de 1948, cuando era un chiquilín de 21 años. La primera celebra que se suspendió el toque de queda militar, al que define como símbolo de una decadencia. “Con este mundo materializado donde los peces de colores tienen que abrirle agua a los submarinos, con esta civilización de pólvora y clarines, ¿cómo se nos puede pedir que seamos hombres de buena voluntad?” y plantea que quizás ahora la gente pueda ir a dormir mansamente “antes de que los relojes doblen la esquina de la medianoche”. Luego escribe sobre indios, negras, retratos de la ciudad y de la época. Escribió sobre cine, sobre deportes, sobre todo. La pasión por conocer y por contar lo que el mundo estaba desplegando ante sus ojos.
A fines de los 50 García Márquez participó en Cuba con los argentinos Jorge Massetti, Rodolfo Walsh y Rogelio García Lupo en los primeros pasos de Prensa Latina, idea que puso en marcha Ernesto Guevara, hasta que el lado soviético de la vida isleña desplazó a este elenco por otro más dócil.
García Márquez nunca perdió la afinidad con el propio Fidel Castro. El director argentino Eduardo Mignogna contaba que cierta vez, invitado a La Habana, estaba comiendo con García Márquez cuando el propio Fidel cayó de improviso y comenzó a hablar con sabiduría de crítico sobre la historia del cine argentino, mientras Gabo se quedaba irremediablemente dormido en un rincón. Pero más allá del sueño o de los discursos de Fidel, García Márquez se plantó en defensa de Cuba como una cuestión cultural y estratégica frente a los Estados Unidos y la densa idea de controlar vida y obra del resto del continente.

Las ventajas de la vida
Cuando me contó la noticia, le pregunté al propio Osvaldo Bayer sobre Gabo: “Tenía mi edad, pero yo aprendí de él. Es el mejor escritor que ha tenido Latinoamérica. Aprendí con él a amar la literatura, ver las cosas que se pueden hacer y crear. Para mí fue un hombre que luchó por la libertad, o sea un libertario, y cumplió la misión que tiene un intelectual: escribir para todos, para mejorar la sociedad, y para seguir soñando”.
De todas las ideas y escritos de Gabo, frecuentemente abominados por las academias, no resulta demasiado conocida su exposición al recibir el Nobel de Literatura en 1982, llamado La soledad de América Latina, que resulta un manifiesto por la descolonialidad, para usar términos actuales. “La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia” dijo ante la academia sueca. Repasa los golpes de Estado, crímenes y matanzas ocurridos en el continente. “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.
Al recibir el Nobel de Literatura, García Márquez hacía periodismo sobre la realidad del continente, incluyendo la situación argentina: “Ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto, 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi 120 mil, que es como si hoy no se supiera donde están todos los habitantes de la cuidad de Upsala. Numerosas mujeres encintas fueron arrestadas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aun se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 muertes violentas en cuatro años”.
Otro concepto: “La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios”.
Y otro: “Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte”.
Se preguntó por qué le habrían dado a él semejante distinción, y postuló que se trató de un homenaje a la poesía: “En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte”.

Mujeres, aborto y ambiente
Cuando le preguntaron sobre las prioridades de la humanidad para las próximas décadas, propuso que las mujeres asuman el manejo del mundo. “Alguien dijo: ‘si los hombres pudieran embarazarse, el aborto sería casi un sacramento’. Ese aforismo genial revela toda una moral, y es esa moral lo que tenemos que invertir. Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano, que haga prevalecer el sentido común –que los hombres hemos menospreciado y ridiculizado con el nombre de intuición femenina- sobre la razón –que es el comodín con que los hombres hemos legitimado nuestras ideologías, casi todas absurdas o abominables”.
Y luego plantea: “La humanidad está condenada a desaparecer en el siglo XXI por la degradación del medio ambiente. El poder masculino ha demostrado que no podrá impedirlo por su incapacidad de sobreponerse a sus intereses. Para la mujer, en cambio, la preservación del medio ambiente es una vocación genética. Es apenas un ejemplo. Pero aunque sólo fuera por eso la inversión de poderes es de vida o muerte”.
Son solo ideas sueltas para pensar, discutir, y leer, ahora que el reloj dobló no sé qué esquina, tras la malparida noticia sobre la muerte de Gabriel José de la Concordia García Márquez, hace unas cuantas horas de soledad.  

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