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Sergio Maldonado: «No hay ninguna garantía de que la justicia sea imparcial»
«La fiscal está preocupada por perseguir mapuches y nosotros por saber qué le paso a Santiago». Así resume Sergio Maldonado el estado de la causa hoy, a un año de que se hallara el cuerpo de su hermano Santiago. La infiltración en sus teléfonos. El respaldo de Bullrich a la Gendarmería. La justicia y el ejecutivo como «aliados perfectos». La esperanza en los jóvenes. Y las dudas en la autopsia y la pregunta que sigue: ¿Qué pasó con Santiago Maldonado?
El 1 de agosto de 2017 marcó un antes y después en la historia argentina: la sociedad comenzó a preguntar dónde estaba Santiago Maldonado, desaparecido ese día tras una represión en la PU Lof en Resistencia del Departamento de Cushamen. Setenta y ocho días días después, su cuerpo apareció en el Río Chubut, a pocos metros de donde había sido visto, y en un lugar que ya se había sido rastrillado en ocasiones previas por la Justicia. Hoy se cumple un año del momento en que su hermano Sergio Maldonado, y su compañera, Andrea Antico, junto a la abogada Verónica Heredia, permanecieron allí ocho horas a la espera de saber si ese cuerpo era el de Santiago.
En el medio, pasó de todo: la puesta en marcha de un operativo político y mediático que buscó poner en duda el testimonio de la familia, la persecución a la comunidad mapuche acusándola de terrorista, la instalación de pruebas falsas dentro del expediente, la remoción del juez federal Guido Otranto, el traslado de la causa a la órbita del juez Gustavo Lleral en Rawson, y los múltiples pedidos de recusación a la fiscal federal Silvina Ávila, que intervino los teléfonos de la familia.
A un año, Stella Peloso, la mamá de Santiago, hará una misa a las 19 horas en 25 de Mayo, su pueblo natal. Sergio, desde Bariloche, habló con lavaca.
-Para las familias estas fechas siempre son dolorosas, pero hay ocasiones en la que la Justicia aprovecha los aniversarios para moverse en la causa. ¿Que ocurre aquí?
–Yo te digo: fui una sola vez a Rawson en lo que va del año. Por las distancias, ya no es la misma presión que ejercemos que cuando la causa estaba en Esquel. Al estar en Bariloche, yo hacia 300 km y estábamos en el Juzgado Federal. Ahora son casi 900 km. ¿Y para qué? ¿Si presentás algo por escrito y el juez lo rechaza? Un ejemplo: recusamos a la fiscal Ávila porque nos interviene el teléfono a nosotros en vez de intervenir a los que participaron en la desaparición de Santiago e investiga a los mapuches. No existe el mismo interés de nosotros y la fiscal. Avanzamos por dos vías distintas: ella está preocupada por perseguir mapuches y nosotros por saber qué le paso a Santiago. Pero el juez la avala. Luego, pasamos a la Cámara de Apelaciones de Comodoro Rivadavia: considera que tiene que seguir. Evidentemente, no podemos estar dentro de la misma causa. Es ella o soy yo. El juez se quedó con la fiscal, así que yo seguiré por otro lado. No pienso ir a participar de algo en el que no tenemos el mismo interés. Contra eso no puedo hacer nada. La Corte Suprema les dio la razón, ahora vamos a la CIDH: no podés convivir con alguien que no quiere investigar, que todo el tiempo puso trabas, que lo único que hizo fue proteger a Gendamería, seguirnos e intervenir nuestros teléfonos. Porque, del otro lado, tenés a Bullrich protegiendo a las fuerzas todo el tiempo: son todos unos aliados perfectos. Por eso no avanzamos. El juez, por un lado, dice que la fiscal intervino el teléfono cuando no correspondía, pide la nulidad y destrucción de las escuchas, pero la mantiene. La Cámara dice que las escuchas están bien. Todo funciona confabulado para pasarte por arriba. Contra eso es imposible avanzar.
–La pregunta sería, ¿qué se puede exigirle a un sistema así?
-En la Ciudad de Buenos Aires, con la aprobación del nuevo Código Penal, legalizaron lo ilegal, porque avalan que te pueden intervenir el teléfono. La cuestión es que eso no es solo en Capital. Todos vamos para allá, todos estamos implicados en eso. Así te encontrás siempre en un túnel sin salida. Y, a todo eso, seguimos preguntando qué pasó y qué hicieron con Santiago. Porque la autopsia me dice que el cuerpo está en buenas condiciones, pero para que un cuerpo esté conservado tiene que estar a menos de 80 grados, pero nos dicen que la temperatura del Río Chubut es entre 3 y 6 grados. Explicame porque no lo entiendo. Y cuando hacés esas preguntas, te la rechazan. Ahora la APDH presentó un recurso para que intervenga un equipo de la Universidad de Lanús para analizar la actuación de Gendarmería, y el juez dice que queda para cuando sea oportuno. ¿Cuándo considera que lo sea? ¿En 10 años? Te da mucha bronca y terminás pensando: “No le creo a ninguno. Mientras tanto, sigo por otros lado”.
-En todo este tiempo, ¿dónde encontraste una fuga a toda esa maquinaria?
-Si dejara de creer en la justicia, te queda insistir una salida legal o por mano propia, y sabés que eso no te lleva a ningún lado. Pero la postura de no creer en el Estado sería ser funcional al Gobierno diciendo que no reclamo porque no les creo. La única forma que encuentro, y es un desafío, es vencer a la justicia con las pocas herramientas que tenemos. ¿Cómo? Pegándole todos los días un poquito. Si todos los días le das a esa pared, en algún momento la tirás abajo, porque cada día que pasa queda en evidencia que son todos una mugre. La gran familia judicial funciona aparateada por los políticos de turno. Si a un presidente le perdonan la deuda del Correo, si a un ex lo absuelven de la compra de armas y a una ex la quieren meter presa sin un juicio previo por supuestos pareceres, en ese marco tan menospreciado no tenemos mucho por hacer: puedo ir con todas las pruebas y tranquilamente van a seguir respaldando a la Gendarmería y a Noceti, porque no hay ninguna garantía de que la justicia sea imparcial.
–¿La sociedad representa una respuesta? Llevás en el cuerpo tatuada una canción de Charly García: “Los dinosaurios van a desaparecer”. ¿Qué queda luego?
-La lucha de las Madres, Abuelas e Hijos, junto a organismos, son un ejemplo por lo que significó la lucha de derechos humanos. Pero posicionándome desde este año, y después de tantas veces decir que “los pibes son el futuro”, veo que se están poniendo la mochila en la calle. Es la primera vez que yo recuerdo en donde hayan comulgado docentes, padres y alumnos en la calle, todos peleando por la educación pública. También lo vimos con la Ley de legalización del aborto, vimos generaciones: abuela, madre e hija con el pañuelo verde. Un abanico grande, y quienes impulsan eso son los jóvenes. Eso hizo sacar lo peor de muchas personas como los que salieron enarbolando «las dos vidas». Los jóvenes se pusieron al hombro y expusieron a todos los dinosaurios que están en el Congreso y en todos lados. Contra eso, quienes pudieron revertirlo fueron ellos y ellas, que tienen un pensamiento y una postura bien definida. Y me parece que con esto va a pasar lo mismo, por lo mismo: porque hay todo un aparato de dinosaurios al que le queda poco de vida. Espero que todos los jóvenes que vienen atrás nuestro y que ya están tomando la iniciativa sigan haciéndolo, porque intentaron darles miedo y caos para que no participen. Pero yo los escucho hablar y dieron vuelta a todos los que decían eso. Tienen una postura clara. Y, contra eso, es difícil que los lleven de una correa como por ahí a mi generación o a otras lo han hecho.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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