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Simulación y política

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El científico Andrés Carrasco hizo llegar este artículo a la agencia lavaca, que plantea un debate sobre el actual rol de la ciencia y las políticas en la materia, el rol de las corporaciones y la diferencia que implica poner al mercado, y no a la sociedad y la democracia como ejes de las políticas científicas.
Simulación y política

EL PLACTED

En octubre de 2010 se creo en el ámbito del Mincyt, el “Programa de Estudios sobre el Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Desarrollo” (PLACTED) con el pomposo objetivo de promover la difusión, debate y producción de conocimientos sobre el Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Desarrollo, en referencia a la corriente de fines de los años sesenta y la década del setenta que agrupo a un conjunto de científicos y tecnólogos que “coincidían en el cuestionamiento a la neutralidad y a la universalidad del desarrollo científico y tecnológico”. Postulando “la necesidad de desarrollar una ciencia y una tecnología a escala nacional vinculadas con los problemas productivos y sociales locales, y de adquirir autonomía de las desarrolladas en los países centrales”
Los objetivos del PLACTED proponen “recuperar, promover y difundir la producción académica del Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Desarrollo en nuestro país y la región. Analizar los desafíos actuales del sector CTI a la luz del Pensamiento Latinoamericano como insumo estratégico para la definición de políticas públicas que promuevan la autonomía científica, tecnológica e innovativa. Promover la vinculación entre las actividades científicas, tecnológicas e innovativas con las demandas productivas y sociales locales.

PORQUE SE CREA EL PLACTED

La política de concentración de recursos y la concepción de generar conocimiento destinado a ser tratado como mercadería transferible al sector privado, acompañada de la paulatina privatización de los centros del aparato científico universitario y no universitario requirió crear un lugar desde donde se propusiera una explicación legitimadora de la política del Mincyt partiendo de las líneas del pensamiento latinoamericano que Varsavsky y Rolando García sostuvieron. Es justo decir que acompañan de distinta manera en esta empresa oficial, de recupero del ideario del 70, Universidades como la de Quilmes y Lanus.
Pero lo cierto es que el pensamiento latinoamericano de los 60 y 70, en plena efervescencia revolucionaria, estaba precisamente intentado superar la discusión de la etapa desarrollista  jaqueando al cientificismo.
Imaginaba un modelo de ciencia que no miraba al mercado sino al pueblo y su relación con la producción del conocimiento. Había una crítica incipiente a lo que llamamos modernidad cuando proponía una ciencia emancipada y fundamentalmente, democéntrica opuesta a las de la política que hoy desarrolla el Mincyt de cuño mercadocéntrico.

PASADO Y PRESENTE

Oscar Varsavsky, uno de los referentes de aquel pensamiento, decía: “la posibilidad de que el simple desarrollo científico y tecnológico a la manera del hemisferio norte, facilitara el cambio, a la larga era muy atractiva frente a la escasez de alternativas” ([1]) se esbozaba aquí una explícita crítica al modelo de desarrollo subordinado que ya era ineludible en aquellos años y que no pintaba tener la intención de revisar las bases del paradigma de sentido que exploraba Varsavsky.
A tal punto que en Varsavsky en 1972, distinguía dos estilos culturalmente dependientes en ciencia, eldesarrollista y el neocolonial creados a imagen de la ciencia del hemisferio norte. Ciencia universal, única, neutra, libre, con el objetivo de buscar la certeza. Mientras el desarrollismo veía en la ciencia el instrumento para lograr sus objetivos, para el neocolonialismo, la ciencia, era un artículo suntuario destinado a sus elites. Y sostenía que la ciencia es un instrumento indispensable pero además un fin en sí misma ya que es la manera de satisfacer la necesidad vital de comprender el mundo.
Estaba convencido que la crítica al cientificismo -todavía no reciclado en el neodesarrollismo como hoy- debía ser acompañada por una transformación de instrumentos, estrategias, rupturas epistémicas que pusieran al trabajador científico en el lugar de transformación social. No el de proveedor de conocimientos para la industria privada. Su crítica era a la neutralidad y universalidad de la ciencia y a mercantilizar el conocimiento y no incluía privatizar sus objetivos primero y luego sus instituciones. Advertía así que el desarrollismo era incompatible con los objetivos de la liberación nacional porque producía dependencia encandilado por el fetiche del consumo y la tecnología de punta.
Por eso Varsavsky señala que “la ciencia no crea todos los instrumentos” para que el científico pueda explorar la realidad con objetividad, “sino solo aquellos que el sistema le estimula a crear”. Varsavsky intuía que los fuertes intereses internacionales en juego, desplegarían las formas de conocimiento tecnológico necesario y más apto para suplir sus demandas y no necesariamente las requeridas para la transformación de la sociedad lejos de la idea del Mincyt que cree que desafiar la universalidad, neutralidad y certeza de la ciencia es aplicar la lógica de las transnacionales y sus sucursales locales.

CIENCIA, CIENTIFICISMO Y CORPORACIONES.

Todavía más explícitamente dice al respecto que: “la ciencia deja de ser una aventura creativa para transformarse en una inversión rentable que figura en la cuenta de capital de las empresas con su etiqueta masificadora y se hace con empleados, con subsidios a universidades o con institutos y universidades propias”.
Desde aquella percepción, hemos “mejorado”. Tal como plantea el discurso oficial, hoy parece virtuoso alquilar universidades y/o institutos pagados por la sociedad toda para que provean sobre pedido el conocimiento que incremente oportunidades de negocios para las empresas. Esta mercantilización del conocimiento es el corazón de la política promovida desde el gobierno. Insinuada en los liberales 90. Se perfecciona en los últimos años y es donde mejor se ve la pátina neoliberal aggiornada con un discurso neodesarrollista de cara a satisfacer el mercado global. Aunque esto implique hipotecar lo que queda del sistema científico argentino.
Esta lógica trae y atrae la colonización de grandes organizaciones o fundaciones. Así como en los 60 veíamos a la Ford, Rockefeller, Carnegie, NSF, NIH, BID, AID, que subsidiaban directa o indirectamente a investigadores, hoy son Harvard, Max Planck, entre otras, que ligadas a intereses y demandas centrales desembarcan físicamente para direccionar el desarrollo de sentido y programas de nuestra colonia científica.
Nadie en su sano juicio pensará que esas organizaciones son organizaciones de ayuda humanitaria. Son instrumentos de control de la matriz colonial del poder en la que estamos inmersos. El aparato científico esta desintegrado y es dependiente al punto que un 70 % se financia todavía con deuda externa. Mas allá de la o las Tecnópolis que quieran inventar, qué autonomía puede esperarse cuando la demanda la conducen las gigantes empresas transnacionales y sus testaferros locales?
Varsavsky y otros plantearon todo lo contrario. Ellos creían en una ciencia creativa, crítica, que diera lugar a la ruptura de marcos epistémicos que estuviera al servicio del camino emancipatorio de los pueblos, no el de las empresas.
El cientificismo, fue fuertemente criticado en los 60 y 70. Sin embargo hoy el cientificismo mientras se desentiende convenientemente de la “verdad” es absolutamente necesario para que la tecnociencia sostenga la ilusión de la “certeza” y la “neutralidad” del conocimiento técnico, como sucede con el discurso oficial elaborado alrededor de la virtud indiscutible de las biotecnologías entre otras. Desde alli aborta el pensamiento crítico y la revisión permanente de la dirección y conveniencia del desarrollo científico y rol político del conocimiento y desarrollo disciplinar. Mientras por otro lado adopta la posición dominante internacional del poder político y económico que sostiene el desarrollo neocapitalista. De manera que al cerrar en que la tecnociencia es neutral, -ahora se llama sustentable- contradice el punto central de la posición de Varsavsky.
En la real politik del Mincyt, el maquillaje que proponen los funcionarios del PLACTED, ha resultado insuficiente. Lo denuncia el diseño del desarrollo disciplinar y las estrategias ajustadas a la demanda de las corporaciones, la concepción empresarial de la gestión durante la producción de conocimiento, la internacionalización y globalización de la ciencia, , ambas anticipadas por Varsavsky, la adopción en las instituciones científicas públicas de la lógica propia de sociedades anónimas y la apropiación por patentamiento de la naturaleza, y el desembarco de instituciones científicas y los convenios con universidades extranjeras en función de modelos y necesidades foráneas que vienen atraídas por las ventajas que generan los agujeros normativos y regulatorios. El propósito del Mincyt aparece sin filtros en distintas expresiones del Ministro del área:
“Creo que estamos ante un cambio muy importante porque prácticamente todos los días hay una cita –hablando- de un investigador del Conicet en algún medio hablando sobre economía, política y un largo etcétera”.
“Yo creo que tenemos dos alternativas, o nos incorporamos dignamente en esta economía globalizada o pasamos a ser una especie de reserva ecológica de la Costanera Sur del continente latinoamericano”.
“Hoy un chico que estudia ingeniería, química, biología tiene no solo la posibilidad de ser empleado sino también de tener su propia empresa”.
“pero si vos a un adolescente le decis que a los 25 años puede tener empresa auto casa, creo que es un estimulo mas adecuado”.

BLOQUEO DE LA CRÍTICA DECOLONIAL.

La invisibilización que aplica el PLACTED apela al reclutamiento de “expertos” que den conferencias confinando la palabra autorizada a los saberes disciplinares específicos que reafirmen el discurso oficial e impidiendo la libre circulación de miradas de todos aquellos críticos u objetores que exploran las complejidades del desarrollo, sus emergentes y consecuencias. Esto de arrinconar en los saberes específicos los instrumentos de análisis y comprensión, es también un viejo truco del reduccionismo cientificista tendiente a preservar una vez más la “certeza” y la “neutralidad” del conocimiento científico.
El PLACTED no es un lugar de debate ni una plataforma emancipadora y heredera de ideales de los 60-70 sino que confirma que la política de ciencia y tecnología actual, no responde a la historia de las ideas que circularon en aquellos décadas. Necesita legitimarse tomando prestadas ideas y gestas que probablemente ni siquiera son comprendidas por los tecnócratas que lo dirigen.
Sí es una usina de “adoctrinamiento y cooptación” de individuos y grupos medianamente críticos. Recurriendo a un relato que apela a la palabra indiscutida de Varsavsky, el Mincyt avanza en la decisión política de acomodar el conocimiento a la necesidad del sector privado y la oportunidad de negocios. Ese maquillaje que asocia las ideas de Varsavsky con la política científica actual se desvanece cuando escribe:
«La ciencia actual, en resumen, está adaptada a las necesidades de un sistema social cuyo factor dinámico es la producción industrial masificada, diversificada, de rápida obsolescencia; cuyo principal problema es vender –crear consumidores, ampliar mercados, crear nuevas necesidades o como quiera decirse- y cuya institución típica es el gran consorcio, modelo de organización y filosofía para las fuerzas armadas, el gobierno y las universidades.(…) Esto se refleja, hemos visto, en la ciencia actual de todo el mundo: en los países desarrollados por adaptación, y en los demás por seguidismo, por colonialismocientífico. El que aspire a una sociedad diferente no tendrá inconvenientes en imaginar una manera de hacer ciencia muy distinta de la actual. Más aún, no tendrá más remedio que desarrollar una ciencia diferente».
La idea opuesta a esta idea aparece en un reportaje en el Diplo de Junio 2011, donde el ministro Barañao insistía en su concepción empresarial globalizante:
“queremos vender ciencia como se les ha vendido cerveza a los jóvenes. Sabemos que la ciencia sin Hollywood no va a ningún lado. A la ciencia argentina le hace falta marketing”.
“Sabemos que la ciencia sin Hollywood no va a ningún lado. Si no hay un cambio de los arquetipos que se transmiten no hay financiamiento ni planificación que vaya a funcionar. Lamentablemente, sigue perdurando la idea del científico como el viejito loco. A la ciencia argentina le hace falta marketing”
“Nuestra lógica no es “¿qué es importante saber?” sino “¿qué conocimiento necesito yo para obtener un determinado resultado?”.
Es necesario insistir en que Varsavsky no celebra el modelo tecnocientífico masificado y hoy globalizado que usa la tecnología como elemento de dominación y saqueo extractivista. Lo que sugiere es que nuestros países necesitaran, si quieren tener sociedades diferentes (mas justas, mas soberanas, mas libres y comprometidas con el sentido de la ciencia), desarrollar, inventar, descubrir formas y sentidos de ciencia que dirija su mirada a la sociedad no a las demandas de apropiación y control de los conjuntos corporativos que determina el mercado global y su inserción en el.
El neodesarrollismo extractivista de nuestro país, no apuesta a la liberación del pueblo ni siquiera piensa en el control social en la política de ciencia y técnica ideal de los 70. Apuesta a una decisión surperestructural – el Estado- como instrumento que permite participar de la globalización más allá de buscar y promover aquello que sería necesario para el bienestar popular.
Apuesta a seguir las líneas del hegemon liberal por miedo a desembarcarse de la globalización mientras atempera los efectos neoliberales con políticas de descompresión. Reduciendo a la ciencia a una idea salvacionista con su infinita capacidad remediativa. Pero el episteme de lo neocolonial está allí instalado desde hace mucho, incólume y mas pleno que nunca. Como dice Colin Crouch, el neoliberalismo que nutre lo colonial, ya no se consagra exclusivamente al libre mercado, sino que esta más bien dedicado al dominio de la vida pública por parte de las grandes corporaciones transnacionales. Estas compran territorio y regímenes, mientras los gobiernos residuales tercerizan actividades que le son propias a empresas privadas involucrándolas en el diseño de las políticas públicas.

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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