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Te odio, San Valentín

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Cursilería, romanticismo, autogestión y santos, de Pablo Neruda a Peppa Pig. Un texto sobre el verdadero amor, un 14 de febrero. Por Pablo Marchetti.
Te odio. Sí, a vos. Te hablo a vos, San Velentín del orto. No es personal, que se entienda. Tampoco es a vos, mi amor, a la persona a la que amo (casi) todos los demás días del año, que le digo esto. Bueno, está bien, lo admito: hoy también te amo, mi amor. Te amo con todo lo que me cuesta amar el día de hoy. Porque lo que odio es este día meloso, empalagoso, previsiblemente cursi.
Tampoco es un problema la cursilería en sí. No, ni siquiera eso. El problema es la cursilería impuesta. La cursilería personal es algo que celebro, como todo lo autogestivo. La policía del buen gusto debería legalizar la cursilería para consumo personal. Finalmente, siempre hay un contexto que pone a las cosas en su lugar de excelencia.
Podemos denostar los frentes de las viviendas revestidas con restos de azulejos. Pero nuestro desprecio funciona si lo vemos en la casa construida por un tano que llegó a Gerli, a Sarandí o a Wilde e hizo lo que pudo. Cuando vemos el mismo procedimiento realizado por Antoni Gaudí en el Parc Güell, en Barcelona, ahí nos conmovemos frente a lo que consideramos una obra maestra.
La cursilería es constitutiva del amor romántico. Y quienes ejercemos esa forma de amor somos conscientes del riesgo que implica. Ya el riesgo arranca con el ejercicio del amor romántico. Con ese tipo de amor vinculado a los celos, a la violencia, a la posesión, a la falta de libertad.
¿Se puede ejercer el amor romántico sin renunciar a la libertad? Por supuesto. Los límites no existen cuando se trata del deseo, de la libertad. Y ese ejercicio nos lleva irremediablemente a discriminar, a elegir nuestros límites. Inclusive cuando elegimos con libertad.
Una libertad que siempre se puede implantar masivamente, que siempre es posible de manipular por los mecanismos que hace que las cosas se impongan en las masas. Fue así que un día tuvimos que fumarnos a San Valentín.
¿Qué sigue? ¿El Día de Acción de Gracia? ¿Cuánto falta para que tengamos un día en el que miles, millones de mesas familiares se reúnan alrededor de un pavo rostizado? ¿Quién será el encargado (o la encargada) de trinchar el pavo? ¿Va con salsa de arándano? ¿Y para el postre? ¿Pastel de piña? ¿Malvavisco?
No pretendo ponerme chauvinista. Podría, pero no quiero abordar el asunto desde el punto de vista de la tilinguería. Una tilinguería despreciable. Pero por el momento, prefiero pasar de eso. Porque hay algo mucho más grave, que en general se pasa por alto. Porque la tilinguería es sólo la punta del iceberg.
El amor impuesto, el amor con su día de consumo, el amor celebrado una vez al año, el amor con su cursilería digitada, sólo puede ser un amor de mierda. Y deja en claro que hay algo peor que el amor romántico: la caricatura manipulada del amor romántico.
De repente, las cloacas del odio se transforman en usinas de amor prefabricado. Hasta en Twitter este día se permiten unas palabras de amor masticadas por Pablo Neruda, o quien un meme dice que escribió Pablo Neruda, pero quién sabe.
Si quienes odian, de repente aman, la única respuesta posible es un “te odio”. Al día, al mundo, a la humanidad. Lo digo con la misma intensidad con la que soy capaz de permanecer abstemio todo el Día de San Patricio o ver Peppa Pig en Halloween.
Te odio, San Valentín. Te odio, amor fingido, amor vacío, amor de calendario, amor con fecha de vencimiento. Te odio. Lo siento mucho, pero así de romántico soy. Y no va a venir ningún santo a convencerme de que las cosas deben ser de otro modo.

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Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

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En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).

Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.

Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. 

Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.

Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.

Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.

Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.

El video de 3,50 minutos

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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