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Teatro Sanitario de Operaciones: Ser parte de la escena

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Un grupo artístico constituido hace casi tres décadas, que hace base en la primera fábrica recuperada del país (IMPA), utiliza lugares no convencionales para llevar a cabo sus obras y los transforma en espacios de atmósferas que desatan diferentes reacciones en sus asistentes. Teatro Sanitario de Operaciones (TSO) propone ahora un provocador happening teatral que invita a reflexionar sobre cuestiones de las que no solemos hablar, con diferentes estímulos, una historia silenciada  y hasta una cena que incluye público y personajes.

Prohibido

Marzo: sábado 11, viernes 17, sábado 25, 21 hs
@teatrosanitariodeoperaciones

Teatro Sanitario de Operaciones: Ser parte de la escena
Foto: PimientaNegraph

Un día antes de la cita, una imagen enviada por whatsapp anuncia: “Ahora comencemos”. De esta manera se arranca a palpitar esta experiencia performática que propone el grupo Teatro Sanitario de Operaciones (TSO), creado en 1996 a raíz de un seminario dictado por el reconocido grupo catalán La Fura dels Baus. Allí algunxs alumnxs prepararon una performance y el dueño de Dr. Jekyll, el mítico local musical muy frecuentado en los ´90, les ofreció ser teloneros de las bandas que tocaban allí, Babasónicos, los Fabulosos Cadillacs y Divididos, entre otras. Ese fue el germen de este grupo que se autodefine no como una compañía de teatro sino como un proceso artístico, que ya lleva varias obras en su haber e hizo de IMPA, la primera fábrica recuperada del país, un lugar para habitar y experimentar, un espacio de acción e inspiración.

El día del evento recibís la dirección donde ocurrirá lo que denominan happening teatral, que incluye la cena —onmívora, vegetariana o vegana— y la bebida corre por cuenta de cada comensal: te podés llevar tu botella para tomar lo que quieras.

Prohibido comenzó en diciembre del año pasado y agota todas las funciones. ¿Cuál es el límite? ¿Dónde empieza el terreno de lo prohibido?, se preguntan e invitan a reflexionar. “A partir de una clausura que sufría IMPA —cuenta Kike López, el director— que aún estamos gestionando, por suerte la fábrica sigue funcionando, pero ese hecho desarticuló el trabajo que venía realizando el centro cultural. Encontramos este espacio en el barrio de La Paternal para poder seguir entrenando y haciendo laboratorio de nuestras propuestas. Así fue que en un momento y desde nuestra opción de intervenir espacios no convencionales para montar hechos artísticos, comenzamos Prohibido desde una propuesta de trabajo creativo colectivo”.

«Comencemos por la muerte», dice una chica mirándonos a los ojos en una sala iluminada con velas. Así, nos enfrentaremos a uno de los misterios más temidos por toda la humanidad. Y no es el único tópico, claro; habrá otros que iremos descubriendo a medida que transitemos los pisos de este espacio y sumergiéndonos en diferentes atmósferas. No hay sillas, ni escenario. Lxs espectadorxs nos convertimos en activos transeúntes, podemos movernos, acercanos, quizás hasta ser parte de la escena. Alguien se aleja, alguien se inmiscuye, alguien baila cuando la música invade nuestras orejas.

El grupo trabajó con las posibilidades que les brindaba el espacio, pegado a lo que se conoce como “la isla” en el barrio de La Paternal,  y llevó el concepto de lo prohibido como protagonista, como un ovillo del cual tirar e hilar las distintas situaciones que enmarcan la obra, o happening, y van de la mano de los mandatos culturales. “Queríamos meternos con temas que están sumamente tapados —explica Kike— y que son mucho más comunes de lo que creemos: tipos de relaciones familiares que conllevan a decisiones extremas y que son sustento de años de terapias. No los puedo nombrar porque son parte de la dramaturgia de la obra, que mantiene el hermetismo hasta el final donde el público puede hilvanar todo el argumento. Pero sí nos interesaba destacar prohibiciones, mandatos que nuestras culturas llevan y que en un futuro no muy lejano, suponemos, serán puestas en duda y revisión”.

Al bajar nuevamente a la planta baja hay mesas ya dispuestas para la cena y se puede ver al director-cocinero preparando las delicias. Las actrices y actores se acercan (sin salirse de sus roles) y mantienen efusivas y divertidas charlas con lxs espectadorxs-comensales. Kike subraya la complejidad de la obra ya que, además de la actuación, entra en juego otra logística que tiene que ver con lo gastronómico. “Entrenamos las escenas, armamos cada espacio, y después de cada encuentro nos reuníamos, cocinábamos y comíamos juntos: de ahí fuimos armando esta peculiar propuesta donde el público compromete todos sus sentidos, hasta el paladar”.

La interacción con lxs asistentes, que no son concebidxs como un grupo humano pasivo, silencioso y sólo observador, es un sello distintivo de las producciones artísticas del TSO.

Mover el avispero, empujarte de la inercia, ser un sacudón, son efectos primarios que irrumpen en cada propuesta de este movimiento artístico autogestivo. “¿De qué sirve no seguir el propio deseo?” interpela Pedro, uno de los involucrados en esta historia. “Si no encuentro las respuestas en la familia, las hallaré en los días. Necesito saber”, implora Juan. “Familia: un conjunto de desgraciados que comparten la misma sangre. Que a mí no me vengan a vender papelitos de colores”, reprocha Lourdes.

 “Una bacanal sofista” imaginaron cuando concebieron Prohibido. “El espectador, a la vez de comer, comienza a compartir una lugar dentro de la obra, en un tiempo anacrónico, donde el rompecabezas que acaba de presenciar se le presenta como en un cuadro renacentista de platos llenos de sobras, pedazos de pan y copas de vino”.

Durante el tiempo en que transcurre la obra, lxs participantes suben escaleras y en cada piso sucede algo diferente: reciben estímulos sensoriales, son atravesadxs por distintos climas emocionales, comen y beben entre desconocidxs sin que así lo parezca.

Mientras esto sucede, los secretos, tabúes y pavores nos rozan con sus huellas delatoras.

Kike asegura: “Prohibido es un espectáculo para gente curiosa”.

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Ahora que tenemos la atención de todo el mundo, te pedimos algo: ayudanos a encontrar a las o los nietos de Oesterheld, el creador de El Eternauta: compartí estas placas.

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Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día. 

La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán. 

En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.

En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas. 

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En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica. 

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En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

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Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.

En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

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Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.

Más información en www.observatorioluciaperez.org

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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

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Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.

Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar

25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..

Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.

      – Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.

Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.

–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.

Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.

La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:

Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género.  Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.

El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.

Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.

Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como  granaderos.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado  notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón  se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Susana, Daniel y Daniela Pavón

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar  que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.

 El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.

La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?

Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.

La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el  centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:

 “Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación  y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.

Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.


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