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Tiempos de cambios

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En este artículo para el diario mexicano La Jornada, Raúl Zibechi analiza la experiencia de la UTD de Mosconi, Salta, como ejemplo de resistencia y creación en tiempos de crisis. Poscapitalismo, transición y nuevos mundos que ya se están abriendo.
Estamos transitando hacia un mundo nuevo, poscapitalista. En la medida que es un proceso que estamos viviendo, no tenemos la suficiente distancia para saber en qué periodo estamos, pero todo indica que atravesamos las fases iniciales de dicha transición. Aunque tiene hondas similitudes con las anteriores (transiciones de la antigüedad al feudalismo y de éste al capitalismo), un hecho notable es la incapacidad para comprender lo que sucede ante nuestros ojos: un verdadero proceso de construcción colectiva de mundos nuevos.

En el pensamiento emancipatorio y en particular en el marxismo, se ha convertido en sentido común la idea de que toda transición comienza con la toma del poder a escala del Estado-nación. Este aserto debería haber sido repensado luego de los fracasos soviético y chino, pero sobre todo desde la demolición de los estados por el neoliberalismo, o sea el capital financiero y la cuarta guerra mundial en curso. Es cierto, empero, que para transitar hacia un mundo no capitalista debe tomarse el poder, pero ¿por qué a escala estatal? ¿Por qué a nivel institucional?
Este es uno de los meollos de la problemática y una enorme dificultad conceptual para poder visualizar las transiciones realmente existentes. La segunda dificultad, atada a la anterior, es que las transiciones no son homogéneas, no involucran a todo el cuerpo social de manera pareja. La historia nos enseña que suelen comenzar en las periferias del sistema-mundo y de cada nación, en remotas áreas rurales y en pequeños pueblos, en los eslabones débiles del sistema, donde cobran fuerza y se expanden luego hacia los centros del poder.
Por otro lado, las transiciones no sólo no son uniformes desde el punto de vista geográfico, sino también social, ya que son procesos guiados por la necesidad humana y no por ideologías. Suelen ser los pueblos que habitan el sótano, indios, negros y mestizos, los que primero construyen mundos otros; los sectores populares, las mujeres y los jóvenes suelen ser los protagonistas principales.
Quiero poner un ejemplo de algo que está sucediendo ahora mismo, que ya tiene un grado de desarrollo importante y que difícilmente puede ser revertido, salvo genocidio. Me refiero a la experiencia de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) en General Mosconi, norte de Argentina. La ciudad tiene 22 mil habitantes que trabajaron en la petrolera estatal YPF hasta su privatización en la década de 1990, que dejó un tendal de desocupados. En esos años despegó un fuerte movimiento de desocupados, conocidos como piqueteros, que arrancó planes sociales a los sucesivos gobiernos.
Durante el ciclo de luchas piquetero, la UTD fue uno de los principales referentes en el conjunto del país y sus memorables cortes de ruta eran seguidos con entusiasmo por los demás movimientos. La UTD gozaba de fuerte prestigio y sus dirigentes, que sobrellevan cientos de causas ante la justicia por cortes de rutas y otros delitos, eran de los más populares en la Argentina.




Las cosas cambiaron muy pronto. La llegada al gobierno de Néstor Kirchner en 2003, y la retracción de los movimientos, sacaron a la UTD del escenario mediático y de la atención de los militantes sociales. Las noticias sobre lo que sucede en el lejano norte argentino son tan escasas como nebulosas.
Sin embargo, la UTD aprovechó los planes sociales (cortados por Macri) para construir un mundo nuevo. En estos momentos funcionan 110 huertas agroecológicas de dos hectáreas cada una, donde trabajan unas 30 personas en promedio, que producen gran variedad de vegetales, además de un gallinero y cerdos en cada huerta. Cuentan con un taller de carpintería que se nutre de la abundante madera de la zona, talleres de soldadura, de clasificación de semillas y de reciclado de plásticos, en los cinco galpones con que cuenta el movimiento, como se puede leer en el reportaje de Claudia Acuña en la revista MU (julio de 2016).

Todo y nada


Construyeron viveros que reproducen la flora nativa con la que abastecen desde las plazas hasta los montes, amenazados por la expansión vertiginosa de la soya transgénica y los talamontes. Parte de su trabajo la dedican a sostener los espacios públicos de la ciudad y los bosques de los alrededores, una región donde crece el narcotráfico amparado en la complicidad estatal-policial.
Un cálculo sencillo permite constatar que de 4 a 5 mil personas hacen sus vidas en relación con el trabajo colectivo que organiza la UTD, lo que equivale a 40 por ciento de la población activa de Mosconi. Esas familias forjaron autonomía alimenticia, ya no dependen de los planes sociales, están encarando desde la producción de alimentos hasta la construcción de viviendas, o sea están reproduciendo la vida por fuera de los marcos del sistema, sin relacionarse con el capital ni depender del Estado. En suma, trabajan con dignidad.
Se dirá que es una experiencia apenas local. Pero las huertas y los modos de hacer de la UTD ya se expanden a la vecina Tartagal, con el triple de población. Muchos miles de emprendimientos de este tipo existen en América Latina, porque los sectores populares comprendieron que el sistema no los necesita ni los ampara, como sucedió durante los breves años de los estados del bienestar. Hay una estrategia implícita en este conjunto de mundos nuevos que no pasa por los estados-nación, sino por fortalecer y expandir cada iniciativa, en afilar los rasgos antisistémicos y antipatriarcales, y en fortalecer las resistencias.
Un rasgo de madurez de buena parte de estos mundos nuevos consiste en mantener distancias de las instituciones partidarias y estatales, aunque siempre que pueden les exigen apoyo y arrebañan recursos con un ojo puesto en garantizar la sobrevivencia y el otro en mantener la independencia.
En la larga transición en curso, imposible saber si serán décadas o siglos, los mundos nuevos están enfrentando una de las más potentes ofensivas del sistema. Lo que han conseguido hasta ahora nos permite alentar un sereno optimismo.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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