Nota
Una caminata artística por La Boca para curar el encierro y otras pestes

El grupo de teatro comunitario Catalinas Sur organizó un ensayo a cielo abierto, con música a cargo de la Orquesta Atípica, que incluyó tango, trap, candombe y cumbia al ritmo del sol en un 1º de mayo con festejo a cielo abierto e itinerante por las calles de La Boca. Por las ventanas, les vecines salieron a escuchar canciones que gambeteaban con gracia los debates político-mediáticos sobre la presencialidad escolar, y otras recetas para curar el alma como la letra que decía: «No hay encierro, si libre es el corazón». Una propuesta concreta y distinta, junto al barrio y en tiempos de encierro en los que el arte ayuda a curar la soledad, el desencanto y el aburrimiento, al menos durante una tardecita.
Un adolescente canta a viva voz un tema de Los Abuelos de la Nada, sentado junto a otres jóvenxs en los bancos de la heladería de la esquina. La música suena a todo volumen y le siguen canciones como La isla bonita, de Madonna y Una cerveza, de Ráfaga. Es una tarde de sábado con un clima inmejorable, es feriado y en un restaurante de la calle Caboto se saborea el locro del 1° de mayo. A un costado, un hombre habla por celular y cuenta que el miércoles le dieron el alta y que transitó el Covid-19 con mucha fiebre. En las veredas, hay varios grupos que disfrutan del sol, amigues que charlan y beben, niñes que corren, bicicletas que van y vienen, dos amigas toman mate en un balcón de hierro y perros sin correa pasean solos, sin necesidad de humanes que los guíen. El rostro añorado de un ídolo cercano. Distintos y multicolores homenajes “al Diego” impregnan las paredes del barrio de La Boca.

Una niña camina con su mamá, su vestido negro con detalles blancos en el cuello recibe el elogio de una mujer con una flor roja en el ojal, que resalta en su vestuario negro. Está acompañada de otras personas que forman una ronda con la distancia protocolar. Tres guitarras, maracas, bongó y las voces que cantan “El Bolero de Babel”. Es un ensayo para la Serenata, que a plena luz del día, organiza la Orquesta Atípica de Catalinas Sur. En la puerta del teatro de Benito Pérez Galdós 93 -el Galpón de Catalinas- hay una mesita sanitaria y una chica rocía alcohol sobre todos los pares de manos de les músiques y cantantes integrantes de la orquesta. Son cuatro grupos de diez personas y cada uno ensaya una canción diferente. Un trap, un candombe, una cumbia y un bolero. ¿Para qué? Se viene una tarde musical. ¿Dónde? En el complejo de edificios Catalinas Sur, a una cuadra del Galpón, un espacio donde se pisa pasto de un verde reluciente que contrasta con el cemento y hay árboles de distintas especies, cobijo de aves que se hacen oír apenas se ingresa al barrio.

La Orquesta Atípica forma parte –desde 2008- del proyecto comunitario del Grupo de Teatro Catalinas Sur, dirigido por el actor y director teatral Adhemar Bianchi e integrado por vecines del barrio de La Boca. Con talleres de teatro para niñes, adolescentes y adultes, talleres de títeres, realización de escenografía y vestuario, y por más de 35 años, vienen ofreciendo espectáculos de calidad en un galpón que mutó de depósito a espacio social y creativo.
Pasadas las cinco y media, Gonzalo Dominguez -director de la Orquesta Atípica- anuncia que ya es hora de arrancar el show. Se escucha: “1, 2, 3, ¡Mierda!”. Todes –con sus barbijos puestos- gritan alzando sus brazos, en un ritual inaugural colectivo. El primer grupo se dirige hacia el lugar acordado, acarrean instrumentos y exhalan entusiasmo. Les compañeres que aguardan su turno saludan: “¡Suerte, compas!”. En dos puntos del barrio habrá música de manera simultánea. Dos temas en cada lugar. En la caminata, les vecines les reconocen y les saludan con sonrisas generosas, algunes les siguen hasta que se colocan en ronda y comienza la intervención artística. Por el megáfono se escucha: “Muy buenas tardes vecinos y vecinas. Somos la Orquesta Atípica en formato ensamble y les traemos un poco de arte a sus ventanas para que sigan cuidándose. Les pedimos que se asomen y escuchen esta serenata preparada para ustedes y esperamos que la disfruten”. A medida que la música transcurre, de las ventanas de los edificios asoman torsos, las bocas sonríen, los brazos se agitan, las manos aplauden. Se escuchan varios ¡Gracias! y alguien grita: “¡Es un mimo al alma!”.

Dice el trap:
Con las escuelas cerradas
La educación es virtual
Cinco niñes con un celu
Es la educación real
El encierro en nuestras casas
La violencia hizo crecer
Femicidios en las sombras
Más dolor por ser mujer
Lavarse bien las manos
Nunca paran de anunciar
Porque ellos se las lavan
Tenemos que denunciar
Atardece y el sol se esconde pronto, algunes vecines se acercan a preguntar si vuelven el sábado próximo. En fila, con distancia, la Orquesta se dirige hacia el Galpón, dejando a sus espaldas una estela de alegría serpenteante que se fue colando por las ventanas, que atravesó vidrios, ladrillos, pieles y músculos. Guardan micrófonos e instrumentos que, junto con sus voces y danzas, volverán a sacudir los espíritus cuando llegue el momento de la próxima serenata. La descripción de lo sucedido anida en la letra de la cumbia que acaban de cantar:
Balcón a balcón comparten los días
Entre ellos se cuentan lo que pasó
Tinto a tinto ya todo es alegría
No hay encierro, libre es el corazón.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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