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Una charla de John Holloway: ¿qué es la revolución?

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¿La revolución es un proceso de toma de los lugares de poder? ¿La creación de “otro mundo”? ¿La transformación radical de la sociedad? ¿Otra cosa? John Holloway es uno de los pensadores que con la idea de su libro “Cambiar el mundo sin tomar el poder” vino a aportar oxígeno y polémicas a estos debates tan antiguos y tan nuevos. En Bilbao, España, brindó una conferencia presentado por Raúl Zibechi, donde aseguró que la principal enfermedad de la izquierda es pasar todo el tiempo quejándose del capitalismo y de la sociedad, deprimiendo a los que la escuchan, y sin concebir salidas. Sus propuestas: en lugar de una puñalada al sistema, Holloway entiende que la revolución implica millones de dignidades diciendo: No.
Raúl Zibechi fue el encargado de la presentación de la charla de John Holloway el último 5 de mayo, en el marco de Periferiak, un gran encuentro organizado en Bilbao con conferencias, debates, proyecciones. Zibechi ya había realizado sus propias presentaciones ´(“Genealogía de la revuelta” y “La mirada horizontal. Clase, capitalismo y poder”). En este caso le tocó introcuir al público a quien llamó “un mestizo”:
-Me resulta un poco difícil presentar a John. Estaba pensando que, quizás, una forma de hacerlo es considerarlo como un pensador, un ser humano mestizo. Y me parece que el tema del mestizaje, cultural, teórico, político es una de las cosas fecundas que a veces nos suceden. Algunos de los pensadores, poetas, cineastas, pintores más interesantes que hemos conocido en el siglo pasado tenían esta condición de mestizaje. Fernand Braudel, uno de los más importantes historiadores, francés, decía de sí mismo que había un historiador Braudel anterior y otro posterior a su estadía en Brasil. Creo en el mestizaje como una forma de superar el eurocentrismo, en el pensamiento, en la vida, en los sentimientos. Podría decirlo de Guattari, de Matisse, de Rimbaud o de otros. John es irlandés, pero no vive en Irlanda, vive en México, pero es irlandés, es mejicano; tiene una formación marxista heterodoxa, pero ahora es no sé qué, medio zapatista, medio… me parece que es al hecho de vivir en México, de estar en América Latina, cerca del resto de América Latina y de las cosas que suceden, me parece que ha producido una anomalía teórica creativa, desconcertante, estimulante y que más que el mestizaje nos pueda permitir, como le pasará a Picasso, pueda abrirnos las puertas a algo inédito, a algo nuevo, algo que no es repetitivo sino que es necesariamente creativo.
Yo, del primer texto que leí de John, hace algo más de 15 años, “La rosa roja de Nissan”, editado en Uruguay, que me pareció muy buen texto de un pensador marxista heterodoxo, no clásico, a los últimos textos, «Cambiar el mundo sin tomar el poder” o a los posteriores que hemos ido intercambiando, publicados básicamente en Argentina, me parece que hay un proceso, una vuelta que tiene que ver con este mestizaje, que no se de qué otra manera llamarlo, lo digo en positivo: la apertura a formas y a mundos de pensar y de sentir nuevas y diferentes. Y en ese sentido estar aquí con John, siento una gran alegría y la apertura a algo que es fecundamente desconcertante. Sin más, John.
A partir de allí el propio Holloway comenzó su exposición.
-Me toca a mí ahora supongo. Decidí no presentar una conferencia normal sino, más bien, venir con ustedes a hablar de mis preocupaciones actuales. Por eso preparé esta hoja, estas tesis que son quince. Pero lo que quiero hacer es discutir estos puntos presentándolos hoy de una forma más general y empezando con la discusión y continuarla mañana. Obviamente es siempre un poco difícil – para mí lo es- hablar en un lugar nuevo, con gente nueva porque obviamente vengo a hablar de mis preocupaciones, pero no sé si estas son las de ustedes; hace una hora me puse nervioso pensando que mis preocupaciones no iban a coincidir con las suyas. Luego pensé que no, que finalmente, si tenemos algo en común, y creo que lo tenemos: es la rabia, es el “no”, es el grito, es el grito en contra de lo que estamos viviendo todos los días, lo que vivimos personalmente y también lo que leemos en los periódicos o vemos en televisión, es un grito de “no”; no puede ser que el Mundo sea así; y este “no” muchas veces son “noes” particulares, a veces un “no” en contra de la destrucción del medio ambiente o puede ser un “no” en contra de las condiciones de nuestro trabajo, puede ser un “no” en contra de la mercantilización progresiva de la vida en esta sociedad, pero también tenemos la sensación de que estos “noes” no están aislados sino que hay una relación entre todos estos “noes” particulares, de que en realidad lo que compartimos es un no a esta sociedad, es un grito de rabia en contra de esta sociedad tal como es; este grito de rabia implica al mismo tiempo el deseo de crear otra forma de sociedad. El deseo de querer un mundo distinto, y yo creo que, probablemente, a lo mejor no es así, todos aquí compartimos ese grito, esa rabia, ese rechazo esta negación del mundo como eso que nos une; a lo mejor tenemos ideas de cómo debería ser, con diferentes ideas de cómo cambiar el mundo. Pero lo que sí compartimos es el deseo de crear otro mundo y si es así lo que compartimos es un deseo revolucionario, el deseo por la revolución, en el sentido de un cambio radical del mundo; en ese sentido lo que nos une es que todos somos revolucionarios; todos somos revolucionarios pero probablemente no nos gusta decirlo, posiblemente no nos gusta decirlo porque ahora parece que hablar de revolución es algo absurdo, de algo pasado de moda, porque no vemos cómo y vamos reduciendo nuestras expectativas o nuestras esperanzas y nos enfocamos en luchas particulares y dejamos por una lado la cuestión general de la revolución, como cambiar el mundo. El problema es que así, poco a poco, se puede ir restringiendo el mundo, se puede ir cerrando el mundo y peleamos una pelea tras otra, y perdemos muchas veces, o tal vez ganamos, pero poco a poco nos vamos cansando por que vamos perdiendo la perspectiva de la posibilidad de un cambio radical de la sociedad. Tal vez decimos todavía, con los altermundistas, “otro mundo es posible”, pero muchas veces no lo creemos, o no vemos cómo. Entonces, para mí es muy importante plantear otra vez la cuestión de la revolución, para abrir, no solo para pensar cómo cambiar el mundo, sino también, al mismo tiempo obviamente, para abrir nuestras perspectivas, para abrir las posibilidades de pensamiento en torno al mundo actual. El primer punto, pues, es que la revolución es más urgente que nunca, obvio. Obvio porque la verdad es que pienso que decir que la revolución es urgente no es nada radical; uno no necesita ni siquiera ser de izquierda para decir que el capitalismo es una catástrofe, yo creo que todos sabemos que el capitalismo es una catástrofe, que todos los días nos conduce a un mundo de injusticia, un mundo de explotación, un mundo que destruye la humanidad en todos los sentidos; todos sabemos que el capitalismo está destruyendo las condiciones ambientales de la supervivencia de la humanidad, todos sabemos que si no cambiamos la sociedad de forma radical es muy posible que la humanidad no vaya a sobrevivir mucho tiempo. Uno no tiene que ser radical para decir esto: es algo que en realidad se dice en los periódicos casi todos los días. Entonces, decir que la revolución es urgente es bastante obvio; el problema es cómo podemos pensar en la revolución después del fracaso de las revoluciones del siglo XX, del fracaso de los movimientos latinoamericanos y africanos, pero también del fracaso de la URSS de la revolución china, etcétera; cómo ahora podemos hablar de revolución.
Dos comentarios al respecto: primero, para mí, cuando hablamos de revolución hablamos de la transformación radical de la sociedad; esto quiere decir que estamos hablando de la abolición del capitalismo: vivimos en una sociedad capitalista, no vivimos en el postmodernismo, no vivimos simplemente en el neoliberalismo, el neoliberalismo es simplemente una fase del capitalismo; el problema con el mundo actual es la utilización del hacer humano de cierta forma, es decir, la subordinación del hacer humano a la producción del valor y de la plusvalía; la subordinación de lo que hacemos al dominio del dinero. El problema de la revolución es cómo abolir el capitalismo, es importante decir esto porque tal vez lo que está pasando los últimos años es que el término capitalismo tiende a desaparecer del vocabulario radical: Virno casi no habla del capitalismo; Negri cada vez menos habla del capitalismo; prefieren usar otros términos.
El otro punto que quería subrayar es que cuando digo que los que nos une es el grito, pero también es un punto teórico, en el sentido de que hay que empezar con el “no”, hay que empezar con la negación, con el rechazo, con el grito; la teoría es necesariamente una teoría negativa, “en contra de”, no es una teoría que empiece con una paradigma, tratando de describir o analizar en mundo como es; la teoría debe empezar desde donde estamos, y nosotros estamos “en contra de”, estamos aquí porque estamos diciendo “no”; esto es importante porque la positividad tiende a cerrar, y el “no” abre, la teoría negativa, con el tiempo, abre.
Tenemos que superar la principal enfermedad de la izquierda. La principal enfermedad de la izquierda es pasar todo el tiempo quejándose del capitalismo o de la sociedad actual, finalmente, terminamos deprimiéndonos, terminamos deprimiéndonos de tal forma que somos incapaces de hacer las cosas; el problema no es criticar el capitalismo porque todos sabemos que es una catástrofe, el problema es cómo salir de este capitalismo terrible, cómo podemos concebir, otra vez, la cuestión de la revolución, y la única forma que encuentro es en término de grietas, de reconocimiento, creación, expansión y confluencia de grietas en el tejido de la dominación capitalista; por grietas lo que quiero decir, básicamente, el capitalismo es un sistema de dominación, de mando ajeno, un sistema donde lo que nosotros hacemos está bajo el mando de otros, del mando del dinero. Pero muchas veces decimos “no”, aquí no vamos a subordinar lo que hacemos, nuestras vidas a los requerimientos del capital, aquí vamos a hacer las cosas de otra forma, vamos a hacer no lo que nos mandan sino lo que nosotros consideramos necesario o deseable: por una grieta en el tejido de la dominación capitalista; debemos pensar en el capitalismo como en un tejido y la negación, el rechazo, consiste en una grieta en el tejido de la dominación. Eso quiere decir, creo, que la única forma de concebir la revolución es como intersticial, una revolución que se da en diferentes lugares, huecos del capitalismo. En la teoría clásica de la revolución se decía que la transición del feudalismo al capitalismo fue una revolución intersticial, pero que no podría ser lo mismo en la transición del capitalismo al comunismo, que este debía ser un proceso total; pero si uno lo piensa es absurdo, es absurdo porque es muy difícil imaginar una transformación total del capitalismo en todo el mundo al mismo tiempo; la idea de una revolución total surge de la idea absurda finalmente, de que cada estado constituye su propia sociedad, la idea era que conquistando un estado se hacia la revolución, en lugar de ver que, en realidad, cada estado es un punto de autoridad o de mando dentro de una sociedad global; así la conquista de un estado no implica la abolición del capitalismo, lo que implica es el intento de cambiar el mundo dentro de un área del capitalismo, dentro de un espacio del capitalismo. Este es el punto cuatro. Aun si uno piensa en términos de revolución como conquista del poder estatal, todavía la única forma de pensar en la abolición del capitalismo es pensando en una revolución intersticial.
Queremos cambiar el mundo. Obvio. Segundo, este proceso no puede ser un cambio global. Tiene que ser un proceso intersticial, que toca ciertos momentos, ciertos espacios; el problema es cómo concebir estos espacios, cómo concebir estos intersticios; aquí tenemos una respuesta muy clásica y muy obvia: la forma de cambiar el mundo es conquistando un estado tras otro, la forma de cambiar la sociedad es conquistando el estado; es este el concepto de revolución que está en crisis y es por esta crisis que estamos aquí, es esta crisis la que abre la discusión, ya que somos parte de esta crisis. Si uno piensa en esta idea, cambiar el mundo mediante la conquista del estado es lo que ha fracasado en el s. XX. La experiencia histórica nos hace reflexionar si no hay algo falso en esta idea, porque no se puede explicar el fracaso por causas particulares; tras tantos fracasos hay que preguntarse si no hay algo equivocado en esta idea de conquista del poder estatal: el estado no es cualquier forma de organización, es una forma de organización, desarrollada a través de los siglos, para exprimir a la gente; es una organización caracterizada por su separación respecto a la sociedad; en el mejor de los casos, el estado dice “ustedes no se preocupen, nosotros resolveremos sus problemas; nosotros actuaremos en el beneficio de la sociedad”, esto quiere decir que está destruyendo la sociedad; si los padres actúan en beneficio de sus niños, están destruyendo a los niños. La idea del estado como forma de organización es incompatible con la idea de la autodeterminación; y si pensamos en la sociedad que queremos como una sociedad autodeterminante está claro que no tiene mucho sentido pensar que la podamos crear a través de instituciones diseñadas explícitamente para excluir tal posibilidad. Lo que ha pasado en el siglo XX, básicamente, es que los revolucionarios eran personas comprometidas con la idea de la transformación social, pero trataron de hacerlo a través de un instrumento, la forma de organización, que no se prestaba para la creación de una sociedad autodeterminante, la sociedad comunista, si quieren. Por eso está surgiendo la idea en los últimos años de que no se puede transformar la sociedad, no se puede hacer la revolución a través del estado; pero eso no quiere decir que no se pueda hacer la revolución, lo que quiere decir es que debemos encontrar otra forma de hacer la revolución, pero tenemos que separar la idea de revolución de la idea de conquista del estado. Una de las aportaciones principales de los zapatistas, desde un principio, es su voluntad de cambiar el mundo, de crear un mundo nuevo, pero sin ocupar o tomar el poder del estado , lanzando así un terrible desafío teórico y práctico. La única respuesta que encuentro es pensando en esos espacios, esas grietas, esos intersticios, no en términos estatales; debemos crear espacios o momentos anticapitalistas, o relaciones que van más allá del capitalismo, esto no tiene que ver nada con el estado. Estas grietas tal vez se pueden concebir de tres formas: en términos espaciales, uno puede pensar en la selva Lacandona, en Chiapas, en una fábrica tomada en Argentina, o un café alternativo, en esos lugares la gente está diciendo “aquí no domina el capital, aquí y ahora vamos a crear otras relaciones sociales, aquí vamos a hacer las cosas de otra forma”. Pueden ser espacios, pero también momentos, o tiempos en que la gente dice “no”: durante este fin de semana no vamos a obedecer. O incluso se pueden pensar desde las actividades particulares, como en una lucha en contra de que el capital domine el agua, el agua debe ser manejada en base a otros principios, a otras relaciones sociales; el agua, o la educación, o la salud, o lo que sea. Si uno empieza a pensar en estas grietas y estas formas de grieta, a ver el mundo, uno ve que el mundo está lleno de grietas; no es simplemente un mundo de dominación, un mundo horrible, es también un mundo lleno de luchas y grietas, espacios o momentos en los que la gente no acepta el mando del capital; y , a veces, estas grietas son enormes –como si pensamos en Lacandona y en la mitad de Chiapas, en los movimientos bolivianos el año pasado, en los disturbios de Francia- a veces son cosas muy grandes, son miles, millones de personas que están diciendo “no, no aceptamos el dominio del capital”; pero otras veces son más pequeñas, son grupos de personas como nosotros que comparten un tiempo en el que no aceptamos el dominio del capital, quizás luego debamos ir a trabajar, pero ahora no; uno puede decir, pensando a largo plazo, bueno, al fin y al cabo todo se absorbe, el dominación del capital se restablece, pero yo creo que no: hay que ver el mundo como ocupado por miles de espacios llenos de gente que dice no a la dominación del capital; si alguien quiere contemplar la tarea de cambiar el mundo, debe empezar desde ahí. Muchas veces estas grietas son tan chiquitas, tan aparentemente apolíticas que la gente misma no reconoce lo que está haciendo como una rebeldía; obviamente el efecto del capital es que la resistencia al capital es apolitizable, es una expresión misma del poder, así las grietas, resistencias, los rechazos se hacen invisibles, por eso la rebeldía abierta sorprende, porqué parece que surge de la nada, pero no es cierto, nace de grietas, de rebeldías que ya estaban presentes. Por eso la importancia del movimiento feminista y su insistencia en la cuestión de la visibilidad y de la invisibilidad de las mujeres en la Historia; por eso también la importancia del pasamontañas zapatista: ellos dicen que se ponen el pasamontañas para que nosotros les veamos, nos hacemos invisibles para hacernos visibles, porque nuestra rebelión es la de los sin rostro. Así que un primer paso es reconocer las grietas, que muchas veces no son visibles, no son movimientos constituidos, el gran desafío es salir a la calle, ir al supermercado, el gran desafío es la gente y su rebeldía. La cosa más profunda, más difícil que dicen los zapatistas, es cuando dicen que son gente común, nada especial; no dicen que son indígenas comunes, indígenas chiapanecos exóticos, no dicen que son gente común: debemos deshacernos de la idea de que nosotros somos excepcionales, que somos una elite y empezar con el intento de ver lo invisible, de reconocer lo que no se ve, de ver las grietas que no vemos.
Comenzaron las preguntas y comentarios:
– Mi vida cada vez está más monetarizada y mercantilizada; ocurre que, yo soy feminista, ahora que el capital ha conseguido que pensemos que el dinero es lo más importante, ahora no disponemos de tiempo; hay un espacio no monetarizado que es el trabajo, normalmente realizado por las mujeres, un trabajo comunitario, de la asistencia, del cuidado de otras personas y reivindicamos dinero por cuidar o servicios públicos para internar a quien requiera cuidados, porque claro, necesitamos trabajar. El dinero es el centro de la sociedad, hay un proceso invisible que cada vez afirma más este hecho. Pero hay cosas que no se pueden comprar, cosas comunitarias, que no sabemos valorar más allá del dinero. Pienso en tus grietas, pero pienso en estas cosas que estamos dejando desaparecer.
Contestó Holloway:
-No es difícil convencernos de lo terrible del capitalismo. El reto teórico y práctico es buscar una salida donde a lo mejor no existe. Es como el cuento de Poe en donde las paredes se cierran sobre nosotros y parece que no hay ninguna salida, pero algunos pensamos que sí, que hay que hacer algo, y pegamos a las paredes, con desesperación, buscando una grieta, una debilidad, mirando por dónde escapar; sabemos que esas grietas son pequeñas, invisibles, que, a veces, imaginamos esas grietas, porque la búsqueda de la invisiblidad invita a la creación de grietas. Cuando decimos que otro mundo es posible, la verdad es que igual ya no hay salida, igual no hay nada que pueda salvar ahora a la humanidad, pero debemos encontrar una forma. Es cierto lo que dices, pero la mercantilización no es total, el dominio del dinero es fuerte, pero no total. Lo que nos interesa es cómo visualizar, como entender las debilidades del capitalismo, la fragilidad del capitalismo. Es una teoría de fragilidad del capitalismo, de la crisis del capitalismo; el problema es entender el capitalismo desde el punto de vista de su crisis, de su debilidad, por eso es importante una inversión de perspectiva: sabemos de lo terrible del capitalismo, pero como ver las grietas en ese terrible sistema, como ver que las luchas no son en vano, sino que hay posibilidades reales todavía de crear otro tipo de sociedad. No es cuestión de hablar del capitalismo, de imperio, el problema es el contrario, como entender la fragilidad, las fracturas, del capital, como entender nuestra fuerza.
-El director de Arteleku (espacio gubernamental vasco) consideró que nuestros cuerpos están dominados por entero y, aun creyendo en las grietas, se le hace difícil verlas.
Dijo Holloway:
-La dominación del capital implica que todos seamos esquizofrénicos, que todos seamos auto-antagónicos, contradictorios. Si criticamos el capitalismo, hay dos posibilidades: o asumimos que somos sujetos enteros y especiales porque podemos criticar el capitalismo y ellos no, lo que es básicamente una posición vanguardista; o podemos decir que estamos criticando el capitalismo porque la experiencia misma de vivir en el capitalismo nos obliga a tener una reacción en contra del capitalismo. Claro que estamos dominados en cuerpo y mente por el capital, pero no totalmente.
-Son grietas en nuestras vidas, postuló otra persona.
-Las grietas –retomó Holloway- son profundamente personales, pero también las colectivizamos. Es lo que pasa en las revueltas. No hay pureza, no hay sujeto puro, todos estamos atravesados por el capitalismo.
Creo que un grito en contra del capitalismo sólo tiene sentido si es un grito en contra de nosotros mismos y esto es así si es un grito en contra de la sociedad que nosotros estamos creando: el capitalismo existe porqué nosotros lo estamos creando.
La muerte del capitalismo no será efecto de una cuchillada al corazón, sino de la picadura de un millón de abejas, y nosotros somos esas abejas. Estas picaduras son las multiplicidad de rechazos, de grietas. Este millón de picaduras de abeja deben ser entendidas como dignidades. El “no” es el punto de partida, pero un “no” que arde, que arde en la creación, si no, no tiene sentido. Como dignidad -la palabra favorita de los zapatistas- entiendo negación y creación: no aceptamos el dominio del capital, vamos a hacer lo que consideremos necesario y deseable; contraponemos a la dominación o al trabajo enajenado, asalariado, mandado por otros, un proceso de creación o de hacer; o abrimos la categoría del trabajo –un punto central del marxismo-, es decir, la categoría del trabajo, en realidad, oculta un antagonismo entre el trabajo enajenado, abstracto, y el hacer potencialmente autodeterminante, creativo, por otro lado; la grieta es pues un espacio de creación, no sólo creación artística, sino en términos del hacer autodeterminante; la creación es una grieta y no hay que rechazar simplemente el trabajo, porqué, entonces ¿qué? Estamos rompiendo relaciones sociales base de nuestra existencia material, la única forma de hacerlo es proponiendo otra forma de hacer, contraponiendo creación, un hacer digno, al trabajo enajenado; es un punto central de los movimientos piqueteros, de los zapatistas. No es simplemente rechazo, es más que eso, debemos pensar en estas grietas en términos de dignidades, de creación, de una sociabilidad alternativa.
Hablar de grietas no es hablar de espacios autónomos. Porque para mí el concepto de un espacio autónomo implica cierta estabilidad y hablar de grietas es hablar de un proceso en cambio permanente, que se mueve sin cesar; la grieta corre, se extiende porque en general el proceso del estado y del capital es un proceso de llenar las grietas, de absorber las grietas, así que sólo el movimiento más rápido que el del capital puede ayudarnos; es un movimiento constante en contra de la institucionalización; hablar de grietas no es hablar de un movimiento constante. Un ejemplo sería hablar del movimiento zapatista y La Otra Campaña: lo que hacen con la Sexta declaración es que, de repente, tras años de consolidación de sus estructuras dicen que es importante pero no suficiente, porque nos debemos mover, nos debemos transformar; no es suficiente un espacio autónomo, hay que moverse, abrir grietas para no morir.
Otro punto que me parece fundamental es la cuestión del tiempo. Si uno piensa en la revolución como una cuchillada al corazón, la revolución siempre está en el futuro, la cuestión es crear el movimiento para la revolución futura, y no, la revolución son un millón de picaduras de abeja, y el tiempo mismo se transforma porque no tiene entonces sentido hablar de la revolución en el futuro, la revolución es, necesariamente, aquí y ahora; aquí y ahora no en el sentido de que vaya a haber un levantamiento la semana próxima, sino en el sentido de que el desafío de la revolución es cómo romper las relaciones sociales del capitalismo aquí y ahora, es un proceso de ruptura.
Hay otro punto, dividido en el 12 y 13. El problema es la pregunta de si estamos locos: ¿por qué estamos pensando en estos temas?, ¿por qué no aceptamos?, ¿por qué no nos conformamos?, ¿estamos locos o qué? Yo creo que el problema es más agudo ahora que hace cuarenta o cincuenta años, porque el movimiento revolucionario de hace cincuenta años tenía un pretexto, cierta certidumbre, un contexto que daba seguridad a la gente y nosotros no los tenemos; seguro que nos hemos preguntado más de una vez si no estamos locos. Me parece que no, que no estamos locos. O que si lo estamos, no somos ,los únicos, porqué nuestra posición –no existe el movimiento obrero, no existen los partidos revolucionarios, no de forma significativa- entonces qué estamos haciendo; me parece que intentamos ubicarnos, en términos de multitud, imperio o lo que sea, pero más que en esos, nos tenemos que ubicar en términos de crisis del trabajo abstracto, asalariado, enajenado; lo que quiero decir con esto: si uno lee a Marx ( y para mí Marx sigue siendo la figura central si queremos analizar las posibilidades de transformar la realidad), obviamente habla de lucha de clases, pero me parece que habla de dos niveles distintos de lucha de clases; por un lado, habla del antagonismo entre el trabajo asalariado y el potencial de un trabajo desenajenado, en el centro del capitalismo hay un antagonismo entre el hacer y el trabajo asalariado impuesto por la sociedad capitalista. Este trabajo abstracto que domina el hacer útil se desarrolla plenamente como trabajo asalariado, así también hay una contradicción entre el trabajo asalariado y el capital. Así hay dos conceptos de lucha de clases: la lucha en contra del trabajo asalariado y la lucha del trabajo asalariado en contra del capital; la literatura marxista se centra en el segundo concepto, esto corresponde a un periodo de lucha dominada por el trabajo asalariado, una lucha que se encuentra en los sindicatos y partidos revolucionarios clásicos, este es el concepto de lucha que ha entrado en crisis en los últimos años. Me parece que lo que está surgiendo actualmente es otro nivel de lucha de clases: la lucha contra el trabajo mismo, la lucha del hacer contra el trabajo asalariado; y cómo parte de esto implica un desencadenamiento de una creatividad, una multiplicidad de creatividades, implica también un reconocimiento de lo que está pasando. Esta reconceptualización de la revolución parte de este proceso de crisis.
El punto 14 es que hay problemas en torno a lo que he dicho y ustedes serán más conscientes de ello que yo. Así, el punto 15 dice: Preguntando caminamos.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
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