CABA
Una masiva feria en el Congreso contra el recorte en ciencia y técnica
Organizaciones de científicos, becarios, investigadores y docentes universitarios realizaron una creativa Feria de Ciencias frente al Congreso de la Nación mientras referentes y legisladores debatían en Diputados la necesidad de aumentar el presupuesto en ciencia y tecnología. 240 directores de institutos del Conicet firmaron una carta en la que describen al organismo al borde de la parálisis. El recorte en el área. Los bajos salarios de los becarios. La pelea por un convenio colectivo. El impacto de la devaluación en los insumos atados al dólar. La inflación que come los subdidios. Y la constante amenaza de la fuga de científicos al extranjero.
Paloma y Matías están jugando al jenga sentados frente al Congreso de la Nación. Es un jenga extraño. “Es el jenga del ajuste”, explica Matías, que saca una pieza que tiene pegado un papel que dice: «Ley de medios». Paloma saca otra que dice «Medicamentos a jubilados» y la acomoda al lado de «Arsat 3». En la cumbre de una torre que ya se tambalea, hay dos playmobil sentados. “Uno tiene la tarea de ajustar las distintas políticas del Estado”, agrega Matías, desde una de las mesas de la Feria de Ciencias que científicos, becarios, universitarios e investigadores realizan para denunciar el desfinanciamiento y la creciente precarización de la ciencia en Argentina. “Uno va sacando las distintas piezas hasta que se termina de caer”.
Cuentan que la única diferencia con el jenga original es que las piezas no se vuelven a acomodar arriba de la torre, sino que el sistema se va desarmando hasta que se cae.
“El ajuste se cae con la gente y sus derechos”, señala Paloma a los playmobil.
Dentro y fuera del Congreso, distintas acciones están señalando el jenga real.
Adentro, una audiencia entre científicos y legisladores por mayor presupuesta a ciencia y tecnología. Afuera, una consigna clara: «Sin ciencia y tecnología no hay futuro».
Mientras tanto, Clara saca otra pieza: «Educación Sexual Integral».
El jenga se cae.
Los playmobil quedan desaparramados por el piso.
La sombra del presupuesto
Según informó la periodista especializada Nora Bar desde adentro del Congreso, 240 directores de institutos del Conicet firmaron una carta en la que describen al organismo al borde de la parálisis con los salarios más bajos de la región: se dejaron de pagar las colaboraciones internacionales, hay pendientes de ejecución 24 obras edilicias, la modernización de equipos, mientras los subsidios ya perdieron su poder de compra.
“La feria de ciencia se hace para visibilizar el problema presupuestario que hay en el Conicet”, explica en la calle Matías Botana, administrativo en el Conicet, junto a Paloma Diciervo. “Adentro se está discutiendo el presupuesto en todo el ámbito de ciencia y técnica. El ajuste se ve mucho en los becarios, que son los trabajadores más precarizados que tiene la ciencia. Cada año hay un 30 o 40 por ciento menos de becarios de los que había previamente. Y eso impacta, también, en la educación y en las universidades”.
Paloma: “Ni hablar de cómo impacta en el desarrollo de la ciencia y en el país. Y el ajuste va desde trabajadores administrativos hasta investigadores”.
Santiago Sosa es becario doctoral en el Instituto Leloir y trabaja en el área de Bionanotecnología, un sector transdisciplinario entre biología, física y química. En su mesa hay una serie de cubos con pequeños agujeros: “Es un juego para ayudarnos a reflexionar cómo se accede a la información desde un objeto que no podemos ver directamente. La idea es que podamos ver la sombra de una figura sin ver de forma precisa qué es”.
¿Es casi una metáfora de lo que está pasando con el presupuesto en ciencia y tecnología? Santiago se ríe para no llorar: “El presupuesto para gastos de funcionamiento es muy pequeño. No tenemos para pagar ni luz ni el gas. Por otro lado, la plata que tenemos para subsidios para comprar materiales y hacer experimentos se nos fue a nada porque la entregan tarde y con una devaluación enorme. Están reteniendo esa plata. Eso hace que no tengamos dinero para trabajar. Y si sumamos que nuestros insumos están en dólares, se agrega una cuota extra porque tenemos una devaluación del 50 por ciento que inhabilita nuestro trabajo”.
La ciencia fumigada
Daissy Bernal Rey es becaria en el Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE) y trabaja en un proyecto de mediciones de pesticidas en agua. A su lado está Renata Menéndez, investigadora asistenta en la Facultad de Ciencias Exactas, y ambas despliegan un póster con investigaciones por un ambiente sano de pueblos fumigados en las comunidades de Avia Terai y La Tigra, en Chaco. “Trabajamos con un grupo interdiscipinario con comunidades del Chaco para evaluar la calidad del ambiente, del agua, del suelo”, cuentan. “También analizamos por imágenes satelitales la expansión de la frontera agrícola. En Avia Terai encontramos niveles de glifosato en agua que consumían pobladores”.
Actualmente están colaborando con el Hospital Italiano para medir pesticidas en orina de los habitantes de las comunidades. “Trabajamos con la idea de que lo hacemos debe volver a la sociedad y mostrar las consecuencias del modelo agroexportador que tenemos”.
Ahora están en la calle, frente al Congreso. ¿Por qué? “Recibimos salarios paupérrimos y la tenemos que remar constantemente. Cada vez es más difícil que jóvenes estudiantes decidan seguir una carrera científica y eso genera que evalúen irse al extranjero como en otras épocas. Viajamos con nuestro sueldo y nos ayudan la gente de los territorios para poder movernos de comunidad en comunidad. Cada día es más difícil por el recorte de presupuesto”.
El conocimiento dolarizado
Agustina Catalano y Francisco Gelman Consantín llevan la pechera amarilla de la agrupación Jóvenes Científicxs Precarizadxs. Ella estudia literatura argentina y él, humanidades médicas. Ambos suman otro reclamo: un convenio colectivo de trabajo para los becarios. “Necesitamos un piso que garantice derechos laborales como aguinaldo, licencias por enfermedad, por violencia de género. Y que garantice aumentos porque estamos en una crisis seria: muchos gastos que son laborales se están descargando sobre el salario del investigador”.
Iris Alem también es becaria del Conicet y trabaja en Exactas en el Grupo de Estudios de Mosquitos (GEM). Tiene una mesa sobre la que expone las consecuencias del dengue. En un frasco, a modo de muestra, tiene huevos y larvas de los insectos. Se dedica a estudiar los factores ambientales que pueden afectar a los criaderos de mosquitos y en promover la prevención y la limpieza de recipientes con agua para combatir la enfermedad.
“Hoy tenemos que hacer esta actividad para visibilizar los problemas de la ciencia”, dice a lavaca. “Es casi imposible seguir así. La ciencia es de todos, y así es muy triste”. Iris agrega otra problemática de becarios e investigadores: las publicaciones de los papers en revistas especializadas están en dólares. “Pagás para publicar, y cada vez más: vaya cómo funciona la ciencia. Es lamentable porque estamos vaciando al pueblo argentino”.
Entender lo básico
Ayelén es becaria UBA y tiene un recipiente lleno de cangrejos que se amontonan unos a otros. Ella los agarra, les sostiene las pinzas e invita a tocarlos. Explica que se atemorizan con un destello de sombra porque las asimilan al reflejo de las gaviotas. Toma un cangrejo y lo deposita en otro cuenco. Pasa una madera por encima para que le dé sombra. Intenta escapar. Ayelén explica que, al repetir el procedimiento y al entender que no corren peligro, los cangrejos pueden acostumbrarse a la sombra. Los estudios se utilizan luego para neurociencia, la especialidad de Ayelén, que también trabaja fisiología sensorial en abejas y hormigas. “Mi tesis fue el procesamiento y codificación de la información olfatorio en los circuitos neuronales del cerebro de las abejas”, cuenta, mientras los cangrejos no dejan de moverse.
Ayelén trabaja en Exactas, donde hace más de 100 días que no tienen gas. “Es grave porque afecta las condiciones en las que trabajamos. No podemos realizar experimentos, por ejemplo. Y se suma a una situación de precarización laboral en la que no tenemos derechos laborales, como aportes jubilatorios. Si nos enfermamos, no hay amparo, tenemos que tomarnos días de vacaciones. Hasta hace años tampoco teníamos licencia por maternidad. Y la de paternidad es muy corta. Tampoco hay jardines en los institutos”.
La precarización también se percibe por los salarios. “Por ejemplo, quien tiene beca Conicet está en el límite de la pobreza. Muchos no llegamos a fin de mes. No hay posibilidad de tener una planificación familiar. Y es terrible porque no podemos ir a congresos: si quisiera hacer un curso formativo en otro lado, no tengo plata para el colectivo. Es tan básico como eso”.
Ayelén apunta el drama actual, que remite al pasado: “Mucha gente decide irse afuera porque no consiguen becas acá, y porque la situación está cada vez peor”.
-¿Y vos?
-Me quedé porque me salió. Y porque estoy convencida de que mi deseo es formarme acá. En Argentina la formación es de muy buena calidad. Por eso es una pena todo lo que está pasando.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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