CABA
Una mesa de trabajo para frenar el tarifazo
Una movilización de fábricas recuperadas y cooperativas contra la suba de tarifas empujó a la conformación de una mesa de trabajo para definir qué hacer. Fue la primera medida que surgió luego de la conformación de la multisectorial en el Hotel Bauen. Las historias de los trabajadores que revelan el crudo impacto del ajuste del Gobierno.
Una movilización de fábricas recuperadas y cooperativas contra la suba de tarifas empujó a la conformación de una mesa de trabajo para definir qué hacer. Fue la primera medida que surgió luego de la conformación de la multisectorial en el Hotel Bauen. Las historias de los trabajadores que revelan el crudo impacto del ajuste del Gobierno.

Foto: Nacho Yuchark/lavaca
«Hablaron de pobreza cero y yo les creo: nos van a matar a todos», dice bajo el frío Angel Poggi, 53 años, presidente de la cooperativa La Nueva Unión, sosteniendo una bandera con los colores argentinos en Paseo Colón, al frente del Ministerio de Energía. La teoría de Poggi tiene su sustento en la práctica: la cooperativa pasó de recibir boletas de luz de 4 mil pesos a la arangunesca cifra de 11mil, «aún consumiendo la mitad de kilovatios que el año pasado», y reza por las boletas de gas y de agua que aún no llegaron. Todo queda resumido en otra tesis: «Es una carnicería».
Poggi es uno de los miles de trabajadores y trabajadoras de cooperativas y empresas recuperadas que este jueves marcharon hasta el Ministerio para denunciar el violento tarifazo aplicado por el Gobierno nacional. La medida fue la cristalización de una de las primeras acciones resueltas tras el encuentro del lunes en el Hotel Bauen, donde cooperativas, fábricas, pymes, comercios, clubes de barrio, centros de jubilados y sindicatos resolvieron la conformación de una multisectorial para diseñar estrategias colectivas ante el ajuste. La movilización al Ministerio no es azarosa, ya que los aumentos de tarifas significaron un incremento del 400%. En otros, la cifra trepó al 1000%. El impacto, en la mayoría de los casos entrevistados por lavaca, se registró de forma directa en los retiros mensuales de los trabajadores. Uno de los principales apuntados en la movilización fue Juan José Aranguren, ministro de Energía y Minería, que en las últimas horas se vio envuelto en un escándalo al ser denunciado por estar de los dos lados del mostrador: posee $16 millones en acciones de Shell (corporación de la que fue CEO hasta el año pasado) mientras es el funcionario público que impulsó la suba de tarifas, el aumento de los combustibles y la compra de gas a Chile por medio de una empresa que, según la causa judicial, es propiedad de Shell.
La marcha tuvo sus frutos: las cooperativas pudieron reunirse con Andrés Chambouleyron, subsecretario de Coordinación de Política Tarifaria, y se avanzó en la conformación de una mesa de trabajo para discutir el cuadro tarifaria para el próximo martes. “Tienen un desconocimiento absoluto de lo que somos nosotros como sujetos productivos, políticos, sociales y culturales”, dice a lavaca Federico Tonarelli, vicepresidente del Bauen y presidente de FACTA (Federación Argentina de Cooperativas y Trabajadores Autogestionados), tras la reunión. “No tienen ni idea de lo que es un trabajador autogestionado o cooperativa de trabajo. El primer planteo que nos hicieron fue: les dejamos pagar una parte de las tarifas para que puedan trasladar el resto a los costos. Nosotros dijimos que era imposible, porque hay un mercado interno restringido, pérdida del poder adquisitivo del salario, todo enmarcado en una política global del Gobierno. Entonces acordamos que se abra una mesa de trabajo y que, en principio, no se paguen las facturas, mientras nos garantizan que no va a haber cortes”.

Foto: Nacho Yuchark/lavaca
La locura y lo atroz
“Las tarifas nos están dañando demasiado”, cuenta Alberto, síndico de la cooperativa Envases Flexibles de Mataderos. “Tenemos más de siete años de vida y jamás hemos pasado un momento tan malo como éste. Nos han cortado también todos los tipos de planes que en algún momento nos ayudaban. Estamos corriendo riesgo como fábrica recuperada. Somos 100 trabajadores. Y el impacto fue tremendo: estábamos pagando entre 80 y 90 mil pesos de luz, pero nos vino 350 mil. ¡Y por mes! Lo mismo nos pasa con el gas: de 60 mil pesos pasamos a 180 mil. Y con el agua: estábamos pagando 7 mil, pero vino cerca de 80 mil pesos. Además, con la retracción del mercado y la apertura de las importaciones, no sólo bajó la producción sino que todo el combo viene a jorobar los pocos retiros que estábamos haciendo semanales. Una locura total”.
¿Qué le diría a Aranguren? “Que no tiene sentimientos. Lo único que le puedo explicar es que nos está destrozando”.
Antonia Argota, de la Cooperativa 10 de Noviembre, textil: “Estamos preocupados por el tema luz. La verdad que nos está golpeando duramente. Nos preocupa. Imaginate: veníamos bien, trabajando, y si bien trabajamos a fasón, el tarifazo nos está bajoneando demasiado, y no podés aumentar los precios porque no te lo quieren reconocer”. ¿De cuánto estamos hablando? “En luz pasamos de $7500 a $47 mil. Realmente es una cosa atroz. De gas pagábamos 500 y ahora nos vino 2300. Y el agua, casi igual. No tenemos una cuenta bancaria, somos trabajadores que nos levantamos a las 4 de la mañana. No somos vagos, somos gente de trabajo y queremos seguir trabajando”.
Trabajar para pagar
El ruido y el color lo pusieron las cooperativas curtidoras, que cuentan con el respaldo del Sindicato de Curtidores, hasta el punto de que algunos trabajadores forman parte de la comisión directiva. “Tuvimos que recortar hasta 2 mil pesos de nuestros retiros”, dice Jorge Reish, presidente de Cuero Flex. Rubén Rodríguez, de Curt Impex (Piñeyro, Avellaneda): “Nos pega muy duro. Somos 20 compañeros y la mayoría superan los 50 años. Es muy difícil insertarse en el mundo laboral. Y el impacto de las tarifas fue letal. Hoy los compañeros no están percibiendo ni un peso porque todo va a los servicios. Además, la actividad de curtido de pieles está en baja, no solo en Argentina, sino en el mundo. En base a eso nos vemos muy afectados por los aumentos”.
¿De cuánto estamos hablando? “De luz pagábamos 2800 pesos y hoy estamos en 13 mil. Es una barbaridad. Gas: de 800 pasamos a 6500. Todo el dinero que entra va destinado a pago de servicios. Nos costó mucho poner la cooperativa en regla, con todos los papeles. Tenemos cuenta bancaria pero no tenemos dinero. A eso sumale el agua: de 700 pesos se nos fue a 6 mil. No les interesa nada, el ser humano en sí. No miran las medidas. Esto es autogestión: es una fuente de trabajo y gracias a ella podemos comer muchas familias. Pero a ellos no les interesa”.
Otro de los colores lo puso la Federación Gráfica Bonaerense -que nuclea a más de 30 cooperativas- y la Red Gráfica. Plácido Peñarrieta, de Cooperativa Chilavert: “Sufrimos el impacto entre un 400 y 500 por ciento en luz y agua. ¿El gas? 800 por ciento. Es lo que está sufriendo toda la ciudadanía”. Peñarrieta da en el clavo: a la suma sideral que sufre cada cooperativa se acopla la suma sideral que cada uno percibe en sus propios hogares. “Por eso estamos acá. Este es el resultado de encuentros que hicimos para hacer frente a varias propuestas del Ejecutivo de dejarnos en la calle. Veníamos ya sufriendo dos o tres meses y estábamos esperando una respuesta de nuestros dirigentes. Felizmente, llegamos después de seis meses a reencontrarnos. No significa que solo un sector está mal: todos estamos mal. Sobre todo, la clase trabajadora. Están tratando de cerrar nuestras empresas”.
¿Por eso es importante los encuentros como el del Hotel Bauen, donde se habló de dejar atrás las “mezquindades” de cada sector? “Lo triste de todo esto es que la necesidad es la que une. Siempre digo: acá debe haber algo más sublime que nos una como un sector de laburantes, esas mezquindades que salieron a la luz lo están diciendo ellos mismos. Las mezquindades existieron, porque no nos reunimos antes. Pareciera como que queremos seguir sufriendo, ¿no? Los dirigentes se dividen entre ellos. Nosotros, los trabajadores, no”.

Foto: Nacho Yuchark/lavaca
Una pregunta
Rubén y Pablo, de La Litoraleña: “El tema no es sencillo. La suba de todos los importes nos perjudica a los trabajadores. No solamente a las cooperativas, a las empresas también. De 9 mil pesos de luz pasamos a pagar 60 mil pesos. De gas, pasamos de 200 a 5 mil. El agua: de 500 a 8 mil. Nosotros somos 67 trabajadores. Y hay que ver si los funcionarios quieren entender: esta gente se cierra solamente en amparar a ciertos sectores económicos del país, porque a las pymes las está haciendo pelota. Muchas tuvieron que cerrar. Antes, mal que mal, la rueda económica giraba, uno podía comprar. Hoy no sabés si podés comprarte un par de zapatillas porque no sabés si vas a comer. Toda esta política es para que el trabajador tenga miedo y sólo trabaje. Si un trabajador no consume, las empresas no venden, y si las empresas no venden, el trabajador tiene menos trabajo. No sé qué estudios tendrán los funcionarios, pero lo sabemos nosotros, que algunos tenemos primaria, nomás. En esta marcha también tendría que estar el trabajador activo, pero le metieron miedo diciendo que sólo puede salir bajo el sindicato que pertenece, porque si no te descuentan el día o te pueden echar. Si eso no es miedo, ¿qué es?”.
La pregunta, lector y lectora, la responde usted.
La memoria
Francisco Godoy, de Cooperativa Suárez, imprenta en Liniers: “La falta de trabajo en el mercado nos bajó la producción un 50 por ciento. Eso, sumado a las tarifas, hace que los retiros estén peligrando. Somos nueve trabajadores. Y los números implican un 500 por ciento de aumento”.
¿Cuánto? “En agua, pasamos de 800 pesos a 3200. El gas todavía no vino. Y de luz, pasamos de 800 pesos a 35 mil”. Es decir, en cuanto a la luz, de pagar casi 100 pesos por trabajador, la cooperativa paga ahora 4 mil pesos por cada obrero. “No tienen conocimientos de cómo sobrevivimos, de qué manera estamos trabajando para el país. No estamos acá porque nos gusta sino por algo que nos está impactando, y porque vemos que si no se frena, se dispara. Tengo 55 años y ya viví todo este proceso. Lo hemos charlado en la cooperativa previo al 10 de diciembre, pero no todos pensamos igual. Lo único que pido es que tengamos un poquito de memoria”.
El noticiero
Luego de la reunión en el Ministerio de Energía, la marcha siguió hasta el Ministerio de Trabajo, donde se pidió una ampliación de la Línea 1 de Trabajo Autogestionado (uno de los programas institucionales para las recuperadas) a todas las cooperativas y fijar el monto en más de $3000. Por las calles sigue caminando Ángel Paggi, de La Nueva Unión: “Somos una cooperativa de encuadernación, y todo se afectó también con la importación de libros: nuestra producción cayó en un 50 por ciento. Es un conjunto de cosas que no sé en qué va a terminar, porque el tarifazo se suma a la caída del empleo, del trabajo. Es una situación muy grave. El punto de equilibrio de la cooperativa está hoy en 150 mil pesos. Con este tarifazo calculo que va a llegar a 400, pero la facturación más alta fue en abril: 465 mil pesos. El año pasado, a está altura, estábamos facturando casi 600 mil, sin haber aumentado los precios. Lo que veo es que, a fin de mes, no sé si vamos a seguir cobrando”.
¿Cómo le explicaría al ministro Aranguren lo que es una cooperativa? La respuesta de Poggi se convierte en un noticiero del país:
- “No nos escucharía porque no le interesa. La cooperativa es una forma de mantener las fuentes laborales, una forma de resistencia al sistema, que te va dejando afuera de la cadena productiva y son métodos que va encontrando la clase trabajadora para resistir el capitalismo. Pero bueno, ya sabemos que a Macri no las quiere las cooperativas. Nos vetó dos veces la misma ley de expropiación. Nos dejó desamparados, seguimos estando dentro de la quiebra, pero el juez no nos puede sacar porque legalmente existe la ley de quiebras. Acá lo que queremos es trabajar”.
- “El ministro Aranguren, CEO de la Shell, está comprando el gas importado de Chile tres veces más caro que el de Bolivia porque lo está trasladando la compañía donde es accionista. O sea, la Argentina manejada como empresa. Y nosotros los trabajadores somos un número. Son ellos y nada más. Nadie pide que hagan la revolución, pero déjennos vivir”.
- “Esto del sinceramiento es mentira, es un brutal traspaso de recursos del pueblo a los sectores más concentrados. En diciembre Macri sacó las retenciones al campo, la minería, los autos de alta gama sin ningún tipo de ley ni nada. Y cuando el Congreso sanciona la ley antidespidos, la veta. Fíjate que no iba a despedir a nadie y ya tenemos mas de 15 mil compañeros desocupados en 17 dias después del veto. Tremendo”.
- “No tienen idea lo que es ser trabajador, estar desesperado, no te alcanza la guita, te aumenta la carne, los supermercados. Es la revancha. Ya lo hemos escuchado a Gonzalez Fraga decir que nos vendieron 12 años de mentira porque es imposible vivir así. Ni hablar que nos aliamos a la Alianza del Pacífico: eso es volver al año 1900, un país agroexportador, donde el campo exporte y todo lo industria nacional va a desaparecer porque se la van a dar todos a los yanquis”.
La pregunta, luego, es cómo se sale de esto.
La respuesta, esta vez, no se ve en los noticieros.
“Con la gente en la calle, movilizándonos, porque estos no tienen corazón”.
Fotos: Nacho Yuchark/lavaca
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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