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Andalgalá: la gente vs. el Estado Minero

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Por primera vez desde que inició su explotación, la actividad de la mina Alumbrera pudo ser detenida por la acción coordinada de cuatro asambleas ambientalistas. Por primera vez, además, lograron impedir el inicio de otra explotación minera irregular, la de Agua Rica. Pero por primera vez, también, las corporaciones mineras mostraron las uñas y presionaron para que cuerpos especiales de policía primero y proveedores locales, después, usaran la violencia para restablecer la actividad minera en la provincia de Catamarca.
Andalgalá: la gente vs. el Estado Minero
La brutal represión en Tinogasta no lo logró: los vecinos volvieron a la ruta para impedir el paso de los camiones que llevaban materiales para los emprendimientos. En Belén y en Santa María, también. En Andalgalá intentaron entonces otra táctica: armaron una patota que tomó el control del acceso a la ciudad e impidió el ingreso de asambleístas, periodistas y delegaciones de derechos humanos. Así, Andalgalá quedó desde ayer a la madrugada bajo el control de una fuerza parapolicial, con la complicidad de las autoridades locales, que se encargó de revisar autos, palpar a los vecinos, revisar sus pertenencias e impedir el ingreso, entre otros, a los delegados del Serpaj con el siguiente argumento: “Estos son de Pérez Esquivel, que financia a los antimineros”. Luego de obligarlos a abandonar la ciudad, los persiguieron durante casi 50 kilómetros para vigilar su retirada.
El Estado Minero
“Acá no hay Estado de Derecho: hay Estado Minero”, sintetiza la asambleísta de El Algarrobo en diálogo telefónico con lavaca. No fue fácil concretar la comunicación. “Es que nos interfieren los teléfonos así como las transmisiones de nuestra radio comunitaria”, explica la asambleísta. Sin embargo, la radio sigue transmitiendo gracias a la cadena de radios comunitarias que reproducen sus contenidos y la alojan en sus páginas web. En esos detalles, se notan los avances de la organización asamblearia, que fue tejiendo sus redes en base a solidaridades y batallas territoriales similares. Esto es exactamente lo que también quedó a la vista estos días cuando el juez de minas, Raúl Guillermo Cerda autorizó que la multinacional Yamana Gold (que también participa en el consorcio que explota la Alumbrera) realice tareas menores en el proyecto Agua Rica, aún cuando les recordó que por resolución de la justicia “antes de los inicios de los trabajos, deberá contar con la declaración de impacto ambiental, para que luego la Secretaría de Minería haga un seguimiento y control de los trabajos que se vayan efectuando». Yamana interpretó como le convenía esta resolución e intentó avanzar con la instalación, pero los vecinos de Belén detectaron el paso de camiones cargando “unos caños enormes y tanques con líquidos que vaya a saber qué tenían”. Fue entonces cuando decidieron hacer las dos cosas que ya aprendieron que hay que hacer en esos casos para que las mineras acaten la letra de la ley: controlar la ruta y avisar a las otras asambleas. Así se sumaron las de Andalgalá, Santa María y Tunagasta. No se dedicaron a cortar la ruta, sino a impedir el paso de los camiones mineros.
Andalgalá: la gente vs. el Estado Minero
La verdad es la realidad
Las cuatro localidades tienen en común algo más que la organización asamblearia: sufren desde hace 16 años el impacto de Alumbrera. No hay discurso mediático, campaña de marketing ni propaganda oficial o corporativa que pueda competir con esa realidad. “El modelo minero se basa en la explotación y destrucción del suelo y del agua. Y estamos entregando ese suelo y esa agua, sin siquiera debatir sobre las consecuencias, a corporaciones que violan la ley en todas sus formas, corrompen políticos y crean violencia social. Donde hay una minera, hay conflicto social. Eso está claro para nosotros, pero también está claro en un informe que hizo el Observatorio de la Actividad Minera en Chile, por ejemplo. Forma parte de su modo de instalarse”, señala la asambleísta de El Algarrobo.
Las patotas
La asambleísta describe la tensa situación que viven en estas horas en Andalgalá. “Los subcontratistas locales de las mineras, medianos comerciantes que agarran algunas migas, organizaron un grupo para tomar el control de la ruta y, así, de la ciudad. Son 40 ó 50 personas, que están ahí con la promesa de algún trabajo o alguna prebenda. Muy cebados por eso, en una ciudad donde lo único que ha traído la actividad minera es más pobreza y por eso cualquier salida desesperada puede avanzar”. La asambleísta aclara: “Nosotros no vamos a enfrentarnos contra los vecinos, por más que estén haciendo esto. Nuestra pelea no es con ellos, sino contra las corporaciones que provocan estas situaciones.” Pero la tensión crece al ritmo que fracasa la escala de esas empresas. “Hoy ningún asambleísta puede decir que no corre peligro porque se palpa un clima de incitación a la violencia con la anuencia de las autoridades nacionales y provinciales”. También señala que el propósito de la asamblea es claro: que se cumpla la ley. “Estas empresas violan todas las normas, resoluciones judiciales, leyes nacionales y tratados internacionales. Ya tienen sentencias que así lo dictaminan, pero la única forma de pararlas y que las acaten es con nosotros en la ruta. No  hay autoridad local ni nacional que hoy esté dispuesta a hacerlas cumplir la ley.”
El proyecto Agua Rica es un claro ejemplo. No tiene autorización para funcionar y no ha completado los pasos requeridos por la Ley de Minería para obtenerlo. El informe de impacto ambiental, la llamada licencia social y otros requisitos básicos para poder aspirar a la explotación no fueron aun presentados. El propio intendente de Andalgalá, Alejandro Páez, se presentó ante la justicia para impedir que comiencen los trabajos en Agua Rica y este sábado dio una conferencia de prensa donde dejó en claro su posición. “No estoy a favor del emprendimiento Agua Rica y no voy a cambiar mi discurso de un día para otro. Llegué con esta propuesta de salvaguardar los recursos naturales para mi pueblo», señaló. También mencionó que mantuvo una reunión con la gobernadora, Lucía Corpacci, quien le confirmó que se iba a hacer el estudio de impacto ambiental antes de autorizar las obras. Esa misma madrugada, las patotas tomaron el control de la ciudad.
 
El 15, día clave
La escalada en Andalgalá tiene una fecha clave: el próximo miércoles 15 de febrero se cumplen 2 años de la represión con que se intentó desalojar la asamblea de El Algarrobo. Para ese día se está organizando un festival en la plaza, además de la caminata mensual, que el mes pasado reunió a más de 2.000 personas. Para éste, se esperaba aún más, lo cual da idea de cuánto ha crecido el apoyo a los asambleísta en una ciudad pequeña y con permanente caza de brujas para desalentar la participación en este tipo de actos. Los integrantes de El Algarrobo no piensan desistir y se preparan para comenzar a las 22, con el acto y un recital. Como siempre, y como hasta ahora, esperan que los acompañen y saben que son más.
 

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
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