Nota
Jáchal: democracia, pero que la gente no vote
Tres concejales del FpV votados por el pueblo votaron en contra de que el pueblo vote si quiere o rechaza la megaminería a cielo abierto. Ese trabalenguas podría ser un resumen de lo que pasó en el Concejo Deliberante de Jáchal este último jueves, agravado por otra desgracia de esta democracia: las promesas electorales.
Tres concejales del FpV votados por el pueblo votaron en contra de que el pueblo vote si quiere o rechaza la megaminería a cielo abierto. Ese trabalenguas podría ser un resumen de lo que pasó en el Concejo Deliberante de Jáchal este último jueves, agravado por otra desgracia de esta democracia: las promesas electorales. “Estos concejales que ahora se abstuvieron de votar habían prometido en sus campañas que iban a acompañar la consulta” cuentan los vecinos. La ordenanza consiguió tres de los cuatro votos necesarios –sobre un total de seis- y así quedó trunca la posibilidad de que los jachalenses expresaran su apoyo o su rechazo a los emprendimientos megamineros en la zona, tras el derrame de más de un millón de litros de cianuro en septiembre de 2015 por parte de Barrick Gold.

Jáchal. Foto: Nacho Yuchark/lavaca
En Esquel esa herramienta terminó en un rotundo 82% por el No a la mina, y hasta hoy los vecinos lograron detener los proyectos en la zona. El plebiscito de Jáchal no era vinculante (en caso de salir el “no”, el Ejecutivo no tenía la obligación de cancelar los proyectos mineros), pero serviría como una forma de medir la licencia social de la megaminería a más de 10 años de la apertura de la mina Veladero. La iniciativa había permeado en el Concejo Deliberante gracias al concejal Ricardo Morales, que antes de obtener el cargo fue un vecino activo de la Asamblea tras el derrame, y fue apoyada por José Codorniu y Enrique Aballay. Los concejales Javier Llano, Ema Castro y Fernando Díaz, los tres, del Frente para la Victoria se abstuvieron de votar la iniciativa.
Un detalle: según el abogado de la Asamblea, Diego Seguí, los concejales de FpV se abstuvieron de votar sin pedir permiso al cuerpo, tal como lo exige el artículo 106 del Reglamento Interno. Es decir, su voto sería inválido. “Vamos a pedir que se rehaga la votación”, cuenta Saúl Ceballos. “Y que voten por sí o por no, que no haya abstenciones”, reclama para dejar las posiciones en claro. “Y si no, les pediremos la renuncia”.
El pueblo contra el pueblo
El jueves el Concejo Deliberante local amaneció rodeado de policías y con una visita inesperada: cerca de 200 trabajadores mineros se concentraron en una de las calles laterales. “Es lamentable ver cómo el poder enfrenta al pueblo”, posteaba Florencia – integrante de la Asamblea- en las redes con la foto de las intimidantes camperas naranajas. “El lobby político movilizó a los empleados de la Barrick para ejercer presión contra los concejales y contra nosotros”, analiza Ceballos, otro vecino. “Hay que aclarar que no tenemos nada contra ellos, al contrario: son los primeros que padecen enfermedades por contaminación”.
La Asamblea Jáchal asegura que la mayoría de esos empleados no son jachallenses y calculan que apenas 30 de los 3.500 empleados que tiene Barrick Gold viven en la ciudad. “De todos modos no queremos que se queden sin trabajo sino al contrario: que tengan mejores trabajos que el de Barrick, que es temporario y precarizado. Hay que dar la discusión de cómo generar empleo en San Juan sin depender de la mina”.
En la Mu 93, los jachalleros contaron cómo se generó la dependencia laboral de la mina, relegando las principales actividades económicas: la agricultura y el turismo. “Fueron las dos industrias más golpeadas por el cambio en el agua, que ahora tiene otras sustancias. Ni hablar después del derrame: los hoteles se vaciaron”.
Para evitar cruces con los empleados mineros, la Asamblea decidió esperar el resultado de la votación en el acampe que mantienen desde hace siete meses frente a la Municipalidad. Cuando la radio dijo que la consulta no había sido aprobada, los vecinos hicieron su interpretación: “Les han bajado la línea de que no voten a este proyecto. ¿Quién? El gobernador Sergio Uñac, y el ex gobernador, hoy diputado José Luis Gioja. Los concejales habían dicho que estaban a favor de la consulta popular, y ahora votaron en contra”.
Los vecinos decidieron no quedarse quietos, y en pocas horas juntaron 50 vehículos para hacer una caravana a favor de la consulta, en contra de la megaminería y denunciando a los concejales veletas. “Que sepan que nosotros estamos acá y que el no haber permitido que la población se exprese es una medida autoritaria”, dice Saúl. “Nosotros no queríamos ni estábamos solicitando que ellos hagan una ordenanza donde se prohíba la megaminería, sino pidiendo que nos dejen decir lo que pensamos”.
Consultas
El derrame de cianuro de 2015 fue la confirmación del peor pronóstico que un grupo de vecinos de Jáchal vaticinó en 2004, cuando la mina se preparaba para instalarse. El orden de las cosas indica que “nos tendrían que haber preguntado hace 15 años si queríamos o no el proyecto minero. No lo hicieron, y ni siquiera cumplieron con las audiencias públicas previstas por la Ley”.
Con el tiempo, las promesas de trabajo y progreso para el pueblo la empresa y el gobierno lograron aplacar las denuncias, y la mina Veladero se instaló a todo trapo. Más de diez años y un millón de litros de cianuro después los jachallenses ya pueden decidir con experiencia e información, y no con espejitos de colores: “Nosotros consideramos que es un momento adecuado para que esa consulta directamente haga que el pueblo decida sobre su futuro”, resume Ceballos.
Las denuncias por la contaminación de Barrick se colaron en plena campaña electoral, y obligaron a los concejales a tomar nota del reclamo. “Todos prometieron que iban a acompañar al pueblo, pero ahora que tuvieron en sus manos la oportunidad, la rechazaron”. ¿Qué pretextos dieron? “Que Jáchal no podía decidir por el resto de la provincia, que no estaba claro cuál era la cuenca del Río Jáchal, que la megaminería era un concepto oscuro”, enumera Ceballos las respuestas que recibieron ante el pedido de explicaciones. Y resume: “Hemos elegido personas que no están a la altura de las circunstancias. Con funcionarios de esa calaña nosotros no estamos seguros de que nos quieran proteger, sino al contrario”.
Los tres concejales que se abstuvieron de apoyar la iniciativa, y así la frenaron, votaron en bloque. Según los jachallenses, los días previos habían circulado sugestivas declaraciones del ex gobernador Gioja y el actual, Uñac, del mismo bloque, quienes consideraron que la consulta “generaba divisiones y enfrentamientos” y que “era un avasallamiento a la ciudadanía”.
Sin embargo el propio Gioja promovió en 2011 una consulta popular que le terminó permitiendo su re-relección: “Ellos quieren escuchar a la gente cuando la gente dice lo que ellos quieren”, analiza Ceballos. “Cuando fue la consulta popular para que Gioja se presentara por tercera vez como candidato ahí sí se escuchaba. Pero ahora, como aparentemente no les conviene, en este caso el pueblo no debe ser escuchado”.
La Asamblea cuenta que el gobierno realizó “al menos, 4 encuestas” para evaluar la conveniencia de apoyar o rechazar el plebiscito. “Evidentemente no les tienen que haber dados los números”.
¿Hubiera ganado el No a la mina? “Es lo que queremos saber. Nosotros no tenemos recursos económicos, escasos recursos humanos y no tenemos el tiempo suficiente para hacer encuestas propias. Solamente creemos que la consulta popular es un medio adecuado para que el pueblo de Jáchal decida sobre su futuro”.
En una entrevista con la radio comunitaria La Lechuza el concejal que promovió la ordenanza interpretó que “no quisieron aprobar la consulta porque perdían”.

Jáchal. Foto: Nacho Yuchark/lavaca
Contexto
No es la primera mala que reciben los jachalenses en lo que va del año. “La quita de retenciones va en el mismo sentido: apoya a las mineras, perjudica al pueblo”, dice Saúl Ceballos. “Nosotros hubiésemos querido que las autoridades nacionales hubiesen venido primero a ver cómo estaba el pueblo de Jáchal y después tomar medidas, pero no. En ese sentido vamos a seguir luchando con todo en contra”.
La ola pro minera parece continuar con la instalación de nuevos proyectos en la zona: Ceballos cuenta que la Asamblea tiene información de, al menos, otros diez proyectos megamineros que están en curso en la cuenca del Río Jáchal. Muchos en proceso de exploración, uno de ellos ya con un campamento instalado: proyecto El Carmen.
Por otra parte, la semana pasada la oficina local de la ONU presentó sus resultados de un informe realizado a partir del desastre ambiental producido por Barrick. En su conclusión se sintetiza: “En términos generales, pueden advertirse impactos asociados al incidente ambiental en las Zonas 0 y 1 (es decir, las más cercanas al punto de descarga), mientras que en las restantes zonas, sobre la base de las determinaciones analíticas en muestras de agua y sedimentos y los estudios limnológicos, no se han constatado evidencias de anomalías asociadas al incidente ambiental”.
En febrero, una investigación de la Policía Federal había revelado lo contrario: cinco ríos de Jáchal contienen cianuro, dos de ellos con niveles que afectan la vida acuática.
La Asamblea lee con pinzas el informe de la UNOPS, y acota:
- “Los laboratorios con los que ellos investigaron trabajan para la compañía Barrick Gold: no van a perder esa entrada por una contratación de UNOPS”.
- “El informe tiene un problema fundamental: toman como líneas de base un estudio de la empresa del 2013. La línea de base tiene que ser estudios hidrólogicos de antes de cuando se instaló la mina”.
- “Ellos establecen la hipótesis de que no hubo contaminación en zona 3 y zona 4, pero sí en la 0. En esa hipótesis quisiéramos saber cómo se pude hacer saber cuándo y donde esa contaminación va a llegar a los pueblos que vivimos más abajo”.
Los informes que avala la Asamblea, por su profundidad y seriedad, son el de la Policía Federal y el realizado por profesoinales de la Universidad de Cuyo. Por su parte, durante mayo realizaron un estudio con un perito propio, el hidrogeólogo Robert Moran, experto en minería. La Asamblea espera poder presentarlos la semana que viene.
Fotos: Ignacio Yuchark/lavaca
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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