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El Bordo: Con los pies en la vereda
Quisieron llenar un Obras sólo con el boca a boca y lo lograron. Ahora, están pegando otro salto en ese mundo que, consideran, cumple hoy una nueva función.
L uego de llenar el Estadio Obras sin siquiera comprar un aviso en los diarios y negándose a conceder entrevistas, incluso diciendo que no a una oferta que les prometía ser tapa de un suplemento, Miguel Soifer y Ale Kurz, dos integrantes de El Bordo, explican por qué: “La idea para promocionar Obras era hacer comunicación directa, entre el público y la banda”, cuenta Ale. Y así fue: volantearon, avisaron a sus conocidos para desencadenar el boca a boca, pusieron un mensaje en la página web y el 7 de octubre salieron a tocar en el que para ellos fue el recital más emotivo que dieron hasta ahora.
Lo que hicieron, de alguna manera, quebró la lógica de hacer promoción antes de una fecha. ¿Cómo se les ocurrió esta idea?
Ale: No queríamos nada en el medio y los medios de comunicación son justamente un “medio” entre nosotros y el público. No es que nos hagamos las estrellitas de rock ni que estemos en contra de la publicidad -de hecho para nuestras nuevas fechas sí vamos a hacerla- pero simplemente elegimos que para este Obras queríamos hacer las cosas de otra manera.
Empezaron hace ocho años, cuando todavía estaban en la escuela secundaria. ¿Cómo viven ahora el crecimiento?
Miguel: Arrancamos por amor a lo que hacemos. Después, se fue sumando un montón de gente: iluminadores, asistentes, sonidista. Somos un bloque y trabajamos juntos.
Ale: Para nosotros El Bordo es una cosmovisión, es la lupa con la cual miramos al mundo y las canciones hablan de eso. Todos los que trabajamos tenemos esa misma visión, los mismos ideales, es medio difícil que choquemos en la organización. Pero siempre, más allá del nihilismo o del idealismo que tengamos, nos gusta hacer las cosas con seriedad, con responsabilidad, buscando profesionalizarnos.
¿Qué significa “profesionalizarse”?
Miguel: Profesionalizarse es mejorar la relación con el público. Nosotros estamos eternamente agradecidos con la gente que se toma el trabajo de ir no sé cuánto tiempo antes a sacar la entrada y después toman un colectivo, un tren y otro colectivo para ir a verte. Creo que tenemos que hacer el mayor esfuerzo para darles lo mejor. Además, lo de profesionalizarnos tiene que ver con que si bien somos todos amigos y no hacemos diferencia entre músico y plomo, eso no quiere decir que no nos sintamos responsables de su trabajo, porque todo se hace con compromiso, tiempo, laburo. La idea futura es darle a todo el equipo un ingreso fijo más allá de que haya show o no. Por ahora, dependemos de los espectáculos.
Cuando ven a alguien con el nombre de la banda en la mochila o la remera, ¿se la creen?
Miguel: Lo que nos mantiene los pies sobre la tierra es la forma en que elegimos hacer las cosas. Preferimos hacer crecer el logo de la banda y no que aparezca nuestra foto en todos lados. El camino se lo arma uno.
Ale: Para mí, la forma de permanecer en la tierra es sorprendiéndote cuando ves al chico con la remera de la banda, o sorprendiéndote cada vez que alguien te saluda y te cuenta que le gusta lo que hacés. Cuando perdés la capacidad de sorpresa ahí se te puede llegar a complicar. Pero si agradecés cada vez que te aparecen estas señales de que estás haciendo las cosas bien, podés disfrutarlo tranquilamente, sin que se te suba nada a ningún lado.
Rockear la política
Ale, reflexivo, cree que el protagonismo que tomó el público del rock actual en general (se organizan para viajar, hacen banderas, sitios web, etc.) tiene que ver con lo que él define como “la función social que tienen las bandas hoy en día”. Explica que ante la desprotección que ofrece el Estado, aparecen como opción de contención los espacios que se generan en torno a una banda. “Antes quizá los chicos se juntaban a militar y ése era el lugar donde participabas y ponías tus ideas, ideales y convicciones. Hoy en día las bandas representan mucho a los chicos y a veces te ponen en un lugar de referente que es pesado también. Pero los chicos, a partir de las canciones de la banda, forman un montón de cosas que nosotros nunca soñamos y que disfrutamos mucho. Creo que nuestro público sabe bien cómo pensamos y por eso viene. Sabe que nosotros no pensamos en ellos como tickets cortados sino como personas con cabezas y con intereses.”
Miguel, baterista, sobrevivía tocando diferentes instrumentos de percusión en eventos, sobre todo, cumpleaños de 15 en donde a veces, para su inquietud, pasaban temas de El Bordo. Ale, que compone las canciones y además interpreta la guitarra y voz de la banda, estudió un tiempo la carrera de Comunicación en la uba y hasta hace pocos días fue repartidor de cajas para una empresa.
¿Cuándo se animaron a largar esos trabajos para apostar al proyecto de la banda?
Ale: Estamos justo en esa transición.
Miguel: Primero queríamos que al recital viniera alguien que no fuese amigo ni familiar. Después queríamos que a esos que venían les gustara lo que hacemos. Recién ahora, nuestro deseo es sobrevivir de esto. La pregunta es ¿cuándo dejás el trabajo formal para quedarte sólo con la banda? La respuesta llega cuando la ganancia empieza a reemplazar lo que tenías por otro lado. Y ahí estamos, arañando con lo justo. Me acuerdo de una anécdota: La Renga estaba por hacer su primer Obras y el Tanque, que es el baterista, seguía manejando un taxi. Recién después de ese recital dijo: “Bue, ya está”.
El poder de hacer
La cita a La Renga no es azar. Muchas de las decisiones que toman tienen que ver con la influencia de esa banda que lidera Chizzo Nápoli. Y las que quisieran tomar, también: “Cuando vos ponés un mensaje en tu página de internet y a los tres días juntaste tres toneladas de alimentos tenés un poder, no en el sentido de poder sobre los demás sino de poder hacer algo bueno”, explican.
Cuidados
Cuatro veces por semana durante cuatro o cinco horas, se juntan en la sala de ensayo que alquilan en el barrio de Almagro. Pero ese espacio también es para charlar, escuchar música o compartir alguna lectura. Ale es el que se encarga de hacer circular los libros: “En algún momento me copé mucho con Castaneda, Rilke, Huxley, Nietzsche. Acabo de leer los diarios de Kurt Cobain, El Principito. Entre los chicos compartimos la lectura de La Naranja Mecánica… Leer te abre un montón la cabeza”, cuenta Ale y se queda pensando. Miguel interviene: “Cuando dejaste la carrera, decías que era mejor comunicar desde arriba de un escenario.” Responde Ale: “Y sí, el mejor medio de comunicación para nosotros es ése”.
¿Qué piensan de la idea de que el rock actual perdió calidad poética, según señalan algunos veteranos?
Ale: Creo que eso es ser conservador y no permitir que un género crezca. Además, si solo me decís que el rock murió porque vos ya no sacás discos buenos hace diez años, bueno…
Miguel: Hablar de eso es negar lo que está pasando. Ahora el problema que tiene el rock es otro: las bandas más chicas, que llevan 100 ó 200 personas, no tienen lugar para tocar y si esto no cambia va a desaparecer toda una movida.
Por un lado nadie quiere un nuevo Cromañón y por el otro, se ve con tristeza el cierre de todos los espacios para bandas chicas. ¿Cómo ven este tema desde adentro?
Miguel: ¿Sabés lo que te da más bronca? Que dicen que esto de los cierres es para tratar de hacer las cosas bien y eliminar la corrupción… ¡Ni en pedo! Pasa lo mismo que antes, sólo que los lugares que cierran son los que no quieren tranzar. Es simple. No tiene más vuelta.
Ale: Desde Cromañón no dejan entran banderas a los recitales. Pero nosotros queríamos que en Obras hubiera banderas. Entonces preguntamos ¿cómo se hace correctamente? Juntamos 90 banderas que mandó la gente. Hicimos el trámite para ignifugarlas, a través de un organismo oficial. Eso era lo que nos pedían. El día del show vinieron los bomberos a colgar las banderas y comprobar si se prendían o no. Probaron una bandera y encendió. La siguiente no encendió. La tercera, sí. Resulta que las habían ignifugado mal. Terminaron por pedir que sacáramos todas. Estábamos a las puteadas, pero nos calmamos y pensamos: bueno, vamos a tratar de leerlo como que nos están cuidando. Al día siguiente jugó River-Boca y la cancha llena de banderas, bengalas, la gente colgada de los paravalanchas. Ahí dijimos: no nos están cuidando un carajo. Me parece, entonces, que todo este control no tiene que ver con el cuidado sino con reprimir al movimiento del rock.
Miguel: Fue Cromañón y fue terrible, pero mañana puede ser el tren Once-Morón a las seis de la tarde o el subte en cualquier momento o un chabón que no revisa el líquido de frenos…
La pregunta entonces es: ¿cómo cuidarse cuando nadie te cuida?
Miguel: Es entre nosotros.
Ale: Ni siquiera tenés que buscar en otro lugar
Miguel: ¿Vas a pedirle que te cuide el policía al que coimearon?
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