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Una experiencia de la periferia rosarina: los foros de convivencia

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Los Foros de Convivencia nacieron en dos barrios marginales de Rosario. Se trata de un ámbito para resolver problemas, identificar causas, promover soluciones y evitar castigos ejemplificadores. Los vecinos que lo integran fueron capacitados y orientados a través de un programa que realizan, en forma conjunta, la Universidad de Rosario y de Toronto. Ahora la experiencia, que ya cumple dos años, se traslada a otros barrios.

En la Argentina existe un sistema de justicia donde se resuelven los conflictos sin la necesidad de castigos ejemplificadores. Puede parecer utópico, pero no lo es. Se aplica desde hace dos años en la Villa Banana y el asentamiento Ludueña, dos barrios marginales de Rosario. Y ahora quiere replicarse la experiencia en lugares similares de Santa Fe, Neuquén y Buenos Aires.

El Proyecto Comunidades Justas y Seguras -que los vecinos involucrados decidieron rebautizar como Foros de Convivencia- nació por iniciativa del Centro de Estudios e Investigación de Derechos Humanos de la Universidad Nacional del Rosario y el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Toronto, Canadá. Desde ese frío país se importó una experiencia que el sociólogo Clifford Shearing había desarrollado en barrios carenciados de su país y de Sudáfrica. El objetivo de este modelo es resolver conflictos particulares y generales de una comunidad a través de los saberes y capacidades que poseen sus habitantes. Y por resolución del conflicto se entiende eliminar las causas que lo originaron y evitar que la situación se repita en el futuro.

«La idea consiste en trabajar en los conflictos internos pequeños, porque cuando no se los atiende desembocan en problemas serios. Lo que fuimos advirtiendo es que mientras la gente solucionaba estos conflictos, advierte otros de fondo, generales, que son los verdaderos causantes de los malestares», señala Shearing.

¿Cómo funciona este sistema? La universidad entrenó a un grupo de vecinos voluntarios, llamados facilitadores, para que intervenga en el caso de que se produzca un conflicto. Cuando hay una disputa, entrevistan a cada una de las partes involucradas. «Las preguntas -precisa Enrique Font, coordinador del proyecto en la Argentina- apunta a identificar qué ocasiona el problema e identificar a otras personas de la comunidad que pueden ser convocadas para resolverlo». La segunda etapa es la reunión de resolución, donde convergen las partes involucradas, los facilitadores y los vecinos que fueron mencionados por las partes. Allí cada uno por separado vuelve a exponer su posición y propone alguna solución. «Después discuten entre todos para encontrar cuál es la verdadera causa del problema, que muchas veces no es el hecho que ocasiona el conflicto. Se debate hasta que se llega a una respuesta que evite que se vuelva a suscitar el conflicto», explica Font.

A esta altura un ejemplo tal vez sea clarificador. En Ludueña, un vecino, molesto porque jugaban al fútbol en la puerta de su casa, comenzó a correr con una escopeta a un grupo de chicos. El Foro de convivencia concluyó que el problema no era que los chicos hacían ruidos molestos, sino que en el barrio no había suficientes espacios de recreación para los niños y movilizó a la comunidad para obtenerlos. Se buscaron nuevos espacios, se convocó al herrero para que haga unos arcos y se terminó formando un equipo de fútbol para que compita contra otros asentamientos. «Se definieron cuáles eran las causas reales del conflicto y se trazó un plan de acción y quién lo iba a llevar adelante», explica Font y agrega: «Se evitó que el hombre disparara y se resolvió un problema de espacios que tenía toda la comunidad, no sólo los afectados. ¿Cómo se hubiera resuelto en la justicia tradicional? Se hubiera esperado que se produzca un acto de violencia. Entonces, la policí, elegiría a un culpable y el problema de la comunidad no se hubiera solucionado».

Para formar parte del grupo de facilitadores, los vecinos deben comprometerse con una serie de pautas que dan cuenta del espíritu del proyecto:

1) El trabajo es en equipo.

2) El rol asignado no es juzgar ni castigar, sino resolver conflictos.

3) El comportamiento debe ser imparcial.

4) La información adquirida en el Foro no debe convertirse en chisme.

«Este sistema -describe Shearring- tiene una solución para cada conflicto, a diferencia del sistema penal tradicional que tiene una única respuesta para todos los conflictos. Además, aquí el problema aparece como una oportunidad para llevar adelante una construcción comunitaria».

Los facilitadores no pueden ejercer ningún tipo de fuerza ni coerción para obligar a los vecinos a participar de este sistema de resolución de conflicto, sin embargo, cada vez son más los habitantes de Villa Banana y Ludueña en hacerlo. «La gente participa porque el sistema responde a problemas en los que nadie interviene y porque se respeta la opinión de los involucrados -argumenta Font-. Al principio, en muchos casos, cuando los facilitadores invitaban a las partes en conflicto, preguntaban: ‘¿No nos van a denunciar a la policía?»

Pero no son sólo pequeños conflictos los que resuelven los Foros. En villa Banana, por ejemplo, los vecinos enfrentaron un serio problema que padecían los jóvenes: las detenciones arbitrarias y la violencia física que ejercía la policía. El Foro realizó un trabajo exhaustivo de relevamiento para saber dónde, cuándo, cómo y qué policías atentaban contra los derechos de los adolescentes. Y después buscó soluciones: «Se les aconsejó qué esquinas evitar y se formó un grupo de madres que en el momento en que se producía una detención se instalaban en la comisaría hasta que largaran a los chicos. Estas madres también se capacitaron, se conectaron con organismos de Derechos Humanos y todo eso generó una presión para que la comisaría cambiara de actitud. Hubo un punto de inflexión: cuando no aceptaron la devolución de uno de los chicos golpeado hasta que no llegara un juez y un médico, desde entonces el comisario decidió acercarse y colaborar con el Foro», relata Font.

Si bien no hay estadísticas, hasta ahora -asegura Font- el índice de resolución de conflictos es más que alentador. Las principales dificultades del programa aparecen cuando debe intervenir algún estamento del estado en la resolución del conflicto, por ejemplo, para realizar alguna obra de infraestructura. La burocracia y la falta de recursos muchas veces hace que las soluciones se demoren.

«Este sistema -señala Shearin- cambia el concepto tradicional de justicia. En el sistema penal, cuando una persona ocasionó un sufrimiento se hace justicia ocasionando un nuevo sufrimiento. En la lógica del sistema penal sólo hay una resolución justa: cuando hay alguien castigado. En este modelo las cosas se arreglan sin que nadie sufra, minimizando las condiciones para que esto vuelva a ocurrir».

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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