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PepsiCo: despidos y ocupación en defensa de los puestos de trabajo

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Las trabajadoras y los trabajadores de la multinacional PepsiCo ingresaron a la planta en Florida a casi una semana de la notificación del cierre de sus puertas que dejó a 600 familias en la calle. Son obreras y obreros con más de 20 años de antigüedad que se enteraron de los despidos con un cartel pegado en la puerta. Sostienen que la fábrica es rentable y denuncian que el plan de relocalizarla en Mar del Plata responde a recuperar el margen de ganancias. Y dejan en claro: “Queremos trabajar”. 
Natalia Ferreira estaba en Bariloche cuando le sonó el celular. “Me había reservado la semana, eran mis vacaciones”, dice a lavaca, una semana después, en Vicente López. Es una de las 600 personas despedidas por la multinacional PepsiCo que este lunes ingresaron a la planta de Florida para resguardar sus maquinarias y en defensa de sus fuentes de trabajo. “Me llamaron a las 11 de la noche. Me decían que tenía que presentarme en una dirección para un arreglo”. Horas más tarde, a 1600 kilómetros, sus compañeras y compañeros le confirmaron lo que estaba pasando, resumido en una hoja A4 en horizontal que encontraron pegada en la puerta de la empresa.
Decía:
“Con motivo del cese de operaciones de Planta Florida y la relocalización de su producción en otro establecimiento, y mientras da cumplimiento a las instancias legales correspondientes ante el Ministerio de Trabajo, se comunica al personal que queda transitoriamente liberado de prestar servicios manteniendo el goce de haberes. La empresa los estará contactando para mayor información, pudiendo Uds. también comunicarse al 0800-666-7377”.
La firma: “PepsiCo Alimentos”.
Natalia, obrera hace 9 años en el sector producción, se volvió el sábado a Buenos Aires. “No nos llamó nadie de la empresa, nadie de recursos humanos, ningún gerente: nadie dio la cara. Sólo llamaditas de un call center. Y ese cartel en la puerta”. A su lado está Valeria Escobar, tres hijos, trabajadora hace 8 años, que dice: “Que sea lo que tenga que ser, pero que por lo menos hagamos algo. Ahora hay que esperar. Tenemos mucha bronca”.

PepsiCo: despidos y ocupación en defensa de los puestos de trabajo

El cartel que los trabajadores se encontraron en la puerta.

La semana negra

PepsiCo es una de las mayores corporaciones mundiales de alimentos y bebidas, con producciones en 200 países, más de 250 mil empleados y con ganancias netas en 2016 por más de 63 mil millones de dólares, según anuncia en su sitio oficial. “La empresa venía trabajando muy bien y hasta teníamos horas extras”, dice Catalina Balaguer, 20 años en la fábrica, sector logística, dos hijas, dos nietas. “Lo que sí veníamos denunciando, desde hace dos años, es que se estaban llevando producción a la empresa en Mar del Plata. Eso lo advertimos con denuncias al Ministerio de Trabajo, juntada de firmas, contando el clima de lo que pasaba. La semana anterior al cartel nos dijeron que no iban a cerrar, que eran especulaciones. Hoy estamos así”.
Los trabajadores se encontraron con el cartel el 20 de junio, Día de la Bandera, y mientras el Presidente Mauricio Macri valoraba su gestión desde el acto oficial en Rosario (“estamos haciendo lo que había que hacer, y los primeros resultados comienzan a asomar, el país ha comenzado a crecer, hemos recuperado los puestos de trabajo que habíamos perdido en el último año”), los obreros y las obreras levantaron una carpa como respuesta a los 600 despidos de PepsiCo, en una semana que no la tuvo como la única noticia laboral. Fue la semana de los más de 2000 despidos:

  • Puma: 180 despidos.
  • Lanxess: 170.
  • Talleres Rioro: 80.
  • Atucha: 600 (pueden llegar a 1000).
  • Dass: la empresa confirmó suspensiones que irán de 500 a 1960 empleados.

Por esa razón, lxs trabajadorxs de PepsiCo convocaron a una concentración a las 6:30 del lunes para realizar una manifestación en Panamericana. Ricardo Pacheco, uno de los delegados de la Comisión Interna: “No era un corte total, sino parcial, para no exponer a los compañeros. Pero nos enteramos de que la empresa iba a avanzar y a llevarse la maquinaria del establecimiento mientras nosotros estuviéramos en el corte”. Ese es el motivo -aducen- del fuerte operativo con el que la empresa amaneció rodeada. “Retrocedimos y volvimos a la planta y entramos. Por eso estamos aquí: en resguardo de las maquinarias y para preservar nuestros puestos de trabajo”.

PepsiCo: despidos y ocupación en defensa de los puestos de trabajo

Las familias de los trabajadores, hoy en la puerta de la fábrica.

“No somos delincuentes: queremos laburar”

“La planta está impecable para producir, hay materia prima, no están apagados los tableros: es una planta a la que le estuvieron haciendo mantenimientos millonarios antes del cierre”, dice Camilo Mones, otro de los delegados. “Sólo estamos preservando la fuente de trabajo, y esas condiciones se van a mantener para que si la empresa quiere, venga y se ponga a producir”.
Entre los pedidos de “fuerza”, de “lucha” y los reclamos por solidaridad, en las paredes de la fábrica dos palabras pintadas rojo se repiten: “Daer traidor”. Se refieren a Rodolfo Daer (hermano de Héctor, uno de los triunviros de la CGT), secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria Alimenticia (STIA), titular de la CGT durante el menemismo. El viernes lxs trabajadorxs realizaron un plenario en el que presentaron al sindicato un plan de lucha. También, le propusieron que el porcentaje que les descuentan como aporte solidario (2%) sea destinado a los despedidos mientras continuara el conflicto. Balaguer: “Se negó a todo, y pretendió que lo autoricemos para que pueda negociar en el Ministerio la mejor indemnización posible. Desde ya lo rechazamos porque estamos convencidos de que queremos recuperar nuestros puestos”.
Mones: “Como la empresa ya dijo que era un cierre total y definitivo, el sindicato dijo que iba a ir por las indemnizaciones, lo cual es una locura porque estamos todos en la calle. En ese sentido nos sentimos traicionados, porque convalidaron los despidos en vez de luchar. En el plenario Daer dijo que era éste el Gobierno más antiobrero de toda la historia, pero ayer estuvo comiendo con Macri. Sigue: “Hay compañeras con hijos discapacitados que dentro de un mes no saben si van a pagar el alquiler. Compañeras embarazadas. ¿Dónde vamos a trabajar? No tenemos opción. Son nuestros puestos de trabajo o, si no, la pobreza o la miseria”.
El delegado Pacheco cuenta que la empresa presentó un plan preventivo de crisis. “Por ley, debe tener 30 días, ser analizado por el Ministerio y recién ahí tomar una decisión. La empresa lo presentó el lunes pasado, el Ministerio lo elevó, lo aceptó y el martes quedamos todos en la calle. Automáticamente, el Ministerio aceptó el llamado de la empresa, que es una incoherencia y una fantasía: la empresa tiene plantas en Mar del Plata, paga millones en depósito, en logística y en gente tercerizada, y lo único que quiere es eliminar toda la antigüedad de los trabajadores”.
Mones dice, mientras tanto, que ningún funcionario del Gobierno los llamó.
-¿Cómo se ubica este conflicto en este panorama de despidos?
-Es un ataque tanto de las patronales como del Gobierno. No está claro si esto le sirve o no, porque hay elecciones, pero sí es un ataque para que la clase obrera se quede quieta, mansita, que no reclame paritarias ni ningún derecho más, incluso para se avance sobre los convenios para volver a la jubilación privada. Es una medida que quiere disciplinar a la clase trabajadora para que termine con sus reclamos, con una complicidad evidente de la CGT que se sienta a cenar con Macri. Esto es una realidad, no es discurso: vamos a quedar todos en la pobreza. Acá estamos haciendo algo normal: preservar los puestos de trabajo. No somos delincuentes ni estamos tomando por asalto nada: queremos laburar. Lo que pasa es que como muchos gremios evitan hacerlo, nosotros somos la noticia.
PepsiCo: despidos y ocupación en defensa de los puestos de trabajo

El nuevo slogan

Sonia Brizuela (sector empaques) y Gabriela Luque (producción) están sentadas sobre el cordón. “No vinimos por política ni por nada, queremos trabajar”, dice Gabriela, 39 años, 16 en la empresa. “No estamos ni de un lado ni del otro. Sólo queremos recuperar nuestros puestos de trabajo. Tengo cuatro hijos y mi marido también trabaja acá. Nos quedamos los dos en la calle. Es muy duro. Estoy por cumplir 40, pero ¿dónde voy a conseguir trabajo ahora?”.
Sonia (36 años, 8 en la empresa, un bebé de 2 años) dice:
“Fue sorpresivo. Ya veíamos todo medio raro, medio vacío, medio sombrío. Pensamos que estaba pasando algo, porque sabemos lo que es la crisis del país. No hay trabajo, las industrias están cerrando, están quebrando, no hay fábricas, no tenemos dónde buscar trabajo. ¿Sabés lo que es ganarnos el puesto después de mucho esfuerzo y perderlo de un día al otro? De indemnizaciones no se vive, a nadie le sirve el 1000 por ciento, el dinero se esfuma. Es muy angustiante: nos afectó la salud, lo emocional, la vida, nuestras familias. Todo. Y sabemos que afuera no hay nada, esto no se soluciona con ´andá y buscá otra cosa afuera´, porque no la hay. No queremos volver a la crisis del 2001, que era tres meses en un lugar, tres en otro, y que te despidan, que te echen como perros: no estamos para eso otra vez. El país se está yendo a las ruinas. Acá ya teníamos nuestros derechos ganados, nuestras vacaciones, antigüedad. Acá nadie viene a romper ni a destruir nada, nadie quiere hacer escándalo, sólo queremos recuperar nuestra fuente de trabajo. La lucha la quiero para mi hijo, no me importa el color. Ahora nos queda la esperanza de resistir esta lucha y ganar la victoria y volver a trabajar. Nos dicen que salimos adelante trabajando, pero nos sacan el sustento y nos cierran todas las fuentes. Es alarmante. No hay pesada herencia: es una crisis que se está dejando pasar y ningún poder está interviniendo”.
El delegado Pacheco suma: “No es pobreza cero: es todos a la miseria”.
Continuará.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

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Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
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Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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