Nota
Ver para creer: Entrevista a Silvia Federici
Nació en Italia, vive en Nueva York y cabalga por el mundo montada en su libro para conocer experiencias sociales que resisten al capitalismo. En Paraguay presidió el encuentro de economía feminista que debatió cómo crear otras respuestas. Su inspiradora mirada sobre los conflictos que sacuden al mundo hoy. ▶ CLAUDIA ACUÑA
Nadie comenzaría presentando a Carlos Marx o a Michael Focault, ponele, describiendo su silueta, pero todos los retratos de Silvia Federici se detienen primero en su figura menuda y sus ojos vivaces. No es que quieran así alertarnos que las intelectuales tienen cuerpo (y lo ponen para producir teoría), sino una clásica manera de meterse con lo que ese cuerpo femenino representa: un territorio social, sobre el cual todos pueden opinar. Esta técnica de disciplinamiento está tan naturalizada que señalarla es irritante. Primera lección: si algo nos enseñó la enorme Silvia Federici es a romper las pelotas.
Ella comenzó a hacerlo en los años 70 cuando escribió un ensayo para discutir con los dos pesos pesados de la izquierda intelectual: Marx y Focault, precisamente. Su debate se centró en los puntos nodales que construyeron el pensamiento de cada uno, que es lo mismo que decir que los pateó directo a las bolas.
A Focault le cuestionó el concepto mismo de biopolítica. A Marx , “la acumulación originaria”, que es la que explica, nada menos, cómo el capitalismo logró suceder al feudalismo. Es decir, de qué forma se produjo ese proceso, cómo llegó al poder y a partir de qué.
Toda la importancia actual del pensamiento de Federici ya está presente en este ensayo crucial. Y así como leer hoy a Marx resulta nostálgico, cada línea del ensayo de Federici es tremendamente actual y se convierte en lupa y brújula: señala y orienta.
Sin embargo, aquel ensayo original de Federici no produjo ni furor ni polémica. Su garantía de invisibilidad se la dio la etiqueta: era feminista.
En los 80, Federici llegó a una Nigeria que soportaba el azote de esa peste llamada “política de ajuste” y ahí vio exactamente lo que había escrito. Actualizó con esa experiencia su ensayo y el resultado es un libro inspirador: Calibán y la bruja. Traducido al castellano recién en 2010 y disponible en la web libremente, comenzó a fermentar desde los márgenes, por fuera de la academia, alimentando grupos de lecturas, debates y acciones que conspiraron hasta crear una nueva generación de feminismos, paridos por este marco teórico central. Para decirlo rápido y fácil, El Calibán y la bruja es al feminismo moderno lo que El Capital al viejo marxismo.
Ahora mismo Federici está en Asunción del Paraguay, rodeada de varias docenas de académicas latinoamericanas que componen el Grupo de Estudios de Economía Feminista. Organizaron este encuentro para intercambiar investigaciones, miradas, información y estrategias, además de abrazos. Parada en el centro para la foto de cierre, Federici sonríe. Es una sonrisa pícara, divertida, que no parece dirigida a la cámara, sino a la Historia.
Es la imagen que nos enseña algo que ya sabemos: era por abajo.
Biopolítica es el útero
¿Qué escribió Federici que hoy resulta tan claro, tan fundamental y tan inspirador?
Lo primero que hay que decir parece básico, pero ha sido hasta ahora lo que más le han negado: su ensayo es una teoría económica. Explica cómo fue posible que el capitalismo se instale como sistema de poder y a partir de qué mecanismos lo hizo: la acumulación por despojo. El punto en que se separa del concepto marxista es ahora clave: el factor que permitió esa acumulación originaria no fue el trabajo asalariado, sino la tierra. Y así el sujeto a dominar, explotar y convertir en mercancía, deja de ser el obrero y pasa a ser una eterna olvidada por las teorías políticas, desde las más reaccionarias hasta las más revolucionarias: las mujeres.
Federici lo demuestra recordando un genocidio invisibilizado: la llamada “caza de brujas”, llevada a cabo durante los siglos 16 y 17, determinantes para el proceso de ascenso del capitalismo al poder. Las cifras de la masacre: entre 2 y 5 millones de mujeres torturadas y quemadas en la hoguera europea. Un par de ejemplos basta para dimensionar esta monumental cifra: 70.000 mujeres fueron quemadas en la plaza pública alemana y 35.000 en un solo pueblo de Escocia. “La caza de brujas está relacionada con el desarrollo de una nueva división sexual del trabajo que confinó a las mujeres al trabajo reproductivo”, señala Federici.
El porqué de este genocidio: para acabar con el feudalismo, el capitalismo necesitó aumentar el mercado de trabajo, eliminando la agricultura de subsistencia y cualquier otra práctica de supervivencia autónoma. La “caza de brujas” representó el brutal proceso de disciplinamiento social que convirtió a las mujeres en un “bien común” destinado a producir lo que la sociedad requería: futuros obreros.
Así los úteros de las mujeres “se transformaron en territorio político controlado por los hombres y el Estado: la procreación fue directamente puesta al servicio de la acumulación capitalista”.
Así se demonizó cualquier forma de control de la natalidad, se separó la sexualidad de la procreación –masificando la prostitución- y se esclavizó a las mujeres, “socializando” su aporte productivo al nuevo sistema de dominación. Ese trabajo de criar y sostener la vida no fue reconocido como tal. No tuvo nunca dimensión: ni salario, ni cálculo económico.
Así, sin valor ni reconocimiento, producir y reproducir vida fue un factor central para la instalación, consolidación y expansión de un sistema de poder basado en la explotación humana.
Esto es biopolítica, le enseñó Federici a Foucault.

Federici junto a las disertantes del Congreso de Economía Feminista Emancipatoria en Asunción, Paraguay.
Foto: Nacho Yuchark
De qué lado estás
Federici nació en Italia, vive en Nueva York y cabalga por el mundo montada en su libro, que la lleva siempre a las periferias, porque es ahí a donde apunta su brújula. Aprendió, por eso mismo, a hablar en castellano para exponer su pensamiento sin traducciones, pero fundamentalmente para conversar: le interesa recoger experiencias concretas y de ellas habla
cuando expone su teoría. Entrevistarla supone, entonces, sintonizar un noticiero de luchas que no vio por tevé o leyó en los diarios –que por cierto, las ocultan-, sino que conoció a través de personas con las que conversó en esos viajes con los que zurce vínculos.
Para que quede claro: Federici no hace turismo intelectual, sino agricultura social. Siembra y cosecha.
La conversación, entonces, comienza con ella preguntando sobre qué quedó en pie, tras el cambio de gobierno, de política y de caja de reparto social, desde la última vez que visitó Argentina, hace dos años, y recorrió desde la Villa 31 hasta los bordes de la Patagonia. Recién cuando termina de recoger las noticias de las últimas batallas, comparte su mirada sobre el presente, tratándola de sintonizarla con las necesidades de quien la escucha y ahora, la lee.
Como en su libro, borda imágenes, experiencias, análisis y teoría.
Como en su vida, arriesga por dónde buscar horizontes.
Lo primero, entonces, es señalar el punto de partida: “Estamos en un momento en donde no hay lugar para estar en el medio. Se trata de elegir de qué lado estás: de la vida o de la muerte”.
Postales de la actualidad
¿Qué ve Federici? “Veo un proceso muy claro y muy complejo. Veo un sistema que está acumulando brutalmente todas las riquezas del planeta y que impide violentamente que las comunidades tengan acceso a esos recursos, porque no puede haber nada ni nadie que los utilice para otra cosa que no sea producir ganancias. Veo que es cada vez más difí- cil oponerse a este sistema si no hay capacidades diferentes de producción”.
Luego, literalmente, describe lo que ve: “En Costa Rica estuve siete horas para recorrer 100 kilómetros de una carretera, por la cantidad de camiones que la atascaban. Son los que transportan las mercaderías que importan desde China. Tuve mucho tiempo, entonces, para mirar por la ventanilla: durante las siete horas no vi otra cosa que plantaciones de bananas, envueltas todas las plantas con una camiseta azul, que contiene los pesticidas. Eso es el capitalismo actual: un país condenado a producir solo bananas envenenadas y a comprar todo lo demás a los favoritos del sistema, que son poquísimos”.
¿Cómo un país se convierte en esa apocalíptica postal?, nos interroga Federici. “El capitalismo siempre ha tenido fases –de la agricultura al comercio, del comercio a la industrialización, de la industrialización a la globalización- así como ha sido constante su política de despojar y privatizar. Sin embargo, esta etapa de apropiación y control de los recursos naturales tiene nuevos mecanismos. Uno fundamental es arrasar con la cultura y la historia. Arrasar hasta vaciarla. Es eso lo que estamos viendo en Libia, Somalia, Afganistán, Irak, Siria. Ciudades y barrios enteros destruidos, millones de poblaciones desplazadas por la violencia. Lo que queda es, literalmente, un desierto. Un desierto sin historia, sin raíces, sin memoria. Y allí donde nosotras vemos horror y tristeza, las grandes corporaciones ven un lindo espacio para diseñar lo que quieran”.
En esta postal, señala Federici, “el conflicto central es por la tierra”. Un sistema de agricultura sin campesinos y de campesinos sin tierra expulsa poblaciones a periferias urbanas. Un sistema que produce guerras para cultivar desiertos, convierte a millones de personas en mano de obra barata en los centros de explotación europeos. “Lo que veo, entonces, son zonas rurales con monocultivos y sin habitantes, y zonas urbanas superpobladas y militarizadas para controlar así a las poblaciones expulsadas”.
Esa es la imagen del capitalismo actual.
¿Cómo resistir estos horribles destinos?
Federici nos hace ver algunas señales. “He observado que las comunidades más resistentes, aunque sean pequeñas, son las que más memoria colectiva tienen. Y la memoria colectiva no es algo congelado: se enriquece con cada generación. Cuando en la comunidad hay un sentimiento de estar en suelo, calles, tierras de sus ancestros, de los que lucharon por una forma de vida mejor, de los que hicieron tantas cosas por hacer de este mundo otro mundo, eso te conecta con algo mayor a vos misma. Así, el lugar al que perteneces te interpela. Así, se crea un sujeto colectivo, un bien común, que te permite reinterpretar los hechos y tus acciones. Construir esa historia es hoy parte de la construcción social de la resistencia”.
La historia sin fin
“El capitalismo nace de una resistencia al feudalismo. Esto es parecido. Para construir esa resistencia el capitalismo apeló a las pequeñas parcelas de tierra que podían producir una economía de subsistencia por fuera del señor feudal. Así comenzó a tejer su autonomía. Sin tierra, entonces, sin materialidad desde dónde construir formas de vida diferentes, es difícil crear resistencia, porque no hay materialidad desde dónde hacerlo. El proceso de despojo hoy es múltiple, pero comienza por ahí, por el territorio, porque así destruye lo central, que es la posibilidad de sostener otra forma de vida. ¿Cómo hacemos entonces para producir otras formas de vida, autónomas, autosuficientes? Esa es la pregunta central”.
La respuesta es la que intenta bordar ese espacio parido por Federici, que bautizó Economía Feminista y que propuso definir como “la ciencia de la resistencia”. Los textos, videos y exposiciones que compartieron en este encuentro pueden ahora leerse libremente en www.lavaca.org.
Así se está criando una nueva generación que está pariendo teoría a partir de las prácticas de movimientos sociales que sostienen, aquí y allá, otra forma de ver lo que hay y pensar qué hacer, entre todas, con eso.
Por eso sonríe Federici.
Porque está viendo cómo se están construyendo respuestas, que no son fáciles ni todavía contundentes, pero ya fermentan.
Así Federici nos recuerda lo que ya sabemos: la vida siempre es más fuerte.
CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre


CABA
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

“Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”. Con esa consigna trabajadorxs de las artes escénicas salieron a exigir la derogación del decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro y pone en serio riesgo al sector teatral independiente. Hubo color y calor, pese a los tiempos oscuros y fríos. El apoyo de la gente en la calle, el fondo del planteo, y la inesperada reacción de Pluto.
Por María del Carmen Varela. Fotos: Sebastián Smok

El público en la calle, sumándose al reclamo en favor del Instituto Nacional del Teatro.
La cita fue en la puerta del cine Cacodelphia, en Diagonal Roque Saenz Peña 1150, desde donde partió la colorida y ruidosa caravana que dobló por 9 de Julio y continuó por Av. Corrientes, hasta llegar a Rodriguez Peña. A las dos de la tarde el tramo de la Diagonal entre Lavalle y Corrientes fue punto de encuentro para actores, actrices, músicxs, bailarinxs, cirquerxs y zanquistas que engalanadxs con trajes de colores, vestidos de puntillas, tapados simil piel y elegantes sombreros le pusieron alegría y movimiento a una lucha que viene desde hace tiempo y se agudizó con el decreto que pone fin a a la autonomía y financiamiento del INT, entre otros organismos afectados. Una de las consignas: “Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”.

¿Quién dijo que hace frío?
Al grito de “Señor, señora no sea indiferente, estamos defendiendo el teatro independiente” la caravana de la cultura logró su objetivo. Irrumpieron sobre el carril peatonal de una Avenida Corrientes poblada de gente en plenas vacaciones de invierno y nadie quedó indiferente. Aplausos, bocinazos, brazos en alto y muchas gargantas se unieron al canto. El reparto de volantes con el logo de ENTRÁ –Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa– puso palabras al reclamo:

¿Te imaginás la calle Corrientes sin teatros?
Las luces apagadas, las pizzerías vacías
Los artistas callejeros sin público
¡Esta peatonal es orgullo nacional!
Y eso es gracias a nuestro teatro
Hoy, nuestro teatro llena la calle de música y color
en este desfile en defensa del Instituto Nacional del Teatro
que para quienes se pregunten ¿qué es y de qué sirve?
Para fomentar y garantizar que el teatro llegue a todo el país
Hace dos meses, el gobierno firmó el decreto 345 que vacía al Instituto
con argumentos falsos sobre su funcionamiento y financiación
¡Al INT, que con los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar,
produce obras, abre salas, genera trabajo y construye cultura e identidad federal!
¡El Instituto no solo implica poco gasto, sino que genera tanto valor!
¡Defendámoslo!

Las familias y el apoyo a la creación, al arte y al significado del teatro.
El teatro que habla y Pluto en marcha
Nora es una de las mujeres que no resultó indiferente. Mientras paseaba por Corrientes se topó con la caravana y se sumó con canto y aplauso. “Me resulta muy conmovedor porque están defendiendo lo más precioso que tenemos, nuestra posibilidad de seguir creando. Esta puesta en escena me emociona, es poner en escena el deseo”.
¿Vas al teatro? “Todo lo que puedo, cuando puedo pagarlo”.

Los besos vuelan.
Las niñeces se sintieron muy atraídas por la caravana y no dudaban en acercarse a saltar y aplaudir. Frente al Teatro General San Martín, hicieron una parada y allí el Teatro habló:
- Ay, ay, ay, me duele todo
- Teatro, ¿qué pasa?
- ¡Me dieron una piña en la cara! Y en la panza y en las piernas. ¡Me tiembla todo!
- ¿Por qué?
- ¡Quieren desmembrarme!
- ¿Quién?

- El teatro explicándo por megáfono la situación.
- El decreto 345 quiere vaciar mi instituto
- ¿Al instituto que produce obras y abre salas en todo el país? ¿Al instituto que genera trabajo y construye cultura e identidad?
- Sí. (El Teatro llora y casi se desvanece)
- ¡Cuidado el teatro se desmaya!

- Al teatro le da un soponcio.
- Yo les juro, no hice nada, el instituto recauda los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar, pero parece que no sirvo para nada
- ¿Qué serían las noches sin tus risas y tus lágrimas? ¿Sin tu forma de imaginar? ¿Sin que nos animes a encontrarnos?
- ¿Alguien vio un teatro? (Señalan a los distintos teatros de calle Corrientes y gritan: ahí, ahí)
- ¡Quiero vivir! (grita el Teatro).
- Si, acá estamos y nos organizamos– replican todas la voces.

Pluto junto a las familias en la calle, observando y aplaudiendo.
La escena de un Teatro golpeado pero en resistencia, revitalizado por la suma de voluntades que lo quieren vivo, se repitió en la puerta del Teatro Astral, donde mucha gente salía de una función infantil. Una vez más, muchxs se acercaron y acompañaron. Pluto, o la persona con el disfraz del famoso perro creado por Walt Disney, saludaba niñxs a su paso aprovechando la alta concurrencia del Astral.
Una vez finalizada la performance del Teatro que quiere seguir contando historias, la caravana emprendió el regreso hacia el lado del Obelisco. Y hasta Pluto decidió abandonar el teatro comercial y se sumó a la fiesta del teatro independiente, mientras otra mujer con su familia se hacía oír con cuatro palabras: “¡Que viva el teatro!”

CABA
Más allá de tu vereda: un documental sobre personas en situación de calle en CABA

Más allá de tu vereda.
Así, a secas, es el nombre del documental que acaba de estrenarse.
No es un documental más. Así se llama el programa de radio de y para personas que viven o vivieron en la calle, que se realiza semanalmente en la organización Sopa de Letras. Esta cobija y aborda la problemática así como la salud mental, desde hace más de 10 años en el barrio porteño de Parque Patricios.
El documental explicita la importancia de la radio, el valor de la comunicación, la potencia de lo colectivo, la necesidad de comunicarse, y que alguien escuche del otro lado, o mejor aún: al lado. Y también refleja la historia de Víctor Rodríguez Lizama, su director, que tiene 64 años y vivió varios en situación de calle.
El Cuervo, como le dicen a Víctor por su fanatismo por San Lorenzo, visibiliza en primera persona junto a otrxs protagonistas lo que se ve a diario, pero no tanto. Lo que se sabe, pero no tanto.
En Más allá de tu vereda, Víctor entrevista a muchos de los integrantes del programa que se emite en Radio Parque Vida (105.9) desde hace más de tres años.
Marcela dice que antes sólo escuchaba. Y que ahora se animó a decir.
Luciana dice que perdió un poco la timidez. Y que, quizá, eso la ayudó a crear la sección “la música que nos hizo”.
Cata dice que encontró un espacio para hacer arte. Para animarse a leer sus poesías.
Alicia dice que antes hablaba “poquito”. Y que ahora “habla un poquito más”.
Lautaro habla cuando llora, emocionado. Dice que no tenía experiencia. Y que ahora se sorprende de sí mismo.
Juan Bautista dice que es el encargado de informar las noticias. Y que ahora sí, alguien escucha su punto de vista.
Cristian dice que está más atento a su alrededor. Tanto, que ahora se anima a opinar.
Víctor dice que hasta no hace mucho, había personas que no agarraban el micrófono. Y que ahora no lo quieren soltar.



Termina el documental, con una última imagen; pantalla en blanco y una sola línea en letras negras.
«A todos los que estuvieron en situación de calle y ya no están».
Hay aplausos, hay felicidad, hay valoración.
Hay orgullo.
Luego, se abre el micrófono para que quien quiera diga lo que quiera.
Jorgelina: “Hagamos más radios”.
Adrián: “Podría estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa en este momento y gracias a ustedes estoy acá, me ayudaron un montón desde lo emocional”.
Cierra Víctor Rodríguez Lizama, con la remera puesta de su San Lorenzo querido y su pelo repleto de canas:
“La finalidad de este documental es mostrar cómo a través de la salud mental podemos llegar a la gente invisibilizada, que está ignorada. Ojalá que se reproduzca en otros lugares, que sirva de herramienta para salir adelante. Hoy hay mucha más gente viviendo en situación de calle. Además de haber vivido mucho tiempo, participé de los censos populares. Recientemente censamos en la comuna 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y sólo acá contamos 1480 personas, por donde vos camines están. En la olla popular que hacemos en el Parque Lezama se ve algo similar al 2001. Más personas en calle y más hambre”.
Detrás del Cuervo hay un pizarrón donde se completa al nombre de su documental:
“Más allá de tu vereda,
hay otra realidad,
atrás de tu puerta”.
Al costado, un mural con un puñado de palabras escritas en letra cursiva:
“Hasta que no quede ni una sola persona en situación de calle,
allí seguiremos estando”.
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