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Salta, la verde

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Médicas, actrices, enfermeras, escritoras, socorristas, cineastas, cantantes, diputadas y más: Salta fue sede de un encuentro histórico que muestra la federalización del debate por el Aborto seguro legal y gratuito. Lo que ocurre en los hospitales con partos de niñas violadas de 10 años. Los matices en las discusiones, las chicas salteñas en las plazas, y las imágenes hacia el 8 de agosto, en esta crónica del viaje de lavaca.  
Estamos en Salta, en un teatro colmado por mujeres que son de aquí o de allá y viajaron para participar de una jornada histórica por la legalización del aborto. Por estos días, la ciudad capital está agitada por los debates. Hubo posicionamientos a favor, amenazas de quienes están en contra, misas que arengan a frenar “a toda costa” la media sanción en el Senado, reuniones secretas y no tanto, el pronunciamiento del gobernador Juan Manuel Urtubey a favor, y los tres senadores que representan a los salteños que intentan inclinar la balanza en contra del proyecto de IVE (Interrupción Voluntaria de Embarazo).
Estamos en Salta, en un espacio llamado Teatrino que, casualidad o no, queda justo en diagonal al Colegio de Médicos y a cuadras del centro. Pero hoy el centro se mudó acá. La gran anfitriona del evento es la directora de cine Lucrecia Martel, quien distribuirá con paciencia y gracia el micrófono entre las expositoras y entre quienes harán preguntas.
Sí: este es un auditorio raro que en este sábado de julio, en vez de quedarse callado, tiene muchas preguntas. El ida y vuelta se da entre este público joven y verde y artistas como Mariana Carrizo (coplera que sufrió agresiones digitales por componer una copla a favor de la ley), Claudia Piñeiro (quien brindará un discurso contundente), las diputadas del grupo Las Sororas, Victoria Donda y Araceli Ferreyra y la actriz Adriana Salonia, entre otras personas y personalidades que viajaron para apoyar la ley, además de las que ya están aquí y demuestran que Salta no es solo un pañuelo celeste.

Salta, la verde

Lucrecia Martel fue una de las anfitrionas de la jornada por el aborto legal en Salta.
Foto: Nacho Yuchark


Familia & médicos
Macarena Villena es una joven médica, cristiana, evangelista, que forma parte del grupo Profesionales por el Derecho a Decidir y está a favor del aborto. Trabaja en un centro de salud salteño en el área de Medicina Familiar y, una vez debajo del escenario, contará las presiones que recibió por pronunciarse a favor de la ley. Para demostrar el vigor de la discusión, en su agenda Macarena tiene marcado el lunes a las 12:30 un debate en La gaceta, el diario salteño que lleva el termómetro mediático de la ley.
Villena enmarca sus palabras desde el lugar donde trabaja: la salud pública. Y plantea que la legalización del aborto debe entenderse como parte de una política que ataque lo que llama muertes evitables: «Y no solo la muerte, sino todas las enfermedades que derivan de estas prácticas clandestinas, que de una forma u otra terminan en los centros de salud”.
Macarena palpa esa realidad y dice desde ahí que la ley “permite respetar la autonomía”. Por si hace falta aclararlo en estos contextos hostiles, dice que no está a favor del aborto en sí: justamente por eso reclama la ley. “Todos los que no queremos el aborto trabajamos para evitar embarazos no deseados, por eso la consigna dice educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”, recuerda. Villena denuncia, con su termómetro, que las mujeres en Salta “necesitamos métodos anticonceptivos al alcance de la mano: con los recortes en salud en la provincia, están faltando métodos anticonceptivos”.
Tras su exposición, varias manos se levantan en el auditorio. Martel (cuyo film Zama además de premios varios ha sido considerada por The New York Times una de las dos mejores películas de 2018 a nivel global) es  quien transmite la consulta a la médica:
¿Por qué los médicos que conocen esta realidad se oponen al proyecto? Macarena ensaya una respuesta: “Yo creo que es por el miedo al cambio. Interrumpir un embarazo es algo trágico que no estamos promoviendo: es el acompañamiento. Entender eso es muy difícil, cuesta entender que los médicos somos también garantes de derechos. Está el modelo médico hegemónico muy instalado. Y cuesta separar las creencias y lo personal: hay decisiones que son de los pacientes”.
Salta, la verde

La médica Macarena Villena, contó su experiencia en los centros de salud salteños.
Foto: Nacho Yuchark


En contra, pero a favor
Mónica Gelsi es ginecóloga y, según dice, lleva 37 años trabajando en el sistema de salud salteño. Antes de que un problema en la vista la obligara a apartarse, hizo la mayor parte de su carrera en el Hospital Materno Infantil público de la capital. “Yo soy del pañuelo celeste”, se sincera antes de subirse al escenario. Mónica Gelsi fue la única disertante que se manifestó en contra del proyecto en este debate, si bien también habían sido invitados médicos, abogados y diputados con esa postura. Según un audio que enviaron a las organizadoras, la noche antes dieron de baja su participación argumentando que “no estaban dadas las condiciones”. Y dejaron circular un flyer que llama el día 27 a la Universidad Católica a un encuentro llamado ¿Por qué estamos a favor de las 2 vidas? La disertante estrella será la diputada por Unidad Ciudadana, Cristina Fiore, en contra de la ley.
Mónica Gelsi, entonces, fue la única disertante en contra, recibida con una ovación a pedido de Lucrecia Martel.
Mónica hablo de lo que se le dio la gana, sin interrupciones, sin murmullos ni mucho menos abucheos. Dio datos concretos: de 7900 partos en el materno infantil, 1980 fueron abortos. Y aseguró que “se está trabajando” para evitar la mortalidad materna, idea que acompañó con otros números: “Se hicieron 42 vasectomías y 840 ligaduras tubarias”, aseguró.
El auditorio, de nuevo, se llenó de preguntas. Fueron varias las manos levantadas, pero la que habló fue la diputada Donda, que preguntó en dos sentidos: si está de acuerdo con un Código Penal que castiga a mujeres y médicas como ella por realizar abortos; y si está de acuerdo con el aborto en caso de violaciones. La ginecóloga Gelsi no esquivó el bulto, y en su respuesta dijo, desordenadamente, lo siguiente:
-“Ya bastante pena tiene una mujer con un embarazo no deseado como para mandarla presa”.
-“La que decide es la victima”
-“Si tengo que acompañar a mi hija en un aborto, lo haría”
-“Yo no hago abortos”.
La actriz Adriana Salonia tomó entonces el micrófono y le dijo: “A mí me parece que estas más de acuerdo con la ley, que en contra”. Ahora sí, el auditorio sonrió. Y fue la escritora Claudia Piñeiro, antes de subir al escenario, quien lanzó la pregunta final: “Si tu hija, como mencionaste, tiene un embarazo con un hombre y no desea el embarazo ni al hombre, ¿qué sucedería?”
Fue entonces que la ginecóloga Gelsi apeló a los argumentos celestes: “No sería el caso de mi hija”, dijo. Y remató diciendo que “hay que hacerse cargo de la sexualidad de cada uno” y que si sale la ley, en ese caso hipotético la hija podría abortar, “y si no, verá que se hace”.
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La ginecóloga Mónica Gelsi, única disertante en contra de la ley, fue aplaudida en la previa. Tras su exposición, se la vio incómoda al responder preguntas.
Foto: Nacho Yuchark


La niña violada
Luego siguió una joven politóloga llamada Mercedes Martínez, que se presentó como parte del equipo de Socorristas en red: “Estamos en 20 provincias y en 40 localidades”, precisó. El equipo se dedica a acompañar a mujeres que deciden abortar: “Lo que no hace el Estado”.
En zoom salteño, Martínez denunció en particular al flamante hospital Papa Francisco, en el que aseguró que “se criminaliza a las mujeres que van a abortar”. Para ilustrarlo relató el caso de una niña de 10 años que tuvo allí un hijo: “En la puerta de su sala pusieron velas y había personas que iban a rezar. Ese fue el acompañamiento que tuvo esa niña, violada por el padrastro”.
Siguió la diputada Victoria Donda, quien dio un marco más amplio en el cual ubicar los relatos salteños: “De 350 expositores contra la Ley en la Cámara de Diputados, 312 dijeron que las mujeres que abortaban iban despoblar la Argentina”, dijo. “Así nos ven: como la fuerza reproductora encargada de dar fuerza de trabajo”.
Donda siguió hablando del “trabajo invisibilizado” que hacen las mujeres en las tareas de cuidado: “Por cada 8 horas de una mujer que cuida la casa o sus hijos, un hombre desempleado hace 4. Y si esta empleado, 2. Ese lugar tenemos que discutir”.
La diputada se refirió a la ley más allá de la ley: “La brecha salarial es del 25 al 30 por ciento”, informó, aseguró que “es el tiempo de las mujeres” y que para reducir brechas y discutir privilegios “hay que mirar como hicieron otros países del mundo: con políticas concretas, y con leyes”.
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Claudia Piñeiro preguntó desde abajo y habló desde arriba del escenario. Fue una de las más aplaudidas.
Foto: Nacho Yuchark


La hora del compromiso
Fue el turno de Claudia Piñeiro, que hasta entonces se había mantenido atenta al debate, filmando y comentando como cualquiera de las oyentes. Piñeiro también dio contexto al calificar de “mágica e impredecible” la inédita unión de distintas profesionales y políticas de distintos partidos en pos de la legalidad del aborto. Al plantearse por qué había decidido meterse de lleno en la causa, Piñeiro recordó que no es una advenediza: “De mis 10 novelas publicadas, 5 hablan del aborto”, aclaró. Y enmarcó a la cuestión como parte de un esquema que incluye “muerte, silencio, e hipocresía”.
A partir del actual debate en el Senado, Piñeiro celebró la “federalización que se está logrando, al generarse encuentros como éste”. Sobre Salta en particular relató una escena memorable: “Qué bueno es estar acá, porque a nosotras en Capital nos mienten: dicen que en Salta no hay gente a favor. Yo llegué hoy y estuve paseando por la Plaza 9 de Julio. Vi a un grupo de chicas haciendo Tai chi que, entre patada y patada, decían: “El patriarcado se va a caer”. ¿Esas también están en contra de la ley?”
El auditorio estalló en risas y aplausos. Pero Claudia se mantuvo seria: “Es muy evidente la diferencia entre el discurso del poder y el discurso de la calle”, cerró la reflexión, para abrir otra nueva y más potente: “A mí lo que más me molesta es que los que están en contra plantean un control de la sexualidad de las mujeres, que es imperdonable. Se está castigando la sexualidad de la mujer, no del hombre. El sexo placentero de una mujer”. La referencia tenía como indirecta el intercambio con la ginecóloga Gelsi.
Piñeiro imaginó un futuro próximo: “Yo no sé si las diputadas acá estarán de acuerdo, pero para mí fue muy importante que las calles estuvieron llenas para la votación en Diputados. Vamos a tener que llenar las calles de vuelta. Hay que ver qué hacemos el 8 en Buenos Aires, en Salta, en todos lados”.
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Con el micrófono, Milagros Peñalba, la joven que disertará en el Senado a favor de la ley. A su alrededor, otros jóvenes integrantes de la Coordinadora estudiantil a favor del aborto legal.
Foto: Nacho Yuchark


Voces del futuro
La jornada se iba redondeando, y casi de improviso, Lucrecia Martel invitó a jóvenes que estaban en las tribunas a pasar al escenario. Los presentó a lo grande: “Ellos van a ser que Salta sea distinta”.
Todavía no se sabía que les diez jóvenes que finalmente subieron al estrado eran parte de una Coordinadora de Estudiantes a favor del aborto, un grupo reciente que reúne a unes 200 jóvenes en total, de distintas escuelas. Les jóvenes contaron cómo se organizaron, y denunciaron en particular la “persecución y el hostigamiento a quienes pretenden canalizar estos debates en los colegios. No nos dejan expresar”, sentenciaron. Y relataron dos casos concretos de sanciones de profesores a alumnos, y hasta una expulsión patológica en un colegio, a jóvenes que se manifestaron a favor del aborto legal. “Como Coordinadora elevamos una nota al Ministerio”, contaron, “y un pedido de reunión que jamás fue respondido”.
Entre elles estuvo Milagros Peñalba, una más de las jóvenes, que será disertante en el Senado en las próximas semanas. Luján, otra de las chicas, sumó otra denuncia: “En los colegios se horrorizan si hablamos del aborto pero el Estado se niega a darnos educación laica y educación sexual integral”. Desde el escenario, los chicos redoblan la apuesta: “Se tiene que hablar del VIH, y dar educación sexual no solo para parejas heterosexuales: lo único que quieren es que nos reproduzcamos”.
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El cierre estuvo a cargo de Mariana Carrizo, quien creó la canción del momento en Salta: Copla Verde.
Foto: Nacho Yuchark


La canción de las salteñas 
La jornada cerró con música. Mariana Carrizo es coplera, aunque se presentó como una “vieja desobediente del patriarcado”. Comenzó a cantar a los 8 años y no paró. Para explicar su presentación, relató una divertida anécdota sobre cómo su arte se cruzó con la miseria machista: “Mi primer presentación fue en el Festival del Poncho. Y todos quedaron tan contentos que hasta el gobernador me prometió que me iba a regalar una muñeca. Yo veía esas muñecas de porcelana, grandes, más grandes que yo, y pensé que me venía una de esas. Estaba tan feliz… Cuando semanas depués llego a mi casa la muñeca era una Barbie trucha, de esas que salen un peso”, dijo. “Esa fue primera desilusión con el patriarcado”.
Tras esa breve introducción cantó Copla Verde, canción compuesta especialmente para estos tiempos y esta geografía, tema por el cual sufrió amenazas y violencias de todo tipo. Vestida de pullover verde, cobijada por el auditorio, entonó estas estrofas que agregaron las únicas palabras que le faltaban a la fría noche salteña:

«Aquí les canto esta copla en la tumba del silencio

si una sola mujer muere saldremos todas 

pañuelo verde pájaro libertario de las mujeres

salga el sol si ha de salir también que salga la luna

el aborto será ley pa` que no muera ninguna 

salteña libre, vuela libre, vuela».

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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