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#ElFuturoLlegó: La ley y la calle

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Las jóvenes tomaron el espacio público y lo transformaron en el principal escenario de democracia donde se juega la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Por qué aunque seguimos pidiendo #QueSeaLey ya se ganó una batalla histórica. Las que dicen que no se van a callar más. Las que dicen que ya no tienen miedo. Las que avisan que la Iglesia ya no tiene poder. Y las que afirman que la lucha va a continuar porque lo que cambió es la sociedad.
Lo que nos deja el debate por el aborto legal es una sola certeza: la revolución ya está en marcha y no hay vuelta atrás. Y se ve, se escuche y se vive en la calle en voces de pibas y pibes:

  • “Esto es el principio de todo, recién arranca”.
  • “Vamos a seguir adelante”.
  • “Va a salir, es inevitable”.
  • “Es un derecho humano poder decidir sobre el propio cuerpo”.

Las pibas en las calles no dan margen para ninguna derrota. Porque saben que el movimiento que construyeron, la experiencia de saberse juntas y los lazos que forjaron en estos meses, en estos años, en toda la historia son mucho más potentes que las roscas políticas y las negociaciones mendigas de los senadores.
Agustina, de Moreno, vino con su hermana y sus compañeras de colegio. Ella no duda: “Pasamos a la historia, si no es hoy, será el próximo, pero lo vamos a conseguir. Teniendo en cuenta la historicidad de este movimiento, es eso: dejar de hacernos los boludos, poner el cuerpo y conseguir nuestro derecho”.
Alrededor de las 4 de la tarde, Sofía, estudiante de segundo año, saltaba entre risas: “Esto para mí es una fiesta. Estamos muy emoción. Es algo muy importante para nosotros. Al ser pibas y pibes, estar movilizándonos a esta edad por algo que nos implica a todas es muy fuerte. Estoy re manija”.
Florencia vino con sus compañeras de un grupo de scout. Desde la mañana se instalaron en una carpa sobre Callao, dispuestas a ponerle el cuerpo a la jornada. De algo están seguras: “La Iglesia es responsable y los senadores van a tener que rendir cuentas”. Pero también saben que esto sigue, que la historia no va para atrás: “Vi mucha gente que antes no tenía idea y se concientizó mucho, está muy visible el movimiento y la lucha feminista, crecimos un montón, y el mundo entero está viendo la lucha por el aborto en Argentina. Muchas mujeres están pudiendo contar sus historias. Ya no podemos volver debajo de la alfombra”.
Lo dicho no es una exageración.
Esto no es una marcha, no es una movilización, no es una vigilia.
Es una revolución.
Algo ya cambió
Un grupo de compañeras de secundario de Morón sienten que lo que cambió es la relación con la otra. “Hoy la que está al lado te dice: ‘te acompaño’”.
Para Jimena, de González Catán, “se destapó la alfombra de la mierda que se venía guardando. Es una realidad que hay que reconocer y mejorar. Además, yo creo que en estos últimos
tiempos hay muchas chicas nuevas. Venía en el tren, en el subte y era impresionante, todas chicas de 12, 13, 14 años. Nosotras ya tenemos veintipico y nos sentimos orgullosas de esta nueva generación. Se está expandiendo y va a seguir en aumento. No hay vuelta atrás”.
Una de esas pibas es Lucía, de Belgrano: “Es la primera vez que vengo a una marcha. Mi mamá no me dejaba antes, pero le insistí porque me motivaba mucho estar acá. Estoy emocionada. Creo que lo vamos a lograr, no importa cuándo”.
Para muchas se trata de la primera instancia de movilización, de salir a la calle a demandar un derecho. Romina, de Alejandro Korn, dice: “Nunca habíamos venido a ninguna marcha. Nos pareció que hoy estaba bueno venir a participar, a apoyar. Con mucha emoción y felicidad de ver que se está visibilizando esta problemática”.
La revolución infinita
Lola, Milagros y Rosario tienen 16 años y vienen de La Matanza. Valentina es más chica: tiene 14. Y dice: “Esperamos que sea ley, pero ya hoy es un día histórico. Nosotras ya ganamos. Lo que está pasando es una revolución. Una señora en el subte nos paró y nos dijo que en su época todo era muy diferente, que ninguna mujer se acercaba para marcar una diferencia. Bueno, nosotras somos la revolución que va a marcar la historia”.
Lola toma el aguante y cuenta por qué: “Porque perdimos el miedo. Nos quitaron tanto que nos sacaron el miedo. Ya no le tenemos miedo a los hombres, al Gobierno. A Nada”.
Rosario completa: “Tampoco a la Iglesia. La Iglesia ya no tiene poder sobre nosotras”.
Valentina retoma: “Sea ley o no, las diferencias ya las marcamos porque nosotras ya somos muy diferentes. La sociedad lo es. Antes teníamos miedo de salir a marchar: ahora gritamos juntas por un estado laico y para que el aborto sea legal. No es moral: es salud pública”.
Botar el Senado
Lucía, de 26 años, estudiante de Rosario, le pidió a su mamá que le prestara el auto porque tenía que hacer Historia. “Venimos a hacer historia”, dice junto a Laura, Emilia, Paula y Julia en 9 de Julio. “Y me dio el auto. Por eso vamos a escribirla hoy, de aquí para siempre”.
Micaela y Santiago son hermanos. Vienen de Ituzaingó, oeste del conurbano bonaerense. Ella tiene 18, él tiene 13. Y le apuntan a lo electoral: “La discusión abrió una brecha muy fuerte y ya las próximas elecciones vamos a saber a quién votar y a quién no. Esto va a tener que ser un proyecto de campaña, porque lo vemos en las calles. Antes no sabíamos a quién votábamos, pero ahora vemos que son hombres de 50 para arriba que están en contra y nunca van a parir. No entiendo cómo tienen ese poder de decisión. Y no los vamos a votar nunca más”.
Lo irreversible
Carolina y Julieta tienen 20 y 24 años. Son de Lomas de Zamora y son pareja. “Toda la discusión va a traer una sociedad más justa”, dicen ambas. “Las feministas argentinas estamos llevando un feminismo a toda América Latina. Nos están tomando como ejemplo. Hoy vimos un cartel que nos pareció el más significativo de todos. Decía: ´La lucha es irreversible´”.
-¿Qué creen que significa?
-Que la lucha va a seguir. Nos quieren ver desmoralizadas. Nos quieren ver tiradas en el piso. Nos quieren ver quebradas en llanto. Pero no va a seguir así. Esto sigue. Esto termina. Piensan que va a haber menos pañuelos verdes. Bueno, les damos una respuesta: va a ser peor.
La lucha que nunca termina
Magalí tiene 16 y es de Villa Lugano. Lara y Chiara también tienen 16, pero vienen de Ciudad Evita. Magalí es la primera vez que viene y dice que no puede creer lo que está viviendo. “Me llena de orgullo estar acá y compartir con mis amigas y con gente que no conozco esto que está pasando”. ¿Qué es lo que está pasando? Lara: “Lo que está pasando es que, salga o no, se va a seguir luchando porque esto no se termina. La lucha no se va a terminar nunca”.
Chiara explica qué es la lucha: “El feminismo. El feminismo es justicia. Es igualdad. Son derechos. Es la posibilidad de que las mujeres salgan a la calle a reclamar”.
Magalí, que es la primera vez que viene, completa: “Pensé que una revolución como esta se venía mucho más adelante y yo no iba a ser parte. Ahora ya lo creo y lo vivo. Y es hermoso”.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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