Nota
La comisaría 5° de La Plata: Los nombres de la impunidad
Esta es la lista de los 62 militares y policías imputados por el fiscal Félix Crous y de las 115 víctimas vistas en ese centro clandestino de detención, entre ellas, Julio López. Allí, entre otros delitos atroces, estuvieron prisioneros niños nacidos en cautiverio. Por esta causa solo hay hasta ahora 5 represores detenidos.
La causa penal por la comisaría 5° investiga los delitos cometidos por la dictadura en el centro clandestino que funcionó en los fondos de esa dependencia.
Entre agosto de 1999 y septiembre de 2000, la Cámara Federal de La Plata convocó a declarar a más de 30 policías que trabajaron en la comisaría 5° de La Plata durante la dictadura. Allí funcionó un centro clandestino de detención entre 1976 y 1978. Su ubicación: calle 24, entre Diagonal 74 y calle 63.
«He visto ingresar a Camps a la 5°. Iba con una cúpula de 5 ó 6 comisarios de la jefatura en cualquier momento, de día, de noche», afirmó en marzo de 2000 ante la Cámara Federal el policía Rodolfo Víctor Larraude, quien se desempeña en la comisaría 5° desde 1975.
En diciembre de 2002, el fiscal Crous presentó un pedido de detención e indagatoria de 62 represores y también solicitó la invalidez e inconstitucionalidad de las leyes de impunidad.
El juez Arnaldo Corazza se declaró incompetente, el fiscal y la APDH La Plata apelaron, y la Cámara Federal le ordenó al magistrado que debe seguir investigando, ratificando por el momento la competencia de los tribunales locales.
En septiembre de 2004, la Unidad Fiscal Federal realizó otro pedido de detención, esta vez de la cúpula de la Policía provincial durante la dictadura.
Dos meses después, fueron detenidos el ex director de Seguridad, Rodolfo González Conti; el ex director de Investigaciones, Miguel Etchecolatz; los ex subjefes de Policía, Rodolfo Campos y Reynaldo Tabernero; y el ex titular de la comisaría 5°, Osvaldo Sertorio.
Al dictarles la prisión preventiva, el juez Corazza le imputó a los represores la privación ilegal de la libertad y las torturas a los detenidos-desaparecidos de la comisaría 5°, en el período en el que los ex policías ocuparon esos cargos.
En enero de 2005, el juez concedió el arresto domiciliario a cuatro de los cinco represores; Etchecolatz, cumple prisión en la cárcel de Devoto por su condena en la «causa Camps». En abril, fue detenido el ex chofer de Etchecolatz, Hugo Guallama, acusado por su participación en el operativo represivo contra la casa «Mariani-Teruggi», en el que fueron asesinadas cuatro personas y secuestrada una beba.
En este link se pueden ver las fotos de los policias que declararon en marzo de 2000 en el marco de esta causa: https://www.apdhlaplata.org.ar/fotos02.htm
Imputados por el fiscal Félix Crous en la causa penal por los delitos cometidos en la comisaría 5° de La Plata:
– Personal jerárquico:
1) General de División Carlos Guillermo Suárez Mason
2) General de Brigada Jorge Olivera Rovere
3) Coronel Héctor Gamen
4) Coronel Jorge Ernesto Álvarez
5) General de Brigada Juan Baustista Sasiaiñ
6) Coronel Guillermo Ernesto Trotz
7) Coronel Reinaldo Tabernero
8) Coronel Rodolfo Anibal Campos
9) Comisario General Rodolfo González Conti
– Personal de la Comisaría 5°:
1) Almeida, Domingo
2) Álvarez, Manuel
3) Basualto, Carlos Alberto
4) Bravo, Oscar Emilio
5) Cadenas, Alberto
6) Camargo, Omar
7) Córdoba, Abel Oscar
8) D’Ambrosio, Enrique
9) De Alba, Carlos Alberto
10) De Lío, Ricardo Miguel
11) Delcorro, Miguel Ángel
12) Díaz, Alfredo Oscar
13) Evangelista, Ricardo Arias
14) Gauna, Ceferino
15) Gervasio, Carlos Alberto
16) Goeta, Edmundo
17) Herrera, Héctor Alberto
18) Herrera, Mario
19) Inamorato, Julio
20) Jasa, Francisco Carlos
21) Larroude, Rodolfo Víctor
22) Leder, Luciano
23) Lezcano, Rodolfo Abel
24) López, Rubén
25) Luise, José Luis
26) Malone, Pedro Francisco
27) Medina, Gregorio Urbano
28) Melemenis, Micael Antonio
39) Mesina, Fortunato Ítalo
30) Milar, Juan Alberto
31) Muñoz, Raúl Pedro
32) Nicoletti, Juan Carlos
33) Ojeda, Lino
34) Oro, Jorge
35) Ortiz, Néstor
36) Pasquale, Julio
37) Patrault, Luis
38) Pedraza, Rubén
39) Peterlana, Miguel
40) Piacentini, Omar Raúl
41) Piazza, Jorge Luis
42) Pintos, Carlos Ismael
43) Polonio Muñoz, Fernando
44) Puerta, Pedro
45) Rivero, Edgard Egberto
46) Rodas, Juan Ramón
47) Rodríguez, Raúl
48) Romero, Héctor Darío
49) Segovia, Hilario
50) Sertorio, Osvaldo
51) Tejerina, Luis
52) Torres, Celedonio José
53) Villalba, Osvaldo Eduardo
Listado de víctimas de la comisaría 5° de La Plata consignado en el dictamen fiscal de Crous (debe tenerse en cuenta que hay decenas de personas que nunca fueron identificadas y que por ello no están en esta lista, que está compuesta por desaparecidos y sobrevivientes):
1) Otero, Mario Higinio
2) Manchiola de Otaño, Mirta Graciela
3) Cano, Efrain Guillermo
4) López, Jorge Julio
5) Cicero de Sobral, Elsa Lilia
6) Diaz, Pacífico Francisco
7) Sobral, Guillermo, arquitecto
8) Aleksoski, José David
9) Araquistain, Guillermo
10) Colalargo, Mabel
11) De Francesco, Carlos
12) Mora, Juan Carlos
13) Tucci, María del Carmen
14) Bachini, Héctor Federico
15) Fanjul, Silvia
16) González de Mora, Silvia Amanda
17) Mainer, María Magdalena
18) Mayor, Julio
19) Rodríguez, XX (domiciliado en Calle 6 Nº 1528, La Plata)
20) Santucho, Mónica
21) Sanz, María Hebelia
22) Starita, Rubén Santiago
23) Moncalvillo, Domingo Héctor
24) Alconada, Domingo Roque
25) Castro Sotelo, Miguel Ángel
26) Rolando, Jorge Alberto
27) Williams, Carlos Guillermo
28) Wlichky de Martinez, Diana B.
29) Cassino, Jose Alberto
30) Di Matía, Jorge
31) Ricoy, Eduardo Gustavo
32) Dimovich de Leguizamón, Nélida
33) Fossatti , Rubén Leonardo
34) García de Cassino, Clarisa
35) Garín de De Angelis, María Adelia
36) Gooley, Gabriela
37) Hauché, Susana
38) Marcioni, Graciela Liliana
39) Menescardi de Odorosio, Inés
40) Muñoz, Silvia
41) Odorisio, Roberto Miguel
42) Ortega de Fossatti, Inés Beatriz
43) Sagués de Perdighe, Graciela
44) Villarroel, Cristina
45) Iglesias, Miguel J.
46) Abachián, Juan Carlos
47) Arrázola, Juan Carlos
48) Baguer, XX (Miguel o Mario Eduardo)
49) Benítez, XX (Oriundo de la Provincia de Formosa)
50) Ciancio, Luis Alberto
51) Díaz, (hombre, estudiante de periodismo, oriundo de Ranchos)
52) Díaz, (rubio, alto, estudiante de periodismo, vivía en calle 30 y calle 70 ó 71, La Plata, oriundo de Ranchos)
53) Dillon de Ciancio, Patricia
54) Falivene, Roberto Nando o Fernando o Hernando
55) Marini, Hugo Pablo
56) Cordero, Fernando Raúl
57) Almarza, Guillermo
58) De la Canal
59) Simon, Carlos Francisco
60) Bobadilla, Juan Carlos
61) Bonafini, Jorge
62) Bonetto, José Roberto
63) Calvo, Adriana Lelia
64) De La Cuadra, Roberto José
65) Féliz, Mario
66) Huchansky de Simon, Patricia
67) Laborde, Miguel Angel
68) Mobili de Bonetto, Ana María
69) Montesinos, Leonardo Amador
70) Peralta, Juan Carlos
71) Reboredo, Alfredo M.
72) Troncoso de Bobadilla, María Adela
73) Blanco, XX
74) Favero, Claudia Inés
75) Favero, Luis Eugenio
76) Ramírez (Cabo de Policía que vivía en Gonnet)
77) Iademarco, Miguel
78) Icardi, Mario
79) Icardi Jorge
80) Oslé, Norberto Oscar
81) Baratti, Héctor Carlos
82) Campano, Pedro Simón
83) Gil Montenegro, Juan
84) Sartori o Sartor, Héctor José
85) De La Cuadra, Elena
86) Fossatti Ortega, Leonardo (nacido en cautiverio)
87) Arteta de Cassataro, Elba Zulema
88) Fernández de Mercader, Anahí
89) Mercader, Mario Miguel
90) Abdala, José
91) Abdala, Sabino (niño)
92) Falabella de Abdala, Susana
93) Gatica Caracoche, María Eugenia (niña)
94) Adamow, Fernando Eustaquio
95) Laborde, Teresa Mariana (nacida en cautiverio)
96) Baratti de la Cuadra, Ana Libertad, (nacida en cautiverio)
97) Di Salvo, Pedro Alfredo
98) Fernández, Hugo
99) Fernández, Lidia Delia
100) Alvarez, Segundo Ramón
101) Maffeo, Analía
102) Pérez Monsalvez , Gustavo
103) Bonín, Eduardo Roberto
104) Fraccarolli, Humberto Luis
105) Malbrán, Rodolfo Guillermo
106) Velasco, Luis
107) Ventura
108) Martinez, Georgina
109) Rosini, Blanca Noemí
110) Bustamante, Cristina
111) Canciani, Alberto
112) Fanjul Mahia, José Fernando
113) Lovazzano, Osvaldo
114) Mingo, Raúl
115) Mingo, Eduardo Esteban
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


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Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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