CABA
Práctica de vida: Los campamentos sanitarios de la Facultad de Rosario
Hace casi diez años es la instancia de graduación de estudiantes de Medicina. Relevaron 38 territorios, encuestaron más de 120 mil vecines y participaron unos 5.000 graduades. Hoy la práctica está en duda por la asunción de nuevas autoridades. Qué peligra: del alerta por las fumigaciones con agrotóxicos a la construcción comunitaria de la salud. Por Lucas Pedulla
La trampa está en la hache.
La aclaración tiene sentido porque, al pronunciarlo, el nombre de John Snow no remite al padre de la epidemiología moderna, sino al personaje de Game of Thrones. Allí, Jon Snow es el hijo bastardo de la Casa Stark, el lugar donde habitan los parias de ese mundo fantástico -o no tanto-, tierras heladas que separan las fronteras del “mundo civilizado” de las habitadas por los salvajes y la muerte.
Pero John Snow (con hache) es considerado el padre de la epidemiología moderna porque, entre otras cosas, en 1854 demostró que la epidemia de cólera en Londres era causada por el consumo de aguas contaminadas por materias fecales. “Nadie sabía qué era el cólera, porque el virus se aísla recién ese año en Italia, y no había WhatsApp para estar informados”, explica el médico Damián Verzeñassi, director del Instituto de Salud Socio Ambiental (ISSA) y uno de los creadores de los Campamentos Sanitarios, un dispositivo de relevamiento realizado por estudiantes como práctica final de sus estudios de la carrera de Medicina en la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, en los que descubrieron patologías y enfermedades asociadas a la cercanía de territorios expuestos a los agroquímicos y a los efectos del modelo agroindustrial. La continuidad de los campamentos hoy esta en duda debido a la asunción de nuevas autoridades en la Facultad, que no sólo apartaron a Verzeñassi como responsable académico de la Práctica Final sino que no dieron respuestas sobre qué pasará con este proyecto y hasta lo describieron como un “costo” para la Universidad.
Verzeñassi cuenta que el médico Snow desplegó un mapa de Londres y dibujó puntos negros en las casas de las personas que morían de cólera. “Así ve que la expansión de la epidemia seguía la misma línea que la cañería de agua de la ciudad. Y dice: ‘No sé qué hay, pero lo que está enfermando a la gente, sale de este pozo. Hay que cerrarlo’”.
¿Qué respondieron las autoridades?
Verzeñassi dice: “John Snow no solo no fue prendido fuego, ni tampoco obligado a presentar estudios de laboratorios, sino que por las dudas le hicieron caso y cerraron el pozo. Conclusión: se terminó el cólera en Londres. 150 años después nuestras autoridades están peor para tomar decisiones. ¿Por qué? El desarrollo de la ciencia ha servido no para acelerar el tiempo de cierre de la bomba, sino para prolongarlo. Cuando lo designan padre de la epidemiología moderna por el estudio de georreferenciamiento, ese es el camino a seguir. Pero cuando las Madres de Ituzaingo Anexo, en Córdoba, presentan su famoso censo de cáncer del barrio, las autoridades las tratan de locas”.
Junto con las asambleas de todo el país, los Campamentos Sanitarios se convirtieron en el mecanismo que habilitó dar vuelta el debate: la batalla principal, como en la serie, es de un modelo de vida contra otro de muerte.
La ciencia bastarda
El nacimiento de los Campamentos Sanitarios está contado en la edicción 77 de MU (Hechos Pelota). Fue la propuesta después de que designaran a Verzeñassi como responsable académico de la Práctica Final, el ciclo con el que se recibían las futuras camadas de profesionales: el equipo entendió que si el último año equivale al 30% de la carrera en carga horaria, y la mayoría es práctica, les alumnes debían pasar por una instancia de esfuerzo colectivo a través de una experiencia que vinculara al estudiante y a la universidad con la comunidad, en una evaluación integradora.
Los acusaron de querer transformar la graduación en una “orgía colectiva” y en un “campamento de gitanos”. También los estudiantes: no querían recibirse durmiendo cinco días en el piso de un galpón de una comunidad que no conocían. Casi diez años después de que la UNR aprobara la modalidad, la realidad es otra: el equipo lleva realizados 38 campamentos, más de 120 mil vecinos encuestados y al menos 5.000 estudiantes graduados, que hoy forman parte del armado de la práctica.
Los realizan en pueblos de no más de 10 mil habitantes, con encuestas hechas por grupos de entre 50 y 120 estudiantes a partir de diversas metodologías. Hay excepciones, como fue el caso de San Salvador, en Entre Ríos: hicieron un relevamiento epidemiológico con metodología de muestreo aleatorio para cubrir un municipio de 14 mil habitantes. Como en muchos pueblos, acudieron por la petición de la Municipalidad, alertada por las denuncias de los vecinos de casos de cáncer. (MU 75). El estudio les dio la razón: las muertes, las enfermedades y los suelos y arroyos contaminados por plaguicidas alertaban sobre el perfil típico de un pueblo fumigado.
La imagen se repite en los otros 37 campamentos. Ana Zamorano, del equipo: “Las enfermedades se sostuvieron y el modelo de producción creció, pero hay una diferencia: de cuatro años a esta parte la gente ya sabe por qué se enferma. Y te lo dice. Hoy ya no se sienten unos locos que están gritando, pero sí están esperando algún tipo de respuesta. Y no sé si estamos a la altura de las comunidades, pero sí queremos estar presente en esa construcción. Fue un camino de poder entender qué nos está pasando”.
¿Qué nos está pasando?
Construir la trama
El último campamento fue en Villa Elisa, en Entre Ríos: 145 estudiantes realizaron 1.404 encuestas en una cobertura de casi el 70% de las manzanas de la comuna. Los resultados asombraron: además de los casos de cáncer e hipotiroidismo por sobre la media nacional, detectaron muchos casos de depresión y suicidios. “Antes aparecían como percepciones de problemas de salud en la comunidad. Ahora, directamente, como problemas de salud en las casas. Muchos jóvenes”.
El equipo cuenta que en Villa Elisa hubo un boom demográfico: tuvo un siglo para llegar a una población de 10 mil habitantes, pero en los últimos seis años creció más de la mitad. “No me animaría a decir que los problemas son únicamente por una cuestión genética, tampoco a que es por los agrotóxicos o a que perdieron el arraigo a su territorio, pero tampoco me animo a decir que ninguna de estas cosas tiene que ver”.
Sin embargo, la presencia del campamento habilitó una situación particular en la comunidad: los dos clubes de barrio se juntaron después de 20 años de rivalidad para trabajar en conjunto. No solo albergaban a los estudiantes, sino que les hacían de comer. Más de 100 vecinos se juntaron al tercer día a llevarles tortas y comida casera. Y el día de la presentación del informe con los datos preliminares, la ciudad habilitó el camión de bomberos que los acompañó con la sirena encendida en una peregrinación al centro cultural del distrito: “Fue una fiesta, y la gente caminaba con nosotros”.
Frente a un modo de producción que enferma y deprime, ¿qué significan entonces los Campamentos Sanitarios como dispositivo comunitario?
Estamos en un momento histórico donde la construcción de enfermedades es parte de la geopolítica de dominación a nivel mundial. Después de Villa Elisa, pensamos que no podemos agotar la mirada de los Campamentos solo en la evaluación de los estudiantes. En momentos de crisis civilizatoria, quizá la salida sea pensar cómo recuperar la trama para construir salud. Y esto es un ejemplo que lo visibiliza: no habría campamento sin trama previa. Sin entramado entre el cuerpo docente, armándolo; entre cuerpo docente y los estudiantes; entre los estudiantes mismos; entre nosotros con las instituciones sociales; entre esas instituciones y las organizaciones sociales de su territorio. Desde una mirada larga, entender que el Campamento puede ser una parte importante en la reconstrucción de esa trama, redimensiona todo para nosotros. Le da otro sentido. Otro peso. Y nos permite pensar que quizá no se trate de contar cuál es el resultado en términos estadísticos, sino de poder encontrar el hilo con el cual hacer nuestro aporte al tejido de la sociedad que queremos y que necesitamos que haya.
Los campamentos también tuvieron otras repercusiones. En San Antonio de Areco (provincia de Buenos Aires), el Concejo Deliberante prohibió la fumigación aérea en todo el distrito: “Hoy trabaja por la soberanía alimentaria”. En Chabas, al norte de Santa Fe, el intendente electo recibió los resultados del relevamiento que había encargado su predecesor: se encontró de lleno con todas las enfermedades del modelo. “Cambió la lógica de producción del pueblo: por ejemplo, quitó impuestos a quienes decidieran trabajar con la agroecología y armó una feria del pueblo”.
Y se preguntan: “¿Esto fue por los campamentos? No. Pero es un aporte de la universidad. Trabajamos con intendentes de todos los colores. ¿Por qué no estamos en condiciones de pensar proyectos que trasciendan las pequeñeces político partidarias y puedan profundizarse en la construcción colectiva comunitaria?”.
Entrenar la sensibilidad
En este tiempo el equipo también tuvo que sortear algunos obstáculos internos de la facultad. Por ejemplo, a fines de 2016, las oficinas donde guardaban -hasta ese momento- las casi 100 mil encuestas de los campamentos aparecieron encadenadas. Denunciaron persecuciones y hasta los trataran de “ecowarriors”, en un contexto en el que Verzeñassi había sido el único médico latinoamericano en el Tribunal Internacional contra Monsanto en La Haya. También desaparecieron algunos de los cuadros de los campamentos en los pasillos. El fantasma volvió a agitarse este año, cuando el triunfo de un nuevo decano hizo correr el rumor de que iban a remover al equipo de la Práctica Final y de los campamentos. La incertidumbre continuaba hasta el cierre de esta edición cuando le comunicaron a Verzeñassi que, si bien ya no sería el responsable académico de la Práctica, mantendrían la estructura de los Campamentos. “Por lo pronto, sabemos que el campamento previsto para septiembre en Hasenkamp (Entre Ríos) se va a hacer. Después, no tenemos certezas sobre qué va a suceder”. ¿Será el último? Reflexiones: “Hay mucha gente en la universidad trabajando para construir un acercamiento con la comunidad, pero la institución aún no se ha dado ese debate. Perdimos un tiempo simbólico de hacerlo con los 100 años de la Reforma Universitaria y de debatir así qué rol estamos cumpliendo y por qué la universidad está ausente en la discusión de lo que ocurre en la trama de nuestro pueblo. El punto clave es cómo repensar la universidad en contextos de crisis nacional, institucional, de soberanía y social”.
¿Qué pistas nos dejan los Campamentos?
Es un dispositivo que excede lo transdisciplinar y habla de una vinculación interuniversitaria. Trabajamos con equipos de la Universidad Nacional de General Sarmiento para cartografía social; de La Plata para análisis de contaminación de aire y suelo; de la UBA por nutrición; de Córdoba por epidemiología; de Entre Ríos por kinesiología y laboratorio. Y de los Campamentos también aparecen los Congresos de Salud Socioambiental, que en su primera edición tenía como objetivo poner en evidencia el impacto de los agronegocios. En la tercera, fue la cuna del nacimiento de la Unión de Científicos Comprometidos por la Sociedad y Naturaleza en América Latina. Y en la quinta, discutir ciencia digna para la salud de la madre tierra, para interpelar la tecnociencia mercenaria y empezar a plantear la apertura de conceptos que permitan las interconexiones con el espacio en el que uno está. Y poder así sentir que somos una célula de ese cuerpo, y no un quiste.
¿Qué hay más allá de lo que finalmente ocurra con los campamentos?
El punto también pasa por el equipo: trabajamos permanentemente para no perder la sensibilidad. Buscamos visibilizar los problemas, pero sensibilizar a los estudiantes. Y una de las formas de ver la realidad es que vos estés ahí, en el piso de un galpón, viviendo en ese territorio y relacionándote de otro modo. Poner a la facultad en ese lugar. Y eso genera un montón de cosas que no podemos medir en un indicador matemático: desde una alumna con agorafobia que nos agradeció llorando porque en un campamento pasó 4 horas sin esconderse de nadie hasta médicos de Bolivia que vinieron a formarse y van a replicar la experiencia. Eso nos hace pensar cuál es el próximo paso. Lo que vemos siempre es la punta del iceberg, y si no trabajamos la parte de abajo no vamos a generar esa transformación. ¿Cómo pensamos otro dispositivo para trabajar en concreto la base y sin correr el problema por atrás? Ejemplo: la agroecología. Tenemos que romper la lógica de demostrar solo el daño, y construir salud y vida.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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