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Lucía Topolansky, de bichos y flores

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Anunció su retiro de la política uruguaya por cuestiones de edad, salud y tecnológicas, para dedicarse a la huerta y al cuidado de las flores junto a su compañero Pepe. Crónica de una visita a la mítica chacra donde se vive simple y habla profundo: el poder, las nuevas generaciones, el planeta, las ciudades, y dónde queda el sueño de cambiar el mundo. Por Ezequiel Scher.

Lucía Topolansky, de bichos y flores
Lucía Topolansky. Foto: Nacho Yuchark

Es raro que alguien espere sin un celular en la mano.

La confirmación aterriza por WhatsApp. Con la imagen de un mapita dibujado a mano con enclaves cartográficos que incluyen una antena parabólica y un tambo. Las calles no aparecen en Google Maps. El chofer de Uber halla en su aplicación una respuesta infantil a la búsqueda del tesoro: “Miren, acá directamente dice Chacra de José Mujica”. La trinchera mitológica de la pareja sobreviviente es un campo real. Con pajaritos y olor a tierra húmeda. 

En una huerta, hay un señor regando unas lechugas. Es el guardia de seguridad. Nos anunciamos como de parte de El Pingüino. No lo conocen. La misión está por fallar. En Uruguay, la originalidad de los nombres siempre ha sido un arte superior. “¿No vendrán de parte de El Gato?” De parte del animal que sea: si llegamos hasta acá, vamos a entrar. 

Un saco azul de lana tejido en otra década. Los pies enfundados en alpargatas, emberenjenados, rasgados por el pasto y el tiempo. Un tacho de agua para perros. Un Nokia 1100 con ringtone de gallo. Una ensalada de árboles jugando de sombrilla. Dos hojas de una paltera que custodian una cabellera más blanca que la ceniza. Lucía Topolansky hablará sin pausa durante dos horas sin sacarse ni las plantas ni los mosquitos del cuerpo. 

“Está ahí”, señala el custodio. A los 77 años, ex senadora, ex vicepresidenta, compañera de un mito, parece estar en trance. Hasta que activa. Aprieta: “Yo no entiendo cómo hacen ustedes para vivir sin ver las estrellas”. Invita a sentarse en un banco hecho con tapitas de plástico. Ahí se apoyaron Juan Carlos de Borbón, Noam Chomsky y un ingeniero que cayó hace unas semanas desde Kazajstán. Los hacen en un hospital neuropsiquiátrico que conoció en una recorrida: “Ese es un caso interesante de qué es la política. Porque lo lleva adelante una chica que es espectacular. Hay leyes y planes del Estado que lo financian. Pero el problema será cuando ella se vaya. A los lugares los sostiene más la convicción de las personas que las formalidades”.

¿Qué tan importante es la rebeldía en el ser humano?

Imprescindible. La rebeldía es el motorcito. De la política y de la vida.

El cine y el Che

Hay dos hechos fundacionales. Su papá era ingeniero civil. Ganó una licitación en Punta Ballenas. Durante unos meses, se mudaron a Punta del Este. Fue su primera vez en el cine. A ver Pinocho. Al salir, encaró a su familia y ladró: “Nunca más me traigan acá”. En su casa, tenía un muñeco de la marioneta de madera. Sentía que la obra de Carlo Collodi lo degradaba. Ese fue su primer acto de rebeldía.

El segundo ocurrió mientras su madre lavaba la ropa. No había electrodoméstico así que ayudaba a combatir manchas gastando uñas y dedos. Necesitaba hacerle una pregunta: “Mami, ¿yo soy linda?”. Un segundo de hielo. De su progenitora brotó una cagada a pedos que concluyó en una ley para siempre: “Eso no importa. Lo que vale es ser buena”. 

¿Desde ahí le empezó a interesar lo de disputar el poder?

No. Eso vino cuando volví al cine. Antes de las películas, ponían un informativo. Vi escenas de la guerra de Corea. Discursos de Evita. El bombardeo a Plaza de Mayo cuando cae Perón. La detención de la pareja Rosenberg, que hacían espionaje atómico. Eso me flechó contra algunas cosas. 

¿Hay algún hecho que la convenció de que había que cambiar el mundo?

En 1961, el Che vino a dar una conferencia a Punta del Este. Era nuevita la Revolución Cubana. Nosotros sentíamos afinidad con él porque tomaba mate y le gustaba el tango. Como no hablaba en cubano, me sentía identificada. El que lo presentó fue Salvador Allende. Que en esa época era un Don Nadie. Había efervescencia en el continente y eso me politizó.

La flor de la vida

Apenas salieron de la cárcel y se reencontraron, Lucía y su eterno compañero llegaron a estas tierras. En la zona reinaba el Partido Colorado. Tradicional y reaccionario. “Era una zona conservadora, pero no de derecha. Estamos hablando de gente preocupada por si llovió o no. Por el precio de la verdura. Algunas discusiones no cabían”, describe. De adolescente, Mujica se había dedicado al oficio de las flores. Buscaron eso. Iban a los boliches de la zona y ni mencionaban la palabra política. Hablaban de cualquier cosa. Hasta que la vecindad conoció a Pepe y se sintió orgulloso de tener un diputado de la zona, y luego un senador, y luego una diputada y una senadora. El día en que ganaron la presidencia y decidieron quedarse allí en vez de mudarse a la residencia oficial el barrio los recibió con una tortafrita gigante: “Pero, a ver si se entiende, no es que había una afinidad política, sino era una relación humana de confianza. Vieron que teníamos coherencia en la vida”. 

Sin problemas de tránsito, las catorce hectáreas necesitan apenas de veinte minutos en auto para aterrizar en el centro de Montevideo. Hay wifi, pero la radio con tangos de fondo es el otro sonido de la casa. Por estos días, Lucía explora al filósofo surcoreano Byung Chul Han.

¿Qué concluye de esas lecturas?

Que creemos que somos autosuficientes pero nos estamos autoexplotando. Todo es estrés. Del WatsApp al Zoom. Tu jefe está contento, te paga un poco más y te comprás algo más. Pero sos un desgraciado. Leí también en los últimos tiempos a Harari -escritor israelí-. Durante tres meses al año se va al Tíbet. Sin celular. Tenemos esta locura de las automatizaciones. Va a llegar un día que va a haber un lote de humanidad sobrante. No pobre o rica. Gente que no va a tener destino. Nunca el mundo ha sido tan rico y nunca ha tenido tanto. Con otro modelo de redistribución podríamos vivir mejor. No es nada tan difícil. Cada vez hay más riquezas y más desigualdad. 

¿Ese es el desafío de la época?

Si el mundo no se para a pensar que puede haber otra forma de vivir posible la impresión que queda es que vas al abismo. Lo vamos a hacer bolsa. Creo que la gente más joven tiene esa enorme tarea de acomodar un poco el timón de este barco Tierra para que no colapse. La juventud tiene la intuición de que le vamos a dejar un mundo de mierda y se está ocupando.

Lucía Topolansky, de bichos y flores
Pepe Mujica. Foto: Nacho Yuchark

El fin de una era

El 20 de octubre de 2020, a los 85 años, Mujica renunció a su banca como senador. Esta entrevista es del verano montevideano y está cargada de pistas que no vimos. Juventud, juventud y juventud, repetía. El 2 de marzo, Lucía anunció que dejaba su lugar en la Cámara por cuestiones de edad, de salud y de tecnología. Las sesiones por Zoom la habían agotado. Mientras acariciaba un perro y los pájaros le zumbaba el oído dejó una frase que da risa, pero que no lanzó como un chiste: “A esta civilización yo no pertenezco”.

¿Qué le enseñaron las nuevas generaciones?

Yo estoy convencida del medio ambiente, de la ecología y de salvar el planeta. Pero los que tienen más claro eso es la juventud. No es una postura frágil o transitoria. Te das cuenta que están convencidos. Ojalá les vaya muy bien en esa lucha. Que no va a ser sencilla. Porque se topan con intereses brutales. Hay intereses económicos muy fuertes. Por eso es una misión histórica.

¿Cuál es la misión?

La esencia del capitalismo es que la máquina tiene que estar produciendo todo el tiempo para generar ganancia. El use y tire. Pero ese tire va a parar a algún lado. Y ahí se generan todos esos plásticos del mar que son islas gigantescas. Todas las pilas, todo ese tipo de producto dañino. Vi en la televisión que la ropa descartable de Europa la prensan y hacen unos cubitos y la mandan para Rumania y la gente la usa en las estufas para calentarse. Y es lo más contaminante porque es nylon quemado. Ahora, ¿es culpa de los rumanos? Rumania es un pueblo relativamente pobre y tiene una historia muy complicada. ¿Es culpa del resto de los europeos? No, es culpa del sistema.

Las cosas que se usan

Desde niña, se había propuesto la independencia a todo trapo. Durante mucho tiempo, profesó el anarquismo. Una tarde, pispeaba una entrevista en la televisión y se enojó. Su compañero anunciaba en televisión que se casarían. Él era el presidente. Lo esperó en la casa y lo retó. “Es que me pareció una buena idea”, le planteó. Rechazar al primer mandatario uruguayo sonaba a lío. Entonces, le retrucó: “Está bien, acepto, pero que sea en la cocina de casa”. 

Se pusieron en pareja en el interludio de las dos detenciones de Mujica en la dictadura. Cuando quedaron en libertad, él tenía 50 y ella, 40. Desistieron: “Eso me dio independencia. Porque me evitaba responsabilidades que veía que otras mujeres tenían”.

Al revés de muchas historias, a Lucía su familia la empoderó. Eran tantos en casa -siete hermanos y hermanas- que había que rebelarse para destacarse: “Me crié en la teoría de que si no vas a los codazos y pecheando no llegás a ningún lado”. Su personaje angular fue su padre. Lo escuchaba y le prestaba atención. Una de sus principales recomendaciones era que tuviera cuidado con los curas. Usaba otro término: los pollerudos.

¿Por qué su padre le marcaba eso?

Era votante del Partido Colorado. Que si bien era conservador había tenido un tipo muy importante para la historia de Uruguay que era José Battle y Ordóñez. El tipo que separó a la Iglesia del Estado acá. El mismo que nos dio el voto, el divorcio y la posibilidad de que las mujeres podamos heredar. Mi padre era anticlerical. De niños, nos decía algo que recién entendí en los últimos años: “Tengan cuidado con los pollerudos”. Yo, la verdad, me olía que había algo detrás, pero no lo explicaba con claridad. Ahora, cuando aparecieron los casos de pedofilia, recordé que siempre tuvo razón.  

¿Cómo se lleva su generación con el cuestionamiento al patriarcado?

Los movimientos como el feminista o el LGTBI tienen la virtud de que por tanto insistir ponen los tema sobre la mesa. Obligan que hasta el más conservador se tenga que definir. No tengo dudas de que la independencia de las mujeres nace de su independencia económica. Porque hay una porción de la sociedad que no tiene oportunidades y más si son mujeres. No es que sea imposible, pero el sistema sigue poniendo muchos límites.

Atardece. No hay gestos de ansiedad en Lucía. Como si no habitara la modernidad. Pregunta si queremos ver al Pepe. “Mientras no le hinchen, no hay problema”. Lo llama. Despeinado y desarreglado, Mujica le roba las palabras a su compañera y se pone a cuestionar a los celulares y la desconexión entre la gente. Ella lo interrumpe: “Cada día que pasa, estamos más cerca de la puerta. Y, por ahora, no sabemos de nadie que se haya ido y haya vuelto. Por eso tenemos que intentar ser lo más felices posibles. A la gente le han metido en la cabeza que la felicidad es tener cosas. Mil cosas que ni usa”. 

Ya jubilada, Lucía se agacha para destapar semillas de girasol que sobraron y que seca para darle de comer a las gallinas. Continuar con la rutina de cuidar la tierra todos los días parece ser su contrapropuesta de existencia. “Múdense a la periferia”, nos reta. Cierra así: “Hay un tango que dice que las luces de la ciudad tapan las estrellas. Es verdad: la ciudad es tan alta que no te deja ver”.

Lucía Topolansky, de bichos y flores

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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