Nota
#8M: La deuda es con nosotras
Setenta y cuatro mujeres marcharon a Plaza de Mayo con setenta y cuatro rosas y carteles que dejaron frente a la Casa Rosada. Cada uno llevaba escrito un nombre y una edad, que representaba la brutal cantidad de femicidios y transfemicidios en sólo 68 días del año. La movilización estuvo guiada por un cartel que, al grito de Ni Una Menos, también fue dejado en el vallado que cubría a la Casa de Gobierno: “La deuda es con nosotras”. Aquí el reportaje fotográfico y un abrazo colectivo escrito en cuatro miradas.

1.
Llevamos a nuestras muertas en nuestras manos y la rabia en nuestros pies. Por eso caminamos.
Una al lado de otra, y atrás de otras, y delante de otras. Todas juntas. Vamos en silencio de Congreso a Plaza de Mayo. En el pecho un nombre y edad. Y una rosa roja.
Caminamos guiadas por una frase: “La deuda es con nosotras”. Somos 74. Hay quienes se conocen y quienes nunca se vieron. Quienes tejieron la complicidad necesaria para duelar juntas los dolores que son compartidos. Todas respondimos a la necesidad que generó una pregunta: qué hacemos.
La acción es un paso tras de otro. Así hasta Plaza de Mayo, frente a Casa Rosada, el lugar que se votó a voz alzada antes de salir. Ahí, los gritos. Cada nombre, y 74 veces ni una menos. Después los espontáneos vivas nos queremos que llegaban desde todos los adentros de nosotras mismas.
Es producir una forma, otra más, de decir basta.
Hasta que funcione.
Nos contiene y nos impulsa.
Es sabernos no parar hasta que pare.
Y es volver, para abrazarnos en el mismo lugar desde donde salimos. En ronda, de las manos, para poner en palabras lo que pasó por el cuerpo. Es la hija agradeciéndole a la madre entre lágrimas, y la madre agradeciendo a la amiga, y la amiga a la compañera, y la compañera a una prima, y todas a todas. Por estar juntas.

2.
Elena, 46 años. Elena, como mi tía. Elena como la mamá de mi amigo. 46 años como la edad de mi tía y de la que me cruzo en el colectivo, en el ascensor, en baños públicos.
Elena, cordobesa, asesinada. Llevo su nombre, camino con su nombre, la recuerdo como si la hubiese conocido.
Camino junto a otras mujeres que cargan nombres, y tengo miedo de los nombres que lleguen a diciembre.
Elena, y 73 nombres: Inés, 56 años; Sabrina, 35 años; Valentina, 19 años; Analía, 27 años; Florencia, 27 años; Luciana, 24 años; María, 25 años; Claudia, 44 años; Gabriela, 33 años; Silvia, 32 años; Marisa, 44 años; Noelia, 42 años; Alejandra, 28 años; María Mercedes, 46 años; Mariela, 40 años; Bárbara, 20 años; Florencia, 21 años; Ana Beatriz, 52 años; Isabel, 25 años; Francisca, 44 años; Bárbara, 29 años; Natalia, 16 años; Dámaris, 23 años; Romina, 17 años; Olga, 30 años; Natasha, 24 años; Deborah, 26 años; Rita, 27 años; Valeria, 28 años; Ayelén, 15 años; Antonela, 22 años; Gladys, 37 años; Antonella, 30 años y Maria Laura, 35 años; Jordana, 28 años; Guadalupe, 8 años; Octavia, 39 años; Agustina, 17 años; Brenda, 24 años; Chinina, 33 años; Tamara, 35 años; Mónica, 37 años; Eugenia, 30 años; Renata, 49 años; Kayla, 39 años; Gaby, 45 años; Barbara, 48 años; Anahi, 40 años; Micaela, 27 años; Luisana, 32 años; Estefania, 26 años; Mariel, 35 años; Roberta, 50 años; Eliana, 25 años; Yanina Claudia, 29 años; Mirta, 74 años; Viviana, 34 años; María Isabel, 73 años; Claudia Roxana, 37 años; Inés Elizabeth, 37 años; Paola Betiana, 33 años; Micaela, 22 años; Gladia, 47 años; Caren, 39 años; Sonia, 40 años; Marianela Lorelei, 23 años; María Laura, 46 años; Silvia Cecilia, 41 años; Lucía, 60 años; Belén, 33 años; Pamela, 17 años; Rocío Nadia, 25 años; Silvia Cristina, 55 años.

3.
Gritar el nombre de cada víctima de femicidio y transfemicidio en lo que va del año es un acto de dolorosa y necesaria catarsis. Cada nombre encierra días de vida, alegrías, penas, sueños. Historias. La procesión silenciosa, vestidas de negro, con los carteles, con los cuerpos y con la mirada, nombrándolas.
Los carteles con los nombres apoyados en las vallas frente a la Casa Rosada. Al lado del cartel, una rosa y pétalos rojos que contrastan con el negro de la chapa del piso.
Mujeres de luto, caminando, portando en nuestros cuellos el pañuelo verde. Al calor del mediodía llegamos a Plaza de Mayo y la atravesamos. Otros gritos, otras voces, resuenan en la Plaza.
La realidad nos convoca, nos reúne y nos conmueve.
Los pies en la calle, caminando, saltando o bailando son el conjuro para contrarrestar el espanto.

4.
Mientras caminamos a Plaza de Mayo el Servicio de Información y Comunicación del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos informa que “durante tareas de rastrillaje fue hallado el cuerpo de una joven que podría ser Fátima Acevedo, estando pendiente tareas de identificación”.
Fátima sufría violencia en manos de su pareja. Lo denunció a la policía y al juzgado porque intentó quemarla con ácido, pero nadie lo detuvo. Estaba cansada de hacer denuncias que no llegaban a nada, desesperada por ella y su pequeño hijo. Les dijo en un mensaje de texto a sus amigas que ya no sabía qué hacer. Y anticipó lo peor: “Cuando termine muerta, puede ser que la Policía y el juzgado hagan algo”.
Fátima desapareció el 1 de marzo. Encontraron hoy su cuerpo en un aljibe, donde ya habían buscado, y sospechan que el viernes habría sido hallada pero taparon la aparición por la fiesta del mate.
Estamos hartas.
Estamos furiosas.
Nos duele.
El grito que hoy llevamos a la Casa Rosada no puede esperar más.
Cuando terminamos esta acción los femicidios y transfemicidios ya eran 75.



Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

Nota
Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
- Revista MuHace 3 días
Mu 204: Creer o reventar
- Derechos HumanosHace 3 semanas
Memoria, verdad, justicia y Norita
- MúsicasHace 2 semanas
Susy Shock y Liliana Herrero: un escudo contra la crueldad
- #NiUnaMásHace 4 semanas
Caso Lucía Pérez: matar al femicidio
- Mu202Hace 4 semanas
Comunicación, manipulación & poder: política del caos