Nota
#AbortoLegalYA: arranca el tratamiento en Diputados
La próxima semana comienza el debate en plenario de comisiones en la Cámara de Diputados. Se planean dos reuniones informativas con 50 expositores -25 a favor y 25 en contra-, una jornada con el debate a cargo de diputados y diputadas, y firmar dictamen el viernes de la misma semana. Se estima que el proyecto podría ser votado en el recinto el 10 de diciembre. Todos los detalles del cronograma y las voces de quienes presiden las comisiones implicadas en el tratamiento.
Se definió el fixture en la Cámara Baja para el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
El próximo martes 1 de diciembre comenzarán las reuniones plenarias de comisiones que durarían hasta el viernes de esa semana, día en que se tiene prevista la firma del dictamen.
La Comisión de cabecera será la de Legislación General, presidida por Cecilia Moreau, vicepresidenta del bloque del Frente de Todos. Y el tratamiento se hará en plenario junto a las otras comisiones a las que tiene giro el proyecto: Comisión de Acción Social y Salud Pública, presidida por Pablo Yedlin; Legislación Penal, presidida por Carolina Gaillard; y Mujeres y Diversidades, presidida por Mónica Macha.
Las tres diputadas y el diputado que presiden las comisiones son del oficialismo y están a favor de la legalización del aborto. Junto con el presidente de la Cámara, Sergio Massa, y vicepresidentes de las comisiones, se definió el siguiente esquema de trabajo de comisiones.
El cronograma
El martes 1 de diciembre las reuniones comenzaran desde la mañana con representantes del Poder Ejecutivo. Se espera la presencia del ministro de Salud Ginés González García; del ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo; y de la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra. A las 14 horas está previsto que comiencen los expositores a favor y en contra.
La dinámica del plenario se repetirá el miércoles de 10 a 18 horas, con un receso de una hora en medio del día. El jueves desde el mediodía el debate será con diputados y diputadas. El viernes de la próxima semana, 4 de diciembre, se buscará la firma del dictamen para que el proyecto llegue al recinto la semana siguiente.
Durante las reuniones plenarias se acordaron 50 expositores: 25 a favor de la legalización y 25, en contra. Cada expositor tendrá 7 minutos. Trascendió que las exposiciones estarán divididas en cuatro grupos: científicos, sanitaristas médicos, religiosos y juristas.
El proyecto enviado desde el Poder Ejecutivo se puede descargar acá.
Voces desde las presidencias
El diputado Pablo Yedlin, presidente de la Comisión de Acción Social y Salud Pública, médico pediatra y neonatólogo, durante ocho años fue Ministro de Salud de Tucumán. Desde ese lugar relató a lavaca las consecuencias que en el se ven en el sistema de salud producto de los abortos clandestinos. “Hemos visto muchas veces mujeres que mueren de forma gravísima por abortos sépticos, por complicaciones infecciosas de abortos hechos en lugares clandestinos que terminan con infecciones o hemorragias gravísimas que llevan a la muerte de la madre, que muchas veces tienen otros hijos. Porque son madres que deciden interrumpir el embarazo cuando ya tienen otros hijos, lo que habla del fracaso de nuestros métodos anticonceptivos, programas de prevención, programas de educación sexual. Estas madres al fallecer dejan a veces familias desamparadas, entonces el drama es tremendamente peor: el aborto se hace igual, se hace de forma clandestina y además muere una madre dejando una familia. Por supuesto que el mejor camino es prevenir el embarazo no deseado, y para prevenirlo lo que tenemos que hacer es mejor Educación Sexual Integral, mejores programas de Salud Sexual y Procreación Responsable, y ojalá en un momento sean de tan efectividad que nadie decida interrumpir un embarazo, pero la verdad es que no pasa en ningún lugar del mundo y cuando esa situación sucede el Estado no puede estar ausente”.
La diputada Carolina Gaillard, presidenta de la Comisión de Legislación Penal y abogada, analizó en diálogo con lavaca la ineficacia del derecho penal con respecto a aborto: “No es eficaz. El Derecho Penal no tiene una mirada femenina, le falta la mirada con perspectiva de género. Es un código que se hizo hace cien años. Hay que hacer una reforma integral para que sea un código con perspectiva de género. Creo que por supuesto necesitamos la legalización porque con despenalizar no alcanza, hay que garantizar que las condiciones para realizarlo se den y garanticen seguridad para la mujer. Evidentemente el Derecho Penal, y el momento de aplicar la Justicia Penal, están en manos de jueces que tienen una mirada muy patriarcal. Entonces es muy difícil acceder al aborto que hoy existe como legal en el Código Penal. Esta ley es muy necesaria y tenemos que avanzar cuanto antes”.
Cuando en marzo se anunció que el Poder Ejecutivo enviaría el proyecto, lo que finalmente se concretó una semana atrás, la diputada Cecilia Moreau, presidenta de la Comisión de Legislación General cabecera del tratamiento, dialogó con lavaca sobre las consecuencias y los silencios que genera la clandestinidad y sobre su propia experiencia. “No quiero que el día de mañana mi hija, sus amigas, tengan que estar viendo cómo pueden hacer para acceder a un método anticonceptivo sin poder hablar libremente, sin poder hacerlo en un hospital. Y en el caso de llegada la situación de un embarazo no deseado me daría mucha tristeza que lo hagan en un marco de clandestinidad. Yo me hice un aborto a los 16 años y nunca pensé que iba a poder estar hablando de este tema con esta libertad. No me quedó el trauma del aborto, de la crisis psíquica que me decían que iba a tener, lo que me quedó es la sensación del miedo, de la vergüenza de la clandestinidad. Tuve la suerte de poder hablarlo con mi mamá, de tener los medios económicos para poder hacerlo en un consultorio, pero lo que a mí me queda como traumático es el recuerdo de la clandestinidad. Al médico no le preocupaba cómo estaba yo, le preocupaba que el portero no viera que estaba mareada por la anestesia. Estoy hablando muchos años atrás, cuando era una intervención. También me pasó de compañeras de colegio que no tenían los mismos medios que yo, y de ver entre nosotras como hacíamos. Y la inseguridad, el miedo y la sensación espantosa que genera. Quiero que si a mi hija le pasa, tenga la confianza de venir a decírmelo y que la salud pública le dé los mismos derechos que a otras chicas”.
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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