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Acoplados del Oeste: movilización a tres meses del desalojo

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A más de 90 días del megaoperativo de 600 efectivos que dejó a 120 familias en la calle, los trabajadores de la fábrica recuperada en el municipio bonaerense de Merlo se movilizaron hasta el Juzgado Comercial donde tramita la quiebra de la empresa para exigir respuestas: “Vinimos a reclamar por nuestro futuro. Demostramos con papeles y con hechos que podemos trabajar sin patrones”. Los obreros habían conquistado una ley de expropiación que la gobernadora Vidal vetó. Ahora presentaron un nuevo proyecto que espera debatirse en el Congreso provincial. Además, la movilización expuso otra dimensión: qué significa estar en la calle sin un peso y dormir en una carpa durante este período de crisis.
El obrero Fabián Malacalza cumplió 44 años el 14 de junio. “Pasar el mediodía y la tarde con mi hija me llenó”, dice a lavaca frente al Juzgado en lo Comercial N°20 en la Ciudad de Buenos Aires, a más de tres meses del megaoperativo de 600 efectivos que desalojó la fábrica Acoplados del Oeste, en el municipio bonaerense de Merlo, recuperada por 120 trabajadores que habían conseguido la expropiación en el Congreso bonaerense que la gobernadora María Eugenia Vidal vetó. Lo dice en medio de bombos y redoblantes que suenan frente al juzgado donde tramita la quiebra de la empresa, en una acción realizada para visibilizar el conflicto y gritar un concepto que habían comprobado hasta el desalojo: trabajar sin patrón.
“El año pasado pasé mi cumpleaños adentro de la cooperativa”, dice con una sonrisa. “Pudimos hacer una torta y estaba todo bien, pero este año no me importó la torta, no me importó nada, sólo quería estar con ella, porque podía comprar algo para festejar. También con mis compañeros. Si hoy sigo en pie, sólo es por ella y por ellos”.
Otro de los trabajadores, Luis Becerra, habla en medio de bostezos. Es uno de los trabajadores que se queda durante las madrugadas en la carpa que montaron en la puerta de la empresa, sobre la fría y bulliciosa ruta 200. “Dormí cuatro horas”, dice. Su turno es de 19 a 6 de la mañana, pero hoy se alargó ya que a las 10 se subió a un micro para venir al Juzgado. “No es fácil esta situación. Después del desalojo, no aguanté. Me aparté por un tiempo. Hoy no sé si te puedo decir que la estoy bancando, porque económicamente la estoy sobreviviendo. Lo poco de ingreso va para mis hijos y sus útiles. Queremos un final, y que sea el mejor”.
Por eso, pese a todo, están aquí.

El desalojo y los botines

Acoplados del Oeste ya había sufrido otros desalojos, pero  120 trabajadores lograron la puesta en marcha de la empresa  y había conquistado una ley de expropiación votada hasta por funcionarios de la alianza Cambiemos en ambas cámaras de la Legislatura bonaerense, pero la gobernadora María Eugenia Vidal la vetó. La amenaza de desalojo no tardó en caer, pero la cooperativa logró frenarla por 90 días que luego se prorrogaron. Una vez caída, la orden de desalojo (“orden de lanzamiento”, según el amigable léxico judicial bonaerense) se concretó el 3 de marzo de este año con un megaoperativo policial que combinó más de 600 efectivos de Infantería, Policía Bonarense y Policía Local. La medida sumó el repudio de vecinos, vecinas, partidos políticos, organizaciones sociales y diversos sindicatos.
El desalojo había caído a dos semanas del vencimiento de la quiebra de los exdueños de Pedro Petinari e Hijos, pero el juez de concurso, Eduardo Malde, aún no dictaminó. Fernando Rojas, 43 años, 11 en la empresa trabajando en el sector de bateas: “El desalojo nos perjudicó mucho. Con la edad que tengo, yo salgo, voy, pido laburo y no pasa nada. No sale una moneda. ¿Qué quieren hacer? La familia atrás, pesa. Me dicen que no venga, pero sé que pelear por esto es plata para nuestra casa. Tengo que llevar el pan. Mi señora no labura. Tengo un nene de 3 añitos que no podemos dejar solo. Otros dos, de 15 y de 12, por suerte me apoyan”.
Los trabajadores ingresaron al Congreso bonaerense un nuevo proyecto de ley de expropiación, esta vez con la firma de Fernando Navarro (Movimiento Evita), que a diferencia del primero cede una parte de las 15 hectáreas del terreno de la empresa. Jorge Gutiérrez, presidente de la cooperativa: “Sólo queremos lo que es nuestro: la fábrica y las maquinarias”.
Dardo Gerez, 40 años, 7 trabajando en el sector soldadura en puerta, es otro de los obreros que se queda durante las madrugadas: “Estamos sufriendo. Uno piensa a veces, a las 3 de la mañana, que esto iba a ser mío y de mis compañeros, porque yo quiero trabajar, el futuro para mi familia, pero hoy tengo que llevar dinero a mi familia, a mis tres hijos, y no puedo”.
Se quiebra. “Es re feo, loco. Disculpá que me quiebre, yo sólo quiero pelear por el futuro de ellos, que estudien. Por culpa de estos empresarios ahora tengo deudas con el colegio. Y eso es una mierda. ¿Sabés qué? Mi pibe enganchó jugar en Deportivo Italiano, el viernes llega y me dice: ´Pa, no puedo jugar porque no tengo botines´. ¿Sabés el bajón que es para mí? Tuve que pedirles ayuda a mis hermanos. Quiero comprárselo yo, y no puedo: estoy quebrado”.
Por eso, pese a todas las lágrimas, están aquí.

Partido jugado

Malacalza cuenta que hay un desgaste evidente después de más de tres meses en la calle y que no todos los compañeros pueden soportarlo: “Por la familia, por cómo está el país, por muchas cosas, pero aunque sea pasar un rato y tomarse un mate con un compañero. Eso es lo que buscan estos empresarios. Nosotros podemos seguir trabajando tranquilamente, porque lo demostramos con papeles y con hechos: podemos trabajar sin patrones. Hace tres meses que ellos tienen tomada la fábrica: si hubieran querido reactivar, habría fila de miles de personas. Llamaron a 200 excompañeros que echaron, y 198 les contestaron que no. Nadie quiere, porque saben que es una pantomima: después de 3 o 4 meses van a vender todo. Nosotros queremos la fuente laboral o la plata que nos corresponde”.
A la salida del juzgado los trabajadores realizaron una asamblea en el auditorio del Hotel Bauen, símbolo de las empresas recuperadas en Argentina. Jorge Gutiérrez: “Hoy vinimos a reclamar nuestro futuro. El juez nos recibió personalmente y eso es bueno. La charla fue sincera: nosotros no sólo queremos nuestra indemnización, sino mantener las fuentes de trabajo”. Cuenta que los tiempos procesales -feria judicial de por medio-, pueden alargarse: “Los tiempos no nos son favorables porque seguimos en la calle. La lucha hoy tiene que ser de otra manera: la respuesta es de cada uno y tiene que ver con qué queremos seguir haciendo. Salimos a ganar el partido, hoy estamos en un entretiempo: no lo perdimos ni ganamos, pero depende de nosotros. Hay desgaste, pero no se olviden que la lucha es para todos”.
Por eso, pese a todo, hoy están aquí.
Continuará.

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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