Nota
Cristina Castro: “La condena social ya la tienen; ahora sigue la condena judicial”
Cristina Castro, mamá de Facundo, habló con lavaca tras el velorio y entierro de su hijo en Pedro Luro, un día después de que el Equipo Argentino de Antropología Forense confirmara su identidad. Cuenta que lo despidieron con una canción que su abuela siempre le cantaba de niño, mientras sus amigos hicieron batucada afuera, y lo inhumaron con su bandera y su camiseta de Boca. Dice que el pueblo está “caliente” y que fue empapelado con la cara de los policías sospechados. Y que quiere justicia: “Pude traer a mi flaco a casa, que era mi primer objetivo. Ahora quiero la renuncia de Berni y del intendente de Villarino, Carlos Bevilaqua”.

Después de regresar de la Ciudad de Buenos Aires donde viajó para estar en el comienzo de la autopsia en la exEsma, Cristina Castro está cumpliendo la cuarentena en Pedro Luro. “Estoy aislada, pero no callada”, dice a lavaca, un día después de que pudo dar entierro a su hijo Facundo, luego de buscarlo durante 126 días, desde su desaparición el 30 de abril hasta este miércoles, cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) le confirmó que ese cuerpo se trataba de su hijo.
“Acá estamos, tratando de recuperanos”, dice.

El velorio se hizo a puertas cerradas, durante dos horas, con las personas más íntimas. “Lo despedimos con una canción que mi mamá le cantaba siempre. Si bien él no era religioso, le gustaba mucho: Pescador de hombres”. Es una canción compuesta en 1974 por el sacerdote español Cesáreo Gabaráin. “Vino mi párroco, el Padre Javier, con su guitarra. Y cantamos. Afuera, estaba toda la batucada con sus amigos. Era lo que él quería. Él me decía: ´Ma, cuando me muera, quiero sentir los tambores´”.
Una caravana acompañó luego el coche con el cajón hasta Turmalina, la cervecería donde Facundo trabajó este verano. De allí, siguieron al cementerio. “Enterramos su ataud con ropa de él. Con su camiseta y su bandera de Boca. Con todo Luro, sin entender cómo puede haber tanta maldad. El pueblo está de luto”.

La causa por desaparición forzada seguida de muerte sumó ahora el trabajo de los fiscales Andrés Heim (Procuraduría contra la violencia institucional) y Horacio Azzolín (Unidad Especializada en Ciberdelincuencia), además del cuestionado fiscal federal Santiago Ulpiano Martínez, recusado dos veces por la familia. Para la semana que viene fueron citadxs a declarar la exnovia de Facundo y dos amigos suyos, mientras la querella informó que ayer un peritaje sobre una patrulla dio “positivo”. Se trata de un móvil del Comando de Patrullas de Bahía Blanca, secuestrado porque el 8 de mayo se detuvo durante 35 minutos a 800 metros del lugar inhóspito donde el pescador encontró el cuerpo en la ría de Villarino Viejo. Según declararon los abogados, el perro “destrozó” el asiento trasero del vehículo.
Este miércoles también hubo una ceremonia con velas en la estación de Luro, donde Facundo se reunía con sus amigxs del Semillero Cultural (el colectivo en el que participaba, junto con Jóvenes y Memoria) y donde pintó el mural de Memoria, Verdad y Justicia para el 24 de marzo de 2014.

Dice Cristina: “Luro está caliente. Estamos mal. Queremos justicia y que las cosas se empiecen a mover, porque no se están moviendo. Empapelaron Luro con la cara de los asesinos de Facu. Ya lo dije muchas veces: Facu era un pibe muy bueno y no se merecía lo que le hicieron. Por eso, la bronca de los vecinos”.
En estos 126 días, Cristina vivió de todo: amenazas, hostigamientos y filtraciones, como la que esta semana padeció por diversos medios que apelaron a “fuentes judiciales” para afirmar que el cuerpo era Facundo, cuando los resultados recién estuvieron el miércoles.
Y dice que ahora comienza otra etapa: “Pude traer a mi flaco a casa, que era mi primer objetivo. Ahora quiero la renuncia de Berni y del intendente de Villarino, Carlos Bevilaqua. Las quiero ya, ellos que defendieron tanto a estas mugres. Trataron de tapar todo y no pudieron con Facu, con su esencia, con su gente. El pueblo está de pie. La condena social ya la tienen. Ahora quiero la condena judicial”.
Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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