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Curtidos: Talar Coop recuperada

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Una fábrica de cuero quebrada de manera fraudulenta por su dueño. La lucha de los trabajadores que se metieron adentro y siguen produciendo. El dilema de la falta de clientes. Y el festival de mañana, 20 de junio, para seguir parando la olla. Historia y fotos de otra cooperativa que quiere seguir sin patrón.

Por Giansandro Merli. Fotos de Gaia di Gioacchino

Hay un montón de cuero. Sin curtir y ya curtido. De muchos colores y calidades. Hay carteras, cintos, billeteras, bolsos. Hay fundas negras para utensillos para asados. Hay monturas, muchas monturas para caballos grandes y pequeños. Monturas de alta calidad.
 
También hay: ganas de trabajar, deseo de salir adelante, y esperanza de superar un momento difícil.
 
Hay un equipo de 15 compañeros que la lucha ha unido como  una familia.
 
Lo que falta son compradores: el dueño se llevó la cartera de clientes a Paraguay, junto con la empresa.
 
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Foto: Gaia di Gioacchino

Historia de la lucha

Estamos al 1.369 de la calle Montenegro, en el barrio de Villa Ortúzar. Afuera hay mucho sol, pero atravesando el portal de hierro verde se ingresa a una grande habitación casi oscura. La luz ilumina una mesa llena de herramientas de trabajo. Alrededor,  los trabajadores. “Vienen a entrevistarnos”, dice uno. Y los otros paran de medir, curtir, cortar, y se acercan.
 
El mate empieza a rodar. Hernán Solano Rafael toma la palabra: “La historia empieza con una fábrica que se llamaba Jocri. Se fundó en 1973 con muchos trabajadores que aún hoy siguen acá. La propiedad era de la familia Canaves. Se producían sobre todo montaduras, para el exterior. Era una talabartería conocida a nivel internacional. Siempre hubo mucho trabajo. Quebró hace un año”.
 
Corría el viernes 28 de abril de 2017 y en el predio de la fábrica pasó algo raro. Silvia Conti, mujer de Jorge Canaves, el dueño de la empresa, convocó a una reunión con los 56 trabajadores. Entre lágrimas, la señora Conti dijo a los empleados que había que trabajar más, porque si no la fábrica se vendría abajo. Lo extraño fue que al final de la reunión el administrador pagó a todos la quincena.
 
“Nos mirábamos entre nosotros y decíamos: ‘¡qué raro! ¿Porqué nos está pagando por adelantado’. Aún tenían cinco días hábiles para hacerlo. Nunca había pasado algo así”, recuerdan. Ya hacía un tiempo que las cosas en la fábrica no eran como antes. “Hacía dos años que habían empezado las intimidaciones contra los compañeros por parte de la patronal. Nos decían continuamente que teníamos que producir más para sacar a flote la empresa. Pero al mismo tiempo, también nos repetían que el mercado global estaba en crisis y las ventas bajaban”.
 
Lo que había pasado en aquella reunión de finales de abril había inquietado a los trabajadores. Hernán: “Así, saliendo nos quedamos a discutir en la plaza acá al lado y decidimos hacer vigilia. Teníamos temor de un vaciamiento. Hicimos vigilia durante los cuatro días, porque después del viernes, del sábado y del domingo, el lunes era el primero de mayo. Los dueños pasaban en el auto y nos miraban. Nosotros ahí en la plaza, haciendo vigilia. El día de la fiesta del trabajador, Silvia Conti llamó a nuestro delegado diciendo que la fábrica cerraba y que nadie se presentara más. Nosotros, entre carcajadas y dudas, no sabíamos qué hacer”.
 
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Foto: Gaia di Gioacchino

El 2 de mayo todos los trabajadores se presentaron en la puerta. “Llegamos y estaba todo cerrado. Esperamos. Seis y media, nada. Siete, nada. Siete y media, nada. Nadie venía a abrir la puerta. Entre desesperación, lágrimas e impotencia no sabíamos qué hacer. Así llamamos al sindicato y a los avocados. Y entramos de una para ocupar nuestro lugar de trabajo y esperar novedades por parte de la empresarial. Eaquel momento empieza un cambio brusco en nuestras vidas. Nosotros sólo sabíamos que una cooperativa es un conjunto de trabajadores formando un microemprendimiento. Tuvimos que armar una”.

Curtirse

El cambio no fue simple. El día del cierre había 56 empleados trabajando dentro la fábrica. Hoy son 15. Entre ellos una mujer, que prefiere no hablar. “Fue duro” sigue Rafael. “No había trabajo. Y las facturas no esperan. La familia no espera. Los hijos no esperan. No podés parar de darles comida, de comprarles lo que necesitan. Muchos empezaron a buscar changas. Cualquier cosa para sobrevivir. No es por falta de compañerismo que no siguieron. Fueron obligados por las circunstancias”.
 
Y añade: “En ese momento estaban cerrando muchas empresas, como Pepsico por ejemplo. Nosotros mirábamos estos cierres en la televisión, en el comedor de arriba, y decíamos: esperamos que no nos pase a nosotros. Pobre gente. Ya sabíamos que los que dicen que podés buscar otro trabajo mienten, porque no saben lo difícil que es. Igual, pasó. Y tuvimos que buscar maneras de salir adelante”.
 
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Foto: Gaia di Gioacchino

En los primeros meses se acercaron muchas personas, sobre todo vecinos y otras recuperadas. Una en particular: La Litoraleña, fábrica de tapas de empanadas y tartas tomada por sus trabajadores en noviembre 2015.
 
A la charla se suma Pedro Gonzal, trabajador y presidente de la cooperativa: “La Litoraleña nos dio buenos consejos. Los compañeros nos decían cómo hacer las cosas, nos contaban su experiencia. El problema es que otros rubros que están como cooperativa tienen mercado nacional. Nosotros no. Acá el dueño se llevó la cartera de clientes: todos estaban afuera. No había en la Argentina. Así para nosotros es mucho más complicado. Estamos tratando de conseguir de vuelta los clientes o de buscar nuevos. Estamos mandando mails, estamos buscando por todos lados. Pero la situación está complicada, el país está complicado. Habría que hacer las cosas con tranquilidad, pero nosotros estamos apurados”.
 
Felipe Cáceres Gutiérrez trabajó 30 años para el viejo dueño. Cuenta: “Jorge Canaves tiene la culpa de lo que pasó. Dio la quiebra, pero siempre tuvo mucho trabajo. A veces se hacían mil monturas por mes. Para que él se lleve las ganancias y nos deje tirados acá, trabajamos sábado, domingo y días feriados. Tenía muchos clientes, hasta 50. Se los llevó todos. Todos estaban el exterior. Si pudiéramos exportar, hoy en día el trabajo nos saldría muy bien, porque el euro y el dólar están subiendo”.
 
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Foto: Gaia di Gioacchino

Para este tipo de fábricas exportar no es fácil por razones burocráticas, pero sobre todo por la necesidad de tener contactos y relaciones. Además, tampoco es fácil producir monturas. Hernán explica el por qué: “En la montura hay una cadena de producción. Cada uno tiene que estar en su lugar. Y acá los trabajadores no somos los mismos de antes. Pero sobre todo, la montura es un producto muy costoso, complejo de realizar y de vender. El mercado argentino está colapsado y si no tenés donde exportar estás en el horno. Por lo tanto, nos dedicamos más a la marroquinería. Empezamos a fabricar carteras, mochilas, portatermos, cintos, llaveritos. Más por necesidad, por tener algo de plata en la mano. Porque nuestra apuesta es la talabartería: es el rubro que podría hacer verdaderamente sostenible la fábrica”.
 
El esfuerzo crece y el recorrido que queda adelante aún es largo. Gutierrez lo sabe: “El dueño se comportó re mal, pero tampoco el Estado nos ayudó nunca. Las tarifas pegan duro cuando no tenés mucho trabajo. Ahora trabajamos para pagar luz y agua. A veces nos llevamos 500 pesos por semana, a veces los ingresos no llegan a pagar la SUBE”. Hernán: “Las facturas nos están matando. ¿Dónde se vio en la historia de la humanidad que tengo que dejar de comprarle un caramelo o una gaseosa a mi hijo, que es un buen nene que saca buenas notas, para pagar los aumentos? ¿Por qué tengo que elegir entre bancar mi hija que quiere seguir estudiando en la universidad, lo que yo no pude hacer, o bancar el tarifazo?”.
 
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Paraguay, ida y vuelta

Este grupo de trabajadores ha logrado sobreponerse a la fuga de la patronal, la cual pasó hace ya un año, con vacaciones impagas y sin abonar indemnizaciones, entre gallos y medianoche cerró la fábrica, afirmando que trasladaba su capital a la República hermana del Paraguay en busca de mayores ganancias”, señala un proyecto de declaración presentado a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires para que dé “su beneplácito ante el otorgamiento de la matrícula como cooperativa de trabajo para los trabajadores de Talar Coop Latinoamericana, histórica talabartería”
 
Hernan cuenta: “En los últimos tres-cuatro años el dueño trajo a la fábrica mucha gente a capacitarse. Vinieron un par de alemanes a ver cómo era la estructura del producto. Todo esto nos llevó a pensar que él estaba montando otra empresa con socio alemanes en Paraguay. Se deshizo de nosotros, de las cargas sociales, de los problemas y se fue a buscar mano de obra barata en aquel país”. Pedro: “Él se asoció con la firma Aimara, que está en Parauay. Ahora, Aimara está pidiendo el inmueble, porque supuestamente lo compró. Nadie nos puede mentir: el rubro de la talabartería es chico y nos conocemos todos. ¿Sabés qué? Algunos compañeros encontraron a la dueña en un banco acá cerca y ella les dijo que tenemos que dejar el predio, porque está vendido y porque tiene pedidos de montura. Con esta misma arrogancia les habló”.
 
Junto a los trabajadores se encuentra en la cooperativa Andrea Manzi, abogada, integrante de una red nacional de multisectoriales. Manzi llegó a Talarcoop para dar una mano, porque “esta profesión debe tener una función social”. Explica: “Los anteriores dueños llegan a la quiebra a través de una triangulación con el inmueble. Es decir que es una quiebra fraudulenta. No es que Jocri no estaba dando ganancias, simplemente ellos fueron produciendo un vacío, preparando el terreno en otro país. A través de crear empresas paralelas pero familiares generaron la quiebra, que hoy se está tratando de demostrar que era fraudulenta. Esto sobre todo para que los trabajadores cobren lo que se les debe: aportes provisionales, algunos extras, algunas vacaciones e indemnizaciones”. 
 
Añade un consejo, que puede resultar útil para muchos: “Yo siempre les digo que personalicen la quiebra, que se hagan presentes en los juzgados, porque a veces los jueces ven un expediente… Pero tienen que ver que atrás de ello hay gente, hay cuerpos, hay vidas. Y también que hay compañeros que se quedaron en el lugar de trabajo, que crearon una cooperativa y lo están dando todo para hacerla vivir y producir”.
 
Cuando la charla está por terminar, Hernán afirma: “Lmás lindo en la vida es que sigue habiendo gente que apuesta en nosotros. Que se solidariza. Si el mundo fuera así, si la Argentina fuera así, no estaríamos pasando todo esto. Pero lamentablemente este sentimiento común, este ayudarse recíproco se está perdiendo. Porque los grandes empresarios, los congresistas, los políticos solamente piensan en ellos. Si ellos estuvieran acá no sobrevivirían ni un momento. Mientras que nosotros, que somos los que pagamos los impuestos, tenemos aguante y tratamos de sobrevivir”.
 
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Foto: Gaia di Gioacchino

Al salir del predio Hernán pregunta por qué equipo voy a hinchar en el Mundial, ya que Italia quedó afuera. “Argentina”, contesto creyendo que él hará lo mismo. “¿Argentina? ¿Y por qué si no va a ganar? Nosotros somos mejores este año”. “¿´Ustedes´ quiénes?”, le digo sorprendido. “Nosotros: ¡Perú!”.
 
Ya fuera del portal, despidiéndo al presidente de la cooperativa, hago la última pregunta: “¿Hay muchos trabajadores que no son argentinos?”. Me contesta: “Sí, casi todos. La mayoría son de Paraguay”.
Mañana 20 de junio, de 12 a 18, en Montenegro 1369 (Villa Ortuzar, los trabajadores de Talarcoop organizan un día de festejo con: locreada; clase de tango; música en vivo; artistas invitados; feria de productorxs independiente; sorteos.
Gran cierre: Agrupacion Ilegal Los Imparciales
¡Apoye el trabajo autogestionado, suporte a Talarcoop!
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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